El Faraón Ajenatón. Museo de El Cairo, Egipto.
A
mediados del siglo XIV a.e.c., el faraón Ajenatón quiso imponer en
Egipto el culto de su dios preferido, Atón, que representaba el disco
solar. Poco a poco, los demás dioses fueron dejados de lado en la
religión oficial. Todas las plegarias, los rituales y las tradiciones
religiosas terminaron por tener como centro a Atón, a quien se le
consideró el creador de la tierra y de los hombres.
El
representante del dios Atón era el propio faraón Ajenatón. Además, los
sacerdotes y sus templos dejaron de ser tan necesarios porque a Atón se
le podía adorar en cualquier lugar, siempre que fuese visible el disco
solar. Con este dios, no existía necesidad de ningún intermediario
aparte del faraón.
Atón
era un dios de fácil comprensión para todos, ya que se trataba del Sol.
No necesitaba grandes y complicadas explicaciones para que se
entendiese su poder. Además, era un dios universal ya que el disco del
sol aparece en todas partes. Por lo tanto, podía ser aceptado por las
naciones extranjeras conquistadas en esa época por Egipto. Este culto
casi exclusivo a Atón, que a muchos les ha parecido una forma de
monoteísmo, desapareció tras la muerte del faraón Ajenatón, pero ha
dejado himnos de una gran fuerza poética.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.