Es
todavía frecuente ver en la iconografía cristiana de muchas iglesias españolas
al santo patrón enarbolando una espada, mientras a sus pies yacen un grupo de
"moros" derrotados por el hijo del Zebedeo.
No
sabemos qué cuentas pendientes pudiera tener el señor Santiago contra los musulmanes
pero la leyenda dice lo siguiente: el 25 de mayo de 844, el rey cristiano
Ramiro I entabló batalla con Abderramán 11 en Clavija. Los árabes llevaban
todas las de ganar y cuando los defensores de la cruz ya estaban prácticamente
batidos hizo su aparición Santiago Apóstol, a lomos de un hermoso caballo blanco, que dio al traste con las aspiraciones de
victoria de las aguerridas huestes de Abderramán. Así se ganó Santiago la fama
de "matamoros", sólo que tal batalla, la de Clavija parece que nunca
sucedió. Sin embargo esto no fue óbice para que las apariciones del Apóstol se
multiplicaran como guerrero protector y vencedor, siempre, por supuesto, al
lado del bando cristiano. La más conocida lo sitúa en Coimbra, antes de que Fernando
I tomara la ciudad.
Es
verdad que, en cualquier situación, nunca viene mal un poco de ayuda celestial,
¡pero es dudoso que San Jaime apostase por dar mandobles a diestro y siniestro
aun contra los sarracenos!
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