El período monárquico, que ocupa aproximadamente desde el
año 1000 a.e.c. hasta el año 586 a.e.c., fue una época de esplendor y
expansión sobre Palestina, pero terminó con el sometimiento militar de
los judíos.
El rey David, óleo de Marc Chagall (1904-1905). París, Centro de Arte Georges Pompidou.
El rey David, óleo de Marc Chagall (1904-1905). París, Centro de Arte Georges Pompidou.
El
momento del reino unificado de David y de Salomón fue una época dorada
para los judíos. Tenían una tierra y un reino próspero e independiente
de los imperios de Mesopotamia y Egipto. La capital de este reino fue
Jerusalén en vida del rey David (1000-970 a.e.c.). Su hijo Salomón
(970-931 a.e.c.) mandó construir un templo, a cuyo frente situó a un
sumo sacerdote.
Estos
signos de independencia se produjeron en un momento en el que los
grandes imperios vecinos de Palestina estaban debilitados y no imponían
su control sobre la zona. Frente a David, el rey guerrero, Salomón fue
el prototipo del hombre de sabiduría, un monarca capaz de impartir
verdadera justicia y cuya fama llegaba más allá de los límites de su
reino.
Se conoce la historia de esa época por los relatos de la Biblia, por lo que algunos pueden resultar exagerados o dudosos.
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