I.
ESBOZO HISTÓRICO. Desde el principio de la historia humana, un espíritu de
necesaria solidaridad movía a las tribus y comunidades primitivas, ya que la
salvación de la especie estaba por encima de la del individuo. La »comunidad
actuaba como una entidad integrada por lazos irrompibles, y cooperaba en una
obra común. El principio de cooperación es una de las claves de la evolución,
que sólo una lectura distorsionada de Darwin ha querido ignorar. Esta
cooperación implica, además, un compromiso de acción de todos sus miembros.
Ninguno es ajeno a la ,'responsabilidad de la construcción del ser social
colectivo. La antropología reciente ha establecido en el principio de
reciprocidad el nacimiento de los valores sociales, y en el entrecruzamiento de
donaciones recíprocas el mecanismo económico y social de estas comunidades.
Estructura comunitaria y reciprocidad se condicionan
mutuamente e implican, a la vez, diversas
modalidades de autogobierno y de gestión
por sí mismos de la producción y servicios de la
comunidad, sin intermediarios: autogestión.
La
revolución demográfica y la concentración
urbana que hace emerger la autoridad coactiva y el ->Estado, y el secuestro
de esta doble capacidad de autogobierno y autogestión, bajo
el control de sucesivas castas dominantes,
que fuerzan a la obediencia política y al trabajo sometido, no
hace olvidar aquella impronta antropológica;
e incluso en las sociedades más autoritarias hay alzamientos y revueltas para
reivindicar el gobierno directo, sin delegados ni autocracias dominantes, y el
trabajo libre en cooperación voluntaria,
sin amos ni explotadores. A lo largo de los
siglos han sobrevivido estructuras comunitarias de autogobierno y formas de
trabajo en común, incluso en entornos
hostiles. Las formas de este comunitarismo
han sido muy variadas, pero constantes en todas las civilizaciones.
Un
fenómeno de origen europeo, que nace
vinculado ala revolución industrial del
siglo XIX, pero que tiene indudables raíces comunales, es el cooperativismo,
de extensión universal. En los primeros movimientos socialistas y
anarquistas existió la pretensión de trasladar a las leyes sociales algunos
mecanismos y leyes de la biología, para
establecer un carácter científico del
socialismo, y que la funcionalidad de las
relaciones sociales se impusiera sobre todas las formas de dominación y
jerarquía. A partir del concepto de información
generalizada, uno
de los más notables biólogos de la conducta contemporáneos, H. Laborit, ha
realizado, sobre bases experimentales, una valiosa analogía entre el organismo
humano y las sociedades humanas, contraponiendo el manejo difusor de la
información con la finalidad liberadora de la autogestión, y el manejo
excluyente de la información en las distintas etapas autoritarias. «El
organismo humano está autogestionado». El sistema nervioso no es la
clase dominante, sino únicamente el intermediario capaz de conocer las
variaciones que se producen en el entorno, con el fin de actuar después sobre
ese entorno, para la mayor supervivencia del conjunto orgánico. Este sistema no
decide por el conjunto orgánico, sino que expresa por ese conjunto la decisión
de comportamiento necesaria para la búsqueda del bienestar y la huida de lo
desagradable. En una analogía sociológica, debemos colocarnos a nivel del más
grande conjunto, es decir, la especie y su entorno, el planeta. Es ella la que
debe autogestionarse para asegurar su supervivencia.
Ninguna
centralización de la decisión es aceptable. Los organismos centrales sólo
deben tener el papel de informar al conjunto sobre el contexto interior y
exterior. Toda ocultación de información en beneficio de los líderes, todo
defecto de difusión de esta información al conjunto nacional, toda
insuficiencia de la generalización cultural... y, sobre todo, toda información
dirigida de arriba a abajo, de instancias de decisión hacia la base, no puede
conseguir la autogestión del conjunto nacional, sino una pseudo-democracia, o
un sistema burocrático. Ningún ->individuo o grupo de individuos está
autorizado a decidir sobre la ->felicidad del conjunto, y si invocan la
ignorancia de la masa para decidir en su lugar, es porque ellos han cumplido mal
su papel de difusión de lo que hemos llamado información generalizada,
habiéndose limitado, lo más a menudo, a la difusión de información
especializada, profesional, aquella exigida por el crecimiento, el beneficio y
el mantenimiento de su dominación.
Los
ideales democráticos nacientes están también vinculados a ese ejercicio
directo por los titulares de la soberanía, sin intermediarios, representantes o
delegados. Esta es la idea central de Rousseau: que una vez traicionados por la
burguesía revolucionaria que asegura el régimen liberal constitucional en su
beneficio, va a ser reivindicado por pensadores sociales vinculados al
movimiento obrero como Proudhon, Cabet, Bakunin, Kropotkin, etc. El movimiento
->anarquista, en sus formulaciones libertarias y anarcosindicalistas de
finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, se identificará con el
núcleo social de la comuna autogestionaria, y también la estructura federativa
de los sindicatos para organizar la producción y la distribución por los
mismos trabajadores.
II.
DECÁLOGO DE LA AUTOGESTIÓN. Uno de los esfuerzos teóricos más interesantes
desde este origen libertario es el realizado en nuestros días por Abrahán
Guillén, que, en su monumental trilogía económica, revisa las categorías
fundamentales del pensamiento económico clásico.
Un
resumen esquemático de sus ideas se encuentra en su Decálogo de la
autogestión. 1) Autogestión: no delegar el poder popular; 2) Armonía en
las iniciativas: unir el todo y las partes en un socialismo federativo; 3)
Federación de los organismos autogestionarios: el socialismo no debe ser
caótico, sino unidad coherente del todo y sus partes, de la región y la
nación; 4) Acción directa: anti-capitalismo, anti-burocratismo, para que el
pueblo sea sujeto activo de la historia, mediante la r democracia directa; 5)
Autodefensa coordinada: frente a la burocracia totalitaria y a la burguesía
imperialista, defensa de la libertad y el socialismo autogestionario, difundido
mediante la propaganda por los hechos, no con actitudes retóricas; 6)
Cooperación en el campo y autogestión en la ciudad: la agricultura se presta a
una empresa autogestionaria, cuyo modelo puede ser el complejo agroindustrial
cooperativo; en la ciudad, las industrias y los servicios deben ser
autogestionados, pero sus consejos de administración han de estar constituidos
por productores directos, sin ninguna mediación de clases dirigentes; 7)
Sindicalización de la producción: el trabajo sindicado debe convertirse en
trabajo asociado con sus medios de producción, sin burocracia ni burguesía,
dirigiendo patronalmente las empresas; 8) Todo el Poder a las asambleas: nadie
debe decidir por el pueblo ni usurpar sus funciones con el profesionalismo en la
política; la delegación de poderes no deberá ser permanente, sino en personas
delegadas, no burocratizadas, elegibles y revocables por las asambleas; 9) No
delegar la política: nada de partidos, vanguardias,
elites, dirigentes, conductores, pues el burocratismo soviético ha matado la
espontaneidad de las masas, su capacidad creativa, su acción revolucionaria,
hasta convertirlo en un pueblo pasivo: dócil instrumento de las elites del
Poder; 10) Socialización y no racionalización de la riqueza: pasar el papel
protagónico de la historia a los sindicatos, las cooperativas, las sociedades
locales autogestoras, los organismos populares, las mutualistas, las
asociaciones de todo tipo, las auto-administraciones o autogobiernos locales,
comarcales, regionales y al co-gobierno federal, nacional, continental o
mundial.
Así
pues, en la sociedad libertaria, basada en la economía autogestionaria, el
común denominador de la infraestructura económica y de la superestructura
política, es la ->libertad: 1) socialismo libertario de mercado, sin
planificación centralizada o burocrática, autorregulando la producción, la
distribución, el intercambio y el consumo, a la manera como funcionaron las
colectividades españolas durante la revolución de 193639; 2) libre competencia
económica entre productores colectivos o cooperativos, sin especuladores o
mercaderes, a fin de que el consumidor se decida siempre por lo mejor y más
barato, de modo que el mercado autogestionario se autorregule sin intervención
de onerosos y totalitarios burócratas, como sucede en regímenes de socialismo
de Estado; 3) libre disposición por los trabajadores de los productos de su
trabajo para llevarlos al mercado, sin entregarlos a intermediarios
improductivos o parasitarios, o al Estado constituido en patrón
o comerciante único; 4) libertad de circulación de todos los bienes y
servicios producidos, ya que sin ella no hay libertad de las personas que, bajo
un Estado totalitario, son nacionalizadas como objetos económicos o súbditos
pasivos; 5) libertad de pensamiento, prensa, palabra, manifestación y reunión,
de cátedra, de información, para que la sociedad no sea manipulada por grupos
corporativos o por el Estado totalitario; 6) garantía plena de los derechos
humanos y de las libertades esenciales del hombre, en base a garantizar la
libertad económica y la libertad política mediante la propiedad social de los
medios de producción y de cambio; 7) libertad para todos, pero garantizada por
una elevada productividad del trabajo asociado.
III.
LA EXPERIENCIA YUGOSLAVA. Una de las
exigencias históricas más interesantes por su duración y amplitud ha sido la
de Yugoslavia. Toda una dramática paradoja histórica vista desde los
acontecimientos más recientes. Después de las experiencias de las
colectividades libertarias durante la guerra civil española, ha sido uno de los
laboratorios sociales de la autogestión más valiosos, ya que ha comprendido la
autogestión obrera económica y el autogobierno ciudadano desde la comuna, a
partir de la regulación constitucional. Se ha dicho que a la hora de establecer
este modelo se tuvo presente la influencia de la Comuna de París, de 1870, y
los consejos obreros alemanes del final de la I Guerra Mundial. No cabe duda de
la influencia de las colectividades libertarias, tanto por la presencia de
numerosos yugoslavos en las Brigadas
Internacionales como por algunas expresiones libertarias recogidas en los
documentos fundacionales. A1 finalizar la II Guerra Mundial el gobierno
comunista de Belgrado estataliza la propiedad, de acuerdo con el modelo
soviético, y sólo ocho años más tarde, por la ley constitucional de 13 de
enero de 1953, cambia radicalmente de sistema. Las causas de este giro profundo
se debe al malestar de campesinos y obreros ante el sistema burocrático de la
economía, a la ineficacia del mismo, y a la ruptura con la Unión Soviética,
por la falta de apoyo de esta. La nueva constitución yugoslava responde a los
siguientes principios: a) La propiedad social de los medios de producción; b)
la autogestión de los trabajadores en la economía; c) el autogobierno del
pueblo trabajador en la comuna, la ciudad y el distrito, base de la
organización social y política del pueblo; d) la autogestión social de los
servicios (escuelas, hospitales...) por usuarios y trabajadores.
En
el preámbulo de la constitución se decía: «La comuna es la organización
político-territorial elemental del pueblo trabajador; es también la comunidad
socioeconómica de base de los habitantes de ese territorio». « La comuna
será así el crisol en donde se conciliarán y disolverán los viejos
antagonismos que dividían al hombre y a la sociedad y en el que se irán
elaborando nuevas relaciones cada vez más libertarias en el seno de un
socialismo auténtico. En ese momento, se podrá hablar legítimamente de una
síntesis comunal que reconciliará al hombre en cuanto ciudadano, productor y
consumidor». La estructura política
establece en cada comuna un comité popular, con funciones legislativas y
ejecutivas, compuesto de dos Asambleas: el consejo comunal, compuesto por entre
quince y veinte miembros, elegidos por sufragio directo; y el consejo de
productores, también entre quince y veinte trabajadores, elegidos entre los
empleados, obreros y agricultores de la comuna. Se elige un Presidente del
Comité Popular, entre los miembros de ambos consejos. Se establecen comisiones
de trabajo especializadas. Existen instituciones de democracia directa,
correctoras. Las competencias de la Comuna, en el plano de la organización
político-territorial son las propias de un municipio. En cuanto a las
socioeconómicas: decide sobre nuevas inversiones y nuevas industrias; nombra a
directores de empresas y ejerce controles sobre empresas en el plano sanitario y
de legislación laboral; tiene también la gestión social en el campo de la
educación, la cultura, sanidad y vivienda.
En
cuanto a la autogestión obrera, nace con la ley de 30 de junio de 1950,
sobre consejos obreros, que establece a estos en empresas de más de treinta
trabajadores. El consejo obrero, elegido por dos años, y compuesto por entre
quince y ciento veinte miembros, según el tamaño de la empresa, tiene las
decisiones de gestión, elige y releva al comité de gestión de la empresa,
aprueba los planes de empresa. En 1957, se legisló el referéndum de empresa,
pudiéndose recurrir a él si lo pide un tercio de los trabajadores, o el
comité obrero. Por ley de 1951 se suprime la planificación económica
centralizada, y los planes sociales son propuestos por
las bases o por orientaciones de las autoridades nacionales. Desde 1955 se
establece la intervención de usuarios y consumidores en el control de empresas
comerciales y de servicios. A mediados de los años sesenta, además de
constatar que el crecimiento anual sostenido del PIB había sido del 10%, se
observa como consecuencia del sistema la lucha contra el despilfarro, el aumento
de la productividad, la reducción de efectivos en la empresa, etc., pero
también algunos inconvenientes: economicismo de las empresas, excesivo reparto
individual de beneficios, prácticas inmorales de mercado, excesiva reducción
de plantillas. De ahí la necesidad de controles legales desde órganos de la
comuna, el distrito o la Federación. Pero el balance era altamente positivo.
Todo el sistema está trasversalmente influido por la presencia de la Liga de
los comunistas y ciertas tendencias oligárquicas, que apuntan al fenómeno de
la nueva clase, enunciado por Djilas. Los dos grandes doctrinarios del
sistema fueron, en el plano social y económico, Edward Kardelj, y en el plano
constitucional, Djorjevich. El liderazgo político correspondió al Mariscal
Tito, croata, héroe de la resistencia contra los nazis, que convirtió a un
conjunto de pueblos balcánicos con enconadas enemistades históricas, en un
Estado federal respetado, unido y conviviendo en paz durante más de cuarenta
años, alcanzando uno de los desarrollos relativos más altos del planeta.
¡Qué enorme responsabilidad la de aquellos países europeos que han ayudado
con su apoyo a nacionalismos fanáticos a destruir esta obra y provocar la
temible guerra civil de los últimos años!
IV
OTRAS EXPERIENCIAS. En un ámbito de Estado-nacional, la influencia de este
modelo se reflejó en los de la Argelia independiente para regular el
cooperativismo agrario y los comités obreros, mediante los Decretos de marzo de
1963. Una mención especial merecen los kibbutz de Israel: en principio,
cooperativas agrícolas y agro-industriales, más tarde también industriales,
pero que eran en su origen comunidades integrales con un uso común de los
bienes, educación socializada de los hijos, y un régimen rotatorio e
igualitario de desempeño de tareas. Pensadores como Martín Buber inspiraron la
filosofía igualitaria de los kibbutz, ejemplo de extraordinaria eficacia
económica, y organizaciones militantes con vínculos con el laborismo israelí
y los sindicatos. La universidad de Haifa, en Israel, tiene un importante Instituto
de estudios sobre los lcibbutz, que, en los últimos años, padecen una
aguda crisis de valores y filosófica, por la huida de las nuevas generaciones a
otras actividades más lucrativas e individualistas. En el plano de las ideas,
Francia fue uno de los países más receptivos al pensamiento autogestionario.
Numerosas organizaciones sociales, sindicales y políticas asumieron la
reivindicación autogestionaria. El punto histórico culminante sería el
estallido social y cultural de mayo de 1968 y el papel destacado de los
estudiantes como vanguardia revolucionaria en un fenómeno que, paralelamente,
se desarrolló en otras partes del mundo. En este período, el sociólogo
francés Pierre Rossanvalon publica una obra clave: La Era de la Autogestión
(París, 1976), en donde hace cinco propuestas de trabajo sobre este
concepto: a) Se trata de una política nueva. La rehabilitación de la
dimensión política del socialismo, ahora demasiado economicista, eludiendo la
cuestión del ejercicio concreto del poder; b) La autogestión concierne al
realismo democrático, a las condiciones de la democracia; c) La autogestión
implica la apropiación social de los medios de poder en una sociedad entera. No
se limita a la apropiación de los medios de producción; d) La autogestión es
tanto una estrategia como un objetivo. Enfrenta la problemática política de la
experimentación social, y así supera las disputas sobre reforma o revolución;
e) La sociedad política autogestionaria va unida al desarrollo de un modelo de
producción autónomo. Ello implica reconsiderar la relación entre actividad
económica y las otras formas de actividad social.
Desde
Suecia, con un poderoso cooperativismo de consumo, una poderosa estructura
sindical unitaria, y una organización política socialdemócrata, que ha
querido llevar hasta sus últimas consecuencias el modelo de Estado de
Bienestar, se ha apoyado algún centro de estudios sobre formas asociativas de
trabajo, como el Institutet fdr arbetslivs forskning (Estocolmo). En fin,
la práctica autogestionaria -con este u otro nombre- y en medio de todas las
dificultades, nunca se ha interrumpido: una reacción de supervivencia, por
caminos de informalidad reglada, pero de espíritu societario y comunitario, se
ha dado en amplios sectores populares, condenados a desaparecer de la escena
económica por imperativo de las políticas neoliberales y monetaristas, en
especial en América Latina.
VER:
Autogestión:
Anarquismo, Autonomía y heteronomía, ComunismO libertario, Estado, Marxismo y
persona, Política, Socialismo.
BIBL.:
BONNANo A. M., Autogestión, Campo Abierto, Madrid 1977; BOURDET Y, Pour
l'Autogestion, Anthropos, París 1974; BOURDET Y-GUILLERM A., L'Autogestion,
Seghers, París 1975; COLOMER VIADEL A., El retorno de Ulises a la
comunidad de los libres, Madre Tierra, Móstoles 1993; ID, La democracia
autogesiionaria, Acontecimiento 36 (Madrid 1995) 36-42; COLOMER VIADEL A. (ed.),
Sociedad solidaria y desarrollo alternativo, FCE, Madrid 1993; ESPINOSA
J. G., Democracia económica, FCE, México 1984; GARCIA SANMIGUEL L., La
sociedad autogestionada: una utopía democrática, Seminarios y Ediciones,
Madrid 1972; GUILLÉN A., Economía autogestionaria, Fundación Estudios
Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid 1990; ID, Economía libertaria, Fundación
Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid 1988; KARDELD E., La
autogestión socialista en Yugoslavia, Belgrado 1980; MEISTER A., Socialismo
y autogestión. La experiencia yugoslava, Nova Terra, Barcelona 1965; MINTz
F., La autogestión en la España revolucionaria, La Piqueta, Madrid
1977; ROSSANVALLON P., L'age de 1'autogestion, Seuil, París 1976.
A.
Colomer Viadel
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