lunes, 3 de octubre de 2016

Mártires españoles del siglo XX

Aspecto de la Plaza de San Pedro en Roma.
Mártires españoles del siglo XX es la denominación elegida por la Iglesia Católica para el reconocimiento o beatificación de un número de sus religiosos que murieron de forma violenta en los años 1930 en diversos lugares de España en circunstancias que consideran modélicas por haber mantenido la profesión de su fe en el momento de la ejecución, siendo así mártires para ellos.
El 28 de octubre de 2007, durante el pontificado de Benedicto XVI, se realizó en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano la beatificación de unos quinientos mártires y se anuncia que hay más en proceso de estudio.

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Polémica

El proceso de beatificación no ha estado exento de polémica, al señalarse que muchos de los beatificados no murieron por ser religiosos o estar relacionados con la Iglesia Católica, sino por su postura a favor de la sublevación militar contra la República o posturas antidemocráticas.
Así, entre los beatificados se encuentra Cruz Laplana y Laguna, obispo de Cuenca. Según sus detractores, fue un conocido partidario del régimen monárquico, que desde la proclamación de la Segunda República, llevó a cabo una serie de campañas políticas a favor de la derecha por toda la provincia, y que tenía contactos con oficiales militares como el general Joaquín Fanjul, quien lideraría la sublevación militar de 1936 en Madrid, en apoyo de Franco. El obispo de Cuenca es descrito en su biografía como el "consejero supremo" del general Fanjul, además de estar relacionado con Falange. En 1936 apoyó personalmente a José Antonio Primo de Rivera, líder de dicho partido, como candidato en las elecciones locales. Cuando la sublevación fracasó en Cuenca, el obispo fue detenido por milicianos republicanos. Fue juzgado por conspirar contra la legalidad republicana y ejecutado el 8 de agosto.1
Por parte de sus partidarios, se declara que esas acusaciones son calumnias. En el proceso de beatificación, el alcalde socialista de Cuenca en 1936 declaró: "puedo resaltar que el Sr. Obispo, en política, huía de toda ella. La impresión en que se le tenía en Cuenca era que era buena persona, y no se le tenía odio alguno". Otro importante miembro del Frente Popular declaró en el mismo proceso: "“yo puedo decir que en el Palacio (episcopal) no se encontró absolutamente nada, ni de cartas, ni de periódicos, ni de armas, nada que pudiera ser comprometedor para el Sr. Obispo”.2

Referencias


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