El
conocimiento intelectual es una acción de Dios en nosotros y una muestra
de su presencia interior como Maestro iluminante que nos enseña la
verdad y nos remite a Él.
No
salgas fuera, vuelve a ti mismo; en el interior del hombre habita la
verdad. Y si encuentras tu naturaleza mutable, trasciéndete también a ti
mismo.
En
las visiones intelectuales, unas son las cosas que en la misma alma se
ven [...]. Otra cosa es aquella luz con la que es iluminada el alma para
ver, en sí misma o en la luz, todas las cosas, que entiende con
evidencia plena; la luz es Dios.
Esta
dependencia de Dios en el conocimiento de la verdad es una muestra de
la remisión a Dios de toda la actividad humana. Volver la espalda o no
mirar esa luz en una persecución de empresas terrenas, naturales, es
renunciar a Dios, carecer de su gracia, formar parte de la massa damnationis.
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