domingo, 28 de julio de 2013

Amito II.

 

El amito de los cristianos es una vestidura con la que el sacerdote cubre su cabeza, y después ciñe su cuello, cubriendo sus hombros, por esto se dice “amito ab amicendo” o “cooperiendo”. Se pone debajo las demás vestiduras, y se llama en la Iglesia superhumeral, porque se extiende sobre los hombros y están cubiertos con él. El amito significa la elevación del alma que debe tener el sacerdote, y la fe con las buenas obras, sirviendo al sacerdote como de un broquel. Esto pide el sacerdote al Señor cuando dice al ponérselo : Impone Dómine capiti meo, etc. como dice el Eclesiástico. El amito trae a la memoria el asqueroso lienzo con que los judíos cubrieron el rostro de Cristo cuando al darle golpes le decían: Dinos quién te golpeó. Por eso le adora el Sacerdote al ponérselo, como dice Mateo y Lucas . Cubre el amito el pecho y la espalda, en significación de fortaleza y santidad exterior con que debe ejercitarse el sacerdote en todas las obras de virtud. Las dos cintas, con las cuales el amito hace una cruz en el pecho y se ata asegurándolo en la espalda, simbolizan la buena intención y fin que han de tener sus palabras y obras, porque siendo el primer ornamento que viste el sacerdote, acude a reformar el cuello, donde está la voz. Porque la lengua del sacerdote que se viste para alabar y consagrar a Dios debe tener mucha reforma, siendo ajenas sus obras a toda hipocresía, acompañadas de toda verdad y sencillez, como dice San Pablo . Las cintas deben ser de dos varas cada una, para que se forme bien la cruz en el pecho y se asegure en la espalda, como lo manda la rúbrica. Los Apóstoles usaron este ornamento, que pasaron a sus sucesores. El amito se pone a la cabeza en forma de corona, y el sacerdote la deja así al quitársela. Formando una cruz con las cintas, adorándolo al ponérselo y al sacárselo para dar a entender que la grandeza de la divinidad se cubrió con nuestra humildad, como lo dio a entender el Ángel del Apocalipsis, que siendo tan fuerte descendía “amictus” nube, según la expresión de Isaías . Simboliza también la caridad que debe tener el sacerdote como principio y fin de todos los preceptos de Dios, dice San Pablo escribiendo a Timoteo , que el principio y el fin del mandamiento de Dios es la caridad, que nace del corazón perfecto, de la buena conciencia y de la fe no fingida.
Texto preparado por José Gálvez Krüger para la Enciclopedia Católica. Tomado de Lobera, Antonio “El Porqué de todas las ceremonias de la Iglesia”, Ignacio Porter, Impresor y Librero, 1769

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