El
padre Jorge Dintilhac SS.CC. fundó la Pontificia Universidad Católica
del Perú en 1917. Para acometer tan grande empresa educativa contó con
la ayuda de diversas personas e instituciones, quienes celebraron con él
la resolución suprema del 24 de marzo de ese año, suscrita por el
presidente José Pardo y Barreda, y el ministro de Instrucción Wenceslao
Valera, estableciendo la Universidad Católica: la primera universidad
privada del país.
Nacido con el nombre de Luis Eugenio en Provins (Francia) el 13 de
noviembre del 1878, estuvo vinculado desde su niñez a la Congregación de
los Sagrados Corazones, donde se hizo sacerdote (ordenado en la capital
peruana) y a la que perteneció hasta su muerte, acaecida en Lima el 13
de abril del 1947.Con un castellano fluido y bien pronunciado, el padre
Dintilhac llegó al Perú procedente de Valparaíso. Luego de continuar sus
estudios teológicos en la Universidad de San Marcos comenzó a concretar
su idea de formar un centro católico de estudios superiores. El padre
Dintilhac fue el primer rector de la Universidad Católica, a la que
gobernó durante treinta años (con algunas breves interrupciones).
Durante su mandato se definió el nombre institucional, Pontificia
Universidad Católica del Perú, y se trazó, desde el discurso inaugural,
la fisonomía que ahora tiene la PUCP.
Los mejores testigos, sus discípulos, siempre se han referido al padre Dintilhac con palabras laudatorias y justicieras. Adriana Flores de Saco pone de relieve su "humildad, serenidad, equilibro y dignidad". Ernesto Alayza Grundy dice que "era de natural timidez, pero firme y determinado para alcazar los objetivos que se proponía". Alberto Wagner de Reyna señala que "no era 'el rector', sino simplemente el padre Jorge, la indiscutida personificación del claustro". José Agustín de la Puente Candamo recuerda que el padre Dintilhac "fue un varón justo, un hombre bueno, un ministro de Dios que, en su calidad de profesor del Colegio de la Recoleta, sintió como un apostolado la necesidad de fundar una universidad católica, que fuera testimonio de la presencia de la Iglesia en la vida de la inteligencia y centro de formación cristiana de la juventud".
Los mejores testigos, sus discípulos, siempre se han referido al padre Dintilhac con palabras laudatorias y justicieras. Adriana Flores de Saco pone de relieve su "humildad, serenidad, equilibro y dignidad". Ernesto Alayza Grundy dice que "era de natural timidez, pero firme y determinado para alcazar los objetivos que se proponía". Alberto Wagner de Reyna señala que "no era 'el rector', sino simplemente el padre Jorge, la indiscutida personificación del claustro". José Agustín de la Puente Candamo recuerda que el padre Dintilhac "fue un varón justo, un hombre bueno, un ministro de Dios que, en su calidad de profesor del Colegio de la Recoleta, sintió como un apostolado la necesidad de fundar una universidad católica, que fuera testimonio de la presencia de la Iglesia en la vida de la inteligencia y centro de formación cristiana de la juventud".
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