El origen de esta tradición es incierto, aunque podría tener que ver con una costumbre celta de ahuecar nabos, colocar en su interior carbones encendidos y depositarlos junto a las tumbas de los seres queridos en la Noche de Difuntos. Es posible que este rito inspirara la leyenda irlandesa de Stingy Jack (Jack el Tacaño O Jack-o'-lantern), es espíritu de un borracho al que el diablo obligó a vagar entre los vivos alumbrándose con un candil fabricado, precisamente, con un nabo y un carbón.
La leyenda dio lugar a las Jack-o'-lantern o linternas de Jack, elemento esencial de la parafernalia de Halloween que, en el mundo anglosajón -y hoy en todo el planeta-, se celebra la noche del 31 de octubre (víspera de todos los Santos). El paso del magro nabo a la opulenta calabaza con una vela dentro se produjo cuando los inmigrantes irlandeses llegaron a EE.UU y se encontraron con estas enormes cucurbitáceas, que permiten incluso tallar el rostro de Jack en su corteza.
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