Ricardo,
hijo de Enrique Plantagenet y de Leonor de Aquitania, nació en Oxford, el 8 de septiembre
de 1157. La leyenda ha hecho de él el rey más popular de Inglaterra, espejo de caballeros,
luchador esforzado, noble y valiente, lo que le valió el sobrenombre espectacular
de Corazón de León.
Pero, como
hemos visto hasta ahora, no existe personaje en la historia que no tenga sus más
y sus menos, sus rasgos de generosidad y de mezquindad ... y Ricardo no fue una
excepción.
Fue el
amado de su madre Leonor, que se encargó, según dicen las crónicas, de despejarle
el camino hacia el trono de Inglaterra, aun cuando siendo un niño ya era nombrado
heredero de las extensas posesiones francesas mucho más ricas y apetecibles que
la árida y húmeda Inglaterra. El primogénito de la pareja real, después de la
muerte en la infancia de Guillermo, Enrique, murió envenenado de forma
misteriosa. El segundo y sucesor de Enrique, Geoffrey, acabó sus días por una
flecha que, oportunamente, lo mató en una cacería y Ricardo quedó como único
heredero. El hijo pequeño, Juan sin Tierra, no contaba para nada, era un ser desgraciado
físicamente por el que sus padres sentían auténtica aversión. Pero en este
estado de cosas, Enrique padre decidió nombrar como sucesor a Juan. No le agradaban
los modos de Ricardo, educado en la corte francesa junto al rey Felipe Augusto,
su enemigo personal. Estalló la guerra entre Ricardo y Enrique, ya anciano, que
fue derrotado por su hijo y su aliado el rey francés.
La
amargura de esta derrota hizo que Enrique muriera en 1189. La leyenda dice que
cuando Ricardo se acercó al cadáver de su padre éste comenzó a sangrar por la
nariz como un siniestro presagio.
Pero, ya
dueño de la corona inglesa, a Ricardo, que amaba la acción y la aventura, la relación
con sus compañeros de armas y sin duda a Felipe Augusto, la corte británica le
resultaba tediosa. Así que, de inmediato, respondió a la llamada del Papa que
convocaba la III Cruzada ante la toma de Jerusalén por el gran sultán Saladino.
Dejó los asuntos arreglados en Inglaterra,
a saber: liberó a su madre, casó a su hermano Juan con la heredera de Gloucester y le concedió varios señoríos y en compañía de Felipe Augusto partió hacia Tierra Santa.
a saber: liberó a su madre, casó a su hermano Juan con la heredera de Gloucester y le concedió varios señoríos y en compañía de Felipe Augusto partió hacia Tierra Santa.
Esta
Cruzada, al igual que todas las demás, tuvo escasos resultados. En 1191 se tomaba
San Juan de Acre, mientras Ricardo arrebataba Chipre a Isaac Comneno. El
emperador Federico Barbarroja y su hijo murieron y Ricardo quedó a cargo de la
expedición cristiana. La historia del rey inglés en estos años es dudosa, su
comportamiento parece que fue cruel y su conducta desordenada le rodeó de
escándalo e incomprensión. Los caballeros cristianos que le acompañaban le dejaron
solo. Una agria disputa por la corona del reino de Jerusalén y parece que el
enamoramiento de Ricardo por el hijo de Leopoldo de Austria, hizo que el duque
abandonara la empresa seguido de Felipe Augusto que estaba muerto de celos.
Ricardo
prosiguió sólo. Obtuvo varias victorias sobre los musulmanes pero no se atrevió
con la conquista de Jerusalén, ante la sorpresa de los cruzados. Después de la
caída de Jaffa, Ricardo y Saladino establecieron conversaciones y se
entendieron de maravilla. Por espacio de un mes se sucedieron los banquetes y
los agasajos. Ambos caudillos compartieron aposentos y paseos románticos a la luz de la luna con un resultado verdaderamente
asombroso: el rey inglés terminaba con la Cruzada y Saladino le cedía una
amplia franja costera además de liberar a los cautivos cristianos y de
regalarle el supuesto madero en el que había sido crucificado Jesucristo.
Los
rumores se dispararon entre los aliados europeos. Ricardo, que admiraba la cultura
y la civilización musulmanas, fue acusado de practicar la magia negra y la
nigromancia. Se decía que, rodeado de favoritos, se entregaba a orgías salvajes
en las que devoraban las cabezas de los enemigos, pero posiblemente no fueran
más que chismes descabellados.
El
monarca inglés emprendió el regreso a su patria, pero lo que sí parece cierto
es que el amor por el hijo del duque Leopoldo de Austria había hecho mella en
su corazón. Recorrió cientos de kilómetros disfrazado hasta llegar a la patria
y al castillo de su bienamado. El encuentro debió ser apasionado, ya que el
duque sorprendió a los amantes en la cama. Es fácil imaginar la ira del
ofendido padre que propinó una soberana paliza a su hijo y decidió encarcelar
al Ricardo seductor. Como el mal ya estaba hecho, el duque decidió sacar tajada
de la comprometida situación. Pidió un rescate enorme a los ingleses por la
libertad de su rey. Después de tantas luchas en Tierra Santa se dio la paradoja
de que un rey cristiano estaba prisionero de otro noble cristiano!
Más de
un año tardaron los súbditos de Ricardo en conseguir la suma total para que su rey
fuera liberado y cuando esto sucedió el prisionero, sin curar sus penas de amor,
marchó hacia Londres, pero sólo estuvo tres meses allí. Volvió a su dulce
Francia, para vivir su vida y sus amores según le pareciera sin intromisiones
ni críticas. En 1198 fue herido por una flecha
durante el asedio a la fortaleza de Chalus. La herida se le infectó y le causó la muerte cuando tenía 42 años.
durante el asedio a la fortaleza de Chalus. La herida se le infectó y le causó la muerte cuando tenía 42 años.
Ricardo,
el guerrero esforzado que amaba a los hombres, se casó un una princesa navarra,
Berenguela, de la que se decía que era una de las mujeres más hermosas del
momento. ¡Triste destino el de la hija del rey Sancho! que parece que se volvió
caprichosa y extravagante seguramente debido a la desatención de su esposo que
si bien tenía un "corazón de león" para luchas y amores masculinos no
parece que estuviera demasiado interesado en los encantos femeninos.
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