Las
leyendas sobre este rey, espejo de caballeros, creador de la Tabla Redonda cuyos
paladines perecieron en la búsqueda del Santo Grial, son tantas y tantas que
con frecuencia se ha cuestionado si alguna vez hubo un Arturo en el trono de las
Islas Británicas. La literatura, el cine, y las más variadas manifestaciones
artísticas nos han ofrecido una visión de la corte en Camelot, el castillo y las tierras artúricas por excelencia, situada en una
época un tanto inconcreta ... a caballo entre los tiempos oscuros de la magia y
un primitivo inicio de la Edad Media.
Hoy
parece confirmado que realmente hubo un personaje importante, que allá por el
año 475 de la era cristiana, podía ser un oficial de caballería, defensor de la
cultura clásica frente a la amenaza constante de los bárbaros, cuyo nombre sería
Artorius. ¡Desde luego no tenía nada en común con el Arturo literario o cinematográfico
que nos han presentado! Su familia podía ser una familia romana asentada en
suelo británico desde hacía tiempo y habría llegado allí con los conquistadores
latinos.
En la Historia
Brittanum, Nennio refiere doce batallas en las que resultó vencedor Artorius
que luchaba contra anglosajones y otros bárbaros procedentes de las tierras irlandesas.
Sucedió a Aurelio, Regissimus Brittanniarum, y ya con el poder en la
mano, debió tener que reemplazar a los numerosos soldados, y especialmente
caballeros romanos y británicos, muertos en los períodos de lucha. Esto daría
lugar a la leyenda de la creación de una orden de caballería y a la famosa
Tabla Redonda, entre cuyos componentes es posible rastrear algunos nombres
reales y otros ficticios u olvidados.
Artorius
tuvo que reprimir a los anglos en el 493, obteniendo sobre ellos una gran victoria,
que se interpretó como un suceso providencial en el que el Arturo cristiano, defensor
de los valores clásicos y de la cultura occidental batía a las fuerzas bárbaras
y paganas.
En
cuanto a la vida amorosa de Artorius se cree que se casó dos veces: la primera
con Leonor de Gwent que le abandonó, pero no se sabe por qué. La segunda se
casó con una joven de origen romano llamada Ginebra. De estas dos relaciones
nacería la leyenda del adulterio de esta última con el mejor amigo del rey y el
más esclarecido paladín de la Tabla Redonda: Lancelote del Lago.
Así
estaban las cosas, a medio camino entre los apuntes históricos y la mitología
artúrica cuando en 1998 un grupo de arqueólogos descubrieron un trozo de
pizarra con unos 1.400 años de antigüedad. Dicha pizarra contenía una inscripción:
"Pater Coliavi ficit Artogonou", que traducido viene a decir: "Artogonou,
padre de un descendiente de ColI, lo ha hecho" iEra evidente que Arturo
había existido! El hallazgo se realizó cerca del castillo de Tintagel en el
país de Gales en un lugar llamado Cornawall que muy bien podía identificarse
como el Camelot de todas las leyendas. En este territorio se había investigado,
sin éxito, en 1930.
El
Arturo mítico cobraba así realidad, con su corte asentada en un lugar
geográfico firme, un lugar que, como patria artúrica, reclamaban todas las
zonas de Inglaterra.
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