miércoles, 31 de julio de 2013

El anciano en el Libro de Daniel.

El Anciano es el nombre dado a Dios por el profeta Daniel (Dan. 7,9.13.22), en donde contrasta sus poderes eternos con la frágil existencia de los imperios del mundo. Es de estas descripciones del Todopoderoso que el arte cristiano derivó su manera general de representar a la primera persona de la Santísima Trinidad. “Anciano de Días” es expresado en arameo por Atiq yomin; en la Versión de los Setenta griega por palaios hemeron; y en la Vulgata por Antiquus dierum.

Fuente: Maas, Anthony. "Ancient of Days." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 25 Nov. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01463a.htm>.
Traducido por Alonso Teullet. rc

Anazarbus.

Anazarbus, una sede titular metropolitana de Cilicia (Armenia), sufragania de Antioch, conocida también en la antigüedad como Nova Troas, por los cruzados como Naversa y por lo árabes como Aïn-Zarba. Dos concilios se llevaron a cabo allí en los años 431 y 435.

Para cualquier actualización escribir a ec@aciprensa.com
SMITH, Dict. of Greek and Roman Geogr., I, 139; LEQUIEN, Oriens Christ. (1740), III, 631-632.
Transcrito por Thomas J. Bress Traducido por Carlos Augusto Claux

San Anatolio de Laodicea.

 

Obispo de Laodicea en Siria, uno de los principales eruditos de su tiempo en los campos de las ciencias físicas y filosofía aristotélica. Hay fragmentos de diez libros de aritméticas escritos por él, y también un tratado sobre la celebración del tiempo Pascual.
Eusebio relató una historia muy curiosa sobre cómo Anatolio sofocó una rebelión en una región de Alejandría llamada Bruquio. Ésta era sostenida por las fuerzas de Zenobia, y estando estrictamente sitiada por los romanos, se encontraba en un estado miserable. El santo, que vivía en Bruquio en ese tiempo, hizo arreglos con los sitiados para recibir a todas las mujeres, niños, ancianos y enfermos, dejando al mismo tiempo escapar a cuantos quisiesen. Esto rompió la defensa y los rebeldes se rindieron. Fue una acción patriótica de parte del santo, así como una de gran benevolencia, el salvar de la muerte a tantas víctimas inocentes. Al ir a Laodicea la gente se apoderó de él y fue nombrado obispo.
Se ha discutido mucho si su amigo Eusebio de Laodicea había muerto, o si ambos ocuparon la sede juntos. La pregunta es tratada extensamente en los Bolandistas. Su fiesta, como la de su homónimo, el Patriarca San Anatolio de Constantinopla, se celebra el día 3 de julio.

Bibliografía: Acta SS., I, July; MICHAUD, Biog. Univ.; BARING-GOULD, Lives of the Saints (London, 1872).
Fuente: Campbell, Thomas. "St. Anatolius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01457c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina

San Anatolio de Constantinopla.



Nació en Alejandría, y antes de convertirse en patriarca se distinguió en Éfeso contra Nestorio, y en Constantinopla contra Eutiques, a pesar de que la profesión de fe que él redactó fue rechazada por los legados papales Cuando estuvo en peligro de muerte recobró la salud por la oración de San Daniel el Estilita, que vino a verlo a Constantinopla.
Patriarca de Constantinopla en tiempos de Teodosio el Joven. El hereje Dióscoro favoreció su nombramiento como patriarca, esperando su apoyo, pero encontró en Anatolio un enemigo decidido, el cual en el Concilio de Calcedonia lo condenó a él y a sus seguidores. El gran analista César Baronio lo condena de una manera bastante violenta por complicidad con Dióscoro en su nombramiento a la sede; por requerir en oposición a los estatutos de Nicea, la supremacía de Constantinopla sobre Antioquía y Alejandría; por falta de sinceridad al oponerse a una nueva formula de doctrina; por declarar que Dióscoro no fue condenado en Éfeso a causa de la fe; por remover al meritorio Aecio del arquidiaconato, y nombrar al indigno Andrés; por debilidad, sino cooperación pasiva al tratar con los herejes. Todas estas serias acusaciones son discutidas por los Bolandistas, los cuales dan un veredicto a favor de Anatolio. Ellos lo declararon un verdadero católico, un santo y un profeta. El Papa León lo declaró culpable, no por error pero porque él mismo permitió ser consagrado por un cismático. Un biógrafo entusiasta narra que sus milagros en medio de sus combates son iguales en número a las arenas del mar.
Hay discusión en cuanto a cómo murió, pero parece ser que los herejes lo mandaron a matar. Baronio dice que esto ocurrió en el año 458, después de ocho años en el patriarcado. Su fiesta se celebra el día 3 de julio.

Bibliografía: Acta SS. 3 July; SMITH in Dict. of Christ. Biog.; HERGENRÖTHER, Hist. de l' église, II.
Fuente: Campbell, Thomas. "St. Anatolius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01457d.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina

Anatas.

Las primicias o ingreso del primer año de un beneficio eclesiástico pagado a la Curia Romana (en la Edad Media también a los obispos).
Un resultado de la centralización de la administración eclesiástica en la Curia Romana en el curso del siglo XIII fue que los beneficios eclesiásticos fueron cada vez más generalmente "colacionados", es decir concedidos directamente por el Papa. Esto fue así, no sólo en el caso de los obispados y monasterios, vacantes que eran llenadas por Roma, ya sea por designación directa o por confirmación papal, sino también en el caso de los beneficios de iglesias más pequeñas (canonjías, parroquias, etc.). En tales ocasiones, el tesoro papal recibía del nuevo titular un determinado impuesto derivado del ingreso del beneficio. Desde el siglo XV este impuesto se ha conocido generalmente como anatas, un término que comprende todos los impuestos en dinero pagados a la Cámara Apostólica (tesorería papal) con motivo de la colación de cualquier beneficio eclesiástico por el Papa
Bajo este término se incluían cuatro clases de pagos:
  • (1) el servitia communia, pagadero al concederse obispados o monasterios, nombramientos hechos en un consistorio; estos pagos se dividían entre los cardenales y el tesoro papal;
  • (2) el servitia minuta, debida en ocasiones similares a varios oficiales subordinados de la Curia;
  • (3) la annatæ real en el sentido estricto del término, que se pagaba cuando el Papa concedía un beneficio eclesiástico menor fuera del consistorio; todos estos pagos revertían a la Cámara Apostólica;
  • (4) el llamado quindennia, pagadero cada quince años por beneficios unidos permanentemente a algún otro beneficio.
Originalmente, sin embargo en los siglos XIII y XIV, los annatae o annalia significaban sólo la tercera clase, los impuestos derivados de beneficios menores. En su origen, por lo tanto, así como en su carácter real, las anatas son distintas de otros tributos monetarios recibidos por el tesoro papal, o Cámara, de personas e instituciones eclesiásticas ---desde el censo (census) pagado por iglesias y monasterios individuales en reconocimiento de su dependencia directa en la Cátedra de San Pedro, el dinero de palio aportado por un arzobispo al recibir el palio, los tributos de visitas dados por un obispo y arzobispo individuales en su visita ad limina regular. Las anatas se deben distinguir aún más del Óbolo de San Pedro debido a la Curia Papal principalmente por los reinos del norte de Europa (Inglaterra, Dinamarca, Polonia, etc.) en señal de cierta protección otorgada por la Iglesia Romana, y del tributo feudal debido por tales territorios que tienen una verdadera relación feudal con Roma (por ejemplo, Nápoles.
Entre los pagos efectuados a la Curia Romana en el siglo XV bajo el término general de anatas, los más antiguos son los servitia communia y los servitia minuta. En un período muy temprano los obispos que recibían la consagración episcopal en Roma estaban acostumbrados a presentar regalos a las distintas autoridades eclesiásticas concernidas. De esta costumbre se formó un derecho prescriptivo a tales dones; en la primera mitad del siglo XIII se prescribió una escala regular de pago para todas las diócesis y abadías sujetas a este impuesto con ocasión del nombramiento o confirmación de sus prelados. Asimismo, durante el siglo XIII surgió en muchas catedrales y colegiatas la costumbre de asignar a los obispos u otros oficiales eclesiásticos el ingreso de un año de los beneficios vacantes. En casos excepcionales algunos obispos recibían del Papa la autoridad para imponer esta anata a todos los beneficios en sus diócesis que estuviesen vacantes dentro de un período especificado.

En 1306 el Papa Clemente V reservó para el tesoro pontificio los ingresos de un año de todos los beneficios a través de Inglaterra y Escocia que estaban vacantes en ese momento o que quedasen vacantes dentro de un plazo de tres años. En 1316 el Papa Juan XXII hizo una reserva similar de anatas por tres años sobre todos los beneficios eclesiásticos, con unas pocas excepciones. A partir de entonces los Papas del siglo XIV se vieron forzados frecuentemente a adoptar estas medidas para obtener alivio en sus dificultades financieras. Por otra parte, a partir del siglo XIII, se requería la anata de beneficios que habían sido colacionados directamente por el Papa por cualquier motivo. Juan XXII (1316-1334) fijó este tributo a la mitad de los ingresos anuales.
En el Concilio de Constanza (1414-18) y más tarde, se hicieron muchas denuncias relativas a estas imposiciones, y en los concordatos realizados por los Papas con los países por separado las anatas fueron reguladas de nuevo. En particular, se decidió que las anatas sobre beneficios reservados se podían pagar a la Curia sólo cuando los ingresos anuales superaran los veinticuatro florines de oro. Con la transformación gradual del sistema de beneficios, las anatas, propiamente dichas, desaparecieron. Hoy día sólo se imponen con motivo de los nuevos nombramientos a las diócesis que no están sujetas a la Propaganda, y del modo fijado por los últimos concordatos o por los documentos papales (Bulas de Circunscripción) que establecen legalmente una diócesis.

Bibliografía: FERRARIS, Prompta Bibliotheca, s.v. Annatæ (ed. 1884, 247 ss.); TOMASINO, Vetus et nova eccles. disciplina, Part. II, I, XLIV; PHILIPPS, Kirchenrecht, V, 540 ss.; BERTHIER, Histoire de l'église gallicane, XIX, 1 ss. (4ta. ed. París, 1827); KÖNIG, Die päpstliche Kammer unter Klemens V u. Johann XXII (Viena, 1894); KIRSCH, Die päpstlichen Annaten in Deutschland während des 14 Jahrh. (Paderborn, 1903), I; ID., Die Finanzverwaltung des Kardinalkollegiums in Kirchengeschichtl. Studien (Münster, 1895), II, 4; HALLER, Papsttum und Kirchenreform (Berlín, 1903), I; GOTTLOB, Die Servitientaxe im 13. Jahrh.., (Stuttgart, 1903); GÖLLER, Mitteilungen und Untersuchungen über das päpstliche Register- und Kanzleiwesen im 14. Jahrh., in Quellen und Forschungen aus ital. Archiven (Roma, 1904); SAMARAN ET MOLLAY, La fiscalité pontificale en France au XIVe siecle (París, 1905.
Fuente: Kirsch, Johann Peter. "Annates." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01537b.htm>.
Traducido por L H M.

San Anastasio Sinaíta.



Escritor eclesiástico griego, nació en Alejandría en la primera mitad del siglo VII; murió después del 700. Fue abad del monasterio del Monte Sinaí, y un activo antagonista del monofisismo, monotelismo y judaísmo, a tal grado que fue conocido como "el nuevo Moisés". Su obra principal es el "Hodegos" (Hodegos), o "Guía", escrita en defensa de la fe católica contra los ataques de los herejes mencionados. Fue un manual popular de controversia entre los griegos medievales. El (154) "Preguntas y Respuestas sobre Varias Materias Teológicas" que se le atribuye es en parte apócrifo. También escribió "Introducción Devota al Hexamerón" en doce libros, cuyos primeros once nos han llegado solamente en una traducción al latín. Éstos y otros escritos menores se hallan en Migne (P.G. LXXXIX). Le Quien le atribuyó, sin razón suficiente, el "Antiquorum Patrum Doctrina de Verbi Dei Incarnatione."

Bibliografía: BARDENHEWER, Patrología (1902), 512, 48; KUMPFMÜLLER, De Anastasio Sinaitâ (Würzburg, 1805); KRUMBACHER, Gesch. d. byz. Lit. (2da. ed.), p. 64
Fuente: Shahan, Thomas. "St. Anastasius Sinaita." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01455d.htm>.
Traducido por José Luis Anastasio. L H M

San Anastasio.



Obispo de Antioquía, 559 d.C., distinguido por su saber y austeridad de vida; excitó la enemistad del emperador Justiniano I por oponerse a ciertas doctrinas imperiales sobre el Cuerpo de Cristo. Iba a ser depuesto de su sede y exiliado cuando Justiniano murió; pero Justino II llevó a cabo el propósito de su tío cinco años después, y otro obispo, llamado Gregorio, fue puesto en su lugar; a la muerte de ese prelado en 593, Anastasio fue restituido a su sede. Esto se debió principalmente al Papa Gregorio, quien intercedió ante el emperador Mauricio y su hijo Teodosio solicitando que Anastasio fuese enviado a Roma, si no era reinstalado en Antioquía. Algunas cartas que le escribió Gregorio hacen pensar que no fue suficientemente vigoroso denunciando las demandas del patriarca de Constantinopla para ser obispo universal.
Murió en 598, y se dice que otro obispo del mismo nombre lo sucedió en 599, a quien se le atribuye la traducción de las "Regula Pastoralis" de Gregorio, y a quién se registra como habiendo sido asesinado en una insurrección de los judíos. San Nicéforo (Hist. Eccl., XVIII, XlIV) declara que estos dos son una y la misma persona. La misma dificultad ocurre respecto a ciertos Sermones de orthodoxâ fide, que algunos se los atribuyen a este último Anastasio; otros afirman que hubo sólo un obispo con ese nombre.

Bibliografía: Acta, SS., 21 abril; BUTLER, Lives of the Saints, 21 abril; MICHAUD, Biog. Univ.; VENABLES en, Dict. Christ. Biog.
Fuente: Campbell, Thomas. "St. Anastasius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01454b.htm>.
Traducido por José Luis Anastasio. rc

San Anastasio Mártir.



San Anastasio, alguna vez mago, fue un converso de la Santa Cruz y fue martirizado en 628. Era un soldado en el ejército de Cosroes cuando ese monarca se llevó la Cruz de Jerusalén a Persia. La ocasión lo indujo a buscar información; entonces dejó el ejército, se volvió cristiano, y después monje en Jerusalén. Se cambió su nombre persa, Magundat, por Anastasio. Después de siete años de la más exacta observancia monástica, fue movido, según pensó, por el Espíritu Santo a ir en búsqueda del martirio y se fue a Cesarea, entonces sometida a los persas. Les reprochó a sus compatriotas por su magia y culto al fuego, ambos de los cuales él había practicado, y fue tomado prisionero, torturado cruelmente para hacerlo abjurar; finalmente fue arrastrado hasta cerca del Éufrates, a un lugar llamado Barsaloe, o Bethsaloe, según los Bolandistas, donde sus sufrimientos fueron renovados mientras al mismo tiempo le prometieron los más altos honores al servicio del rey Cosroes si renunciaba al cristianismo. Finalmente, con otros setenta, fue estrangulado hasta morir y decapitado, el 22 enero de 628. Su cuerpo, arrojado a los perros, fue dejado intacto por ellos, entonces fue transportado a Palestina, después a Constantinopla y finalmente a Roma.

Bibliografía: Acta SS., 3 enero; BUTLER, Lives of the Saints, 22 enero.
Fuente: Campbell, Thomas. "St. Anastasius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01455c.htm>.
Traducido por José Luis Anastasio. rc

Papa Anastasio IV.



Coronado el 12 julio de 1153, murió en Roma el 3 diciembre del año siguiente. Fue durante su pontificado y debido a sus esfuerzos que el Panteón fue restaurado. También otorgó privilegios especiales a la Orden delos Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Es conocido principalmente por su actitud hacia Frederick Barbarossa y el reconocimiento de Wichmann como Obispo de Magdeburg por lo cuál terminó una disputa eclesiástica. Sus trabajos existentes consisten en algunas cartas y un tratado sobre la Trinidad.
P.L., CLXXXVIII, 985; JAFFÉ, RR. PP., II, 89-102; 719-201, 759; WATTERICH, Pont. Rom. Vitæ (1862), II, 321, 322.
Transcrito por W.S. French, Jr. Traducido por José Luis Anastasio

Papa Anastasio III.



El ocupante número ciento veintitrés de la Santa Sede; fue elegido en septiembre del 911; murió en noviembre del 913. Era romano e hijo de un cierto Luciano. Su reinado fue marcado con moderación, pero más allá de esto la historia no da detalles de su vida, excepto de que fue enérgico en determinar las divisiones eclesiásticas de Alemania. Sucedió a Sergio III (904-911), y reinó a lo sumo dos años y dos meses.

Bibliografía: P.L., CXXXI, 1181; JAFFÉ, Regesta Pont. Rom. I, 448: II, 706; HOEFER, Biogr. Univ., I, 477.
Fuente: "Pope Anastasius III." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01455a.htm>.
Traducido por Alonso Teullet. lhm

Papa Anastasio II.

 

Nativo de Roma, elegido el 24 de noviembre de 496; murió el 16 de noviembre de 498. Su carta congratulatoria a Clovis con motivo de su conversión se considera ahora una falsificación del siglo XVII (J. Kavet, Bibl. del ec des Chartres, 1885, XLVI, 258-59). Él insistió en remover de los dípticos el nombre de Acacio, Patriarca de Constantinopla, pero reconoció la validez de sus actas sacramentales, una actitud que desagradó a los romanos. También condenó el traducianismo.
P.L., CXXVIII, 439-450; Lib. Pont. (ed. DUCHESNE), I, 258; HEMMER en Dict. de Theol. Cath., I, 1163-64; THIEL, Epist.Rom. Pont. (1868), II, 82-85, 614-15.
Transcrito por W.S. French, Jr. Traducido por José Luis Anastasio. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.

Papa San Anastasio I.

 

Un pontífice que es recordado primordialmente por su condenación del Origenismo. Romano de nacimiento, se convirtió en Papa en el 399, y murió en poco menos de cuatro años. Entre sus amigos estaban San Agustín, San Jerónimo y San Paulino de Nola. Jerónimo habla de él como un hombre de gran santidad, que era rico en su pobreza. Gobernó durante el tiempo de las invasiones bárbaras.

Bibliografía: Acta SS., III, September; BUTLER, Vidas de los Santos. 27 de septiembre.
Fuente: Campbell, Thomas. "Pope St. Anastasius I." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01454c.htm>.
Traducido por Alonso Teullet. L H M

Anastasio Bibliotecario.


Anastasio El Bibliotecario. Anastasio

Galería de obras
Beato de Valcavado. Cristo Juez
Nacionalidad: Iglesia Católica
810 - 880
Cardenal





Comentario
Hombre de elevada cultura, fue nombrado cardenal y hombre de confianza de varios papas. Participó en las luchas entre el Imperio y el Papado que caracterizan el siglo IX, siendo elegido papa por el emperador Luis II y los enemigos del legítimo papa Benedicto II, por lo que se le conoce como Anastasio IV el Antipapa. El legítimo pontífice perdonó a Anastasio y éste recuperó sus altos cargos, especulándose su autoría del "Liber pontificalis".
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Bibliotecario de la Iglesia Romana; nació aproximadamente en el año 810 y murió en el 879. Fue sobrino del obispo Arsenio de Orta, quien realizó encargos importantes como legado papal. Anastasio aprendió el griego de los monjes griegos, y obtuvo una educación excepcional para su época, por lo que parece ser el eclesiástico más sabio de Roma en el periodo barbárico del siglo IX. Durante el pontificado del Papa San Nicolás I (855-67) Anastasio fue abad del monasterio de la Virgen María en el lugar más lejano del Tiber (en Trastevere), y fue empleado por el Papa en varios asuntos. También estuvo activo como autor, y tradujo obras griegas al latín, una de las cuales fue la biografía de San Juan Limosnero, la cual dedicó a Nicolás I. El sucesor de Nicolás, Papa Adriano II (867-72) designó a Anastasio bibliotecario de la Iglesia Romana, importante cargo que le dio mucha influencia en la corte papal.
En 869 el emperador Luis II lo envió a Constantinopla, con dos hombres de alta jerarquía en el Imperio Franco, para gestionar un matrimonio entre el hijo mayor del emperador bizantino y la hija del emperador de Occidente. Cuando los enviados llegaron a Constantinopla el Octavo Concilio Ecuménico (Cuarto Concilio ecuménico de Constantinopla) todavía estaba en sesión, y Anastasio que asistió a la última sesión (febrero de 870), defendió celosamente la causa papal y fue de gran servicio a los legados papales. En su camino a casa los legados papales fueron asaltados, y las "Actas” del concilio fueron robadas. Sin embargo, ellos habían entregado la mayoría de las declaraciones de obediencia de los obispos griegos a Anastasio, quién también tenía copia de las "Actas” y pudo así entregar estos documentos al Papa. Por orden de éste tradujo las "Actas." al latín. El sucesor, Papa Juan VIII (872-82), que apreciaba también a Anastasio, lo confirmó en la posición de bibliotecario, le confió asuntos importantes y lo alentó a que realizara más trabajo literario. Anastasio estaba en correspondencia con el depuesto patriarca bizantino, Focio, y buscó mediar entre el patriarca y el Papa y también suavizar la controversia sobre el Espíritu Santo asumiendo que los latinos entendieron la procesión (processio) del Espíritu Santo del Hijo en el sentido de transmisión (missio).
Si un pasaje en los anales de Hincmar de Reims es genuino (Mon. Germ. Hist.: Scriptores, I, 447) y Hincmar no ha confundido a dos hombres, entonces el bibliotecario Anastasio es el mismo presbítero romano Anastasio que en 874 se convirtió en sacerdote titular de San Marcelo, y en 848 huyó de Roma y residió en varias ciudades. A causa de su huida fue excomulgado por un sínodo romano en 850, y como no regresó, fue anatematizado y destituido por otro sínodo en 853. Después de la muerte del Papa León IV en 855 este Anastasio fue elegido como antipapa por la facción imperial, pero el Papa legítimamente elegido, Papa Benedicto III, ganó la supremacía, y fue benigno con el usurpador. Durante el pontificado del Papa Adriano II, Anastasio se involucró en dificultades serias, en 868 un pariente cercano llamado Eleuterio secuestró a la hija del Papa, y poco después la mató a ella y a su madre. El asesino fue ejecutado y Anastasio, considerado como el instigador del asesinato, fue castigado con excomunión y destitución. Él vivió en la corte imperial y buscó por intervención del emperador que lo exculpara ante el Papa. Joseph Hergenröther (Focio, II, 230-240) afirma, con razón buena que el bibliotecario y el presbítero Anastasio (el antipapa) fueron uno y la misma persona, y entrelaza todas las declaraciones respecto a este último en la biografía de Anastasio, mientras Langen (Geschichte der römischen Kirche, III, 270 ss.) los considera personas diferentes. En agosto de 879, Zacarias de Anagni aparece como bibliotecario de la Iglesia Romana, por lo que Anastasio debe haber muerto poco antes de esa fecha.
Anastasio tradujo del griego al latín las "Actas" de los Séptimo y Octavos Concilios Ecuménicos, así como varias leyendas de santos y otros escritos. También compiló un trabajo histórico, "Cronografía Tripartita" a partir de los escritos griegos de de San Teófanes, Nicéforo, y Jorge Sincelo, e hizo una colección de documentos acerca de los asuntos del Papa Honorio I. Se han conservado varias cartas importantes escritas por él. Sus escritos se encuentran en P.G., XXIX; P.L., LXXIII, CXXII, CXXIX. El "Liber Pontificalis" que anteriormente se le atribuía, no fue escrito por él; parece haber participado en la revisión de la "Vida" del Papa San Nicolás I.

Bibliografía: LAPOTRE, De Anastasio Bibliotecario (París, 1884); KRUMBACHER, Geschichte der byzantinischen Litteratur, 2nd ed., 344 sq.; FRIEDRICH, Ein Brief des Anastasius Bibliothecarius an den Bischof Gaudericus von Vellevri in Sitzungsber. der bayer. Akademie der Wiss. phil.-hist. Klasse (1892-93), 393 sqq.; D'AVRIL, La lettre d'Anastase le Bibliothecaire in Revue de l'Orient chretien (1896), 124 sqq.
Fuente: Kirsch, Johann Peter. "Anastasius Bibliothecarius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 16 (Index). New York: The Encyclopedia Press, 1914. <http://www.newadvent.org/cathen/16002b.htm>.
Traducido por José Luis Anastasio. L H M

Santa Anastasia.



Esta mártir disfruta la distinción, única en la liturgia romana, de tener una conmemoración especial en la segunda Misa en el día de Navidad. Esta Misa fue originalmente celebrada, no en honor del nacimiento de Cristo, sino en conmemoración de esta mártir, y hacia el fin del quinto siglo su nombre se insertó también en el canon romano de la Misa. No obstante, ella no es un santo romano, porque sufrió martirio en Siria (Sirmium) y no se veneró en Roma hasta casi el fin del quinto siglo. Es verdad que una antigua leyenda, no anterior al sexto siglo, hace romana a Anastasia, incluso en esta leyenda, ella no sufrió ningún martirio en Roma. La misma leyenda conecta su nombre con la de San Crisogono, igualmente mártir no romano, que sitúa su muerte en Aquileia, aunque él tenía una iglesia en Roma dedicada a su honor. Según esto "Passio", Anastasia fue la hija de Praetextatus, un "vir illustris" romano, y tuvo a Chrysogonus por maestro. Tempranamente en la persecución de Diocleciano, el Emperador llamó a Chrysogonus a Aquileia donde él sufrió martirio. Anastasia, habiendo ido de Aquileia a Siria a visitar a los fieles de ese lugar, fue decapitada en la isla de Palmaria ver nota del traductor al pie ), el 25 diciembre, y su cuerpo enterrado en la casa de Apolonia que se había convertido en una basílica.
El informe entero es completamente legendario, y no se apoya en ningún fundamento histórico. Todo lo que es seguro es que una mártir llamada Anastasia dio su vida por la fe en Siria, y que su memoria se mantuvo sagrada en aquella iglesia. El llamado "Martyrologium Sieronymianum" (ed. De Rossi y Duchesne, Acta SS., 2 noviembre) registra su nombre el 25 diciembre, no para Siria solamente, sino también para Constantinopla, una circunstancia basada en una historia separada. Según Theodorus Lector (Hist. Eccles., II, 65), durante el patriarcado de Gennadius (458-471) el cuerpo de la mártir se transfirió a Constantinopla y se enterró en una iglesia que había sido hasta aquí conocida como "Anastasis" (Gr. Anastasis, Resurrección); desde allí la iglesia tomó el nombre de Anastasia. De igual manera el culto de Santa Anastasia se introdujo en Roma desde Siria por medio de una iglesia ya existente. Como esta iglesia ya era bastante famosa, puso la fiesta de la santa en especial prominencia. Allí existió en Roma desde el cuarto siglo, al pie del Palatino y anterior el Circo Maximus, una iglesia que había sido ornada por Papa Damasus (366-384) con un mosaico grande. Era conocido como "Titulus Anastasix", y se menciona como tal en las Leyes del Concilio romanode 499.
Hay un poco de incertidumbre acerca del origen de este nombre; o la iglesia debe su fundación a, y se nombró después de una matrona romana Anastasia, como en el caso de varias iglesias titulares de Roma (Duchesne), o fue originalmente iglesia "Anastasis" (dedicada a la Resurrección de Cristo), como ya existió en Ravenna y Constantinopla; de la palabra "Anastasis" vino el nombre en el futuro " titulus Anastasix" (Grisar).De cualquier manera que esto sucedió, la iglesia fue especialmente prominente del cuarto al sexto siglo, siendo la única iglesia titular en el centro de Roma antigua (vea ROMA, PRIMEROS CRISTIANOS), y rodeada por los monumentos del pasado pagano de la ciudad. Dentro de su jurisdicción estaba el Palatino donde la corte imperial estaba ubicada. Puesto que la veneración de la mártir de Siria, Anastasia, recibió un nuevo ímpetu en Constantinopla durante la segunda mitad del quinto siglo, nosotros podemos inferir fácilmente que las relaciones contemporáneas íntimas entre la Antigua y Nueva Roma provocaron un aumento en la devoción a Santa Anastasia al pie del Palatino. En cualquier evento, la inserción de su nombre en el Canon romano de la Misa hacia el fin del quinto siglo, muestra que ella ocupó entonces públicamente una posición sin igual entre los santos venerados en Roma. Desde entonces la iglesia en el Palatino es conocida como "Titulus sanctx Anastasix", y la mártir de Siria se volvió la santa titular de la mayor basílica del cuarto-siglo. Evidentemente debido a su posición como la iglesia titular del distrito, incluyendo las moradas imperiales en el Palatino, esta extensa iglesia mantuvo una jerarquía eminente entre las iglesias de Roma; sólo dos iglesias le precedieron en honor: San Juan Latino (St. John Lateran), la madre-iglesia de Roma, y Santa María Mayor (St Mary Major). Este antiguo santuario está de pie hoy, totalmente aislado en medio de las ruinas de Roma. La conmemoración de Santa Anastasia en la segunda Misa en el día de Navidad es el último remanente de la pasada prominencia que gozó esta santa y su iglesia, en la vida de la Roma Cristiana.
Nota del traductor: Palmaria o Palmira, hoy Tadmor. ("Ciudad de las palmeras"), aldea en ruinas de Siria, en otro tiempo poderosa ciudad. Tomada por los romanos en 272, fue destruida por Aureliano. Importantes ruinas halladas a fines del s.XVII
Traducido por José Luis Anastasio

Anarquía.

(a privativo, y arche, regla)
Anarquía significa ausencia de ley. Sociológicamente es la teoría moderna que propone suprimir todas las formas existentes de gobierno y organizar una sociedad que ejercite sus funciones sin el control de ninguna autoridad directiva. Asume, como su fundamento, que todo hombre tiene el derecho natural de poder desarrollar sus poderes, satisfacer sus pasiones, y responder a todos sus instintos. Insiste en que el individuo es el mejor juez de sus propias capacidades; de que el interés personal, bien entendido, tiende a mejorar las condiciones generales; que cada cual reconoce la ventaja de la justicia en las relaciones económicas; y de que al hombre, como representante de la humanidad, le asiste la razón en todo lo que hace. Como ser humano es un agente libre e inteligente, cualquier injerencia de fuera constituye una invasión de sus derechos y debe considerarse una tiranía. Se tiene a Proudhon (1809-1865), cuyos escritos son difusos, oscuros y paradójicos, como padre del sistema; pero otros se lo adjudican a Diderot, y también a la asociación de los Enragés, o Hébertistes de la Revolución Francesa. Según Proudhon, “la anarquía es el orden” y, haciendo suyo el pensamiento de Rousseau, sostiene que el hombre es naturalmente bueno, sólo las instituciones son malas. También, de acuerdo con él, “toda propiedad es un robo”. Como los delitos que se cometen van mayormente contra la propiedad, al abolirla, se evitan los delitos. No se debe castigar a los criminales sino tratarlos como lunáticos o como personas enfermas. No deben existir los dirigentes ni en la Iglesia ni en el Estado; tampoco patronos ni empleadores. Se deberá eliminar la religión, porque introduce a Dios como base de la autoridad, y degrada al hombre al inculcarle docilidad y sumisión, convirtiéndolo en esclavo y privándolo de su dignidad natural. El amor libre ha de reemplazar al matrimonio, y la vida de familia, con algunas restricciones, deberá dejar de existir.
A la objeción de que los hombres no pueden vivir juntos sin una sociedad, tanto por la contradicción implicada en tal demanda como por el instinto social que le es propio, la respuesta es la siguiente: Nosotros no destruimos la sociedad, excluimos de ella a la autoridad. La anarquía presupone una asociación de individuos soberanos que actúan independientemente de ningún poder central o coercitivo. Apunta a una sociedad en la cual todos sus miembros están federados en grupos libres o corporaciones de acuerdo con las profesiones, artes, oficios, negocios, etc., según el gusto de cada cual, de modo que no solamente todos sean copropietarios de todo – tierra, minas, máquinas, instrumentos de labranza, medios de producción, cambio, etc. – sino que cada uno pueda así seguir su inclinación individual. Más aun, como todos estarían unidos en una armonía de intereses, todos trabajarían al unísono para aumentar el bienestar general, igual que sucede en las sociedades comerciales, en las que la unión se basa en el provecho mutuo, y se encuentra totalmente libre de cualquier presión exterior.
Las opiniones están divididas en cuanto a los medios que se deberán emplear para conseguir esta condición ideal, algunos se inclinan por el método evolutivo, otros por el revolucionario; los primeros proponen realizar su utopía con los medios que están a su disposición, sobre todo el sufragio universal; mientras que los segundos pretenden hacerlos efectivos inmediatamente mediante métodos violentos. En este aspecto, los primeros pasan al socialismo colectivo y los segundos siguen siendo anarquistas puros. Sin embargo, ambos difieren del socialismo en un punto muy importante. Porque aunque el socialismo coincida con los anarquistas en la conveniencia de abolir las instituciones existentes, tiende hacia lo que llaman una “sociedad socializada”. Postula la existencia de un poder central que asigne las ocupaciones, distribuya las retribuciones, y supervise y dirija los intereses colectivos. Absorbe al individuo a favor del Estado; la anarquía, en cambio, hace lo opuesto. De una manera general, puede decirse que el socialismo, también, reprueba los métodos violentos y pretende alcanzar sus fines por medio de una evolución gradual de las condiciones presentes. Su alejamiento público de los métodos anárquicos se evidencia en el trato del ruso Bakounin, quien se hizo notable por su actividad durante la revolución francesa de 1848, y quien, cuando fue entregado a Rusia, escapó de Siberia y fomentó los desórdenes rusos de 1869, principalmente a través de su agente Netschaïeff, y que, finalmente, se asoció con Cluseret y Richard en las atrocidades cometidas durante la Comuna Francesa de 1871. En 1868, estableció la Alianza Internacional de la Democracia Social, e intentó unirla con la Asociación Internacional de Obreros fundada por el socialista Marx en 1864. La coalición duró poco. En el congreso de La Haya de 1872 se desató un violento cisma, y puede decirse que entonces el partido de la anarquía empezó como una organización diferente. A continuación, Bakounin organizó la Fédération Jurassienne. Sacó a la luz un periódico llamado Avant Garde, aunque poco más se hiciera hasta que Elisée Reclus y Kropotkin fundaran La Révolte .
El Congreso Socialista de París de 1881(del cual los anarquistas fueron expulsados) volvió a repudiar los principios de la anarquía. Lo mismo sucedió en los congresos de Zürich, en 1893, y de Hamburgo y Londres, en 1897. En el sexto Congreso de los Marxistas, celebrado en Ginebra en 1863, el término anarquista se aplicó a una sección autónoma de esa Convención. Pero es difícil determinar hasta qué punto las teorías y prácticas de cada una coincidían con las de la otra. Porque independientemente de los pronunciamientos oficiales de los diversos congresos, las líneas de demarcación entre ambos movimientos resultan frecuentemente, oscuras. De tal modo que, según algunos escritores, los anarquistas pueden ser clasificados, en primer término, como Individualistas extremados; aquellos que consideran la intervención del Estado como una “molestia” – esa es la palabra empleada – que debe reducirse al mínimo lo más pronto posible. Esta era la postura de Herbert Spencer y de Auberon Herbert, quienes se hubieran sentido ofendidos si hubieran sido colocados en la categoría de anarquistas. La doctrina de Spencer de minimizar la autoridad gubernamental la tomó de la “Justicia Política” de Goodwin (1793).En segundo término estarían lo que podrían describirse como de los “Expectantes”; aquellos que admiten un control central hasta que la opinión pública esté suficientemente educada para prescindir de ella. William Morris abandonó a los Nihilistas Socialdemócratas cuando advirtió que él mismo estaba inclinándose en esa dirección. Finalmente, están los Negativos Universales, o Nihilistas, quienes creen en el asesinato de los gobernantes y en otras manifestaciones violentas de odio contra las condiciones imperantes. La primera exposición científica – así llamada - de este anarquismo nihilista parece haber sido la obra del eminente geógrafo francés Elisée Reclus y del Príncipe ruso Kropotkin, que la incorporó a un sistema definitivo, aunque se le atribuye lo mismo a Hess, quien en 1843 publicó dos volúmenes sobre “Philosophie der That und Sozialismus”. Grün y Stern también formularon sus teorías seguidas de hechos horrorosos cometidos por anarquistas confesos, tanto en Europa como en América; no sólo el asesinato de gobernantes – el de McKingley es un ejemplo de ellos – sino la colocación de bombas en parlamentos, la destrucción de iglesias, el asesinato de policías, como sucedió en Chicago, etc. Esta era la forma de hacer propaganda de lo actos propugnados por Bakunin¸ pero tanto Reclus como Kropotkin protestaron aduciendo que su concepto de la anarquía no contemplaba la comisión de tales excesos. Si hablaban la verdad o lo hacían por temor al odio público, deberá dejarse al juicio de cada uno. Sólo después del intento de asesinato del Emperador Guillermo, en 1878, los socialistas alemanes Bebel y Liebeknecht, se declararon contra la anarquía. En Francia, actualmente, el partido no sólo ha suprimido la Iglesia, sino que pide a voces la supresión del ejército mientras predica la rebelión a los soldados, ridiculizando la idea de patriotismo y reclamando la abolición de las fronteras nacionales; son anarquistas, pero al mismo tiempo parecen afiliarse al partido socialista ahora en el gobierno. Si es por simpatía o con el propósito de dejar que la anarquía hiciera el trabajo de destrucción sobre el cual el socialismo intenta edificar su Estado futuro, no es tema de controversia, por lo menos entre los conservadores franceses. Actualmente la anarquía está mostrándose en Francia, donde ejerce el mayor poder, aunque no se la conoce por su nombre distintivo. En realidad, donde el socialismo profesa el ateísmo impera la anarquía.
Hasta ahora los anarquistas no parece que tuvieran una organización central; aunque publican catorce diarios en francés, no todos impresos en Francia; dos lo están en inglés, uno en Londres y el otro en Nueva York; tres en alemán; diez en italiano; cuatro en español; uno en hebreo; dos en portugués y bohemio; uno en holandés. Como no existe una organización compacta, y como sus principios son también a menudo admitidos por aquellos que no son anarquistas confesos, es casi imposible formarse una idea exacta del número de sus miembros.
La raíz de todo este mal es la apostasía del Cristianismo, tan marcada en algunas naciones, y la aceptación, o influencia, del ateísmo. Una vez que se acepta que Dios no existe, inmediatamente se vuelve injusto e imposible exigir obediencia o sumisión de nadie. Si no hay Dios, no puede haber quien mande. La conclusión del anarquista es lógica. De igual modo, todos los mandamientos de Dios quedan necesariamente abolidos, y la reclamación de que el hombre tiene el derecho de satisfacer todas sus propensiones y pasiones queda justificada. No puede existir la familia, ni el Estado, ni la Iglesia, ni tampoco ninguna sociedad. El individuo es el centro y el poder determinante de todo. El culto que profesan al individuo, originado en el egoísmo de la filosofía de Hegel, y quizás culminando en Nietzsche, con su atroz “superman”, es el medio que se ha utilizado para acelerar la propagación de las doctrinas anárquicas. Los conceptos distorsionados de libertad de pensamiento, libertad de prensa, libertad de palabra, libertad de conciencia, que se reivindican como derechos, y que se consideran esenciales en la civilización moderna, cualquiera sea la extravagancia a la que conduzcan – incluso a la difusión de las doctrinas más revolucionarias e inmorales – han magnificado la importancia y el carácter sagrado del individuo hasta el punto de que se ha convertido para sí mismo en la ley, en ética y religión, y está prácticamente persuadido de su independencia absoluta del Creador en su conducta en la vida. En mucha de la literatura actual existe casi una idolatría del poder humano, no importa con cuantos crímenes se asocie. Nuevamente, el método de educación en algunos países, que excluyen absolutamente hasta el nombre de Dios de los colegios, y que no admite ninguna instrucción religiosa, o solamente un código ético sin sanción ni autoridad, no podría dejar de desarrollar una generación de anarquistas. Los padres conservan algunos recuerdos de la religión y un sentido de la obligación unido a ella; la generación siguiente no tendrá ninguno. Finalmente, la acumulación excesiva de riquezas en las manos de unos pocos por métodos supuestamente deshonestos, y el uso pretendido de ellas para corromper las asambleas con la finalidad de que perpetúen los abusos, proveen material para que los demagogos sin principios levanten las peores pasiones en la población. Más aun, aunque la condición de los pobres no es tan mala como solía serlo, el contraste con el lujo de los ricos es suficiente para excitar la codicia y la ira, mientras que la ausencia de motivos religiosos hacen que la pobreza y el sufrimiento sean no sólo insoportables, sino, a los ojos de las víctimas, innecesarios e injustos.
La teoría de la anarquía va contra toda razón. Aparte del hecho de que se opone a algunos de los instintos más apreciados de la humanidad, como, por ejemplo, la vida de familia y el patriotismo, es evidente que una sociedad sin autoridad no podría mantenerse ni un momento. Los hombres cuyo único propósito fuera satisfacer sus inclinaciones se encuentran, por este mismo hecho, muy cerca del nivel animal. Los métodos que ya usan para la prosecución de sus designios muestran de qué manera los instintos animales se hacen sentir en ellos. El único remedio para este desorden es evidentemente un retorno a la recta razón y a la práctica de la religión; y, como protección para el futuro, inculcar moralidad cristiana en la educación de los jóvenes.

Autor: T.J. Campbell. Transcripto por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
Traducción: Estela Sánchez Viamonte

Bibliografía: BAKOUNIN, Dieu et l’état (París,1895) ; PROUDHON, Oeuvres(París, 1851) ; HERZEN, De l’autre rive ; TCHEMCHEWSKI, L’économie politique jugée par la science ; ELISÉE RECLUS, Evolution et Révolution (París, 1891) ; SPENCER, El individuo versus el Estado ;EMILE GAUTIER, Propos anarchistes ; Heures de travail ; KROPOTKIN, Aux juenes gens ; Parole d’un révolté ; TUCKER, En lugar de un libro (Nueva york, 1893) ; ELY, Movimiento Laborista en América (Londres, 1890) ; KERKUP, Historisa del Socialismo (Londres, 1892) ; Revue des Deux Mondes (Nov. 15 dde 1893).

Analogía.

Término filosófico usado para designar, primero, la propiedad de las cosas; segundo, el proceso de razonamiento. Debemos considerar su significado y su uso:
I. En las ciencias físicas y naturales; II. En metafísica y filosofía escolástica; III. En la teodicea; IV. En relación con los misterios de la fe.

I. ANALOGÍA EN LAS CIENCIAS FÍSICAS Y NATURALES
En cuanto propiedad, analogía significa una cierta similitud mezclada con una diferencia. Esta similitud puede encontrarse fundamentada, por entero o principalmente, sobre un concepto de la mente; en este sentido decimos que existe una analogía entre la luz del sol y la luz de la mente, entre un león y un hombre valiente, entre un organismo y la sociedad. Esta clase de analogía es la fuente de la metáfora. La similitud puede encontrarse en la existencia real de propiedades similares en objetos de diferentes especies, géneros o clases; esos órganos, por ejemplo, son análogos, los cuales, perteneciendo a seres de diferentes especies o géneros, y difiriendo en estructura, cumplen las mismas funciones fisiológicas o están relacionados del mismo modo. En cuanto al proceso de razonamiento, la analogía consiste en sacar conclusiones de algunas propiedades analógicas o similitudes bajo ciertos aspectos, de otras propiedades analógicas o similitudes bajo otros aspectos. Éste fue el proceso que hizo que Franklin pasara de la analogía entre los efectos del relámpago y los efectos de la electricidad, a la identidad de aquello que los originaba; de la analogía entre ciertos órganos de los fósiles y esos mismos órganos en las especies actuales, Cuvier dedujo la analogía de todo el organismo; de la analogía entre los órganos y las acciones externas de los animales y las nuestras inferimos la existencia del conocimiento en ellos. El razonamiento analógico es una combinación de los razonamientos inductivo y deductivo basados en el principio de que “las propiedades analógicas consideradas similares incluyen consecuencias similares”. Es evidente que el razonamiento analógico, en cuanto a su valor, depende del valor de la propiedad analógica en la que descansa. Basándose en una mera concepción de la mente, se puede insinuar pero no probar; no se puede llegar a ninguna conclusión, sino sólo a comparaciones. Basándose en propiedades reales, resulta más o menos conclusivo de acuerdo con el número y significado de las propiedades similares y de acuerdo con la escasez e insignificancia de las propiedades disímiles. Desde un punto de vista estrictamente lógico, el razonamiento analógico puede proporcionar solamente conclusiones probables e hipótesis. Tal es el caso de la mayoría de las teorías en las ciencias físicas y naturales, que permanecen siendo hipótesis mientras sean el mero resultado de la analogía y no hayan sido verificadas directa o indirectamente.
II. ANALOGÍA EN METAFÍSICA Y FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA
La analogía en la metafísica y en la filosofía escolástica ha sido cuidadosamente estudiada por los Escolásticos, especialmente por el Pseudo-Dionisio, Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino. También puede ser considerada ya sea como una propiedad o como un proceso de razonamiento. Como una propiedad metafísica, la analogía no consiste en un mero parecido entre diversos objetos, sino una proporción o relación de objeto a objeto. Por lo tanto, no es una coincidencia simplemente ambigua o verbal, ni una completa participación unívoca en un concepto común; sino que participa tanto de una como de otra. (Cf. Sto. Tomás, Summa Theol., I, Q.XIII, a. 5, 10; también, Q. VII, De potentiâ, a. 7). Podemos distinguir dos clases de analogía:
1. Se puede decir que dos conceptos son análogos cuando no tienen relación el uno con el otro sino con un tercer objeto; es decir, existe una analogía entre un remedio y la apariencia de una persona, en virtud de lo cual se puede decir de estos dos objetos que son saludables. Esto se basa en la relación que cada uno de ellos tiene con la salud de la persona, el primero como causa, el segundo como signo. Esto puede llamarse analogía indirecta. 2. Igualmente, se puede decir que dos objetos son análogos respecto de una relación existente entre ellos, y de la que carecen respecto de un tercer objeto. El remedio, el alimento y la apariencia externa se califican de saludables por la relación directa que tienen con la salud de la persona. En este caso la salud es la base de la analogía, y constituye un ejemplo de lo que los Escolásticos llaman summum analogatum (Cf. Sto Tomás, ib).
Esta segunda clase de analogía es doble. Dos cosas están relacionadas por una proporción de grado, distancia o medida: por ejemplo, 6 está en proporción directa con 3, del cual es el doble; o la salud que proporciona un remedio está directamente relacionada con, y directamente medida por, la salud que produce. Esta analogía se llama analogía de la proporción. Ambos objetos se relacionan uno con otro no por una proporción directa, sino mediante otra relación intermediaria: por ejemplo, 6 y 4 son análogos en el sentido de que 6 es el doble de 3 como 4 lo es de 2, o 6:4::3:2. La analogía entre la visión corporal e intelectual es de esta clase, porque la inteligencia es a la mente lo que el ojo es al cuerpo. Esta clase de analogía se basa en la proporción de la proporción; se la llama analogía de la proporcionalidad. (Cf. Sto. Tomás, Q. II, De verit., a. 11; Q. XXIII, De verit., a. 7, y 9).

III. ANALOGÍA COMO MÉTODO EN LA TEODICEA
Como el conocimiento humano procede de los datos proporcionados por los sentidos e interpretados por la razón, es evidente que el hombre no puede alcanzar perfecto conocimiento de la naturaleza de Dios que es esencialmente espiritual e infinito. Sin embargo, los distintos elementos de perfección, dependencia, limitación, etc., que existen en todos los seres finitos, mientras nos posibilitan probar la existencia de Dios, nos proporcionan también un cierto conocimiento de Su naturaleza. Porque los seres dependientes deben finalmente descansar en algo no dependiente, los seres relativos en lo que no es relativo, y, aunque este Ser no dependiente y no relativo no puede ser concebido en sí mismo, es necesariamente concebido hasta cierto punto a través de los seres que dependen de él y que están relacionados con él. No es un Desconocido o un Inconocible. Se lo puede conocer de diferentes maneras. Advertimos en las cosas finitas una dependencia múltiple. Estas cosas se producen; se producen de acuerdo con un cierto plan en vista de un cierto fin. Debemos sacar en conclusión que tienen una causa que posee en sí misma un poder de eficacia, ejemplaridad, y finalidad, con todos los elementos que tal poder requiere: inteligencia, voluntad, personalidad, etc. Los Escolásticos llamaban a esta manera de razonar “la manera de la causalidad” (via causalitatis). (Cf. Pseudo-Dionysius, De Div. Nom., c. i, sect. 6, in P. G., III, 595; también, Sto. Tomás, Summa Theol., I, Q, III, a. 3; Q. XIII, a. 12.) Cuando razonamos desde los efectos de la Causa Primera o Última, eliminamos de ella los defectos, imperfecciones, y limitaciones que están en sus efectos sólo porque son efectos, como el cambio, la limitación, el tiempo y el espacio. Este modo de razonar es “el camino de la negación o remoción” (via negationis, remotionis). (Cf Pseudo- Dionysius, ibid.; también Sto. Tomás, Summa Theol., I, QQ. iii-xiii, a. 1; C. Gent., lib. I, c. xiv). Finalmente, es fácilmente comprensible que las perfecciones afirmadas, en estas dos maneras, de Dios, como Causa Primera y Perfecta, no pueden atribuírsele a Él en el mismo sentido que tienen en los seres finitos, sino sólo de una manera absolutamente excelente o eminentísima. (via eminentiae, excellentiae). (Cf. Pseudo-Dionysius, Div. Nom., c. i, sect. 41, in P.G., III, 516, 590; c. Ii, sect. 3, 8, in P.G., III, 646, 689; Sto. Tomás, ibid).
¿Cuál es el valor de nuestro conocimiento de Dios adquirido por tal razonamiento? De acuerdo con el Agnosticismo, atribuir estas perfecciones a Dios es sencillamente imposible, ya que las conocemos sólo como esencialmente limitadas e imperfectas, necesariamente relativas a cierta especie de género, mientras que Dios es el esencialmente Perfecto, el infinitamente Absoluto. Por lo tanto, todo lo que afirmamos de Dios es falso o por lo menos carente de sentido. Él es el Inconocible; está infinitamente por encima de todos nuestros conceptos y términos. El Agnosticismo admite que estos conceptos y nombres son una satisfacción y ayuda para la imaginación al pensar en el Impensable; pero a condición de que recordemos que son puramente arbitrarias; que son prácticamente símbolos sin valor objetivo. Según el Agnosticismo, pensar o decir algo de Dios es caer necesariamente en el Antropomorfismo. Sto. Tomás y los escolásticos ignoran tanto el Agnosticismo como el Antropomorfismo, pero declaran falsos a ambos. Dios no se puede conocer absolutamente, y sin embargo es verdad que no podemos definirlo adecuadamente. Pero podemos concebirlo y nombrarlo de una “manera analógica”. Las perfecciones manifestadas en las criaturas están en Dios, no meramente de manera nominativa (equivoce) sino real y positivamente, ya que Él es su origen. No obstante, no se encuentran en Él como se encuentran en la criatura, con una simple diferencia de grado, ni siquiera con una mera diferencia específica o genérica (univoce), porque no existe un concepto común que incluya lo finito con lo Infinito. Se encuentran verdaderamente en Él de manera supereminente (eminenter) la cual es totalmente inconmensurable con su modo de ser en las criaturas. (Cf. Sto. Tomás, Summa Theol., I. Q.xiii, a.5,6; C. Gent., lib. I, c. xxii-xxxv, en I Sent. Dist., xiii, Q. I, a. L, ad 4am.) Podemos concebir y expresar estas perfecciones solamente mediante una analogía; pero no por analogía de proporción, porque esta analogía se basa en la participación en un concepto común, y, como ya lo hemos afirmado, no hay ningún elemento que sea común a lo finito y a lo Infinito; sino por analogía de proporcionalidad. Estas perfecciones se encuentran verdaderamente en Dios, y están el Él en la misma relación con Su esencia infinita que lo están en las criaturas en relación con su naturaleza finita. (Cf. Sto. Tomás, Summa Theol., I, Q. iv, a. 3; Q. xiii, 5; Q. Ii, De verit., a. 11, in corp. Ad 2am; ibid., xxiii, a. 7, ad 9 supam.) Por lo tanto, debemos afirmar que todas las perfecciones están verdaderamente en Dios, infinitamente. No podemos definir ni expresar este infinitamente; únicamente podemos afirmar que ésta es la manera absolutamente perfecta, que no admite ninguna de las limitaciones que encontramos en las criaturas. De allí que nuestro concepto de Dios, por muy positivo que sea en su contenido objetivo, es, de acuerdo con lo representado en nuestra mente y lo expresado con nuestras palabras, más negativo que positivo. Sabemos lo que Dios no es, más que lo que Él es. (Cf. Sto. Tomás, Summa Theol., I, Q. iii, toda la cuestión; Q. xiii, a. 2,3,5,12; Q.ii, De veritate, a. 1, ad 9am, ad 10am.) Tal concepto no es, evidentemente, ni falso ni carente de sentido; es claramente inadecuado. En una palabra, nuestro concepto de Dios es un concepto humano y no puede ser otro. Pero si necesariamente representamos a Dios en manera humana, si resulta incluso que es desde nuestra naturaleza humana que tomamos la mayor parte de las propiedades y perfecciones que proclamamos que Él posee, no Lo concebimos como hombre, ni siquiera como hombre perfeccionado, ya que eliminamos de esas propiedades, como atributos de Dios, todos los límites e imperfecciones que en el hombre y las demás criaturas son parte de su esencia.

IV. LA ANALOGÍA EN EL CONOCIMIENTO DE LOS MISTERIOS DE LA FE
Los Padres de la Iglesia siempre enfatizaron la imposibilidad de la razón humana para descubrir y aun representar adecuadamente los misterios de la fe, e insistieron en la necesidad de los conceptos analógicos en sus representaciones y expresiones. Sto. Tomás, después del Pseudo-Dionisio y de Alberto Magno, aplica, de esta misma manera, la teoría de la analogía a los misterios de la fe. (Cf. Sto. Tomás, Summa theol., I, Q. i, a. 9; Q. xxii, a. 1; In Librum Boëthii De Trinitate Expositio.) El Concilio Vaticano expuso la doctrina católica sobre el tema. (Cf. Const., Dei Filius, cap. Iv; cf. también Conc. Coloniense, 1860.) (1) Antes de la Revelación, la analogía no puede descubrir los misterios, ya que la razón sólo puede conocer a Dios en lo que ha sido manifestado sobre Él y que esté en relación causal necesaria con Él en las cosas creadas. (2) En la Revelación, es necesaria la analogía, ya que Dios no puede revelar al hombre los misterios a través de conceptos inteligibles a la mente humana, y por lo tanto, analógicos. (3) Después de la Revelación, la analogía es útil para darnos un cierto conocimiento de los misterios, ya sea por comparación con las cosas naturales y las verdades, o por consideración de los misterios en relación unos con otros y con el destino del hombre.

Autor: G. M. Sauvage. Transcripción: Bob Elder
Traducción: Estela Sánchez Viamonte

Bibliografía: PSUEDO-DIONYSIUS, Opera Omnia; Sto. Tomás, Summa Theol., I QQ. iii,iv, xiii; contra Gent., lib. I, xxix; II, ii; Quaest. disp., De verit., QQ. Ii, xxiii; De potentiâ, Q.vii ; In Boet. De Trinitate, expositio ; DE REGNON, Études de théologie positive sur la S. Trinité (París, 1898) ; GRANDERATH, Constitutiones dogmaticae S. Oecumenici Concilii Vaticani (Freiburg im Br., 1892) ; HONTHEIM, Institutiones Theodicae (ibid., 1893) ; DE LA BARRE, La vie du dogme catholique (París, 1898) ; CHOLLET in Dict. De théol.cath. s.v. ; SERTILLANGES, Agnosticisme ou anthropomorphisme in Rev. De philosophie, 1 Feb., y 1 Ago., 1906 ; GARDAIR, L’Etre Divin in Rev de phil., julio de 1906.

Concilio de Anagni.

EL CONCILIO DE ANAGNI (1160)
En este concilio, el Papa Alejandro III, rodeado por sus cardenales y obispos, excomulgó solemnemente al emperador Federico Barbarroja, al Pfalzgraf Otto y sus seguidores y renovó las excomuniones al antipapa Octaviano (Victor IV). Los súbditos del emperador fueron declarados libres del juramento de fidelidad.

Bibliografía: UGHELLI, Italia Sacra (Venice, 1722), I, 305: GAMS, Series Episcoporum Eccl. cathol. (Ratisbon, 1873), 663; CAPPELLETTI, Le chiese d'Italia (Venice, 1866), VI, 171: Liber Pontif. (ed. DUCHESNE), II, 403; HEFELE, Conciliengesch. V. 93.
Fuente: A'Becket, John Joseph. "Anagni." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01448a.htm>.
Traducido por Pedro Royo. L H M

Diócesis de Anagni.

Diócesis italiana en la provincia de Roma bajo jurisdicción inmediata de la Santa Sede. Comprende diez ciudades. La iglesia de Anagni reclama tener un origen apostólico. Anagni aparece como episcopado en la historia en el siglo V. Félix, su obispo estuvo presente en el concilio de Letrán celebrado en 487 (Mansi, VII, 1171), y Fortunato estuvo entre los que firmaron las actas del sínodo de 499 (Mommsen, M. G. H. Auct., Ant., XII, 400). En siglos posteriores el obispado de Anagni cobró mucha importancia porque sus ocupantes recibían consideraciones especiales de los Papas. Zacarías de Anagni fue legado del Papa San Nicolás I en el sínodo de Constantinopla de 851 para decidir sobre la validez de la elección de Focio al patriarcado. En 896 Esteban de Anagni se convirtió en Papa. Anagni le dio cuatro papas a la Iglesia todos relacionados entre sí: Papa Inocencio III (1198-1216); Papa Gregorio IX (1227-41); Papa Alejandro IV (1254-61); Papa Bonifacio VIII (1294-1303). Santo Tomás Becket en su huida fue recibido por los canónigos de Anagni, y una capilla erigida en su honor en el sótano de la catedral a petición de Enrique II de Inglaterra, es ahora usado como lugar de sepultura para los canónigos. Bonifacio VIII fue atacado violentamente en Anagni por Guillaume de Nogaret y Sciarra Colonna, emisarios de Felipe el Hermoso (Le Bel). La diócesis y los canónigos tienen varios privilegios especiales conferidos por los distintos Papas. La catedral tiene varias reliquias importantes, como trozos de túnica y vestimentas. A principios del siglo XX tenía 31,200 católicos, 26 parroquias, 59 sacerdotes seculares, 52 regulares, 45 seminaristas, 50 iglesias o capillas.

Anagni.

LA DIOCESIS DE ANAGNI
Diócesis italiana en la provincia de Roma bajo jurisdicción inmediata de la Santa Sede. Comprende diez ciudades. La iglesia de Anagni reclama tener un origen apostólico. Anagni aparece como episcopado en la historia en el siglo V. Félix, su obispo estuvo presente en el concilio de Letrán celebrado en 487 (Mansi, VII, 1171), y Fortunato estuvo entre los que firmaron las actas del sínodo de 499 (Mommsen, M. G. H. Auct., Ant., XII, 400). En siglos posteriores el obispado de Anagni cobró mucha importancia porque sus ocupantes recibían consideraciones especiales de los Papas. Zacarías de Anagni fue legado del Papa San Nicolás I en el sínodo de Constantinopla de 851 para decidir sobre la validez de la elección de Focio al patriarcado. En 896 Esteban de Anagni se convirtió en Papa. Anagni le dio cuatro papas a la Iglesia todos relacionados entre sí: Papa Inocencio III (1198-1216); Papa Gregorio IX (1227-41); Papa Alejandro IV (1254-61); Papa Bonifacio VIII (1294-1303). Santo Tomás Becket en su huida fue recibido por los canónigos de Anagni, y una capilla erigida en su honor en el sótano de la catedral a petición de Enrique II de Inglaterra, es ahora usado como lugar de sepultura para los canónigos. Bonifacio VIII fue atacado violentamente en Anagni por Guillaume de Nogaret y Sciarra Colonna, emisarios de Felipe el Hermoso (Le Bel). La diócesis y los canónigos tienen varios privilegios especiales conferidos por los distintos Papas. La catedral tiene varias reliquias importantes, como trozos de túnica y vestimentas. A principios del siglo XX tenía 31,200 católicos, 26 parroquias, 59 sacerdotes seculares, 52 regulares, 45 seminaristas, 50 iglesias o capillas.

EL CONCILIO DE ANAGNI (1160)
En este concilio, el Papa Alejandro III, rodeado por sus cardenales y obispos, excomulgó solemnemente al emperador Federico Barbarroja, al Pfalzgraf Otto y sus seguidores y renovó las excomuniones al antipapa Octaviano (Victor IV). Los súbditos del emperador fueron declarados libres del juramento de fidelidad.

Bibliografía: UGHELLI, Italia Sacra (Venice, 1722), I, 305: GAMS, Series Episcoporum Eccl. cathol. (Ratisbon, 1873), 663; CAPPELLETTI, Le chiese d'Italia (Venice, 1866), VI, 171: Liber Pontif. (ed. DUCHESNE), II, 403; HEFELE, Conciliengesch. V. 93.
Fuente: A'Becket, John Joseph. "Anagni." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01448a.htm>.
Traducido por Pedro Royo. L H M