Los cultos-cargo, tal como somos
“Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Arthur C. Clarke (1973)Los Cultos-Cargo, tal como los llaman los antropólogos, son la fascinante historia de la creación de una nueva religión en el siglo XX, folclore en formación ante nuestros ojos. Una religión que nace a inicios del siglo XX y que se desarrolla sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial en algunas islas del Pacífico. Un caramelo para sociólogos, antropólogos o filósofos que han escrito bastante sobre el asunto, así que tal vez ya conocen el tema, pero es que yo me he enterado hace poco, entre trabajar y seguir el twitter de Rajoy y todas las declaraciones de Mourinho no es fácil enterarse de cosas interesantes, no hay tiempo.
Hasta los años 40 del siglo XX los indígenas de algunos lugares remotos del Pacífico, sobre todo en la Melanesia, vivían apartados del mundo en sus idílicas islas. Bueno, a ellos no les parecían tan idílicas (háganse cargo -con perdón- no había resorts todavía) ya que tenían que trabajar duro para sobrevivir. Sus creencias podríamos calificarlas de habituales en estos casos: rendían culto a sus antepasados que regresarían trayendo consigo una nueva era de prosperidad.
Pero estalla la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico y aquello cambia por completo. Empiezan a oír extraños rugidos en el cielo, a ver enormes pájaros oscuros, o sea OVNIS, y grandes canoas o monstruos marinos. Primero a lo lejos y finalmente algunos desembarcan en su isla. El choque cultural es de proporciones bíblicas, nunca mejor dicho. Algo así como la llegada de las primeras suecas a nuestras playas, pero más bestia. De esas extrañas máquinas salen hombres muy blancos vestidos de verde, con curiosas insignias y banderas y objetos metálicos en sus manos. Sin duda eran los nuevos dioses o, como mínimo, sus profetas.
Nuevos dioses más poderosos
Todo el esquema de creencias de estos indígenas se vino al traste. Estos nuevos dioses parecían poderlo todo. Traían latas de conserva, linternas, leche en polvo, chocolate, tabaco y toda una suerte de objetos mágicos que empezaron a regalar a los indígenas. Éstos observaban ojipláticos cada detalle y pronto se dieron cuenta de una cosa, los dioses de los blancos eran mucho mejores que los suyos. Ellos llevaban siglos trabajando duro y siguiendo rituales y sacrificios sin un resultado demasiado satisfactorio. En cambio, estos mesías blancos no cultivaban, no pescaban, se limitaban a realizar unos extraños rituales: escribían en papeles, se sentaban ante cajas parlantes y se comunicaban con sus dioses a través de extraños artefactos que emitían ruidos y luces. A cambio, sus dioses enviaban un cargo (un flete) impresionante: comida y ropa, así como todo tipo de regalos en abundancia. Así, por la cara. Además, esos curiosos hombres blancos venidos de una tierra lejana a la que llamaban USA tenían también el poder de curar enfermedades, unos verdaderos magos. Un civilización superior llegada desde el espacio.
John Frum que estás en los cielos
Pero no hay bien que cien años dure y estos indígenas tuvieron la desgracia de que la guerra acabó y, tal como llegaron, los nuevos dioses blancos se fueron, llevándose sus cargos: la era de prosperidad acabó.El aprendizaje humano se da, sobre todo, por observación e imitación (al menos es lo que yo vi un día en un documental de los de la siesta) así que esos nativos melanesios lo vieron claro, debían copiar los ritos de los blancos para recibir ellos también el cargo, los regalos del cielo. Pintaron sus cuerpos imitando los uniformes de los blancos, desfilaron con fusiles hechos con cañas, construyeron radios con latas e incluso aviones y torres de control de madera. A día de hoy algunas comunidades siguen los mismos ritos a la espera del maná del cielo.
En una de esa pequeñas islas, Tanna, en el archipiélago de Vanuatu, se sigue celebrando una vez al año el rito principal de su nueva religión, El día de John Frum (el 15 de febrero), en el que honran a su dios. John Frum es un personaje a medio camino entre la realidad y la leyenda. Se cuenta de él que era bajito, con el pelo blanco y una casaca con numerosos botones. Se sospecha que fuera un soldado norteamericano y que su nombre vendría porque se presentaría diciendo algo así como “I am John, from America” y de ahí el nombre acortado, John Frum para aquí unos amigos y devotos seguidores. Aquel profeta blanco desbarata la estructura social y religiosa de la pequeña isla de Tanna. Les enseña muchas cosas, como que llegará un día en el que no tendrán que trabajar, que aquello será el paraíso, y a la vez les anuncia también la llegada del apocalipsis. Dice la leyenda que tuvo tres hijos: Isaac, Jacob y Lastuán (the last one), aunque muy pocos elegidos pudieron verlos y transmitir sus conocimientos.
Tras un tiempo, John Frum desapareció. Hoy día siguen esperando su retorno, que traerá otra vez el preciado cargo, una nueva era de abundancia en la que no habría que volver a trabajar. Siguen convocándolo cada 15 de febrero con sus desfiles, sus pistas de aterrizaje y sus aviones de caña.
http://www.youtube.com/watch?v=D8XPwHwMugM&feature=player_embedded
El poder observar desde fuera la creación de una religión ante nuestros ojos, además de dar trabajo a los antropólogos (pobres míos con la que está cayendo), nos induce a reflexionar. Aquí se dan algunos condicionantes que aparecen también en las religiones ortodoxas: un ser venido desde el cielo, diferente a nosotros y que posee un poder y unos conocimientos que nos sobrepasan. Nos cambia todo el marco de creencias y un día desaparece y nos deja esperando su vuelta, momento en el que nuestra tierra se convertirá en paraíso. Tal vez le suene de algo.
Funcionamos así, mediante mitos, que no son sino explicaciones de lo inexplicable. Hay que rellenar los huecos de todo lo que ignoramos buscando la interpretación que nos parece más sencilla y más adaptable a nuestros conocimientos y a nuestra conveniencia. Unos adoran a los mercados, otros a un dios que es único y a la vez son tres personas (con pasajes en los que habla consigo mismo como padre e hijo a la vez), otros a seres del espacio que nos observan y otros a Maradona o a John Frum.
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