En
septiembre de 1893, en Chicago, tuvo lugar la primera reunión del
Parlamento de las Religiones del Mundo. No resulta extraño que una
iniciativa de este tipo se desarrollase en la patria de la libertad y la
diversidad religiosa, en Estados Unidos.
En
1893 en la sesión de clausura, el sabio hinduista Vivekananda puso de
manifiesto en Chicago los puntos de vista que presiden estas reuniones,
basados en la fructífera e igualitaria puesta en común de ideas para
mejorar el mundo:
«Si
algo ha podido enseñar el Parlamento de las Religiones es que la
santidad, la pureza y la caridad no son posesiones exclusivas de ninguna
religión. [...] si alguien sueña con que su religión será la única que
sobreviva y que las demás serán destruidas, le compadezco desde lo más
hondo de mi corazón y le digo que en la bandera de toda religión hay que
escribir a partir de ahora "ayuda y no lucha", "asimilación y no
destrucción", "armonía y paz, y no enfrentamiento".»
Entonces
parecía que se inauguraba una nueva época de paz, concordia, apertura y
aceptación de las diferencias religiosas y culturales a nivel global.
Pero tras 1893, el mundo se desgarró sufriendo terribles conflictos
durante un siglo: el colonialismo, las guerras mundiales, el choque
entre países comunistas y capitalistas.
Una
vez terminada la guerra fría, ya en 1993, también en Chicago, se celebró
una segunda reunión del Parlamento de las Religiones del Mundo en la
que se enfatizó en la búsqueda de un modelo ético para el mundo actual,
que alejase la violencia, la pobreza, los conflictos y se basase en la
solidaridad entre todos los seres humanos.
En
1999 se organizó la tercera reunión en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y la
cuarta, en julio de 2004, en Barcelona. Fue la primera vez que se
celebraba fuera del ámbito de habla inglesa y propuso un lema muy
significativo: «Senderos de paz: el arte de saber escuchar, el poder del
compromiso».
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