miércoles, 31 de julio de 2013

Anáfora.

(Griego, ànaphorá, ofrenda, sacrificio).
Término litúrgico en el rito griego. Se utiliza en diversas formas en las liturgias del Oriente griego para denotar aquella parte del servicio que corresponde sustancialmente al Canon de la Misa latino. También significa el ofrecimiento del pan Eucarístico; el gran velo (vea aer) que cubre el mismo, y la procesión en la cual se lleva la ofrenda al altar (Brightman).
1. En el rito griego las anáforas son numerosas mientras que en el mientras que en el rito romano el canon de la Misa es desde tiempo inmemorial bastante invariable. La anáfora griega es sustancialmente de origen apostólico, aunque en su forma actual data del final del siglo IV o comienzos del V cuando San Basilio el Grande y San Juan Crisóstomo (respectivamente) abreviaron la liturgia que hasta entonces era muy larga y fatigosa. El término es de mucha importancia, dada su antigüedad, para la demostración del carácter sacrificial de la Santa Misa (ver Cabrol, 1911-13; Probst, 240, 325).
2. En la Iglesia Griega u oriental el ofertorio es una ceremonia más pausada e impresionante que en el rito romano. El sacerdote, acompañado por el diácono, los acólitos y portadores del incienso, va a la prothesis [un pequeño altar lateral donde se realiza la proskomide (N. del T.: preparación de las ofrendas)] y solemnemente llevan el pan y el vino bendecidos a través de la pequeña puerta diaconal del iconostasis y siguen al centro de la iglesia o por lo menos directamente en frente de las puertas reales, donde, dirigiéndose a la gente y sosteniendo las sagradas ofrendas en sus manos oran sucesivamente por las autoridades civiles y eclesiásticas. En la Iglesia Ortodoxa Griega se dicen las oraciones por el emperador o rey, el santo sínodo, y los diversos dignatarios de la Iglesia. En la Iglesia Católica griega estas oraciones se dicen por el Papa, el arzobispo, el emperador, el rey, etc., utilizando las mismas palabras. El sacerdote y el diácono prosiguen entonces solemnemente hacia el altar llevando los sagrados elementos a través de las puertas reales. Esta parte de la Misa griega se llama la “gran entrada”. Después que la patena y el cáliz han sido colocados en el altar, el sacerdote completa el ofertorio con esta oración: “Recibe también la oración de nosotros los pecadores y condúcela a Tu Santo Altar, y fortalécenos para presentar ofrendas y sacrificios espirituales ante ti por nuestros pecados y las ignorancias del pueblo, y considéranos dignos de hallar gracia delante de ti; que nuestro sacrificio pueda ser aceptable ante ti; y que el Espíritu de tu gracia descienda sobre nosotros y sobre estos dones presentados, y sobre todo tu pueblo”.
(Vea consagración; Sacrificio de la Misa, prefacio; ritos griegos.

Bibliografía: Muchas de las anáforas orientales se pueden leer en RENAUDOT, Liturgiarum Orientalium Collectio (Frankfort ed., 1847); GOAR, Euchologium, sive Rituale Græcarum (2da. ed., Venecia, 1730); J. A. ASSUMANI, Codex Liturgicus (Roma, 1754). Cf. también LEBRUN, Explication littérale, etc., de la Messe (Lieja, 1781); NEALE, A History of the Holy Eastern Church (Londres, 1850), I, 461; BRIGHTMAN, Liturgies, Eastern adn Western (Oxford, 1906), passim; PROBST, Liturgie der drei ersten christl. Jahrhunderte (Tübinga, 1870); RENI, Gesch. des Mess¬Opferbegriffs (Freising, 1901), I, 311-524; Dict. d'arch. chrét., I, 1898-1919; PARRINO, La Messa Greca, (Palermo, 1904), 35.
Fuente: Shipman, Andrew. "Anaphora." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01451a.htm>.
Traducido por Daniel Reyes V. rc

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