Budismo:
La
moral búdica ‑sila‑ se basa en diez prescripciones; las cinco primeras
conciernen a todo el pueblo: respeto a la vida, respeto a la propiedad,
rechazo de la sexualidad desordenada, respeto de la verdad y abstinencia
de bebidas embriagadoras; las cinco suplementarias están reservadas a
los monjes. En relación al modelo del bodhisattva, la tradición mahayana
cita diez perfecciones ‑paramita‑: Caridad ‑moralidad ‑paciencia
‑energía ‑meditación y sabiduría a las que se agregan: el método ‑los
votos ‑la resolución ‑el conocimiento de todos los dharma.
Cristianismo:
La
vida cristiana está orientada por el doble mandamiento del amor a Dios
y, al prójimo; se apoya en los diez mandamientos de Dios en el Sinaí
(Éxodo 20) y desemboca en el ideal del sermón de la Montaña (Mateo 5,7):
perdón de las ofensas, preocupación por la verdad, práctica de la
justicia, servicio al prójimo (entendido como cualquier ser humano).
Hinduismo:
Entre
otros, el "Libro de las Leyes de Manú" establece los fundamentos de la
sociedad hindú, estructurada en cuatro varnas (sacerdotes o brahmanes,
guerreros y hombres políticos, comerciantes, obreros y sirvientes) y en
múltiples castas: jati. La vida personal también tiene cuatro etapas: el
estudio, la vida familiar, el retiro en el bosque y la renuncia total
del sannyasin.
Islamismo:
La
vida musulmana sigue las prescripciones del Corán y el ejemplo del
Profeta. "Dios manda la injusticia, la beneficencia y la caridad para
con los allegados, y prohíbe la torpeza, lo reprobable y la injusticia"
(azora 16,90). Y también: "La fe es adorar a Dios como si lo vieras,
pero si no puedes verlo, él con seguridad te ve" (Palabra del Profeta).
El
reconocimiento de Dios impone permanentemente la aplicación de la
justicia con miras a un resplandor práctico de la fe. La medida, el
decoro y la generosidad deben caracterizar las relaciones personales y
sociales del musulmán.
Judaísmo:
La
vida judía está marcada por la unión con un Pueblo, una Tierra, una Ley
la Torá y sus 613 preceptos ‑mitzvot- según la prescripción: "Observa y
escucha" (Deuteronomio 12,28). Así como "Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas"
(Deuteronomio 6,5), "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico
19,18), sin olvidar al extranjero (Levítico 19,34).
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