Representación actual de Lisítrata, comedia de Aristófanes.
La
estructura de la tragedia se basaba en una alternancia de partes
cantadas por el coro, acompañadas de danzas, y partes recitadas.
Normalmente, las tragedias se abrían con un prólogo, donde se exponía la
situación y se informaba al auditorio de los antecedentes de la trama
dramática, escogido de la tradición para reflexionar sobre las
relaciones entre dioses y hombres. Seguían a continuación los episodios
en los que la acción progresaba hasta alcanzar su clímax en la última
escena. La obra se cerraba con el éxodo o salida del coro de la
orquesta.
La
comedia nació en rituales populares de carácter dionisíaco y conservando
aún rasgos antiguos en su forma y estilo, como el lenguaje obsceno y
escatológico, la burla y el escarnio de los personajes públicos, las
continuas alusiones al sexo o a la comida y la bebida. Se difundió con
posterioridad a la tragedia, pero llegó a adquirir dignidad literaria y
tal importancia social que sería con el tiempo uno de los medios con los
que el pueblo controlaba simbólicamente a los poderosos, gobernantes y
ciudadanos. La acción dramática que el poeta cómico componía era, en
general, muy simple. El héroe de la comedia se enfrentaba a una
situación que le resultaba insoportable y concebía un plan fantástico
que, con la colaboración o el antagonismo del coro, llevaba a cabo con
éxito de un modo casi mágico.
En
el teatro los temas mitológicos son fundamentales y la religión está
presente en múltiples situaciones. Las referencias argumentales que
solían utilizar los autores teatrales las extraían del acervo de mitos y
narraciones teológicas. Así, por ejemplo, cuando querían referirse al
enfrentamiento de griegos y persas no lo hacían directamente utilizando
estos protagonistas, sino que usaban ejemplos míticos sugerentes, por
ejemplo, el que brindaba la guerra de Troya. Además, cuando la trama se
hacía tan complicada que no había solución fácil, podían aparecer dioses
o seres sobrenaturales que resolvían la situación, el llamado deus ex machina
en latín, porque el actor que hacía de dios era colgado por una cuerda a
un artilugio que permitía que volara y resolviese la trama de un
plumazo. En cualquier caso, hay que recalcar que el dios que presidía el
teatro era Dioniso. El teatro griego es pues inseparable de la
religión.
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