La crucifixión es una
pintura del
pintor renacentista hispano-
flamenco Juan de Flandes. La obra fue realizada, se estima que entre
1509 y
1518, para el
retablo mayor de la catedral de Palencia, una de las ciudades en que Juan de Flandes estuvo activo tras la muerte de la
reina Isabel la Católica, al servicio de la cual había estado. En la actualidad se conserva en el
Museo del Prado de
Madrid.
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Historia de la obra
La crucifixión fue pintada por Juan de Flandes para el
retablo mayor de la
catedral de Palencia por encargo del
obispo Juan Rodríguez de Fonseca. Esta tabla, destinada a la calle central, estaba flanqueada por un
Camino del Calvario y un
Entierro de Cristo. La
Crucifixión permaneció allí hasta el año
1559, cuando fue sustituida por una
talla que representaba a
San Antolín. Gracias a un inventario realizado en
1668 se sabe que la pintura seguía en la catedral, en la
Sala Capitular. En
1944 fue adquirida por
Manuel Arburúa. La tabla permaneció en la colección particular de la familia Arburúa hasta que en 2005 el grupo contructor español
Ferrovial la compró, para después entregarla al Museo del Prado en calidad de pago de
impuestos que ascendían a siete millones de
euros, en virtud del sistema de
dación, que permite la trasmisión al
acreedor del dominio de un objeto como forma de pago de una
deuda. Se encuentra en el museo madrileño desde mayo de 2005.
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Análisis de la obra
La pintura responde a la
técnica del
óleo sobre tabla. La
perspectiva
adoptada por el pintor es la del punto de vista bajo, lo cual, junto
con el predominio de las líneas rectas y la monumentalidad del conjunto,
lo cerca a la manera de
Mantegna y le confiere un aire
italiano. El formato apaisado contribuye a que la
cruz domine la composición, alrededor de la cual se sitúan los personajes en
semicírculo. En el lado izquierdo coloca a la
Virgen, el
apóstol Juan,
María de Cleofás y
María Salomé. En el lado derecho, y en
primer plano, sitúa a un
soldado con
armadura, de espaldas. Detrás de la cruz, y en un plano inferior al de los demás personajes, aparecen
María Magdalena y dos hombres a
caballo. Sobre la plataforma rocosa del primer plano, ante la cruz, el pintor dispone una serie de elementos con valor
simbólico: un
frasco de
ungüento, alusivo a la
redención por
Cristo del
hombre; unas
piedras preciosas, que remiten al
Paraíso accesible gracias al
sacrificio de Jesús; la
calavera y los
huesos aluden al lugar de la
crucifixión, el
Gólgota, donde algunas tradiciones situaban también la
tumba de
Adán. Por otra parte, el
paisaje seco, característico de las
llanuras castellanas, encierra también alusiones a los
textos que cuentan la muerte de Jesús: la
nube oscura, las
aves, la presencia conjunta del
sol y la
luna, etc.
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El cuadro revela el gran dominio técnico de Juan de Flandes, patente en
la calidad pictórica de algunos elementos, como las joyas.
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Referencias
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