I. Sistema filosófico. II. Filósofos atomistas.
I. SISTEMA FILOSÓFICO. Del
griego átomos, indivisible. Se conoce con este nombre la doctrina
que reduce cualquier estructura de la realidad a mero agregado de un
conjunto de elementos componentes que, en sí mismos, son indivisibles.
Tomado en un sentido lato, el a., antes que una teoría específica y
determinada. es un modo general de concebir lo real, una especial
Weltanschauung, en la que se da primacía al elemento componente sobre
el todo resultante de la composición. Las características fundamentales de
este espíritu atomista son: I) Primacía óntica del elemento sobre
el todo; constitutivamente, los seres reales son reducibles a uniones de
elementos indivisibles, los átomos. 2) Primacía gnoseológica del elemento
sobre el todo; el conocimiento de la esencia y las propiedades de los
seres reales únicamente puede conseguirse a través del conocimiento de la
esencia y las pro- piedades de los elementos que los integran, los átomos.
3) La agregación de diversos átomos no modifica esencialmente la
naturaleza individual de los mismos. de forma que las propiedades del todo
no se diferencian esencialmente de las propiedades de los elementos
componentes. 4) Todo nacimiento, modificación o destrucción de un ser real
se explica por la unión, alteraciones en dicha unión o disgregación de los
átomos componentes. 5) Las agregaciones y disociaciones de los átomos se
verifican en virtud de ciertas leyes reguladoras de sus movimientos, leyes
que tienen una índole estrictamente mecánica; el a. es, fundamentalmente,
un mecanicismo.
Según el tipo de estructura real
que intente explicar el a. y, consecuentemente, según la naturaleza de los
átomos que designe como últimos elementos componentes de esa realidad,
surgen diversas formas de a.: 1) cosmológico o físico, defensor de
que los seres reales están formados por partículas indivisibles de
naturaleza material, por átomos materiales. Puede adoptar dos modalidades,
según la extensión que dé a la noción de ser real: a) Físico
absoluto, para el que ser real se entiende en su sentido más
comprensivo, como la totalidad de los seres existentes, abarcándose bajo
él no sólo el ser material o corpóreo, sino también el ser espiritual, el
alma, e incluso, Dios. A este tipo de a. se le ha llamado también
metafísico, por el carácter de totalidad que otorga a la explicación
atomista. b) Físico relativo, según el cual la tesis atomista
únicamente alcanza validez en el ámbito de los seres corpóreos, pero
quedando excluida de su campo de aplicación la sustancia espiritual. La
teoría atómica se extiende a la totalidad de los seres materiales del
universo, pero no al alma o a Dios. Esta modalidad de a. se subdivide, a
su vez, en otras dos; una llamada a. homogéneo, ya que en ella
todos los átomos son cualitativamente idénticos, otra denominada a.
heterogéneo, por introducir entre los diversos átomos una cierta
distinción y diversidad cualitativas. 2) Psicológico, que considera
toda la vida anímica descomponible en una serie de elementos últimos, los
átomos psíquicos, de los que se derivarían los diversos fenómenos
psíquicos, en virtud de ulteriores uniones siguiendo determinadas leyes
asociativas. 3) Biológico, que intenta aplicar las tesis atomistas
al fenómeno vital, manteniendo que el ser viviente se reduce a un agregado
de átomos de vida, los bioátomos, sin que su integración en un organismo
suponga una modificación sustancial en la naturaleza de los mismos. 4)
Social o sociológico, para el que la sociedad no es sino un puro
agregado de individuos, los átomos sociales. De acuerdo con el postulado
atomista de que «Ios elementos tienen primacía sobre el todo», esta forma
de a. defiende el primado del individuo sobre la sociedad, por lo que se
le llama también individualismo social. Como consecuencia del a.
social y necesariamente conexo con él surge el político, más
conocido como liberalismo, para el que, dentro del binomio
ciudadano - Estado, hay que conceder siempre prioridad al primero sobre el
segundo. 5) Lógico, que aspira a reducir todas las estructuras
lógicas a agregados de elementos primarios llamados átomos lógicos.
En realidad el a., entendido en
el sentido amplio antes indicado de espíritu atomista, es aplicable
a los más diversos campos del saber. Así puede hablarse de un a.
didáctico, en el que se dan preferencia a los métodos analíticos de
aprendizaje sobre los métodos de globalización. En general se denomina a.
toda teoría que dé primacía al elemento componente sobre el todo y que
intente explicar a éste basándose en aquél (frente a las doctrinas
totalistas, mantenedoras del primado absoluto del todo sobre los elementos
componentes).
I. Atomismo físico absoluto. Es
la forma típica del a: y puede considerarse como la primera que,
históricamente, surgió en el pensamiento filosófico occidental. Sus
representantes más destacados son Leucipo, Demócrito, la escuela
democrítea, Epicuro y la escuela epicúrea grecorromana. En este tipo de a.
se dieron las características generales que sirvieron de esquema genuino
para todos los demás. Sus notas primordiales son: 1) Ser un intento de
explicación de toda la realidad, desde el ser inorgánico más elemental
hasta la divinidad. 2) Admisión de una única clase de realidad, la
materia. 3) Fijación de tres principios primordiales y originarios
constitutivos de todo ser ulterior: el átomo, partícula elemental,
material e indivisible; el movimiento, propiedad intrínseca -a la
naturaleza del átomo, gracias a la cual serán posibles las colisiones
entre átomos, de las que nacerán las agregaciones de los mismos que son
los seres corpóreos del universo; el vacío, condición necesaria para que
pueda tener lugar el movimiento de los átomos. 4) Todo el proceso de
constitución de los seres corpóreos - agregación atómica (sincrisis)-
y de su ulterior destrucción - disgregación atómica (diácrisis)-
está regulado por leyes necesarias inherentes a la misma materia, sin
finalidad alguna, puramente mecánicas (autómaton); se trata del más
estricto mecanicismo. 5) Los átomos son específicamente homogéneos, y sus
propiedades son rigurosamente cuantitativas: forma (squema), tamaño
(mégetos), peso (baros), ordenación (taxis), posición
(tropé).Por ello, en los cuerpos que constituyen no puede haber
nada cualitativo, y las pretendidas cualidades - color, sabor, olor, etc.-
no tienen valor objetivo, quedando reducidas a meras afecciones del sujeto
cognoscente; de nuevo hace su aparición el más estricto mecanicismo. 6)
Aplicación de estas tesis al alma ya la divinidad, que también son de
naturaleza material. El alma está formada por átomos, más sutiles que los
de los demás seres corpóreos del universo, pero materiales. Los dioses,
igualmente, están constituidos por átomos. Todo el esquema del universo se
reduce a un a. materialista y mecanicista. El átomo material, sus
propiedades cuantitativas y el movimiento regulado por leyes mecánicas son
panacea universal que permiten explicar sencilla y adecuadamente la
totalidad de los fenómenos.
2. Atomismo físico relativo. Es
un intento de conciliar el anterior a, con la dogmática religiosa. Se ha
dado en aquellos pensadores que, adeptos de una religión positiva, han
admitido el átomo como elemento constitutivo de la realidad material,
dejando a salvo los seres espirituales. Los puntos diferenciales entre
este a. y el absoluto son: 1) Admisión de dos sustancias, la material y la
espiritual. 2) Restringir el a. a la primera de ellas. 3) En consecuencia,
aceptación de la existencia de realidades espirituales, no constituidas
por átomos, tales como el alma y Dios. 4) Teleologismo en la naturaleza
corpórea. El movimiento de los átomos y sus sucesivas agregaciones y
disgregaciones no se rigen al azar, sino en virtud de leyes fijadas de
antemano por Dios; de ahí que pueda rastrearse un orden en la Naturaleza,
que introduce una clara restricción al mecanicismo típico de toda teoría
basada en los átomos. 5) El átomo pierde su carácter de necesidad y
eternidad, ya que se admite su creación por la divinidad.
Dentro de estas tesis, comunes a
todos los filósofos defensores de esta forma de a., se pueden señalar
algunos caracteres diferenciales que lo escinden en dos ramas, el
homogéneo y el heterogéneo. El primero establece la unidad
específica en la naturaleza de los átomos, diferentes sólo en virtud de
propiedades accidentales (tamaño, forma, peso, etc.); partidarios de este
a. son los mutakallimum asaríes medievales, Gassendi y los gassendistas y,
en general, la mayoría de los adeptos del a. físico relativo. El segundo
admite entre los átomos, no sólo diferencias puramente accidentales, sino
también de naturaleza. Entre los átomos hay diversidad en su propia
naturaleza específica; se consideran seguidores de este a. - con el
precedente de Anaxágoras , por otra parte muy discutible- a Maignan y a
todos los pertenecientes al movimiento maignanista en los s. XVII y XVIII.
3. Atomismo psicológico. Afirma
que toda la vida psíquica se reduce a puras asociaciones de unos hechos
psíquicos primarios. Es una aplicación del atomismo físico a los fenómenos
del alma, sustituyendo la noción de átomo material por la de hecho
psíquico elemental - átomo psíquico- y la de agregación por la de
asociación (por la importancia que adquiere este concepto en el a.
psicológico también se le ha denominado asociacionismo psicológico).
El fenómeno asociativo, en cuanto regulador parcial de ciertos hechos
psíquicos, en especial las imágenes, fue conocido por Platón (Fedón,
76 a) y particularmente por Aristóteles (De memoria et
reminiscentia, II, 451 b 18 ss.), que formuló las tres famosas leyes
de semejanza, contraste y contigüidad. Pero ha sido la filosofía inglesa
de la Edad Moderna la que ha elevado la asociación a ley fundamental de
toda la vida psíquica. Hobbes, en el Leviathan, consagra todo el
cap. III a la asociación de los hechos de conciencia; Locke da aún mayor
relieve al fenómeno asociativo, intentando explicar mediante las
asociaciones o conexiones naturales de fenómenos la vida psíquica normal
y, en virtud de asociaciones debidas al azar o a la costumbre, los hechos
de la vida psíquica anormal o aberraciones psicológicas: «Algunas de
nuestras ideas tienen una natural asociación y correspondencia mutua, y es
misión y tarea de nuestra razón descubrir esas ideas y mantenerlas juntas
en esa unión y correspondencia que se funda en su peculiar esencia. Hay,
además, otra asociación de ideas que se debe exclusivamente al azar o a la
costumbre» ( An essay concerning human un- derstanding, II, Londres
1894, 35, 5); pero el gran sistematizador del a. asociacionista ha sido
Hume, cuyas doctrinas continuaron y perfeccionaron una ininterrumpida
corriente de pensadores entre los que destacan David Hartley ( 1705-57) -
gran difusor del a. psicológico, defendiendo que la asociación es a la
vida psíquica lo que la gravitación a la mecánica celeste, es decir, la
fuerza o principio que permite dar una explicación simple y adecuada de
todos los fenómenos-, Joseph Priestley (1733- 1804), James MilI
(1773-1836), John Stuart MilI (1806- 73), Alexander Bain (1818-1903),
Herbert Spencer (1820-1903), Hippolyte Adolphe Taine (1828-93), Théodule
Armand Ribot (1839-1926), Hermann Ebbinghaus (1850-1909) - con estos dos
últimos autores el a. psicológico llegó a su más precisa formulación ya su
máximo apogeo- y James Mark Baldwin (1861-1934). En la actualidad, y tras
la vigorosa crítica que de él ha hecho la Gestaltpsychologie, el a.
psicológico está en franca decadencia.
Las tesis básicas de este a.
asociacionista son: 1) afirmar la existencia de un hecho psíquico
primario, el átomo psíquico. Éste es la sensación entendida en el amplio
significado que da Hume a lo que él llama impression: «todas
nuestras sensaciones, pasiones y emociones en su primera aparición en el
alma» ( A treatise of human nature, I, Londres 1961, 1, 1); el a.
psicológico va unido indisolublemente al empirismo y al sensismo. 2) De
este hecho psíquico primario se derivan los demás, denominados por Hume
ideas. Pero éstas no tienen el sentido que tradicionalmente se ha dado al
término; la idea no es en el a. un elemento básico de la vida psíquica
superior, esencialmente distinto de la sensación y de superior dignidad.
En el a. la idea es un mero residuo de la sensación, de la impression,
con una diferencia de grado y no cualitativa. La distinción entre idea
y sensación se fundamenta en dos criterios: a) La idea no requiere
para su existencia la presencia actual del objeto ideado; la sensación no
puede darse sin esa presencia actual del objeto. b) La sensación es
un hecho psíquico caracterizado por su fuerza y vivacidad, mientras que la
idea es débil, desvaída, mera copia descolorida de la primera (o. c., I,
1, 2). Con facilidad puede verse que para el a. la idea no es sino una
imagen, más o menos generalizada, del objeto. 3) Establecida la existencia
de la impression, el átomo psíquico primario, y de la idea,
el átomo psíquico secundario, ya puede entrar en vigor el juego de la
asociación. Las ideas se asocian entre sí para dar lugar a la formación de
ideas complejas. La vis asociativa es parecida a la fuerza de
atracción newtoniana y «produce en el mundo de la mente efectos tan
extraordinarios como en la Naturaleza» (o. c., I, 1, 4). 4) La asociación
de ideas no es caprichosa o al azar, sino que se produce según ciertas
leyes; Hume reduce la ley del contraste aristotélica a la de semejanza, y
formula tres leyes asociativas: de semejanza (ressemblance), de
contigüidad en el espacio o en el tiempo (contiguity in time or place)
y de conexión causa - efecto (cause and effect). Mediante estas
tres leyes reguladoras de la asociación y con las ideas como elementos que
se asocian, se puede explicar toda la vida psíquica. El a. asociacionista,
desemboca, como es lógico, en un mecanicismo psicológico.
Formulado por Hume, el a. deriva
hacia una concepción cada vez más mecanicista de la psíquico, que quedará
reducido a meros mecanismos fisiológicos. Tal es el caso de Hartley, para
quien la vivacidad de las sensaciones se debe a que el contacto de los
estímulos procedentes de los objetos externos sobre los sentidos provoca
vibraciones nerviosas intensas, que se transmiten al cerebro; cuando estas
vibraciones pierden intensidad, se transforman en vibracioncillas (vibratiuncles),
que son las que dan origen a las ideas.
4. Atomismo biológico. Considera
el organismo viviente como un agregado de elementos biológicos primarios,
en el que el todo es mero resultado de la suma de las partes componentes,
desconociendo el carácter de totalidad estructural del organismo. Es la
postura de Pierre - Louis Moreau de Maupertuis (1698-1759) que, influido
por Leibniz, redujo las mónadas a elementos físicos dotados de instinto e
inteligencia, los cuales, impulsados por dicho instinto, constituyen
agregados, dando lugar a los diversos seres naturales. En Maupertuis el a.
biológico desemboca en un hilozoísmo. Una teoría análoga es la sostenida
por Denis Diderot (1713-84).
5. Atomismo social. Sostiene que
la sociedad se reduce a una agregación de individuos, los átomos sociales.
En consecuencia, el hecho social se constituye por una acumulación de
hechos psíquicos individuales. Lo social y la psíquico no se diferencian
esencialmente, sino sólo de modo accidental. Lo primario es el individuo,
la secundario y derivado la sociedad; de ahí que a este a. se le llame
también individualismo social. Defensores de este a. han sido el
conde de Saint - Simon (1760-1825) y Gabriel Tarde (1842-1904). Lo opuesto
del a. social es el organicismo social, que considera la sociedad como un
todo orgánico con primacía y esencia distinta de los individuos que la
componen; tal es la doctrina de Paul von Lilienfeld (1829-1903), Albert
Schtiffle (1831-1903) y René Worms (1869-1926). El individualismo social
suele desembocar en el a. o liberalismo político. El organicismo en el
totalitarismo.
6. Atomismo lógico. Es un intento
de reducir todas las estructuras lógicas a conexiones entre entes lógicos
primarios, los átomos lógicos. La denominación de a. lógico fue creada por
Bertrand Russell en 1918: «El motivo por el que llamo a mi doctrina a.
lógico es porque los átomos a los que quiero llegar como últimos residuos
del análisis son átomos lógicos y no átomos físicos» (The Philosophy
of Logical Atomism, «The Monist» 1918; este artículo está
recogido en su libro Logic and Knowledge, Londres 1956). La idea
fundamental del a. lógico es construir una filosofía válida
universalmente; para ello no sigue el camino de la matemática (como había
intentado Leibniz con su «arte combinatoria»), sino el de la lógica; la
filosofía se identifica con la lógica, y ésta con el análisis del
lenguaje. La misión de la filosofía es depurar el lenguaje, haciendo de él
un vehículo adecuado de la ciencia. En este sentido dice Russell: «Creo
que la lógica es lo fundamental en la filosofía, y que las escuelas
deberían caracterizarse por su lógica antes que por su metafísica» (
Logical Atomism, en Contemporary British Philosophy, serie I,
Londres 1935, 359). Influido por Russell, perfeccionó el a. lógico Ludwig
Wittgenstein (1889-1951); en su primera época, cuyo pensamiento está
recogido en su escrito Logisch-philosophische Abhandlung («Annalen
der Philosophie» 1921, 185-262), defiende el a. lógico (en una segunda
época, reflejada en su obra póstuma Philosophische Untersuchungen,
Oxford 1953, se modificó en parte su pensamiento). Las tesis fundamenta-
les del a. de Wittgenstein son: 1) La misión del filosofar es realizar un
análisis lógico del lenguaje con objeto de depurarle en cuanto vehículo
expresivo. 2) Un lenguaje depurado y perfecto debe estar plenamente
adecuado en su estructura interna ya la estructura de lo real; las
relaciones entre los nombres constitutivos de las proposiciones deben
estar de acuerdo con las relaciones entre los objetos. 3) Las
proposiciones lógicas se dividen en atómicas y moleculares. Las primeras,
los átomos lógicos, son las que describen los hechos simples, los hechos
ató- micos, los datos inmediatos. Las segundas son conexiones y relaciones
entre las primeras, que describen hechos complejos. Una proposición
molecular no es otra cosa que una pluralidad de proposiciones atómicas
enlazadas por determinadas partículas lógicas, conjuntivas (y),
disyuntivas (o), condicionales (si), etc. La verdad de una proposición
molecular es función de la verdad de las pro- posiciones atómicas que la
integran y de su recta conexión, de donde se deriva la fundamentalidad,
que tiene el análisis adecuado de las proposiciones atómicas, de las que
de- pende, en última instancia, el correcto análisis del lenguaje (a.
lógico). 4) Una proposición tiene sentido (Sinn) cuando tiene
significado empírico y es verificable empíricamente; la ciencia es un
conjunto de proposiciones con significado empírico. 5) Toda proposición
que no tiene sentido, que no tiene significado empírico, es sin sentido o
contrasentido. Proposiciones sin sentido (sinnlos) son las de la
lógica formal y las de la matemática, pues su validez no es función de una
verificación empírica, sino que depende exclusivamente de la adecuada
conexión entre determinados signos. Proposiciones contrasentido o absurdas
(unsinnig) son las de la filosofía, tal como se ha entendido
históricamente, en especial las de la metafísica.
Resumiendo, para el a. lógico la
misión de la filosofía es circunscribirse a un análisis del lenguaje, con
objeto de discernir entre las proposiciones con sentido de las que carecen
de él. y este análisis se fundamenta en la existencia de las proposiciones
atómicas, elementos básicos de cuya correcta construcción se derivará la
validez de las proposiciones moleculares, que, conjuntamente con las
primeras, han de constituir un lenguaje perfecto como vehículo adecuado
del saber científico. De ahí que Wittgenstein concluya su Tractatus
diciendo: «Sobre lo que no se puede hablar, es preciso callar», es decir,
hay que usar de un lenguaje con significado o callarse, evitando el
incurrir en las proposiciones unsinnig.
7. Atomismo científico. Admite el
átomo como elemento constitutivo de la materia. Hipótesis científica
formulada por Dalton en 1808 para explicar la ley química de las
propiedades múltiples. Confirmada por los estudios de Avogadro en 1811, la
teoría atómica se transformó en uno de los pilares de las ciencias físico
- químicas, ideándose diversos modelos explicativos de la constitución
interna del átomo (Thompson, Rutherford, Bohr, Schrodinger, Broglie, Dirac).
No es preciso señalar la profunda diferencia que hay entre el átomo del a.
físico - filosófico y el átomo del a. científico. Por otra parte, el
alcance de ambas teorías es muy distinto. La primera aspira a tener una
significación ontológica, como explicación última de lo real; la segunda
se reduce a una hipótesis científica para dar cuenta de una serie de
fenómenos naturales.
BIBL. : CENTRO DI STUDI
FILOSOFICI DI GALLARATE, Enciclopedia filosófica, I, Venecia - Roma
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París 1895; K. LASSWITZ, Geschichte der Atomistik, 2 ed.
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J. BARRIO
GUTIÉRREZ.
II. FILÓSOFOS ATOMISTAS.
Conjunto de pensadores que defienden el a. filosófico, según el cual el
constitutivo último de la realidad son unos corpúsculos indivisibles
llamados átomos. En los defensores de esta doctrina, que ha sido una
constante a lo largo del pensamiento filosófico, se pueden distinguir las
siguientes etapas: atomistas hindúes, grecorromanos, medievales,
renacentistas y atomistas de los s. XVII y XVIII. A partir del s. XIX el
a. filosófico entra en plena decadencia, surgiendo en su lugar el a.
científico, con caracteres y alcances muy distintos.
Atomistas hindúes.
Principalmente son los defensores del Vaisesika,
uno de los seis darsanas (sistemas) filosóficos ortodoxos de la
India, cuya creación se atribuye a Kanada, autor del Vaisesikasutra.
el escrito fundamental de la escuela; otros pensadores de la misma son
Prasastapada, Ravana, Sridhara y San k ara Misra. Según los atomistas
hindúes del Vaisesika hay nueve clases de sustancias, cinco de
ellas perceptibles por los sentidos (agua, tierra, fuego, aire y éter) y
otras cuatro no perceptibles por ellos (espacio, tiempo, alma y mente o
espíritu); las cinco primeras son sustancias físicas, integradas por
partículas elementales llamadas anu, que guardan indudable
semejanza con los átomos de la filosofía occidental; de las combinaciones
de estos anu se forman los cuerpos.
También se incluye en los
atomistas Qindúes a los jainas, los seguidores del jainismo, uno de
los darsanas heterodoxos. Se atribuye su fundación a Vardhamana
(más conocido con el sobrenombre de Mahavira, el gran hombre), en el s. VI
a. C. Según el jainismo, los seres se dividen en conscientes e
inconscientes. Dentro de éstos hay que distinguir el espacio, el tiempo y
la materia, la cual está integrada por unos elementos simples
indivisibles.
Atomistas grecorromanos.
Hay que señalar dos momentos. Uno formado por
Leucipo, Demócrito y sus discípulos, y otro debido a Epicuro y sus
continuadores. Respecto de Leucipo poco sabemos, habiéndose llegado a
dudar de su existencia (W. Nestle); parece que n. en Mileto o Abdera,
viviendo en la primera mitad del s. va. C. Se le atribuye el Megas
diacosmos (Gran ordenación del mundo) en la que habría un precedente
del a. de Demócrito. En cuanto a los discípulos de Demócrito, los más
destacados fueron Metrodoro de Quíos, Diógenes de Esmirna, Anaxarco de
Abdera, Bión de Abdera y Nausifanes de Teos, todos ellos del s. IV a. C.
El último, Nausifanes, maestro de Epicuro, es el puente de enlace entre el
grupo de los atomistas democríteos y el de los epicúreos .
Atomistas medievales.
Se caracterizan por un sentido religioso que les
hace apartar su a. del materialismo propio del grecorromano. Hay que
distinguir entre atomistas musulmanes y cristianos. En los primeros están
los mutakallimum asaries, durante el s. X, que afirmaban que el mundo
corpóreo está formado por átomos creados por Dios y que se unen para
componer los seres según leyes fijadas por Dios. Entre los segundos, poco
numerosos por influencia del agustinismo y del aristotelismo, destacan
Guillermo de Conches (1080-1145), para quien los átomos son creados
por Dios de la nada y de cuya unión nacen los cuatro elementos, que a su
vez, al combinarse, dan lugar a los seres corpóreos; Hugo de San Víctor
(ca. 1096-1141) que, si bien mantiene que la materia está formada por
átomos invisibles e iridivisibles, intenta enlazar el a. con el
hilemorfísmo aristotélico; Nicolás de Autrecourt (ca. 1300-ca.
1350), el más puro atomista medieval, que rechaza el hilemorfismo,
defendiendo que para explicar el mundo corpóreo bastan los átomos y el
movimiento local, del que se derivarán las agregaciones de átomos, que son
los seres corpóreos.
Atomistas renacentistas.
El a. en el Renacimiento no está claramente
definido, sino que se mezcla con teorías alquimistas. Tal es el caso de
Paracelso (1493-1541) y Gerolamo Cardano (1501-76).
Atomistas de los s. XVII y XVIII.
En el s. XVII se produce un poderoso
renacimiento del a. Destacan Sébastien Basso ( Philosophiae naturalis
adversus Aristotelem libri XII), Daniel Sennert (De chymicorum cum
aristotelicis et galenicis consensu et dissensu), Joannes Chrysostomus
Magnenus (Democritus reviviscens), y, de un modo especial, Gassendi
y Maignan.
Pierre Gassendi
(n. en Champtercier en 1592; m. en París en 1655) es
el gran renovador del a. En sus escritos, especialmente en De vita,
moribus et placitis Epicuri libri octo, Syntagma philosophiae Epicuri
y Syntagma philosophicum expone un a. que intenta conciliar con los
dogmas cristianos. Los principios explicativos de lo real son los átomos,
el espacio vacío y el movimiento. Los primeros, que son indivisibles,
invisibles y diferentes en peso y tamaño, han sido creados por Dios en
número elevado, pero no infinito. En virtud de su movimiento se desplazan
por el vacío, donde chocan entre sí, dando lugar a la formación de los
cuerpos; pero estos choques no se producen gracias a un ciego olinamen,
sino que están ordenados y dirigidos por Dios; de ahí la admisión de la
Providencia divina y del teleologismo en la Naturaleza.
Emmanuel Maignan
(n. y m. en Toulouse, 1601-76) defiende en su
Cursus philosophicus un a. radicalmente mecanicista. Detractor del
hilemorfismo por no hallar en él ningún fundamento en la experiencia,
único camino para el estudio de los fenómenos físicos, mantiene que los
cuerpos están integrados por átomos heterogéneos en su naturaleza y en su
figura. Ambas propiedades, unidas al distinto orden de colocación que
pueden adoptar los mismos átomos, explican adecuadamente la pluralidad de
cuerpos diferentes.
A partir de Gassendi y Maignan
los atomistas se dividen en gassendistas y maignanistas, defendiendo los
primeros la homogeneidad específíca de los átomos y los segundos su
heterogeneidad. Entre los primeros se pueden citar Franyois Bernier
(1620-88), Samuel Sorbiere (1615- 70) y Jacques Sallier (1615-1707); entre
los segundos, Jean Saguens (segunda mitad del s. XVII). En España también
hubo gassendistas (Luis Rodríguez de Pedrosa, Isaac Cardoso y Martín
Martínez) y maignanistas (Diego Mateo Zapata, Juan de Nájera - que usó el
seudónimo de Alejandro de Avendaño- y Tomás Vicente Tosca).
BIBL. : K. LASSWITZ,
Geschichte der Atomistik, 2 ed. Hamburgo - Leipzig 1926; R. GUENON,
Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, Buenos Aires
1945, 212-221; R. MONDOLFO, El pensamiento antiguo, I, 4 ed. Buenos
Aires 1959, 108-122; II, 98-102; S. FINES, Beitriige zur islamischen
Atomenlehre, Berlín 1936; R. CEÑAL, La filosofía de Emmanuel
Maignan, «Rev. de Filosofía» 13, Madrid 1954, 15-68.
J. BARRIO
GUTIÉRREZ.
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