La tradición latina cuenta que en el siglo VI a.C vivía en una cueva de la ciudad italiana de Cumas una vidente llamada la Sibila, la cual escribió una serie de profecías en nueve pergaminos que quiso vender personalmente al entonces rey de Roma, Tarquino el Soberbio. Pero este, creyendo que la mujer deseaba engañarle, rechazó la oferta. Para demostrar su relevancia, la Sibila fue quemando los pergaminos ante su mirada, hasa que, cuando solo quedaban tres, el monarca aceptó comprarlos. Y de Sibila no volvió a saberse más.
Con el tiempo, esos tres pergaminos, llamados Libros Sibilinos, recibieron una importancia capital y eran consultados por odren del Senado romano siempre que parecía que se cernía una amenaza sobre el Estado. Los libros, de los que no hay duda sobre su existencia, fueron destruidos en un incendio en el año 82 a.C.
Desde entonces, el nombre de Sibila ha sido empleado como sinónimo de profetisa y adoptado por muchas mujeres deseosas de obtener fama.
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