miércoles, 5 de noviembre de 2014

Hermanos de la Instrucción Cristiana


El 6 de junio de 1819, Juan María Robert de la Mennais, vicario capitular de Saint Brieuc, y Gabriel Deshayes, cura párroco de Auray y vicario general de Vannes, firman en Saint Brieuc el tratado de unión que asegura la convergencia de sus esfuerzos con vistas a " procurar a los niños del pueblo, en especial a los de los pueblos de Bretaña, maestros sólidamente piadosos…"

Animados por el soplo del Espíritu Santo, reconfortados por su mutuo acuerdo, aceleran con esmero la expansión de la obra naciente. La primera emisión del voto de obediencia tiene lugar en el retiro común de Auray, el 15 de septiembre de 1820. La joven Congregación de los Hermanos de la Instrucción Cristiana crece rápidamente. Gracias a una adquisición del Padre Deshayes, el Padre de la Mennais, a partir de noviembre de 1824, hace de Ploërmel el centro de la Congregación.

Discípulos de Fundadores con celo de fuego, a pesar de una formación prematura y en condiciones materiales precarias, los Hermanos de Ploërmel llevan con ardor a los jóvenes de regiones desheredadas, la luz del evangelio y los primeros rudimentos de los conocimientos profanos. Llenos de audacia misionera, muchos franquean los mares hacia las Antillas y África, para abrir el corazón de las gentes a la Palabra liberadora de Cristo Salvador.

Seguro de la perennidad del Instituto al cual ha entregado todo, rodeado por el afecto de sus ochocientos cincuenta y dos Hermanos y el de las Hijas de la Providencia de Saint Brieuc, venerado por multitudes de niños y padres, Juan María de la Mennais estima que no ha hecho aún bastante : " Hijo mío, acaba mi obra ", confía al Hno. Cipriano algunos días antes de su muerte, acaecida en Ploërmel el 26 de diciembre de 1860.

Los Hermanos, en su constante afán de fidelidad a las intenciones de sus Fundadores, continúan asegurando en sus colegios la instrucción y educación cristianas de la juventud. El apostolado misionero establecido desde 1837, se continúa en la misma línea en la isla de Guadalupe, en la Martinica, en el Senegal, en la Guayana, en San Pedro y Miquelón, en Tahití y después en Haití a partir de 1864. Y cuando por los rechazos de la política francesa son expulsados de la mayor parte de estas regiones, su celo apostólico conduce a los Hermanos al Canadá.

Entre tanto, se ven reforzados por una doble adhesión : la de los Hermanos de Gascuña en 1876, fundados por Mons. de la Croix d'Azolette, Arzobispo de Auch, y la de los Hermanos de Santa María de Tinchebray en 1880, fundados por el sacerdote Charles Augustin Duguey.

Prohibida en Francia en 1903, expoliada de sus bienes, dismiuída en el número de Hermanos que, en pocos años, pasaron de 2200 a sólo 1000, la Congregación mantiene la fe en su destino. Se mantiene en su país de origen gracias al número de sus hijos poco sensibles a la incomodidad y a los riesgos de la clandestinidad. Emigra a Bulgaria, a Turquía y a Egipto. Se desarrolla en Canadá donde está presente desde 1886. Se establece en los E.U. , en Inglaterra, en España y en Italia.

Sin demora, varios de estos países envían a sus propios jóvenes, Hermanos de la Instrucción Cristiana, como ayudas a las Misiones existentes y, a su vez, a fundar otras nuevas en África ( Uganda, Kenia, Tanzania, Seycheles, Ruanda, Burundi, Zaire, Congo ) y en la República Argentina, Uruguay, Japón, Filipinas y Alaska.

Los Hermanos de España se hacen presentes en Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia. Durante este tiempo, los Hermanos de Francia que habían vuelto al Senegal y a las Islas Marquesas, abren nuevas Misiones en Costa de Marfil, en el Togo y en Benín. Las Provincias de España y de Francia realizaron en el año 2000 una fundación común en Indonesia.

Esta obra de evangelización, llevada a cabo en ambientes tan diversos, se ha podido realizar más fácilmente porque los Hermanos, desde el principio, según la voluntad expresa de Juan María de la Mennais, han sido constituidos en Congregación religiosa. Paralelamente a la extensión territorial del Instituto, los Capítulos generales sucesivos han completado su organización, insistiendo sobre la unidad fundamental de la vida religiosa y del apostolado. En una adaptación a los nuevos tiempos, los Superiores y los Hermanos han comprendido aún más que la eficacia de la acción apostólica depende de un nivel más elevado de cultura general y de una vida espiritual profunda, alimentada por conocimientos bíblicos y teológicos, uno y otra garantizados por la solidez de la formación inicial y permanente.

Así, la doble herencia religiosa y apostólica, recibida de sus Fundadores, autenticada por el reconocimiento pontificio en 1891, y guardada siempre con fidelidad, se transmite a los Hermanos de hoy.

En un mundo de continuos cambios, quieren ponerse generosamente al servicio de los jóvenes y, a la vez, estar atentos a las aspiraciones de sus contemporáneos y en constante referencia a Cristo, regla suprema de su vida.

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