La independencia de México comenzó en un púlpito de la ciudad de Dolores. A él se subió un cura de nombre Miguel Hidalgo y, aprovechando que la iglesia estaba hasta los topes en la misa del domingo, arengó a indios y campesinos para que se levantaran contra la tiranía española. Fue el famoso "Grito de Dolores", con el que el cura Hidalgo armó la marimorena e inició el camino de la independencia.
El 1 de agosto de 1811 el cura Hidalgo pagó caro sus gritos y fue fusilado por los españoles. No hay nada que echarles en cara a los mexicanos... al fin y al cabo, a los curas los llevamos nosotros.
Había pasado casi un año desde que el cura Hidalgo, desde su iglesia de la ciudad de Dolores, terminara su sermón al agrio de "¡Viva la Virgen de Guadalupe!" ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII": Este último viva al rey no se supo a qué venía, puesto que se estaba promoviendo el levantamiento contra los españoles y Fernando VII era el rey de España. Quizá el cura se hizo un lío en el fragor del discurso, pero el caso es que aquel momento marcó de manera formal el comienzo de la lucha por la independencia de Nueva España. Por aquel entonces, México no se llamaba México sino Nueva España.
El cura Hidalgo finalmente fue capturado, y como era eso, cura, la parafernalia de su ejecución aquel 1 de agosto fue un poco más teatrera de lo habitual. Hubo que rasparle las manos y las yemas de los dedos con un cuchillo para quitarle la potestad de consagrar y bendecir; se le despojó del hábito y se le arreó un trasquilón en el pelo para descuajaringarle la tonsura. Y, ahora sí, como ya no era cura se le podía fusilar. Lo fusilaron sentado, no se fuera a hacer daño al caer.
Lo único que consiguieron los españoles con aquella ejecución fue convertir a Miguel Hidalgo en un héroe y a sus famoso "Grito de Dolores" en el emblema de la nueva nación. Por eso ahora México tiene un parque nacional, un Estado, infinidad de ciudades y numerosos municipios que se llaman Hidalgo. Pues eso, que Hidalgo fue, además de cura, el padre de la patria.
NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.
El 1 de agosto de 1811 el cura Hidalgo pagó caro sus gritos y fue fusilado por los españoles. No hay nada que echarles en cara a los mexicanos... al fin y al cabo, a los curas los llevamos nosotros.
Había pasado casi un año desde que el cura Hidalgo, desde su iglesia de la ciudad de Dolores, terminara su sermón al agrio de "¡Viva la Virgen de Guadalupe!" ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII": Este último viva al rey no se supo a qué venía, puesto que se estaba promoviendo el levantamiento contra los españoles y Fernando VII era el rey de España. Quizá el cura se hizo un lío en el fragor del discurso, pero el caso es que aquel momento marcó de manera formal el comienzo de la lucha por la independencia de Nueva España. Por aquel entonces, México no se llamaba México sino Nueva España.
El cura Hidalgo finalmente fue capturado, y como era eso, cura, la parafernalia de su ejecución aquel 1 de agosto fue un poco más teatrera de lo habitual. Hubo que rasparle las manos y las yemas de los dedos con un cuchillo para quitarle la potestad de consagrar y bendecir; se le despojó del hábito y se le arreó un trasquilón en el pelo para descuajaringarle la tonsura. Y, ahora sí, como ya no era cura se le podía fusilar. Lo fusilaron sentado, no se fuera a hacer daño al caer.
Lo único que consiguieron los españoles con aquella ejecución fue convertir a Miguel Hidalgo en un héroe y a sus famoso "Grito de Dolores" en el emblema de la nueva nación. Por eso ahora México tiene un parque nacional, un Estado, infinidad de ciudades y numerosos municipios que se llaman Hidalgo. Pues eso, que Hidalgo fue, además de cura, el padre de la patria.
NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.
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