Del griego stoá, pórtico. Se conoce con este nombre a los representantes
del estoicismo, escuela filosófica fundada hacia el 300 a. C. por Zenón de
Citio, que impartió sus doctrinas en un pórtico ateniense pintado por
Polignoto (stoá poikíle), por lo que también se le ha llamado «escuela del
Pórtico» o «la Stoa».
La filosofía estoica, que junto con el epicureísmo (v.) y el escepticismo (v.) constituye el núcleo básico del pensamiento filosófico posaristotélico (V. ARISTOTÉLICOS), perduró a lo largo de toda la época helenística y se extendió al Imperio romano; este enorme lapso de tiempo tenía que introducir necesariamente mutaciones en el seno de las doctrinas estoicas, por lo que se ha dividido en tres grandes periodos: la Stoa, antigua, la Stoa media v la Stoa nueva, romana o imperial.
1. Estoicismo antiguo. Entre los e. pertenecientes a la Stoa antigua hay que destacar a Zenón (n. en Citium, en la isla de Chipre, ca. 336 a. C.; m. ca. 264), fundador de la escuela y que fijó las líneas esenciales de su doctrina; discípulo de los megáricos Estilpón y Diodoro Cronos, de los académicos Jenócrates y Polemón, y del cínico Crates -que influiría poderosamente en las tesis éticas del estoicismo-, fue autor de numerosos escritos de los que se conservan algunos fragmentos y, en ciertos casos, únicamente el título. Los otros dos grandes representantes de esta Stoa son Cleantes y Crisipo. Cleantes (n. en Assos ca. 331 a. C.; m. ca. 232) sucedió a Zenón como escolarca y fue un fiel seguidor de sus doctrinas; su actividad se consagró, más que a la creación de nuevas teorías, a la propagación de las de su maestro, en gran parte mediante el ejemplo que dio con su modo de vivir, basado en la austeridad; no fue un gran teórico, pero sí un hombre que hizo del estoicismo una vivencia; su obra más conocida es el Himno a Zeus, que influyó decisivamente en la religiosidad estoica. Crisipo (n. en Soli ca. 281 a. C.; m. ca. 208 en Atenas) sucedió a Cleantes como escolarca y fue el gran teórico de la escuela; su producción literaria fue enorme, ya que, según Diógenes Laercio, pasarían de setecientas sus obras (Vida, opiniones y apotegmas de filósofos ilustres, VII,180); su profundo espíritu sistematizador y dialéctico dio lugar a que estructurase el pensamiento estoico y lo defendiese brillantemente frente a las otras escuelas, por lo que se decía en la Antigüedad que «si no hubiera existido Crisipo, no hubiera existido la Stoa» (Diógenes Laercio, o. c. VII, 183).
Otros e. notables de este periodo fueron Aristón (n. en Quíos ca. 320 a. C.; m. ca. 250), discípulo de Zenón y que intentó hacer del estoicismo una doctrina exclusivamente ética, negando valor a los problemas lógicos y físicos; Herilo de Cartago (s. in a. C.), también discípulo de Zenón, que se opuso a la interpretación dada a las doctrinas de éste por Cleantes y Crisipo, sosteniendo una ética de índole intelectualista en la que la virtud se adecuaba con la ciencia; Perseo de Citio (s. in a. C.), amigo de Zenón y que introdujo en la Stoa elementos tomados de los socráticos menores de Elis y Eretria; Dionisio de Heraclea (s. iii a. C.), discípulo de Zenón, y que fue llamado «el metathémenos» (tornadizo), pues, aquejado de una oftalmía, y a causa de los dolores que padeció, abandonó la tesis estoica de la apátheía (imperturbabilidad) ante el dolor y aceptó el hedonismo (v.) cirenaico; Esfero del Bósforo (s. ni a. C.), discípulo de Cleantes, y que siguió con la idea de ejemplificar el estoicismo con el modo de vivir, tal como había hecho su maestro; Zenón de Tarso (s. ni-n a. C.), que sucedió a Crisipo como escolarca, difundió con su fácil palabra las doctrinas estoicas; Arquidemo de Tarso (s. n a. C.), seguidor de Crisipo; Boecio de Sidón (s. n-i a. C.) que, aunque fundamentalmente peripatético y escolarca de esta escuela a la muerte de Andrónico de Rodas, recogió muchos elementos del estoicismo, haciendo una especie de síntesis sincrética de ambos sistemas; Apolodoro de Seleucia (s.la a. C.), escolarca y defensor' de la Stoa frente a los ataques del académico Carnéades, que fue maestro de Panecio de Rodas, por lo que representa el enlace del estoicismo antiguo con el medio.
2. Estoicismo medio. La Sioa media representa una profunda mutación en el seno de las doctrinas estoicas; mientras que el estoicismo antiguo es reacio, en general, a admitir la influencia de otras escuelas, quizá por tratarse de un momento inicial en el que está comprometido en la lucha con ellas, especialmente con el escepticismo de los académicos, los e. medios se abren a numerosas influencias, dando con ello la característica fundamental de este periodo de la Stoa, la tendencia al sincretismo; además, frente al cultivo de la lógica y la física por los antiguos e., centrarán su atención en los problemas éticopolíticos, dando a la Stoa un giro práctico que influyó definitivamente en el peso que la escuela ejerció sobre el mundo romano a partir del s. i a. C. Los dos grandes representantes del estoicismo medio son Panecio y Posidonio.
Panecio (n. en Rodas en 185 a. C.; m. en 110) introdujo en el pensamiento estoico numerosas doctrinas platónicas, pitagóricas y aristotélicas, especialmente en psicología; en ética atenuó el rigorismo primitivo de la escuela, defendiendo el valor que para la felicidad y la perfección del hombre tienen los bienes materiales recta y prudentemente usados; su influencia sobre la intelectualidad romana fue profunda, a través del círculo de Escipión Emiliano; Cicerón (v.) se inspiró para su De officüs (Sobre los deberes) en el Perí toú kathékontos (Sobre el deber) de Panecio. La culminación de la Stoa media está encarnada en la persona de Posidonio (n. en Apamea, en Siria, ca. 135 a. C.; m. ca. 51) que, con su enciclopedismo famoso en el mundo antiguo, llevó a cabo el sincretismo iniciado por Panecio, acentuando el dualismo alma-cuerpo de origen pitagórico-platónico, con la consideración del segundo como la cárcel de la primera; la influencia de Posidonio en el mundo romano es patente si tenemos en cuenta que entre sus discípulos se cuentan Pompeyo y Cicerón;- a través de este último, que en su De natui a deoruan y De divinatione expuso detenidamente las doctrinas de su maestro, Posidonio extendió su influjo por todo el pensamiento romano, llegando hasta el neopatonismo y la patrística (v.).
Otros- representantes de la Stoa media son Dionisio de Cirene (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y gran matemático; Hecatón de Rodas (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y que acentuó la importancia de la ética sobre la lógica y la física; Mnesarco de Atenas (s. n-i a. C.), discípulo de Panecio; los miembros de la escuela estoica de Rodas, fundada por Panecio y engrandecida por Posidonio, entre los que destacan Asclepiodoto, Fenias y f asón.
3. Estoicismo nuevo. La Stoa nueva acentúa la preponderancia que la ética había ya adquirido en el estoicismo medio, dándole un fuerte matiz religioso del que había carecido con anterioridad; en este periodo se encuentran los representantes más conocidos -aunque quizá no los más fieles- del estoicismo, encabezados por la gran tríada de Séneca (v.), Epicteto y Marco Aurelio (v.), con los que el estoicismo centrará su temática en los problemas ético-religiosos. Epicteto (n. en Hierápolis ca. el 50 d. C.; m. ca. 138), esclavo emancipado, enseñó en Nicópolis, en el Epiro (Grecia), teniendo como discípulo a Arriano de Nicomedia, que recogió sus doctrinas en las Disertaciones y en el Enquiridón o Manual de Epicteto; con Epicteto sigue el proceso de similitud entre el estoicismo y el cristianismo, hasta el punto de que, del mismo modo que con Séneca, ha surgido modernamente la tesis de la influencia cristiana en el pensador estoico, como lo ha hecho en 1894 -aunque sin éxito- Th. Zahn en su Der stoiker Epiktet und sein Verhültnis zuna Christentum. El emperador Marco Aurelio (n. en Roma el 26 abr. 121; m. en Vindobona -la actual Viena- el 17 mar. 180) ha dejado en sus Soliloquios -cuyo título original era Tá eís heautón (A sí mismo) y constituía una especie de diario personal- una bella muestra de la espiritualidad estoica; se acentúa en él la temática religiosa y el cosmopolitismo estoicos, que desembocan en la noción de una solidaridad entre todos los humanos regida por el principio del amor mutuo (Para Séneca, v. su artículo).
Otros e. de este periodo son Cayo Musonio Rufo (s. i d. C.), que renovó la afinidad del estoicismo antiguo con el cinismo; Hierocles (s. i-n), que en su Ethiké stoicheíosis (Elementos de Ética) tiene grandes semejanzas con Epicteto; Lucio Anneo Cornuto (s. i d. C.), autor de un estudio sobre la teología griega en el que desarrolla la tesis de que el politeísmo heleno es aparente, ya que cada uno de los dioses no es más que la personificación de un atributo de un único principio divino; con él se inicia de forma plena el intento del paganismo (v.) de ofrecer una concepción religiosa superadora del politeísmo (v.) antropomórfico tradicional.
4. Caracteres generales del estoicismo. Por lo que respecta al complejo doctrinal del estocismo, es fácil darse cuenta de que la extensión cronológica de la escuela originó numerosas variaciones de pensamiento entre los representantes de la misma. No obstante, se pueden considerar como puntos básicos y comunes a los e. los siguientes:
1) División de la Filosofía en tres disciplinas: lógica, física y ética; esta tripartición del saber filosófico tiene un sentido jerárquico; la cúspide de la misma está ocupada por la ética, ya que el único problema realmente trascendente para el hombre es el moral; los demás saberes sólo tienen valor en la medida en que representan un medio necesario para la recta comprensión del orden moral; la lógica, por ser el instrumento para alcanzar la verdad; la física, como medio para develar los secretos de la naturaleza de la que forma parte integrante el hombre. Para aclarar este escalonamiento jerárquico los e. propusieron diversas comparaciones, entre las que es famosa la que asemeja la Filosofía a un huevo, en el que la cáscara representa la lógica, la clara la física y la yema la ética.
2) La 'lógica queda dividida en lógica formal y teoría del conocimiento. La aportación de los e., en especial de la Stoa antigua, a la primera fue de gran importancia; desarrollaron la teoría del razonamiento hipotético, la lógica proposicional y la teoría de los signos y la significación -precedente de la semiótica moderna-; puede decirse que los e. representan la única nueva aportación de importancia en lógica formal que el mundo antiguo hizo a la lógica aristotélica. En teoría del conocimiento predominó en la Stoa el sensismo (v.); una de las preocupaciones fundamentales de los e. fue el hallar un criterio de verdad (v.), siendo ellos los que elevaron esta cuestión a una de las capitales dentro de la problemática filosófica; el criterio de distinción entre lo verdadero y lo falso lo situaban en la fantasía kataleptiké, en la representación comprensiva, la cual gozaba de una evidencia (enárgeia) que se imponía al espíritu humano.
3) La física estoica deriva de la heraclítea, basándose en las nociones de fuego y de lógos; aceptando la teoría aristotélica del hilemorfismo (v.), los e. establecieron como materia del universo el fuego y como forma el lógos; todo el proceso dinámico cósmico, en el que del fuego primigenio se formarán los múltiples seres, está regido y ordenado por el lógos universal, razón suprema reguladora de la pluralidad de ciclos cósmicos, en los que el universo nace del fuego para volver a aniquilarse en él y volver a renacer; en el lógos están presentes todas las. diversas manifestaciones que adopta el devenir cósmico -teoría del lógos spermatikós-, entre las que el hombre ocupa un puesto destacado, ya que en él se manifiesta de modo especial el lógos universal; el lógos humano no es sino una participación de la razón cósmica, con lo que adquiere relieve el carácter de microcosmos del ser humano.
4) Por lo que la ética estoica cifrará la felicidad en el vivir conforme a la naturaleza, lo que equivale a vivir de acuerdo con la razón; el deber (tó kathékon) radica en dominar las pasiones, perturbadoras de la racionalidad, con lo que se alcanzará la apatía (apátheia); el único mal es el. vicio, la conducta pasional e irracional; el único bien, la virtud; todas las demás cosas -bienes materiales, salud o enfermedad, dolor o placer- son indiferentes; de ahí se deriva la fortaleza estoica, enunciada en el famoso «soporta y abstente» (ésta es la postura de la Stoa antigua; poco a poco los e. otorgaron algún valor, al menos relativo, a los bienes materiales); el que alcanza la apátheia con su vivir racional es el «sabio», término que en el estoicismo tiene un alcance más ético que especulativo.
El estoicismo resurge en el Renacimiento con 1. Lipsius (1547-1606), continuándose en C. Schoppe (15761649), Th. Gataker (1574-1654) y D. Heinsius (1580-1655), y extendiendo su influjo por diversos pensadores, entre los que destaca Kant (v.). En cierto modo el «espíritu estoico» ha sido una constante no sólo en la Filosofía, sino también en la Literatura universal.
V. t.: HELENÍSTICA, FILOSOFIA; GRECIA VII, 7; ASCETISMO II, 3; DEBER; etc.
La filosofía estoica, que junto con el epicureísmo (v.) y el escepticismo (v.) constituye el núcleo básico del pensamiento filosófico posaristotélico (V. ARISTOTÉLICOS), perduró a lo largo de toda la época helenística y se extendió al Imperio romano; este enorme lapso de tiempo tenía que introducir necesariamente mutaciones en el seno de las doctrinas estoicas, por lo que se ha dividido en tres grandes periodos: la Stoa, antigua, la Stoa media v la Stoa nueva, romana o imperial.
1. Estoicismo antiguo. Entre los e. pertenecientes a la Stoa antigua hay que destacar a Zenón (n. en Citium, en la isla de Chipre, ca. 336 a. C.; m. ca. 264), fundador de la escuela y que fijó las líneas esenciales de su doctrina; discípulo de los megáricos Estilpón y Diodoro Cronos, de los académicos Jenócrates y Polemón, y del cínico Crates -que influiría poderosamente en las tesis éticas del estoicismo-, fue autor de numerosos escritos de los que se conservan algunos fragmentos y, en ciertos casos, únicamente el título. Los otros dos grandes representantes de esta Stoa son Cleantes y Crisipo. Cleantes (n. en Assos ca. 331 a. C.; m. ca. 232) sucedió a Zenón como escolarca y fue un fiel seguidor de sus doctrinas; su actividad se consagró, más que a la creación de nuevas teorías, a la propagación de las de su maestro, en gran parte mediante el ejemplo que dio con su modo de vivir, basado en la austeridad; no fue un gran teórico, pero sí un hombre que hizo del estoicismo una vivencia; su obra más conocida es el Himno a Zeus, que influyó decisivamente en la religiosidad estoica. Crisipo (n. en Soli ca. 281 a. C.; m. ca. 208 en Atenas) sucedió a Cleantes como escolarca y fue el gran teórico de la escuela; su producción literaria fue enorme, ya que, según Diógenes Laercio, pasarían de setecientas sus obras (Vida, opiniones y apotegmas de filósofos ilustres, VII,180); su profundo espíritu sistematizador y dialéctico dio lugar a que estructurase el pensamiento estoico y lo defendiese brillantemente frente a las otras escuelas, por lo que se decía en la Antigüedad que «si no hubiera existido Crisipo, no hubiera existido la Stoa» (Diógenes Laercio, o. c. VII, 183).
Otros e. notables de este periodo fueron Aristón (n. en Quíos ca. 320 a. C.; m. ca. 250), discípulo de Zenón y que intentó hacer del estoicismo una doctrina exclusivamente ética, negando valor a los problemas lógicos y físicos; Herilo de Cartago (s. in a. C.), también discípulo de Zenón, que se opuso a la interpretación dada a las doctrinas de éste por Cleantes y Crisipo, sosteniendo una ética de índole intelectualista en la que la virtud se adecuaba con la ciencia; Perseo de Citio (s. in a. C.), amigo de Zenón y que introdujo en la Stoa elementos tomados de los socráticos menores de Elis y Eretria; Dionisio de Heraclea (s. iii a. C.), discípulo de Zenón, y que fue llamado «el metathémenos» (tornadizo), pues, aquejado de una oftalmía, y a causa de los dolores que padeció, abandonó la tesis estoica de la apátheía (imperturbabilidad) ante el dolor y aceptó el hedonismo (v.) cirenaico; Esfero del Bósforo (s. ni a. C.), discípulo de Cleantes, y que siguió con la idea de ejemplificar el estoicismo con el modo de vivir, tal como había hecho su maestro; Zenón de Tarso (s. ni-n a. C.), que sucedió a Crisipo como escolarca, difundió con su fácil palabra las doctrinas estoicas; Arquidemo de Tarso (s. n a. C.), seguidor de Crisipo; Boecio de Sidón (s. n-i a. C.) que, aunque fundamentalmente peripatético y escolarca de esta escuela a la muerte de Andrónico de Rodas, recogió muchos elementos del estoicismo, haciendo una especie de síntesis sincrética de ambos sistemas; Apolodoro de Seleucia (s.la a. C.), escolarca y defensor' de la Stoa frente a los ataques del académico Carnéades, que fue maestro de Panecio de Rodas, por lo que representa el enlace del estoicismo antiguo con el medio.
2. Estoicismo medio. La Sioa media representa una profunda mutación en el seno de las doctrinas estoicas; mientras que el estoicismo antiguo es reacio, en general, a admitir la influencia de otras escuelas, quizá por tratarse de un momento inicial en el que está comprometido en la lucha con ellas, especialmente con el escepticismo de los académicos, los e. medios se abren a numerosas influencias, dando con ello la característica fundamental de este periodo de la Stoa, la tendencia al sincretismo; además, frente al cultivo de la lógica y la física por los antiguos e., centrarán su atención en los problemas éticopolíticos, dando a la Stoa un giro práctico que influyó definitivamente en el peso que la escuela ejerció sobre el mundo romano a partir del s. i a. C. Los dos grandes representantes del estoicismo medio son Panecio y Posidonio.
Panecio (n. en Rodas en 185 a. C.; m. en 110) introdujo en el pensamiento estoico numerosas doctrinas platónicas, pitagóricas y aristotélicas, especialmente en psicología; en ética atenuó el rigorismo primitivo de la escuela, defendiendo el valor que para la felicidad y la perfección del hombre tienen los bienes materiales recta y prudentemente usados; su influencia sobre la intelectualidad romana fue profunda, a través del círculo de Escipión Emiliano; Cicerón (v.) se inspiró para su De officüs (Sobre los deberes) en el Perí toú kathékontos (Sobre el deber) de Panecio. La culminación de la Stoa media está encarnada en la persona de Posidonio (n. en Apamea, en Siria, ca. 135 a. C.; m. ca. 51) que, con su enciclopedismo famoso en el mundo antiguo, llevó a cabo el sincretismo iniciado por Panecio, acentuando el dualismo alma-cuerpo de origen pitagórico-platónico, con la consideración del segundo como la cárcel de la primera; la influencia de Posidonio en el mundo romano es patente si tenemos en cuenta que entre sus discípulos se cuentan Pompeyo y Cicerón;- a través de este último, que en su De natui a deoruan y De divinatione expuso detenidamente las doctrinas de su maestro, Posidonio extendió su influjo por todo el pensamiento romano, llegando hasta el neopatonismo y la patrística (v.).
Otros- representantes de la Stoa media son Dionisio de Cirene (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y gran matemático; Hecatón de Rodas (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y que acentuó la importancia de la ética sobre la lógica y la física; Mnesarco de Atenas (s. n-i a. C.), discípulo de Panecio; los miembros de la escuela estoica de Rodas, fundada por Panecio y engrandecida por Posidonio, entre los que destacan Asclepiodoto, Fenias y f asón.
3. Estoicismo nuevo. La Stoa nueva acentúa la preponderancia que la ética había ya adquirido en el estoicismo medio, dándole un fuerte matiz religioso del que había carecido con anterioridad; en este periodo se encuentran los representantes más conocidos -aunque quizá no los más fieles- del estoicismo, encabezados por la gran tríada de Séneca (v.), Epicteto y Marco Aurelio (v.), con los que el estoicismo centrará su temática en los problemas ético-religiosos. Epicteto (n. en Hierápolis ca. el 50 d. C.; m. ca. 138), esclavo emancipado, enseñó en Nicópolis, en el Epiro (Grecia), teniendo como discípulo a Arriano de Nicomedia, que recogió sus doctrinas en las Disertaciones y en el Enquiridón o Manual de Epicteto; con Epicteto sigue el proceso de similitud entre el estoicismo y el cristianismo, hasta el punto de que, del mismo modo que con Séneca, ha surgido modernamente la tesis de la influencia cristiana en el pensador estoico, como lo ha hecho en 1894 -aunque sin éxito- Th. Zahn en su Der stoiker Epiktet und sein Verhültnis zuna Christentum. El emperador Marco Aurelio (n. en Roma el 26 abr. 121; m. en Vindobona -la actual Viena- el 17 mar. 180) ha dejado en sus Soliloquios -cuyo título original era Tá eís heautón (A sí mismo) y constituía una especie de diario personal- una bella muestra de la espiritualidad estoica; se acentúa en él la temática religiosa y el cosmopolitismo estoicos, que desembocan en la noción de una solidaridad entre todos los humanos regida por el principio del amor mutuo (Para Séneca, v. su artículo).
Otros e. de este periodo son Cayo Musonio Rufo (s. i d. C.), que renovó la afinidad del estoicismo antiguo con el cinismo; Hierocles (s. i-n), que en su Ethiké stoicheíosis (Elementos de Ética) tiene grandes semejanzas con Epicteto; Lucio Anneo Cornuto (s. i d. C.), autor de un estudio sobre la teología griega en el que desarrolla la tesis de que el politeísmo heleno es aparente, ya que cada uno de los dioses no es más que la personificación de un atributo de un único principio divino; con él se inicia de forma plena el intento del paganismo (v.) de ofrecer una concepción religiosa superadora del politeísmo (v.) antropomórfico tradicional.
4. Caracteres generales del estoicismo. Por lo que respecta al complejo doctrinal del estocismo, es fácil darse cuenta de que la extensión cronológica de la escuela originó numerosas variaciones de pensamiento entre los representantes de la misma. No obstante, se pueden considerar como puntos básicos y comunes a los e. los siguientes:
1) División de la Filosofía en tres disciplinas: lógica, física y ética; esta tripartición del saber filosófico tiene un sentido jerárquico; la cúspide de la misma está ocupada por la ética, ya que el único problema realmente trascendente para el hombre es el moral; los demás saberes sólo tienen valor en la medida en que representan un medio necesario para la recta comprensión del orden moral; la lógica, por ser el instrumento para alcanzar la verdad; la física, como medio para develar los secretos de la naturaleza de la que forma parte integrante el hombre. Para aclarar este escalonamiento jerárquico los e. propusieron diversas comparaciones, entre las que es famosa la que asemeja la Filosofía a un huevo, en el que la cáscara representa la lógica, la clara la física y la yema la ética.
2) La 'lógica queda dividida en lógica formal y teoría del conocimiento. La aportación de los e., en especial de la Stoa antigua, a la primera fue de gran importancia; desarrollaron la teoría del razonamiento hipotético, la lógica proposicional y la teoría de los signos y la significación -precedente de la semiótica moderna-; puede decirse que los e. representan la única nueva aportación de importancia en lógica formal que el mundo antiguo hizo a la lógica aristotélica. En teoría del conocimiento predominó en la Stoa el sensismo (v.); una de las preocupaciones fundamentales de los e. fue el hallar un criterio de verdad (v.), siendo ellos los que elevaron esta cuestión a una de las capitales dentro de la problemática filosófica; el criterio de distinción entre lo verdadero y lo falso lo situaban en la fantasía kataleptiké, en la representación comprensiva, la cual gozaba de una evidencia (enárgeia) que se imponía al espíritu humano.
3) La física estoica deriva de la heraclítea, basándose en las nociones de fuego y de lógos; aceptando la teoría aristotélica del hilemorfismo (v.), los e. establecieron como materia del universo el fuego y como forma el lógos; todo el proceso dinámico cósmico, en el que del fuego primigenio se formarán los múltiples seres, está regido y ordenado por el lógos universal, razón suprema reguladora de la pluralidad de ciclos cósmicos, en los que el universo nace del fuego para volver a aniquilarse en él y volver a renacer; en el lógos están presentes todas las. diversas manifestaciones que adopta el devenir cósmico -teoría del lógos spermatikós-, entre las que el hombre ocupa un puesto destacado, ya que en él se manifiesta de modo especial el lógos universal; el lógos humano no es sino una participación de la razón cósmica, con lo que adquiere relieve el carácter de microcosmos del ser humano.
4) Por lo que la ética estoica cifrará la felicidad en el vivir conforme a la naturaleza, lo que equivale a vivir de acuerdo con la razón; el deber (tó kathékon) radica en dominar las pasiones, perturbadoras de la racionalidad, con lo que se alcanzará la apatía (apátheia); el único mal es el. vicio, la conducta pasional e irracional; el único bien, la virtud; todas las demás cosas -bienes materiales, salud o enfermedad, dolor o placer- son indiferentes; de ahí se deriva la fortaleza estoica, enunciada en el famoso «soporta y abstente» (ésta es la postura de la Stoa antigua; poco a poco los e. otorgaron algún valor, al menos relativo, a los bienes materiales); el que alcanza la apátheia con su vivir racional es el «sabio», término que en el estoicismo tiene un alcance más ético que especulativo.
El estoicismo resurge en el Renacimiento con 1. Lipsius (1547-1606), continuándose en C. Schoppe (15761649), Th. Gataker (1574-1654) y D. Heinsius (1580-1655), y extendiendo su influjo por diversos pensadores, entre los que destaca Kant (v.). En cierto modo el «espíritu estoico» ha sido una constante no sólo en la Filosofía, sino también en la Literatura universal.
V. t.: HELENÍSTICA, FILOSOFIA; GRECIA VII, 7; ASCETISMO II, 3; DEBER; etc.
BIBL.: H. v. ARNIM, Stoicorum
veterum fragmenta, Leipzig 1903-24; N. FESTA, I frammenti degli stoici
antichi, Bar¡ 1932-35; P. BARTH, La Stoa, Madrid 1930; M. POLENZ, Die Stoa.
Die Geschichte einer geistigen Bewegung, 2 ed. Gotinga 1959; P. ROTTA, Gli
stoici, Brescia 1953; 1. BRUN, Le stoicisme, París 1958; B. MATES, Stoic
Logic, Berkeley, 1953; K. REINHARDT, Kosmos und Sympathie, Mónaco 1920; R.
KIRK, The Moral Philosophy of the Stoics, Nueva Brunswick 1951; L. ZANTA,
La renaissance du stoicisme au XVIe siécle, París 1914.
1. BARRIO GUTIÉRREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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