Desde que el cristianismo se convirtió
en la religión del Imperio los emperadores pasaron a serio por derecho divino. Si
bien no eran dioses, como lo habían sido los romanos, sí recibían directamente el poder por decreto de la Divina Providencia y esto lo pusieron en
práctica de manera visible los emperadores de Bizancio.
En aquella corte fastuosa los
emperadores se comparaban, frecuentemente, con Jesús y crearon toda una
parafernalia que, cara al público, les asemejaba al invisible Dios cristiano. Por
ello, cuando recibían a un embajador, se elevaban a los cielos como si de la
Ascensión se tratase.
El rito era el siguiente: La sala
de recepción imperial era una auténtica maravilla. Mandada construir por
Constantino estaba decorada con palmeras, leones dorados y pájaros cantores recubiertos de gemas preciosas que brillaban con una intensidad deslumbrante.
El emperador se sentaba en un trono de oro, inmóvil, enjoyado de la cabeza a los pies y
cuando el embajador se postraba a sus plantas, el rey se elevaba por los aires
y desaparecía a los ojos humanos a través de una abertura que había en el techo.
Poco después, reaparecía, aún más majestuoso, descendiendo a través de un
mecanismo que permitía tanto la elevación como el descendimiento.
Los dignatarios extranjeros
quedaban pasmados ante tal situación y el emperador se encontraba investido de
una gloria muy parecida a la del mismo Dios. Todo lo que se refería al emperador tenía un carácter sagrado y su imagen se distribuía por las ciudades
del Imperio colocándose entre cirios e incensarios como si fuera una imagen sagrada. Nadie
podía tocarlo directamente y cuando un súbdito recibía un regalo de sus manos, debía
cubrirse las suyas para no profanar con su contacto la persona del rey. Tiempo
después, y tal vez derivada de esta adoración a la persona real, en Occidente
existió la creencia de que tocar las vestiduras reales proporcionaba la curación
de las enfermedades.
También una de sus prerrogativas
era que sólo él podía utilizar zapatos rojos que representaban el atributo del
poder, poder que de forma absoluta ejercían los emperadores bizantinos apoyados
en el ejército y en una burocracia muy fuerte que se extendía a cualquier lugar de su imperio y que ellos se esforzaban en resaltar con ritos como el de
la ascensión a los cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.