Obispo de Constantinopla, se desconoce la fecha de su nacimiento; murió en Hypæpa en Lydia, en agosto de 449. No se sabe nada sobre él antes de su elevación al episcopado excepto que fue presbítero y skeuophylax o sacristán de la Iglesia de Constantinopla y famoso por la santidad de su vida. Sucedió a San Proclo como obispo en oposición a los deseos del eunuco Crisafio, ministro del emperador Teodosio, que quería enemistarlo con el emperador. Él persuadió al emperador que le pidiera al nuevo obispo cierta eulogia en ocasión de su nombramiento, pero rechazó despectivamente el ofrecimiento del pan
bendito con el argumento de que el emperador deseaba regalos de oro.
La intrépida negativa de Flaviano, basado en la impropiedad de disponer
de esa forma de los tesoros de la Iglesia,
levantó considerable enemistad contra él. Crisafio se aseguró el apoyo
de la emperatriz Eudocia, pues sabía que Pulqueria, la hermana del
emperador, era la firme abogada de Flaviano.
Aunque fracasaron sus primeros esfuerzos por involucrar a San Flaviano en desgracia, pronto se presentó otra oportunidad. Flaviano convocó un concilio de obispos en Constantinopla para el 8 de noviembre de 448, para resolver una disputa que había surgido entre su clero, el archimandrita Eutiques, quien era pariente de Crisafio, fue acusado de herejía por Eusebio de Dorileo. (Para los trabajos del concilio, vea Eusebio de Dorileo; Eutiques). Flaviano ejerció clemencia y pidió moderación, pero al final al final la negativa de Eutiques de hacer una declaración ortodoxa sobre las dos naturalezas de Cristo obligaron a Flaviano a pronunciar la sentencia de degradación y excomunión. Le envió un informe completo al Papa León I, quien a su vez le dio su aprobación a la decisión de Flaviano (21 de mayo de 449) y al siguiente mes (13 de junio) le envió su famosa “Carta Dogmática”. Eutiques se quejó de que la justicia había sido violada en el concilio y que las actas habían sido adulteradas, lo cual resultó en una orden imperial para la revisión de las actas, la cual se realizó (8 y 27 de abril de 449). No se halló nada anormal y Flaviano fue justificado.
La antigua y gran rivalidad entre Alejandría y Constantinopla se convirtió en un factor fuerte en las disensiones. Ésta se agudizó desde que la Sede de Constantinopla había sido declarada oficialmente próxima en dignidad a Roma, y Dióscoro, obispo de Alejandría estaba listo para unir fuerzas con Eutiques contra Flaviano. Incluso antes de la revisión de las actas del concilio de Flaviano, Crisafio había convencido al emperador de la necesidad de un concilio ecuménico para arreglar las diferencias, y se publicó el decreto de que se convocara uno en Éfeso bajo la presidencia de Dióscoro, quien también controlaba la asistencia de los obispos; Flaviano y seis obispos que habían asistido al concilio anterior no se les permitió hablar, como si hubiesen estado a prueba. (Para un relato completo de los procedimientos vea Concilio Ladrón de Éfeso). Eutiques fue absuelto de herejía, y a pesar de la protesta del legado papal Hilario (luego Papa San Hilario), quien con su Contradicitur anuló las decisiones del concilio, Flaviano fue condenado y depuesto. En las violentas escenas que siguieron fue tan maltratado que murió en su lugar de exilio. Anatolio, un partidario de Dióscoro, fue designado para sucederle.
San Flaviano fue vindicado repetidamente por el Papa León, cuya epístola de alabanza no pudo llegar a él antes de su muerte. El Papa también escribió en su favor a Teodosio, Pulqueria y el clero de Constantinopla, además de convocar un concilio en Roma, en el cual designó el concilio de Ephesus Ephecinum non judicium sed latrocinium. En el Concilio de Calcedonia (451) se anularon las actas del Concilio Ladrón y Flaviano fue elogiado como un mártir por la fe. El Papa San Hilario mandó a representar pictóricamente la muerte de San Flaviano en una iglesia romana erigida por él. Cuando Pulqueria ascendió al trono, después de la muerte de Teodosio, ella trajo los restos de su amigo a Constantinopla donde fueron recibidos en triunfo y enterrados con los de sus predecesores en la sede. En el menologio griego y el martirologio romano su fiesta se celebra el 18 de febrero, aniversario del traslado de su cuerpo. En Italia se honran reliquias de San Flaviano.
La apelación de San Flaviano al Papa León I contra el Concilio Ladrón ha sido publicada por Amelli en su obra "S. Leone Magno e l'Oriente" (Monte Cassino, 1890), también por Lacey (Cambridge, 1903). Dos otras cartas (en griego y latín) a León se conservan en Migne, P.L. (LIV, 723-32, 743-51), y una al emperador Teodosio también en Migne, P.G. (LXV, 889-92).
Fuente: Rudge, F.M. "St. Flavian." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06098c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
Aunque fracasaron sus primeros esfuerzos por involucrar a San Flaviano en desgracia, pronto se presentó otra oportunidad. Flaviano convocó un concilio de obispos en Constantinopla para el 8 de noviembre de 448, para resolver una disputa que había surgido entre su clero, el archimandrita Eutiques, quien era pariente de Crisafio, fue acusado de herejía por Eusebio de Dorileo. (Para los trabajos del concilio, vea Eusebio de Dorileo; Eutiques). Flaviano ejerció clemencia y pidió moderación, pero al final al final la negativa de Eutiques de hacer una declaración ortodoxa sobre las dos naturalezas de Cristo obligaron a Flaviano a pronunciar la sentencia de degradación y excomunión. Le envió un informe completo al Papa León I, quien a su vez le dio su aprobación a la decisión de Flaviano (21 de mayo de 449) y al siguiente mes (13 de junio) le envió su famosa “Carta Dogmática”. Eutiques se quejó de que la justicia había sido violada en el concilio y que las actas habían sido adulteradas, lo cual resultó en una orden imperial para la revisión de las actas, la cual se realizó (8 y 27 de abril de 449). No se halló nada anormal y Flaviano fue justificado.
La antigua y gran rivalidad entre Alejandría y Constantinopla se convirtió en un factor fuerte en las disensiones. Ésta se agudizó desde que la Sede de Constantinopla había sido declarada oficialmente próxima en dignidad a Roma, y Dióscoro, obispo de Alejandría estaba listo para unir fuerzas con Eutiques contra Flaviano. Incluso antes de la revisión de las actas del concilio de Flaviano, Crisafio había convencido al emperador de la necesidad de un concilio ecuménico para arreglar las diferencias, y se publicó el decreto de que se convocara uno en Éfeso bajo la presidencia de Dióscoro, quien también controlaba la asistencia de los obispos; Flaviano y seis obispos que habían asistido al concilio anterior no se les permitió hablar, como si hubiesen estado a prueba. (Para un relato completo de los procedimientos vea Concilio Ladrón de Éfeso). Eutiques fue absuelto de herejía, y a pesar de la protesta del legado papal Hilario (luego Papa San Hilario), quien con su Contradicitur anuló las decisiones del concilio, Flaviano fue condenado y depuesto. En las violentas escenas que siguieron fue tan maltratado que murió en su lugar de exilio. Anatolio, un partidario de Dióscoro, fue designado para sucederle.
San Flaviano fue vindicado repetidamente por el Papa León, cuya epístola de alabanza no pudo llegar a él antes de su muerte. El Papa también escribió en su favor a Teodosio, Pulqueria y el clero de Constantinopla, además de convocar un concilio en Roma, en el cual designó el concilio de Ephesus Ephecinum non judicium sed latrocinium. En el Concilio de Calcedonia (451) se anularon las actas del Concilio Ladrón y Flaviano fue elogiado como un mártir por la fe. El Papa San Hilario mandó a representar pictóricamente la muerte de San Flaviano en una iglesia romana erigida por él. Cuando Pulqueria ascendió al trono, después de la muerte de Teodosio, ella trajo los restos de su amigo a Constantinopla donde fueron recibidos en triunfo y enterrados con los de sus predecesores en la sede. En el menologio griego y el martirologio romano su fiesta se celebra el 18 de febrero, aniversario del traslado de su cuerpo. En Italia se honran reliquias de San Flaviano.
La apelación de San Flaviano al Papa León I contra el Concilio Ladrón ha sido publicada por Amelli en su obra "S. Leone Magno e l'Oriente" (Monte Cassino, 1890), también por Lacey (Cambridge, 1903). Dos otras cartas (en griego y latín) a León se conservan en Migne, P.L. (LIV, 723-32, 743-51), y una al emperador Teodosio también en Migne, P.G. (LXV, 889-92).
Fuente: Rudge, F.M. "St. Flavian." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06098c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
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