Las principales disimilitudes son históricas y obedecen al propio éxito de la religión cristiana. La unidad de los fieles tras la muerte de Jesús duró mil años, pero la cristiandad empezó a ser demasiado grande... La Iglesia griega de Bizancio, que ya controlaba todo el Oriente cristiano, llevaba siglos distanciándose de Roma. La ruptura se hizo inevitable cuando Olga, la soberana rusa, cristianizó a su hijo Vladimiro. La incorporación de las inmensidades rusas a su esfera de influencia alentó la ruptura de Bizancio con Roma. Se alegó diferencias dogmáticas como la del intrincado tema del filioque (disputas por la inclusión en el credo de este término latino que significa ´y del Hijo´). Dos patriarcas griegos Focio y Cerulario jugaron un importante papel en este cisma, que se consumó en el 1054 con la ruptura total entre ambas iglesias.
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