El mundo animal constituye la parte de la naturaleza más próxima
al hombre. Este parentesco, que a veces podría pasarnos
inadvertido, era sentido de modo particular por los hebreos, que
vivían más que nosotros en contacto permanente con los animales.
Por esta razón la Biblia utiliza con bastante frecuencia para ilustrar
sus descripciones la aptitud de los animales para expresar ciertas
actitudes humanas: al enemigo se le llama perro (p.e., Sal 22,17); a
una tropa de invasión se la represanta como una nube de langosta
(p.e., Is 33,4); se describe como un león, ora a Dios, ora al enemigo
(en la ambivalencia de ciertos simbolos hay que ver la ambigüedad
de este mundo animal, del que formamos parte, capaz tanto de lo mejor como de lo peor); a menudo se compara al pueblo con un
rebaño (p.e., la parábola de Natán: 2Sa 12,1-4 Jer 23,1-8 Ez 34 Jn 10,1-16); el cordero sirve incluso para representar a Cristo Jn 1,29 Ap 5,6. y la paloma al Espíritu Santo Mt 3,16 p.
Pero por encima de estas notaciones esporádicas hay que seguir
en la Biblia el esfuerzo por la toma de conciencia, de aquellos
hombres enfrentados con la potencia del mundo animal. ¿Quién
saldrá victorioso?
Más aún: hablando de este mundo animal en el que participan y
sobre el que proyectan, más o menos conscientemente, su propia
situación, los autores sagrados revelan, a fin de cuentas, el drama
de los hombres y de la creación entera que aspiran a la redención.
1. Los animales ¿superiores el hombre?
El culto de los animales, sea lo que fuere del significado y de los
diferentes aspectos de la zoolatría, muestra con qué sagrado
respeto ciertas religiones primitivas, como la de los egipcios,
consideraban a estos seres extrahumanos. Israel sucumbe a veces
Ex 32 1Re 12,28-32 a esta tentación de divinizar a los animales o
de adorar a su imagen. Sin embargo, la ley de Moisés, las
amonestaciones de los profetas, los consejos de la sabiduría retraen
a los hebreos de esta dirección degradante (p.e., Sab 15,18s Rom 1,23). En cuanto a los enemigos idólatras, lejos de ser
preservados por los animales adorados, serán castigados por ellos
Sab 15-16 Ez 39,4.17-20 Ap 19,17s.21.
2. Nexo entre el animal y el hombre.
La semejanza del hombre con el animal, especialmente su origen
común a partir del polvo y su manera común de acabar en la fosa, se
expresa a veces en forma brutal Ecl 3,19ss Sal 49,13. Más a
menudo y más discretamente se une con un lazo fraterno a estas
dos criaturas, reunidas bajo la común denominación de «vivientes».
Unas veces el hombre ayuda al animal: Noé salva de las aguas a una
pareja de cada especie viva; otras veces el animal ayuda al hombre:
la burra clarividente salva a Balaán Num 22,22-35; unos cuervos
alimentan a Elías 1Re 17,6; un gran pez salva a Jonás recalcitrante
y le hace volver al buen camino Jan 2. Por su perfección inducen
los animales a Job a reconocer la omnipotencia del Creador Job 38,39-39,30 40,15-41,26. Finalmente recuerdan a los hombres que
Dios no cesa de derramar sus beneficios sobre todos los seres vivos
(p.e., Sal 104,27 147,9 Mt 6,26).Están tan próximos al hombre que forman parte de la alianza concluida entre Dios y Noé Gen 9,9ss y que ellos mismos vienen a estar sujetos a la ley mosaica... El sábado se aplica tanto al buey como al servidor Ex 23,12 Dt 5,14. Y para con ellos está prescrita una actitud de humanidad Ex 23,5 Dt 22,6s 25,4 1Cor 9,9 1Tim 5,18. En cuanto a los animales criminales, serán castigados Gen 9,5 Lev 20,15s; en ciertos casos serán incluso lapidados Ex 21,28-32. En fin, son asociados tanto a la penitencia de los hombres Jan 3,7 como a su castigo Ex 11,5.
3. Superioridad del hombre sobre el animal.
Sin embargo, en el relato de los origenes, ciertas notaciones muy
claras indican la percepción neta de cierta superioridad del hombre
sobre el animal. Adán nombra a los animales, afirmando así su
dominio Gen 2,20. Por lo demás, ninguno de ellos puede constituir
para el hombre «una ayuda que le sea adecuada» Gen 2,18-23, y
la bestialidad es severamente castigada Ex 22,18 Dt 27,21 Lev 18,23. Además, el animal puede ser muerto por el hombre y servirle
de alimento Gen 9,2s. Finalmente, se afirma la superioridad del
hombre con un lirismo que resuena como el canto de victoria de una
triunfante toma de conciencia Gen 1,26-30 Sal 8,6-9. Viceversa,
para castigar la sinrazón de Nabacodonosor «se le dará un corazón
de bestia» Dan 4,13, simbolizando la bestialidad humana la
rebelión contra el espíritu y finalmente contra Dios.
Sin embargo, algo queda de la superioridad de los animales en la
imaginación de los autores sagrados, que no vacilan en hablar de
animales fabulosos. Estos, sea cual fuere el origen de tales
representaciones, simbolizan un más allá de la naturaleza, sea en la
esfera de un poder sobrehumano Dan 7 Ap 9,3-11, que frisa en lo
demoniaco Ap 12 13 16,1 3s 20,1 ss, sea en la esfera de lo divino
Ez 1,14-24 Ap 4,6ss.
1. La rebelión y la sumisión de los animales.
La división de los animales en salvajes y domésticos realiza y
representa la rebelión de la naturaleza contra el hombre y el
desorden que se introdujo en el mundo. Esta situación es resultado
del pecado del hombre. En efecto, antes de la desobediencia de
Adán, todos los animales parecen estar sometidos al que les había
dado su nombre. Pero a causa del pecado toda la creación, y por
consiguiente el mundo animal, es ahora esclavo de la corrupción Rom 8.19-22. Sin embargo, por anticipación, o por gracia mesiánica,
en ciertos casos privilegiados, los animales vencidos recobran su
docilidad primera Dan 6,17-25 14,3142 Sal 91,13 Mc 1,13 16,18 Act 28,3-6. Al fin de los tiempos, cuando el mundo sea totalmente
purificado de sus pecados, desaparecerán los animales
salvajes Lev 26,6 Ez 34,25 o se volverán pacificos Os 2.20 Is 11,5ss 65,25.
En el universo reunificado, la naturaleza no conocerá ya rebelión. Y lo que
hay de animal en el hombre Sant 3,2-8 será también
enteramente sometido y transformado 1Cor 15.44ss
2. Más allá de la división en puro e impuro.
La división de los animales en puros e impuros, por muy antigua
que sea, vino a fomentar en el judaísmo su división de la humanidad
en dos partes: los israelitas puros y los paganos impuros. Entre
estos dos mundos la imposibilidad de comer a una misma mesa y de
tener así contactos familiares fue, si ya no creada, por lo menos
reforzada por las prescripciones sobre la alimentación, concernientes
a los animales impuros. En esta perspectiva se comprende mejor la
visión de Pedro en Jaffa Act 10, en la que la abolición de la división
puro-impuro en los animales significa que esta división no existe
tampoco ya entre los hombres. En este símbolo animal estaban en
juego la unidad de los hombres y la catolicidad de la Iglesia.
3. Los animales y el culto divino.
No sólo los animales habían venido a estar sujetos a la ley
mosaica y participaban en la penitencia de los hombres, sino que
además fueron juzgados dignos de constituir ordinariamente la
materia de los sacrificios y de prefigurar así la victima divina de la
nueva alianza Gen 22,13 Ex 13,12s. Aun así, hubiera convenido
que a través del signo constituido por estas victimas animales, los
israelitas mismos tomaran partido con todo su ser y aspiraran a la
perfección de la realidad venidera Sal 40,7ss 51,18s Heb 10,1-18.
Sólo el sacrificio de Jesús, semejante al cordero que se lleva al
matadero Is 53.7, podia adquirir la redención eterna Heb 9,12.
Así, a través de los animales de la Biblia, se halla representado, y
a veces hasta vivido todo el drama de la salvación: división y
rebelión; idolatría; distinción puro-impuro; obediencia a la ley
mosaica; penitencia; ofrendas y sacrificios; participación en la
salvación en el arca de Noé; sumisión escatológica. La creación,
desfigurada por la serpiente demoníaca, amenazada por el dragón
satánico, es salvada y será finalmente transformada gracias al
sacrifiicio de aquel que es el cordero de Dios.
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