viernes, 13 de abril de 2012

ACRÓPOLIS.

             Nombre griego dado en la época de los Macabeos (2Mc 4,28; 5,5) a la fortaleza de Jerusalén situada en el ángulo noroccidental de la explanada del Templo. Fue, sin duda, erigida por la comunidad judía al regreso del Exilio; al parecer, fue Nehemías quien la dotó de sólidas puertas e instaló allí a su hermano Jananí como primer gobernador (Nh 2,8; 7,2). Después de la caída de Judea bajo la dominación de los Seléucidas, fue ocupada por una guarnición siria (2Mc 4,28 y 5,5), al menos hasta que se erigió la ciudadela (véase este lema) en 167 a.C.

           En los años 40-30 a.C. Herodes el Grande la transformó y le dio el nombre de Antonia, dedicándola así a Antonio, duelo del Oriente romano, cuyos favores había obtenido. En tiempos de Cristo, Antonia está ocupada por una guarnición romana, y probablemente es un patio de esta fortaleza donde el prefecto de Roma, Poncio Pilatos, lleva a cabo las audiencias que terminan con la condena de Jesús (Mt 27,2 y 11-16; Mc 15,1-20; Lc 23,1-7 y 13-25; Jn 18,28; 19,13). También con esta guarnición romana y con el tribuno que la gobierna se enfrenta Pablo cuando su presencia provoca un motín en el recinto del Templo, bajo el régimen de los procuradores instaurado por Roma el año 44 de nuestra era ( Hch 21,31-40; 22).

           Los insurrectos de la primera revuelta judía se apoderarán de la torre Antonia el año 66, pero serán expulsados de allí por las legiones de Tito el año 70. La fortaleza será entonces destruida como el mismo Templo.

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