Los católicos están explícitamente excluidos de la posibilidad de reinar, según la Declaración de Derechos de 1689 y la Ley de Sucesión de 1701. Una y otra fijaron el orden sucesorio al trono británico y especificaron las condiciones que debía reunir el soberano. Tampoco puede el rey o reina casarse con una persona perteneciente a la religión católica romana.
Por otra parte, los hombres tienen prioridad sobre las mujeres, aunque estas sí pueden llegar a reinar en el caso de que no nazcan hijos varones en la línea sucesoria directa, como le ocurrió a la actual Isabel II.
Por otra parte, los hombres tienen prioridad sobre las mujeres, aunque estas sí pueden llegar a reinar en el caso de que no nazcan hijos varones en la línea sucesoria directa, como le ocurrió a la actual Isabel II.
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