Su fecha de nacimiento es incierta; murió alrededor del año 392 d.C. Perteneció a una familia noble, probablemente de Antioquía. San Basilio lo llama el “niño de pecho” de Silvano, obispo de Tarso, pero no se sabe si su discipulado fue en Antioquía o en Tarso. Estudió en Atenas, y luego abrazó el estado monástico. Llegó a ser la cabeza de un monasterio en o cerca de Antioquía, y San Juan Crisóstomo fue su discípulo. Cuando Antioquía gemía bajo los obispos arrianos, él no se unió al pequeño partido de irreconciliables liderado por Paulino, incluso cuando el obispo Leoncio nombró diácono
a Aecio, Diodoro y Flaviano amenazaron con dejar su comunión y
retirarse a Oriente, y el obispo cedió. Estos dos santos, aunque no
eran sacerdotes enseñaron al pueblo a cantar los Salmos en coros alternados (una práctica que se extendió rápidamente a toda la Iglesia) primero en las capillas de los mártires, luego, a invitación de Leoncio, en las iglesias.
Cuando al fin, en 361, el partido arriano nombró a un obispo ortodoxo en la persona de Melecio, Diodoro fue ordenado sacerdote. Él parece haber escrito algunas de sus obras contra los paganos tan temprano como en el reinado de Juliano el Apóstata (360-63), pues ese emperador declaró que Diodoro había usado el conocimiento y elocuencia de Atenas contra los dioses inmortales, quienes lo habían castigado con enfermedad de la garganta, delgadez, arrugas y con una vida difícil y amarga. En la persecución de Flavio Valente (364-78), Flaviano y Diodoro, ahora sacerdotes, mantuvieron la unidad de los católicos durante el destierro de Melecio, y los reunían en la rivera norte del Orontes, pues el emperador arriano no permitía el culto católico dentro de la ciudad. Desterrado muchas veces, en 372 Diodoro se relacionó con San Basilio en Armenia, a donde dicho santo vino a visitar a Melecio. Al regreso de este último a su rebaño, nombró a Diodoro obispo de Tarso y metropolitano de Cilicia. Poco después Teodosio I emitió un decreto nombrando a Diodoro y a San Pelagio de Laodicea modelos de la ortodoxia para todo Oriente. Diodoro asistió a los Concilios de Antioquía en 379 y al Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla en 381. Sozomeno lo hace responsable en este último concilio de proponer a Nectario como obispo de esa ciudad, y lo representa como uno de los principales promotor de San Flaviano como sucesor de Melecio, por el cual el desafortunado cisma en Antioquía se prolongó.
Diodoro vino a Antioquía en 386 o después, cuando San Juan Crisóstomo ya era un sacerdote. En un sermón él habló de Crisóstomo como el San Juan Bautista, la voz de la Iglesia, el cayado de Moisés. Al día siguiente Crisóstomo subió al púlpito y declaró que cuando la gente aplaudió, él gimió; era Diodoro, su padre, quien era el San Juan Bautista, los antioquenos eran testigos de cómo él había vivido sin propiedades, recibiendo su alimento de las limosnas, y perseverando en la oración y en la predicación; como el Bautista, él había enseñado al otro lado del río, a menudo había sido encarcelado, no, algunas veces fue decapitado, por lo menos en los deseos, por la fe. En otro sermón él asemeja a Diodoro a los mártires: “¡Vean sus miembros mortificados, su cara, que tiene la forma de un hombre, pero la expresión de un ángel!”
En 375 San Basilio le pidió a Diodoro que renegara de una carta circulada bajo su nombre, en la que permitía el matrimonio con la hermana de la esposa difunta. Al siguiente año él critica el estilo retórico del más extenso de dos tratados que le envió Diodoro, pero alaba cálidamente el más corto. El estilo de Diodoro es elogiado por Crisóstomo, Teodoreto y Focio, pero de sus numerosos escritos, sólo se conservan unos pocos fragmentos sin importancia, principalmente en Catenae. Escribió contra algunas de las herejías y mucho más contra la filosofía pagana. Focio da un resumen detallado de sus ocho libros “de Fato”, los cuales, desde el punto de vista moderno, eran muy aburridos. De acuerdo a Leoncio él compuso comentarios sobre la Biblia completa. San Jerónimo dice que éstos eran imitaciones de los de Eusebio de Emesa, pero menos distinguidos por el conocimiento secular. Diodoro rechazó la interpretación alegórica de los alejandrinos, y se adhirió al sentido literal. En esto fue seguido por su discípulo Teodoro de Mopsuestia, y por Crisóstomo en sus exposiciones inigualables. La Escuela Antioquena, de la cual él era el líder, fue desacreditada por las subsecuentes herejías de Nestorio, de quien sus discípulo Teodoro de Mopsuestia fue el precursor. Teodoreto escribió exculpando a Diodoro, pero San Cirilo lo declaró hereje. Los dañinos pasajes citados por Darío Mercator y Leoncio parecen, sin embargo, pertenecer al trabajo de Teodoro, no de Diodoro; ni este último fue condenado cuando el Quinto Concilio General (553) condenó a Teodoro y pasajes de Teodoreto e Ibas (los Tres Capítulos). Parece cierto que Diodoro fue demasiado lejos al oponerse a Apolinario (el Joven) de Laodicea, según el cual el alma racional en Cristo era suplida por el Logos. Diodoro, al enfatizar en la totalidad de la Sagrada Humanidad, parece haber afirmado dos hipóstasis, no necesariamente en un sentido herético. Si las manifestaciones de Teodoro arrojan una sombra sobre la reputación de Diodoro, la alabanza de todos sus contemporáneos y especialmente de su discípulo Crisóstomo tienden muy fuertemente a exculparlo. Será mejor mirar a Diodoro como la fuente inocente del nestorianismo sólo en el sentido que San Cirilo de Alejandría es reconocidamente el renuente originador del monofisismo a través de algunas expresiones incorrectas. Contra esta opinión están Julicher [en Theol. lit. Z. (1902), 82-86] y Funk [en "Rev. d' hist. eccl.", III (1902), 947-71; reimpresa con mejoras en "Kirchengesch, Abhandl." (Paderborn, 1907), III, 323].
Los fragmentos de sus Comentarios sobre el Antiguo Testamento están recopilados en Migne , P.G., XXXIII, de la Catena de Nicéforo y la publicada por Corderius (Amberes, 1643-6), también de Mai, "Nova Patrum Bibl.", VI. Unos cuantos más se hallan en Pitra "Spicilegium Solesmense" (París, 1852), I. Una larga lista de las obras perdidas se halla en Fabricio, "Bibl. Gr.", V, 24 (reimpresa en Migne loc. cit.). Algunos fragmentos dogmáticos en siríaco están en Lagarde, Analecta Syriaca", (Leipzig y Londres, 1858). Cuatro tratados de pseudo-justino mártir han sido atribuidos a Diodoro por Harnack ("Texte und Unters.", N.F., VI, 4, 1901).
Fuente: Chapman, John. "Diodorus of Tarsus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05008a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.
Cuando al fin, en 361, el partido arriano nombró a un obispo ortodoxo en la persona de Melecio, Diodoro fue ordenado sacerdote. Él parece haber escrito algunas de sus obras contra los paganos tan temprano como en el reinado de Juliano el Apóstata (360-63), pues ese emperador declaró que Diodoro había usado el conocimiento y elocuencia de Atenas contra los dioses inmortales, quienes lo habían castigado con enfermedad de la garganta, delgadez, arrugas y con una vida difícil y amarga. En la persecución de Flavio Valente (364-78), Flaviano y Diodoro, ahora sacerdotes, mantuvieron la unidad de los católicos durante el destierro de Melecio, y los reunían en la rivera norte del Orontes, pues el emperador arriano no permitía el culto católico dentro de la ciudad. Desterrado muchas veces, en 372 Diodoro se relacionó con San Basilio en Armenia, a donde dicho santo vino a visitar a Melecio. Al regreso de este último a su rebaño, nombró a Diodoro obispo de Tarso y metropolitano de Cilicia. Poco después Teodosio I emitió un decreto nombrando a Diodoro y a San Pelagio de Laodicea modelos de la ortodoxia para todo Oriente. Diodoro asistió a los Concilios de Antioquía en 379 y al Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla en 381. Sozomeno lo hace responsable en este último concilio de proponer a Nectario como obispo de esa ciudad, y lo representa como uno de los principales promotor de San Flaviano como sucesor de Melecio, por el cual el desafortunado cisma en Antioquía se prolongó.
Diodoro vino a Antioquía en 386 o después, cuando San Juan Crisóstomo ya era un sacerdote. En un sermón él habló de Crisóstomo como el San Juan Bautista, la voz de la Iglesia, el cayado de Moisés. Al día siguiente Crisóstomo subió al púlpito y declaró que cuando la gente aplaudió, él gimió; era Diodoro, su padre, quien era el San Juan Bautista, los antioquenos eran testigos de cómo él había vivido sin propiedades, recibiendo su alimento de las limosnas, y perseverando en la oración y en la predicación; como el Bautista, él había enseñado al otro lado del río, a menudo había sido encarcelado, no, algunas veces fue decapitado, por lo menos en los deseos, por la fe. En otro sermón él asemeja a Diodoro a los mártires: “¡Vean sus miembros mortificados, su cara, que tiene la forma de un hombre, pero la expresión de un ángel!”
En 375 San Basilio le pidió a Diodoro que renegara de una carta circulada bajo su nombre, en la que permitía el matrimonio con la hermana de la esposa difunta. Al siguiente año él critica el estilo retórico del más extenso de dos tratados que le envió Diodoro, pero alaba cálidamente el más corto. El estilo de Diodoro es elogiado por Crisóstomo, Teodoreto y Focio, pero de sus numerosos escritos, sólo se conservan unos pocos fragmentos sin importancia, principalmente en Catenae. Escribió contra algunas de las herejías y mucho más contra la filosofía pagana. Focio da un resumen detallado de sus ocho libros “de Fato”, los cuales, desde el punto de vista moderno, eran muy aburridos. De acuerdo a Leoncio él compuso comentarios sobre la Biblia completa. San Jerónimo dice que éstos eran imitaciones de los de Eusebio de Emesa, pero menos distinguidos por el conocimiento secular. Diodoro rechazó la interpretación alegórica de los alejandrinos, y se adhirió al sentido literal. En esto fue seguido por su discípulo Teodoro de Mopsuestia, y por Crisóstomo en sus exposiciones inigualables. La Escuela Antioquena, de la cual él era el líder, fue desacreditada por las subsecuentes herejías de Nestorio, de quien sus discípulo Teodoro de Mopsuestia fue el precursor. Teodoreto escribió exculpando a Diodoro, pero San Cirilo lo declaró hereje. Los dañinos pasajes citados por Darío Mercator y Leoncio parecen, sin embargo, pertenecer al trabajo de Teodoro, no de Diodoro; ni este último fue condenado cuando el Quinto Concilio General (553) condenó a Teodoro y pasajes de Teodoreto e Ibas (los Tres Capítulos). Parece cierto que Diodoro fue demasiado lejos al oponerse a Apolinario (el Joven) de Laodicea, según el cual el alma racional en Cristo era suplida por el Logos. Diodoro, al enfatizar en la totalidad de la Sagrada Humanidad, parece haber afirmado dos hipóstasis, no necesariamente en un sentido herético. Si las manifestaciones de Teodoro arrojan una sombra sobre la reputación de Diodoro, la alabanza de todos sus contemporáneos y especialmente de su discípulo Crisóstomo tienden muy fuertemente a exculparlo. Será mejor mirar a Diodoro como la fuente inocente del nestorianismo sólo en el sentido que San Cirilo de Alejandría es reconocidamente el renuente originador del monofisismo a través de algunas expresiones incorrectas. Contra esta opinión están Julicher [en Theol. lit. Z. (1902), 82-86] y Funk [en "Rev. d' hist. eccl.", III (1902), 947-71; reimpresa con mejoras en "Kirchengesch, Abhandl." (Paderborn, 1907), III, 323].
Los fragmentos de sus Comentarios sobre el Antiguo Testamento están recopilados en Migne , P.G., XXXIII, de la Catena de Nicéforo y la publicada por Corderius (Amberes, 1643-6), también de Mai, "Nova Patrum Bibl.", VI. Unos cuantos más se hallan en Pitra "Spicilegium Solesmense" (París, 1852), I. Una larga lista de las obras perdidas se halla en Fabricio, "Bibl. Gr.", V, 24 (reimpresa en Migne loc. cit.). Algunos fragmentos dogmáticos en siríaco están en Lagarde, Analecta Syriaca", (Leipzig y Londres, 1858). Cuatro tratados de pseudo-justino mártir han sido atribuidos a Diodoro por Harnack ("Texte und Unters.", N.F., VI, 4, 1901).
Fuente: Chapman, John. "Diodorus of Tarsus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05008a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.
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