Pizzería kasher en París.
En
algunos comercios se puede encontrar comida kasher, así como en los
vuelos de la mayoría de las compañías aéreas. También la consumen
personas que no son de religión judía, porque les ofrece garantías para
la salud. La comida kasher no lleva conservantes ni colorantes y se hace
con productos o animales criados de un modo natural.
A
veces se ha relacionado la longevidad de algunos de los judíos que
siguen estrictamente la dieta kasher con la alta calidad de esta. Pero,
además, en estas prohibiciones hay razones de salud que ya fueron
planteadas por sabios judíos en el medievo, debido a que el cerdo es un
animal que tiene muchas enfermedades que puede transmitir al hombre, por
lo que la prohibición sería también una medida higiénica para evitar
contagios y epidemias.
El antropólogo Marvin Harris en su conocido trabajo de Vacas, cerdos, guerras y brujas, o Bueno para comer,
plantea que la prohibición de comer y criar cerdos tendría un origen
simplemente económico basado en un cálculo de calorías producidas y
calorías aportadas. Según Harris, la explicación se fundamentaría en que
los vegetales que consume el cerdo son los mismos que consume el ser
humano, por lo que se produce una competencia por la cosecha; mientras
que los rumiantes toman alimentos ricos en celulosa como la paja o la
hierba, que el hombre no puede digerir, con lo que esta competencia no
existe. Además, el cerdo no sirve de montura ni de animal de carga,
siendo muy costosa, incluso insostenible, su cría en lugares áridos y
desérticos como aquellos en los que vivían los israelitas y los árabes.
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