Marduk
era para los babilonios su dios principal. Al convertirse Babilonia en
la ciudad más importante de Mesopotamia, situaron a su dios como jefe
del panteón. Así aparece en la imagen.
Cuando
uno de los mayores conquistadores del mundo antiguo, Ciro II (558-530
a.e.c.), rey de los persas, conquistó Babilonia, tomó una actitud de
respeto hacia el dios de la ciudad. Lo aceptó como su dios y lo incluyó
en su panteón de divinidades. De esta manera, con su actitud
conciliadora, pretendía que las gentes de Babilonia lo aceptaran como
nuevo rey. Los persas tomaron esa actitud de respeto hacia las
religiones de los territorios que controlaron e hicieron lo mismo con
Egipto o con los judíos, por ejemplo, a los que permitieron volver del
exilio en Babilonia y reconstruir el templo de Jerusalén. En el
siguiente texto se aprecia la actitud reverente del rey hacia Marduk:
«Soy Ciro, rey del mundo, gran soberano [...]. Cuando entré en Babilonia como amigo y establecí la sede de gobierno en el palacio del gobernante, en medio de júbilo y regocijo, Marduk, el gran señor, indujo a los habitantes de Babilonia a amarme, y yo procuré reverenciarlo a diario.
Mis numerosas tropas anduvieron por Babilonia en paz. [...] Me esforcé por la paz en Babilonia y en todas las ciudades sagradas.»
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