Las tradiciones religiosas están en un permanente proceso de desarrollo. Cuando ese desarrollo se hace rígido y fijo conduce con frecuencia a un deseo de reavivar los elementos esenciales que parecen haberse llegado a quedar fosilizados o perdidos, y al deseo de una renovación que posibilite a la tradición tener un mensaje más vibrante para el presente.
Aunque el despertar y la renovación han sido factores permanentes en la mayoría de las religiones, han cobrado especial relevancia en el cristianismo y, recientemente, en las religiones primitivas.
Pueden acabar en la revitalización de la tradición de que se trate, o en la creación de nuevos movimientos religiosos que dejan el cuerpo de origen y se convierten en una religión o iglesia independiente. La alternativa al despertar y la renovación consiste en no responder a la necesidad del cambio y encerrarse en la concha, en cuyo caso el resultado puede ser la reducción o recesión de la tradición, su absorción en otra tradición, o su reafirmación en términos de otra tradición.
El despertar religioso muchas veces toma la forma de restauración creativa de la tradición, como en los recientes movimientos de revitalización entre los indios americanos, aborígenes australianos, judíos ortodoxos, budistas, musulmanes e hindúes, y cristianos evangélicos.
La renovación es normalmente más arriesgada que el mero deseo de restaurar el pasado, y muchas veces implica reforma, adaptación a las necesidades actuales, y aproximación de ideas nuevas, o incluso radicales, de modo que la tradición no simplemente revive sino que avanza proféticamente. Entre los ejemplos recientes están la obra del Dalai Lama en el budismo, o Gandhi en el hinduismo, el Vaticano II dentro del cristianismo y una voluntad general de tomar más en serio temas globales nuevos y acuciantes como la ecología.
Aunque el despertar y la renovación han sido factores permanentes en la mayoría de las religiones, han cobrado especial relevancia en el cristianismo y, recientemente, en las religiones primitivas.
Pueden acabar en la revitalización de la tradición de que se trate, o en la creación de nuevos movimientos religiosos que dejan el cuerpo de origen y se convierten en una religión o iglesia independiente. La alternativa al despertar y la renovación consiste en no responder a la necesidad del cambio y encerrarse en la concha, en cuyo caso el resultado puede ser la reducción o recesión de la tradición, su absorción en otra tradición, o su reafirmación en términos de otra tradición.
El despertar religioso muchas veces toma la forma de restauración creativa de la tradición, como en los recientes movimientos de revitalización entre los indios americanos, aborígenes australianos, judíos ortodoxos, budistas, musulmanes e hindúes, y cristianos evangélicos.
La renovación es normalmente más arriesgada que el mero deseo de restaurar el pasado, y muchas veces implica reforma, adaptación a las necesidades actuales, y aproximación de ideas nuevas, o incluso radicales, de modo que la tradición no simplemente revive sino que avanza proféticamente. Entre los ejemplos recientes están la obra del Dalai Lama en el budismo, o Gandhi en el hinduismo, el Vaticano II dentro del cristianismo y una voluntad general de tomar más en serio temas globales nuevos y acuciantes como la ecología.
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