Luis de Sebastián,
es catedrático de economía internacional (ESADE,
Universistat Ramon Llull).
Este Cuaderno gira en torno al concepto novedoso de
"capitalismo real", que justificamos con el mismo argumento que se empleaba para
distinguir el socialismo teórico, más estético y moral, del socialismo real,
perfectamente inmoral, de la Unión Soviética. El capitalismo no es lo que dicen
los libros de economía sobre el mercado libre, sino esa lucha por prevalecer en
el mercado en que están inmersas todas las empresas grandes y pequeñas. Ese
capitalismo afecta a todos los ámbitos de la vida social. Aquí sólo hemos
elegido cuatro aspectos: la pobreza en el mundo, el comercio internacional, la
emigración y la ecología. Con cada uno de ellos queremos mostrar cómo el
capitalismo real o bien determina, o al menos condiciona resultados socialmente
inaceptables, que tienen que ser corregidos por la intervención de la sociedad
civil y, en su nombre, por el "estado real" (y no el "teórico") y las demás
administraciones públicas "reales". La unidad a los cuatro ensayos la presta la
acción multilateral del capitalismo real.
Los 600 millones de personas, que según el Banco
Mundial mal viven con un euro diario, los "pobres de solemnidad", los
desesperadamente pobres, sólo hacen el 9,38 % de la humanidad. Esto puede
parecer todavía mucho, pero estoy seguro de que hace cien años, la proporción
era del 25 % ó 30 %, y en siglos anteriores mucho mayor, el 30, el 40 ó 50 %.
Algo hemos mejorado.
1.1. Nunca ha
habido menos pobreza en el mundo
Si tomamos el número de los "simplemente pobres",
los que viven con dos euros diarios1
, que el BM estima en otros 1,200 millones, obtendremos un 18,75 % de la
población mundial. (Estimada en algo más de 6.400 millones de personas).
Juntando las dos categorías obtenemos 1.800
millones, un 28,13 % de la población mundial, que son seriamente pobres. Todavía
habría que contar como pobres a los que viven con tres, cuatro, o cinco euros al
día
2.
Es verdad. Pero no me cabe la menor duda de que en tiempos pasados, la
proporción de pobres en el total de la población mundial era mucho mayor,
rondando quizás el 80 ó 90 % del total.
1.2. Tampoco ha
habido tanta riqueza nunca antes
Los reyes, los nobles, los banqueros, los
terratenientes del pasado eran pigmeos económicos comparados con los ricos de
ahora. Según The Financial Times (14 de noviembre de 2004), en el mundo
existen 600 "milmillonarios", es decir personas con un patrimonio personal de
más de 1.000 millones de dólares.
Echándoles una riqueza media de 15.000 millones de
dólares, lo cual no es exagerado (a Bill Gates se le imputa una riqueza de
80.000 millones de $), la riqueza acumulada por estas personas sería de 9
billones (billón = un millón de millones), aproximadamente igual al valor del
producto anual bruto de la economía más grande del mundo, la de los Estados
Unidos, en 2001. Ya sé que comparar ingresos con riqueza es como comparar peras
con manzanas, pero qué peras tan inmensamente grandes!
Los simples millonarios, los que poseen un
patrimonio de decenas o centenas de millones, se cuentan también por millones: 7
ó 8 en todo el mundo, según una estimación reciente de la revista Forbes, que
cito de memoria.
1.3. Estos dos
datos juntos implican...
...que nunca antes ha habido tantos medios
materiales y técnicos, tantos conocimientos y tanto talento para solucionar el
"problema económico" a todo el Mundo. Los hombres han aprendido mucho y siguen
una curva de aprendizaje exponencial, es decir, con crecimiento acelerado. Se
han descubierto nuevos recursos. La tecnología ha transformado en recursos de
carácter económico a elementos naturales (fuego, agua, viento), objetos,
minerales, plantas, que en otros tiempos no tuvieron ningún valor. Pensemos en
el petróleo.
Se han desarrollado nuevas técnicas y nuevos
instrumentos. El transporte ha superado el obstáculo natural para el comercio
que crea la distancia. Estamos viviendo la explosión de los medios de
comunicación, que hacen posible, entre otras cosas, la globalización de la
economía y de la vida social.
Cada vez conocemos mejor los mecanismos, que
establecen -y regulan- las relaciones entre causa y efecto de los fenómenos
económicos. Sabemos cómo intervenir en la economía para conseguir determinados
efectos. Hemos organizado nuestras empresas para ser eficientes, aprovechar los
recursos de que disponen de la mejor manera posible, dentro de las limitaciones
técnicas a que están sometidos los procesos de producción.
1.4. A pesar de
todo ello...
...el binomio pobreza-riqueza es en la actualidad
más extremo que nunca antes en la historia. Las diferencias entre ricos y pobres
son abismales. No sólo entre personas individuales, sino entre categorías
enteras de personas. En muchos países desarrollados el 1% de la población con
mayores ingresos puede recibir anualmente unas 500 veces más que el 1 % de
menores ingresos. Los ejecutivos de algunas grandes empresas ganan en promedio
entre 300 y 400 veces más que el salario promedio de los empleados. La
desigualdad puede medirse de muchas maneras, pero se percibe a simple vista.
Un ejemplo. Con el patrimonio que se le imputa a
Bill Gates (unos 80.000 millones de dólares) se podrían comprar todos los bienes
y servicios que se produzcan en 2005 en Bengladesh3
(que tiene 133 millones de habitantes) y de algunos países pobres más (hasta un
total de 200 millones de habitantes).
Las sociedades modernas son, cada vez más,
sociedades duales (dos sociedades en una), compuestas de dos partes que viven en
lugares separados y distantes, con niveles de vida muy diferentes, y muy
diferente uso de los bienes materiales y de la cultura que en ella se producen.
La desigualdad no sería tan grave, si los que están
peor estuvieran bien. Lo malo es que los que están peor tampoco están bien, como
hemos visto arriba. Y sobre todo, lo más rechazable de la desigualdad en
sociedades democráticas es que implica un reparto desigual del poder social, que
puede ser incompatible con la democracia. El que tiene mucho poder no pierde
nunca, ni tiene por qué ceder nada, ni comprometerse con nada, ni respetar los
intereses de otros. Con los muy poderosos no hay negociación posible, ni pacto
social, ni por lo tanto democracia.
Las sociedades duales son, así, muy difíciles de
romper, porque la parte que está bien no quiere cambios, y por ello no está
dispuesta a entrar en ninguna negociación con la parte que está mal.
1.5. Capacidades
incapaces
Si con estas capacidades no se ha resuelto el
problema económico de la tercera parte de la humanidad, es porque hemos
organizado mal el uso de estas capacidades y la distribución de sus innegables
beneficios. La organización económica del mundo está fallando.
Resolver el "problema económico" de todos y cada uno
de los hombres y mujeres del mundo en sus múltiples dimensiones [alimentación,
vivienda, salud, educación, empleo, ahorro, seguridad, autoestima] debería ser,
en un mundo bien ordenado, democrático, solidario, pacífico y humano el
objetivo prioritario, lógico y natural del sistema económico, de la manera
como se organiza la asignación de recursos, la producción y como se lleva cabo
la distribución del producto.
Es un fallo del sistema económico que haya cientos
de millones de seres humanos que no pueden satisfacer sus necesidades materiales
y morales, reconocidos universalmente como iguales y tan dignos de disfrutar de
los beneficios de la naturaleza y de la técnica como los demás.
En tiempos pasados se podía achacar la extendida
pobreza a la falta de productividad general del sistema económico. La pobreza de
las masas era el resultado de la ignorancia y la ineficiencia reinantes. Ahora
no se puede decir lo mismo. Tenemos conocimientos y productividad como para
asegurar a todos una vida digna.
Hay que preguntarse por qué tantos millones de
personas son pobres en medio de la abundancia y eficiencia globales del sistema.
Algo tiene que estar mal ¿Qué es lo que está fallando?
Aunque es cierto que tanta riqueza como se produce
hoy en el mundo produce un cierto "efecto rebalse" (trickle-down effect),
es decir también beneficia a los pobres, no es, sin embargo, suficiente, para
beneficiar a las masas que están en los márgenes del sistema (desempleados,
emigrantes, indígenas, ancianos, niños, minusválidos, etcétera).
1.6. El
"capitalismo real" es el responsable...
...de la mala organización ético-moral de la
economía mundial y de la convivencia, vergonzosa, irracional y absurda, en un
mundo cada vez más integrado, de una indebida pobreza con una riqueza nunca
vista.
El "capitalismo real", el único que existe, se opone
a la abstracción de un modelo capitalista, en el que reinaría el mercado libre,
y la competencia perfecta entre todos impondría orden, evitaría abusos y
aseguraría la eficiencia en la asignación de recursos a los distintos usos
alternativos, a la vez que promovería la justicia de la distribución del
producto, en función de lo que cada uno aportara al proceso de producción.
Cualquiera que sean las virtudes -teóricas-
del capitalismo de mercado, que sólo se han vislumbrado en algunos momentos de
la historia, lo que de hecho tenemos es un engendro sin verdadera competencia,
lleno de defectos. Si no causa mayores males [ecología, relaciones
internacionales, salud, redistribución] es porque el estado interviene en la
actividad económica privada para evitar los males y enderezar los entuertos que
causa.
Los mercados están como secuestrados por los
monopolios, que son los verdaderos y esenciales agentes del capitalismo real.
Los monopolistas se burlan del mercado teórico, eficiente y benefactor, a la vez
que usurpan su nombre y sus supuestas virtudes para defender lo contrario. Los
mercados secuestrados son mercados sin competencia verdadera, en los que unas
pocas empresas luchan y se debaten para evitar la competencia al máximo, para lo
cual esgrimen todos los elementos de poder con que cuentan. Frecuentemente
resuelven sus conflictos con fusiones y adquisiciones, con mayor concentración
del poder, lo que perjudica siempre a los consumidores y a otros stakeholders.
No son mercados competitivos como lo entiende la
teoría neoclásica, son mercados agónicos (en el sentido de Unamuno),
ineficientes desde el punto de vista social, por los recursos que derrochan.
Si el mercado competitivo ya es un -moralmente-
limitado instrumento de distribución del producto social, porque prima a las
posiciones iniciales, el mercado secuestrado y sin competencia del capitalismo
real es un eficiente instrumento para la acumulación acelerada de los que entran
como ganadores y juegan con ventaja.
Las enormes plusvalías que se han hecho estos últimos años, como consecuencia de los booms de la bolsa, el inmobiliario, la especulación del suelo, y las innovaciones tecnológicas, los frutos maduros de unos mercados trucados, infiltrados, amañados para beneficio de quienes los manejan, han ido a recompensar a los jugadores con ventaja.
Las enormes plusvalías que se han hecho estos últimos años, como consecuencia de los booms de la bolsa, el inmobiliario, la especulación del suelo, y las innovaciones tecnológicas, los frutos maduros de unos mercados trucados, infiltrados, amañados para beneficio de quienes los manejan, han ido a recompensar a los jugadores con ventaja.
En los mercados trucados los débiles están a la
merced de los fuertes. Los obreros están constantemente amenazados por la
deslocalización, los mayores de edad son jubilados antes de tiempo, los jóvenes
entran en condiciones laborales precarias y mal pagadas, las mujeres son
discriminadas. Estos mercados expulsan gente y las dejan destruidas.
1.7. Es competencia
de los ciudadanos y de los poderes públicos...
...domesticar los mercados secuestrados, trucados,
ineficientes e injustos del capitalismo real del siglo XXI.
Suponiendo que un cambio de sistema, no es, por
ahora, posible, tenemos que ponernos como meta inmediata, alcanzable -y muy
importante- la permanente y vigilante intervención de los ciudadanos (a través
de los procesos participativos) y de los poderes públicos para hacer más
competitivo, racional y humano al sistema capitalista actual.
Hay que impedir el avance de los mercados
secuestrados en el terreno de la producción y distribución de los bienes
públicos, que hacen buenos niveles de vida para todos en las naciones
socialmente avanzadas: salud, educación, seguros de desempleo y accidentes,
jubilación, beneficios por maternidad y familias numerosas, es decir todas las
instituciones del Estado del Bienestar, que hay que defender, a pesar de las
malas pasadas que nos juega la demografía en los países ricos.
Los consumidores debiéramos organizarnos sólidamente
para hacer frente al poder desmedido de las empresas monopólicas. Lo podemos
hacer frente en el "momento de la verdad", el momento de vendernos / comprarles
sus productos. En ese fugaz momento el consumidor es el rey. Pero para ejercer
esa realeza hay que organizarse. Los costos de información y organización son
cada vez menores gracias a las modernas tecnologías de la información.
Si los consumidores tomaran conciencia de su poder y
actuaran en unísono, domesticarían a las empresas, aun las más poderosas.
Necesitamos gobiernos que defiendan al estado del
bienestar, a los consumidores,a la competencia en los mercados (esto se ha
convertido en una causa de la izquierda) y planten cara, con clarividencia y
determinación, al poder y a los chantajes de las empresas.
Supongamos que las españolas y los españoles
comienzan a tener más hijos, de manera que hagan posible una tasa del 3 % de
crecimiento anual de la población (más del doble de la actual). El número de
habitantes crecería rápidamente. La pirámide de edades, que hoy es ancha en la
base y estrecha en el vértice, cambiaría de forma. ¿Quién iba a considerar esa
evolución demográfica como una desgracia o un problema? Nadie.
2.1. Emigración y
desarrollo capitalista
2.1.1. La necesidad de la inmigración
La población es uno de los factores básicos del
desarrollo y de la riqueza de las naciones, siempre que haya otros factores de
producción: tierra y capital para hacerlos producir. Si el conjunto del estado
español llegara a tener 50 millones de habitantes dentro de 10 años no sería un
país más pobre. Sería, sin duda un país más rico. La creciente población
demandaría más casas, más alimentos, más coches, más artículos para el hogar,
más vestidos. Es decir, la demanda global de bienes y productos crecería
significativamente.
España tiene espacio, capital, medios de producción,
capacidad industrial, recursos, en una palabra, para atender al número creciente
de necesidades de una población mayor. La densidad de población del estado
español es de 85 habitantes por km2 (43 millones de habitantes en 506.000 km2),
Italia con 58 millones de habitantes y 301 km2, tiene una densidad de población
de 192 h/km2. Francia tiene una densidad de población de 106 h/km2 Y Holanda con
16 millones y 42.000 km2 una densidad de 380 h/km2. Aunque es verdad que
Cataluña, con 6 millones de habitantes y 31.895 Km2, tiene una densidad de 182
h/km2, algo inferior a la de Italia.
No nos debe preocupar que la población crezca, sino
que no crezca, porque ya estamos experimentando serios problemas por el
estancamiento del crecimiento de la población. Porque es matemáticamente cierto
que, si la tendencia demográfica propia de nuestra sociedad, en España y
Cataluña, no es alterada o compensada, nos llevará irremediablemente y pronto
(en 25 ó 30 años) a un estancamiento del crecimiento de la riqueza. Nos
encontraremos entonces con que nos faltarán recursos para atender a una sociedad
enormemente envejecida. En esas circunstancias sólo nos podrá salvar la
inmigración.
En el s. XX la inmigración ha salvado a la economía
de muchos países. Sin emigrantes (millones de ellos) ni Estados Unidos, ni
Canadá, ni Australia estarían entre los países más ricos del mundo. La
emigración es riqueza. Los países con grandes extensiones vírgenes lo han sabido
hace mucho tiempo. Y los países con una mano de obra insuficiente también.
Europa no podrá seguir creciendo y produciendo riqueza al ritmo actual, si no
admite un flujo considerable y creciente de emigrantes. Primera conclusión: la
inmigración nos es necesaria.
2.1.2. La emigración es inevitable
La emigración es un fenómeno humano complejo, que
sin embargo, tiene una base biológica o zoológica muy simple: la búsqueda de las
condiciones adecuadas para sobrevivir en un contexto cultural determinado.
Aunque el fenómeno actual de la emigración de personas del Mundo Pobre hacia el
Mundo Rico, está determinado por una variedad de factores, guerras,
persecuciones, conflictos étnicos, hambrunas, etcétera, los factores económicos
son decisivos en los comportamientos migratorios. Eso nos exige que tratemos de
entender el fenómeno también como un fenómeno económico. Desde el punto de vista
de la teoría económica, la emigración es, como otros muchos comportamientos de
los seres humanos, una cuestión de incentivos y costos. La teoría económica, sin
embargo, no ofrece el único marco adecuado para analizar el fenómeno, que tiene
profundas raíces de naturaleza biológica. Las migraciones son un fenómeno normal
entre los animales. En zoología lo que hay que explicar no es por qué los
animales emigran, sino por qué se fijan en algún lugar determinado y constituyen
una habitación más o menos permanente.
Hecha esta aclaración, vamos a proponer un
tratamiento económico de la emigración. Vamos a explicar los determinantes de
los flujos de emigración como un movimiento de personas, que se mueven por unos
incentivos fundamentalmente económicos y que esperan obtener unos determinados
beneficios materiales, para lo cual tienen que incurrir en algunos costos. Se
trata de explicar la racionalidad económica de las decisiones que llevan a
algunas personas a cruzar el Río Grande, el Estrecho de Gibraltar, ocultarse en
camiones, o hacer cola ante un consulado para obtener un permiso de residencia.
Llegaremos a la conclusión de que la decisión de emigrar es sumamente racional
para un gran numero de ciudadanos del mundo y que por lo tanto debemos esperar,
a no ser que pensemos que los pobres son irracionales, que muchos de estos
ciudadanos decidan emigrar.
2.1.3. La función de emigración. La determinación de
los flujos migratorios
La primera variable explicativa mide el income gap,
o "brecha de ingresos", es decir, la diferencia entre el ingreso por habitante,
en términos reales y ajustados por el diferente poder adquisitivo, del país de
origen y el país de destino4
. En esta variable se combinan dos efectos distintos que se refuerzan
mutuamente: Un "efecto atracción" y otro "efecto expulsión". El efecto de
atracción refleja la que tiene la riqueza y el bienestar de los países ricos
sobre los habitantes de los países pobres. Se llama también el city lights
effect, (efecto luces de la ciudad), un término que se acuñó hace años para
explicar el éxodo rural por las comodidades y oportunidades que ofrecían las
ciudades. El "efecto de atracción" se ha hecho más fuerte en los últimos
veinticinco años o así por medio de la generalización de la televisión y el
cine, que están continuamente presentando a los ciudadanos más pobres, grandes
consumidores de estos medios, la vida y milagros de los ciudadanos más ricos del
mundo. En el Norte de África, por ejemplo, se ven normalmente las televisiones
de España, Francia, Italia y Grecia, y a través de ellas se difunde el
conocimiento de los niveles de vida que cualquier trabajador puede disfrutar en
esos países. Diferencias entre ricos y pobres ha habido siempre, pero ahora
estas diferencias, además de que son mayores que nunca antes en la
historia, son también perfectamente conocidas por los pobres, lo cual no
se podía decir en el pasado.
La brecha de los ingresos como explicación de los flujos migratorios contiene también un "efecto expulsión", el que ejercen la pobreza, la violencia y la guerra sobre los miembros de las sociedades. La gente huye de la miseria, de la enfermedad, del hambre, del hacinamiento, de la falta de oportunidades en general, como cualquier animal huye de unas condiciones adversas para sobrevivir. Los niveles de vida en muchos países del mundo son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una vida digna, a la que todos los seres humanos -se nos dice constantemente- tenemos derecho. La gente simplemente no se resigna y emigra. Las madres preñadas que llegan a nuestras costas saben muy bien que si sus hijos nacen en Europa, tendrán mayores oportunidades de progresar y vivir bien. Quizá no saben es que la esperanza de vida en España es mucho mayor que la que tendrían si nacen en su país. Si vinieran, por ejemplo, de Ruanda, Burundi o Sierra Leona, pueden tener hasta un 100 % más (el doble) de esperanza de vida, según datos recientes del Banco Mundial para 1999 5 .
La brecha de los ingresos como explicación de los flujos migratorios contiene también un "efecto expulsión", el que ejercen la pobreza, la violencia y la guerra sobre los miembros de las sociedades. La gente huye de la miseria, de la enfermedad, del hambre, del hacinamiento, de la falta de oportunidades en general, como cualquier animal huye de unas condiciones adversas para sobrevivir. Los niveles de vida en muchos países del mundo son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una vida digna, a la que todos los seres humanos -se nos dice constantemente- tenemos derecho. La gente simplemente no se resigna y emigra. Las madres preñadas que llegan a nuestras costas saben muy bien que si sus hijos nacen en Europa, tendrán mayores oportunidades de progresar y vivir bien. Quizá no saben es que la esperanza de vida en España es mucho mayor que la que tendrían si nacen en su país. Si vinieran, por ejemplo, de Ruanda, Burundi o Sierra Leona, pueden tener hasta un 100 % más (el doble) de esperanza de vida, según datos recientes del Banco Mundial para 1999 5 .
La brecha de ingresos es una influencia muy poderosa
en la determinación de los flujos migratorios. Es como una fuerza cósmica que
empuja a los habitantes de los países pobres a intentar irse a los ricos. Y
mientras esta brecha exista y aumente, como sucede, los flujos migratorios
seguirán creciendo, como crece el nivel del mar al calentarse los polos de la
tierra. España tiene un ingreso por habitante que es veinte veces, y Alemania
treinta veces mayor que el ingreso por habitante de Nigeria, Mozambique o
Zambia, y el de muchos otros países africanos que no mencionamos. Las
diferencias son considerables.
2.1.4. Los costes de emigrar disminuyen
La segunda variable es la proximidad geográfica o
distancia de los focos de emigración, que se toma aquí como una variable
económica, en cuanto a menor distancia, o mayor proximidad, menores son los
costos del desplazamiento. Esta variable también es un vector de distancias de
los países pobres del mundo a España. La distancia no es una barrera insalvable.
De otra manera no habría migración asiática en Europa. Pero no cabe duda que los
marroquíes lo tienen más fácil que los indios para entrar en Europa, y los
mexicanos más que los bolivianos para ir a Estados Unidos. La relación es
inversa, porque cuanto mayor sea la distancia menor tendría que ser la
emigración. La mera distancia geográfica tiene que ser corregida para tener en
cuenta la facilidad del viaje de un lugar a otro. La distancia más que en
kilómetros se podría medir en términos de lo que cuesta un pasaje de avión
económico entre dos puntos de la Tierra. La distancia material se traduciría así
en distancia económica, o costo del desplazamiento, que habría que corregir de
nuevo para incluir los riesgos del viaje, riesgos entre los que hay que contar
la muerte del emigrante, como ya sabemos por experiencia.
El efecto llamada es algo que se conoce
intuitivamente, pero tiene una explicación más rigurosa. La tercera variable
sería el número de emigrantes establecidos en el país de destino. Cuanto más
emigrantes de un país se hayan establecido en otro, tanto más atractivo será
éste para los habitantes de aquel. Los primeros emigrantes son como la
avanzadilla de un ejército, o la cabeza de puente, que asegura el camino a los
que vienen detrás. Normalmente en las primeras oleadas, de una invasión militar
o de la emigración, sólo van los más aguerridos y fuertes, pero cuando estos han
abierto el camino, ya no hace falta tanto valor ni tanta audacia para emigrar y
naturalmente, emigra más gente. En términos económicos podemos decir que los
costos de los que vienen detrás son cada vez menores, a no ser que aumente
gradualmente la represión, la discriminación u otros factores que redujeran el
atractivo de la emigración. Pero, suponiendo que éste no disminuye, el costo
marginal del último emigrante es, en este sentido, decreciente.
Por otra parte es conocido el fenómeno de
comunidades o pueblos enteros que se trasladan y se establecen en un determinado
lugar del país de inmigración. Funciona aquí un "efecto demostración", que
demuestra como se puede llevar a cabo con éxito el proceso de emigrar, o un
"efecto llamada" ("Ven para acá, Manolo, que aquí se vive muy bien"), que
difunde el conocimiento de las ventajas que ofrece la emigración. En términos
económicos estos efectos lo que hacen es reducir los costos de búsqueda, reducir
la incertidumbre de la operación y hacer patentes los incentivos concretos para
emigrar. En la zona de Washington existe en la liga de fútbol regional un equipo
que se llama el Intipuca Football Club, compuesto por emigrantes salvadoreños de
Intipuca, una pequeña localidad en el departamento de San Miguel de la República
de El Salvador. Casi todos sus habitantes entre 20 y 50 años han emigrado a la
misma zona, los estados de Virginia y Maryland en torno al Distrito de Columbia.
2.2. Economías de
la emigración y mercado de trabajo
2.2.1. Mercado de trabajo
Es un hecho comprobado que nadie emigra a un país
donde no hay trabajo bien remunerado (por niveles internacionales). Y si hay
alguna emigración de este tipo, no es por motivos económicos (puede ser para
huir de una guerra). También es un hecho, contradictorio en apariencia, que
muchas personas del mundo pobre emigran a países donde hay una elevada tasa
(incluso en torno al 10 % de la población activa) de desempleados. Este ultimo
hecho se explica, porque en los países ricos, y debido a la existencia de bienes
públicos, de los que se pueden beneficiar todos los residentes, los desempleados
viven mejor que muchos empleados en países pobres. En los países ricos, además,
los mercados de trabajo están muy segmentados, de manera que los emigrantes
siempre encontrarán trabajos que los residentes no quieren hacer, o no lo
quieren hacer a los salarios que se les ofrecen. Los emigrantes, con tal de
asegurar su estancia en el país a donde han emigrado, están dispuestos a entrar
en estos mercados "residuales" y aceptan los salarios y condiciones que sean,
con tal que les permitan, junto a los bienes públicos del país, sobrevivir a
niveles superiores a los que tenían en su país. Más aun, la mera existencia -y
previsión- de trabajadores emigrantes fomenta la segmentación a la baja de los
mercados de trabajo nacionales. Las ofertas salariales y de condiciones de
trabajo se van reduciendo progresivamente hasta excluir de ciertos mercados de
trabajo a los residentes, quedando así disponibles para los inmigrantes.
Es importante estudiar empíricamente si se da y en
qué medida el hecho de que la inmigración fomente esta segmentación residual, o
a la baja, que comporta una exclusión de los trabajadores habituales para dejar
sus puestos de trabajo a disposición de los inmigrantes. La inmigración entonces
tendría una función de reducir los salarios y las condiciones laborales en
ciertos segmentos del mercado de trabajo. Una hipótesis interesante de rechazar
o aceptar.
Las posibilidades de empleo para el trabajador
emigrado pueden existir, aunque en el país haya un número elevado de
desempleados, como bien sabemos en España, si los nativos rechazan ciertos tipos
de trabajos, como recoger flores y frutos, cuidar invernaderos, repartir butano
o limpiar alcantarillas. Aunque las posibilidades de empleo para los emigrantes
en un contexto de desempleo también dependen de que haya algunos empresarios que
reservan ciertos procesos muy intensivos en mano de obra al trabajo emigrante,
que siempre está peor pagado que el local. Existe la posibilidad de que ese tipo
de trabajo no se ofrezca a los españoles. En Europa los emigrantes han
encontrado trabajo aun en períodos de destrucción de empleo, lo que muestra que
siempre hay empleos reservados para la emigración, que son generalmente muy
precarios.
2.2.2. Los flujos migratorios
La organización de los flujos migratorios, legales e
ilegales es una nueva e importante variable . Así como el turismo comenzó a ser
un fenómeno de masas cuando aparecieron los "tour operators", que recogían al
turista en su ciudad o pueblo y lo ponían en la playa de un país lejano, sin que
este tuviera que preocuparse de nada más que de pagar el servicio, de la misma
manera la emigración se masifica con la aparición de estos siniestros "tour
operators", que constituyen lo que se llama "mafias" de la emigración. Aunque
los emigrantes tengan que pagar cantidades enormes relativamente a lo que ganan
-si bien no tan enormes con respecto a lo que esperan ganar-, la organización de
la emigración, sobre todo si es ilegal, reduce substancialmente los costos de la
operación, costos de búsqueda, de transporte, de espera, y de oportunidad. Por
lo menos en la apreciación subjetiva del emigrante.
Un campesino boliviano, por ejemplo, que con ir a
una cierta dirección en La Paz encuentra, previo pago de una cantidad
estipulada, un sistema relativamente seguro de entrar en Estados Unidos, ahorra
mucho en términos de tiempo, esfuerzo, incertidumbre y probablemente también de
dinero, los cuales tendría que gastar en grandes cantidades, si tratara de
buscarse solo el camino hacia los Estados Unidos. Si fuera el solo con sus
propios medios no tendría ninguna seguridad de encontrarlo. Existirían
incentivos económicos adicionales para la emigración de los más pobres, si las
mafias dieran préstamos que se habrían de pagar luego en el lugar de destino
realizando trabajos en condiciones más o menos similares a la esclavitud.
El riesgo de perder la vida cambia, naturalmente,
esta ecuación. Pero no la invalida, porque este riesgo es parte de una solución
posible a su miseria. Si decide no tomar este riesgo, el posible emigrante se
condena a una vida miserable. Sin embargo, para poder incorporar racionalmente
el riesgo a su decisión de emigrar, tendría que poder dar al elemento de riesgo
un peso realista. Tendría que saber qué probabilidades tiene de llegar a las
costas de España en una patera un día en que sopla viento del Estrecho de
Gibraltar. Lo malo es cuando la organización oculta el nivel de riesgo de la
operación, de manera que los candidatos a la emigración subestiman
sistemáticamente el riesgo y no pueden hacer una opción racional por falta de
información. En este caso el tour operador (las mafias) de la emigración no
"juega limpio", abusando de la ansiedad y necesidad de los emigrantes y de su
falta de información. Una vez más falla el mercado por información asimétrica y
por ausencia de entorno legal
6.
2.2.3. Efectos de la represión
La última variable a considerar es la represión de
la emigración. La represión hace aumentar los costos de la operación de emigrar
y por eso tiende a reducirla. No cabe duda que habría mucha más inmigración
ilegal si no hubiera tanta vigilancia de las fronteras. Pero con vigilancia y
todo la emigración continuará, porque no se pueden cerrar completamente las
fronteras de ningún país, mucho menos las de España, con tantos miles de km. de
costa. Por otro lado, este aumento de los costos de la emigración convierte el
precio de la emigración ilegal en un precio de escasez, que proporciona unas
rentas adicionales a los operadores del mercado de ilegales y aumenta los
incentivos para que los traficantes se dediquen con su capital, sus
conocimientos y sus contactos a este negocio.
La posibilidad de captar rentas, es decir, ingresos
adicionales a sus sueldos, suele tentar fuertemente incluso a funcionarios de
los gobiernos a ambos lados de la frontera, que muchas veces están implicados en
la emigración ilegal. En efecto, hay circunstancias y ocasiones en las que la
emigración no sería posible si los funcionarios encargados de vigilar las
fronteras, las de origen y las de destino, no hicieran "la vista gorda". Estos
funcionarios dificultan con su corrupción el proceso de ordenamiento y
administración de la emigración legal, y hacen burla de la represión de la
ilegal. La legalización de la emigración, si fuera suficientemente generosa y
realista -lo cual plantea otros problemas-, eliminaría este precio de escasez, y
con él el atractivo del negocio y la ocasión para la captación de rentas. En
este terreno de la emigración se podría hacer el mismo argumento económico que
se suele usar para justificar la legalización de las drogas.
La represión de la emigración ilegal tiene dos
vertientes: una la que existe en el país de destino y otra la que se puede dar
en el país de origen. La primera suele ser más fuerte que la segunda. Porque el
gobierno de un país pobre con un gran número de desempleados no puede ver con
malos ojos que algunos de estos ciudadanos que "sobran" en su país se vayan a
trabajar a países más ricos que el propio. Así se alivia el problema del paro y
además se incrementan los ingresos de moneda extranjera por las remesas que los
emigrantes suelen enviar a los familiares que se quedan atrás. En El Salvador,
por ejemplo, la entrada de dólares por remesas de los salvadoreños establecidos
en Estados Unidos es mayor que la entrada de divisas por exportación de café,
que es el principal bien de exportación del país, o cualquier otra exportación.
Obviamente, los gobiernos de los países pobres no tienen demasiados incentivos
económicos para proceder contra la salida de emigrantes ilegales. Es más, los
tienen para tolerar y aun fomentar la emigración para quitarse la carga de
encima. Si hacen algún gesto de represión es para no enemistarse con los vecinos
ricos: México con Estados Unidos y Marruecos con España, pero no porque tengan
intereses económicos algunos en retener a los desempleados en su país.
2.2.4. Algunas conclusiones
El análisis de esta función, que se podría comprobar
empíricamente con un trabajo de documentación y encuestas -nada fácil éstas,
porque habría que encuestar también a los que fracasan- lleva a las siguientes
conclusiones generales:
a) Los estímulos e incentivos económicos que causan
los flujos migratorios son identificables y resultan ser muy grandes.
b) Estos estímulos tienden a crecer en el tiempo con
un movimiento, que es por lo menos uniformemente acelerado.
c) La represión frena en alguna medida los flujos
migratorios, pero la represión misma genera unos mecanismos económicos -por
medio de la captación de rentas- que tienden a reducir su eficacia.
d) Si se quisiera reducir el volumen y el ritmo de
los flujos migratorios, la solución a largo plazo sería reducir la brecha de
ingresos, para reducir el efecto expulsión, y fomentar el crecimiento económico,
la democracia y la equidad en los países pobres en que se originan los flujos.
Así se puede "fijar" a las poblaciones en su habitat tradicional, que es donde
en principio más les gusta estar.
e) Se debe incorporar a los emigrantes antiguos al
esfuerzo para regular los flujos migratorios, porque ellos pueden contribuir muy
eficazmente a la educación de los posibles emigrantes, a fomentar la
racionalidad de las decisiones de optar por ciertas formas de emigración muy
peligrosas. Debieran informar, por ejemplo, sobre los riesgos reales de estas, y
sobre la recepción que les dan los países ricos, etc.
f) La política migratoria de los países ricos
debiera ser generosa -interesada?- y realista a la vez, y debe estar basada en
la educación y el convencimiento de los ciudadanos de los países receptores de
que debemos compartir nuestra abundancia. Para ello los prejuicios raciales y el
análisis imperfecto (estrecho, interesado) de situaciones concretas suelen ser
un obstáculo.
g) La emigración es uno de los grandes retos de
Europa y de España en el siglo XXI, con todas su dimensiones, culturales,
religiosas, económicas y políticas. Sobre la base del análisis que aquí se ha
presentado es lógico deducir que la composición étnica y demográfica de Europa
habrá cambiado substancialmente en unos cincuenta años. ¿Por qué no nos
preparamos para lo inevitable?
2.2.5. Emigración y desarrollo
Vamos a considerar por último el tema del co-desarrollo,
un neologismo que expresa la posibilidad de iniciar y mantener un proceso por
medio del cual los emigrantes, contando con nuestro apoyo, colaboren al
desarrollo de su país de origen.
Un país que expulsa emigrantes pierde capital
humano. En un primer momento, la emigración produce empobrecimiento del país de
donde salen los emigrantes. Porque salen los más atrevidos y audaces, los más
amantes del riesgo (que es importante para ser empresarios) y frecuentemente los
mejores preparados en sus oficios.
En todo caso el dinero gastado por el país emisor en
la formación de los emigrantes va a ir en beneficio de un país rico. Lo
importante es ver cómo se recupera. Ver cómo el capital humano y físico
adquirido por los emigrantes en la tierra de destino se puede aplicar al
desarrollo y el progreso social de su país de origen.
Una de las formas como la emigración puede
contribuir al beneficio del país de origen es por medio de las remesas que los
emigrantes envían a las familias que han dejado atrás.
Si las remesas se destinan exclusivamente a comprar
productos importados, los dólares (o euros) regresan al país de donde vinieron.
Mejoran la suerte de quienes las utilizan en bienes de consumo, pero no dejan
rastro permanente y productivo en el país.
Cómo hacer que las remesas vayan a financiar
proyectos de inversión en el país que las recibe, y que produzcan trabajo
creación de empleo (además de los dependientes de los grandes almacenes),
construcción de viviendas, por ejemplo, proyectos agrícolas e industriales para
mejora de la pequeña y mediana empresa, que son las que más puestos de trabajo
producen. No es frecuente que los emigrantes regresen a sus lugares de origen,
pero cuando lo hacen, llevan consigo el capital humano que han adquirido
trabajando y viviendo en sociedades económicamente más desarrolladas y más
progresistas socialmente. Tienen el "know how", la experiencia
empresarial, nuevas habilidades, formas de trabajar, de organizar las empresas,
que han adquirido allá.
Con ello puede devolver a sus país los costes de su
formación temprana. "Comercio nostálgico", que consiste en vender productos a
los emigrantes del país que se encuentran en tierras lejanas, constituir redes
comerciales y por medio de ellos, comercio justo, sin intermediarios.
Además, habría que concienciar a la población
receptora, en nuestro caso, la española y catalana, de los problemas del
subdesarrollo.
Ayudar con su acción ciudadana en grupos solidarios
a que las autoridades se animen a aumentar la cantidad y sobre todo la calidad
de su "ayuda oficial al desarrollo", que hoy por hoy deja tanto que desear.
2.2.6. Final
La emigración crea una nueva situación, que tiene
muchas ventajas para los emigrantes y los españoles que los recibimos. También
algunos problemas de aceptación, adaptación e integración, cuya solución es
competencia de las dos partes. Plantea problemas de competencia -no siempre
legítima- en el mercado de trabajo, en cuya generación los empresarios locales
que los contratan también tienen su responsabilidad. Desde una perspectiva
humana y cristiana -la mía- estos problemas tiene que ser resueltos entre seres
humanos iguales en obligaciones y derechos. Y seamos pragmáticos. Dado que es un
fenómeno, que viene a salvarnos de una segura catástrofe demográfica, que
arruinaría todo el bienestar que hemos construido en los últimos cincuenta años,
bienvenida sea.
Para cualquier país pequeño y en vías de desarrollo
el comercio internacional es mejor que la ausencia de comercio, es decir, la
autarquía o autoabastecimiento. Luego el comercio internacional es, en principio
una influencia positiva sobre el desarrollo de los pueblos, que debería
contribuir eficazmente a su desarrollo y a eliminar la pobreza de su medio.
3.1. Estado de la
cuestión
Sólo en caso de que se dé el nombre de comercio
internacional a una expoliación, o explotación por la fuerza, consecuencia de la
conquista o de otras formas de sometimiento político de esos países, el
resultado neto de esta operación será claramente negativo. Incluso sin
dominación política formal, se puede organizar tan mal el comercio que el
resultado neto sea una cesión neta de recursos, y por lo tanto de valor, un
comercio que empobrezca. Algunos dirán que todo el comercio entre países en vías
de desarrollo y países ricos es de esta naturaleza, que el intercambio es por
naturaleza desigual y que el efecto neto es empobrecer al país subdesarrollado
que comercie con un país más rico y poderoso. Que esto sea cierto en casos
concretos es algo que no basta afirmar y que hay que demostrar en particular.
Porque no se conocen casos de países en vías de desarrollo que hayan prosperado
reduciendo su comercio con los países ricos. Ni la URSS en sus tiempos más
autárquicos dejó de exportar e importar. El mismo planteamiento de un desarrollo
sin comercio internacional es un poco desorbitado. Pero es un hecho que el
comercio en muchos países ha sido y es compatible con el estancamiento
económico, y el aumento de la pobreza, de manera que la cuestión surge
inmediatamente: ¿No será que el comercio internacional genera pobreza?
Podemos considerar el caso del café en
Centroamérica. Nos dicen los campesinos centroamericanos que el comercio
internacional los está arruinando. Lo que les daña en realidad es la falta de
comercio, la caída de los precios, debida a un comercio muy activo de nuevos
participantes (Vietnam) El comercio es malo cuando decae, cuando caen los
precios. No se me ocurre una situación en que un país pequeño pudiera mejorar
cerrándose al comercio internacional. Pero hay que ver por qué no se beneficia,
(o se beneficia más) y por qué no sirve para desterrar la pobreza de un país.
3.2. Las ventajas
del comercio internacional
El comercio internacional tiene en teoría dos
efectos principales sobre el bienestar de las naciones. Por medio de las
importaciones una nación puede adquirir materias primas, bienes y servicios que
ella no tiene o que no puede producir a un costo razonable7
. Por medio de las exportaciones puede producir para un mercado más amplio que
el mercado nacional, y así beneficiarse de una mayor división del trabajo8
, mayor diversificación de la producción y de un aumento de la productividad del
trabajo, que es la fuente y raíz de toda riqueza. El primer efecto amplía la
oferta de bienes y servicios de que puede disponer un país, el segundo aumenta
la productividad del trabajo local. Estas son las dos fuerzas que han hecho del
comercio internacional, a través de la historia, un instrumento del progreso de
las naciones. En principio, el comercio internacional tanto en el Norte como en
el Sur debiera beneficiar a las naciones que lo practican. Y así ha sido
frecuentemente. El desarrollo de algunos países que han salido de su postración
económica se debe, en gran medida, a una intensificación de su comercio
internacional. Los llamados "tigres asiáticos" son ejemplos que nos vienen a la
memoria. Como la reconstrucción de Alemania y Japón, a partir de 1946, después
de la destrucción de una terrible guerra, se debió en gran parte a su comercio
con otras naciones. Sin embargo, en muchos países del Sur, la mención del
comercio internacional, de fomentarlo, liberalizarlo, organizarlo por medio de
tratados9
produce las mismas reacciones que si se evocara una maldición. Las gentes del
Sur, sobre todos las más pobres, han tenido malas experiencias con las formas
históricas concretas como se organizó y se llevó a cabo el comercio
internacional de sus países.
3.3. El comercio
colonial
Los indígenas que intercambiaron con los marineros y
soldados de Cristóbal Colón joyas de plata y oro por trozos de cristales y
baratijas estaban, sin saberlo, haciendo comercio internacional: exportaban lo
que tenía a cambio de lo que no tenían. Pero ese comercio era sin duda ninguna
un intercambio desigual, porque los valores que se cambiaban eran objetivamente
muy diferentes, por lo menos en los mercados de los "exportadores" españoles.
Más cerca a nosotros los enviados de rey Leopoldo II de Bélgica "compraban" el
marfil de las tribus del Congo con unas barritas de cobre, que los belgas habían
introducido como medio de cambio de los nativos. Estas son formas extremas del
comercio colonial. Había formas más civilizadas y humanas de hacerlo, pero todas
ellas, aun las que han producido riqueza en las colonias, estaban afectadas por
una total asimetría en el poder negociador de las partes. Los términos de
intercambio los imponía la potencia colonial según sus conveniencias y el resto
de humanidad que les quedara. Los pueblos nativos pronto tuvieron la conciencia
de que daban más por menos, de que los productos que ellos exportaban eran
pagados con importaciones de menor valor, sin que pudieran hacer nada para
cambiar la ecuación de intercambio. El comercio internacional les aparecía como
una forma de explotación o de expolio. Les hubiera gustado recibir más por lo
que daban, no dejar de comerciar, porque así habrían recibido todavía menos.
Muchos de sus recursos hubieran quedado ociosos y no hubieran servido para nada.
3.4. El comercio de
materias primas
Una vez acabado el régimen colonial muchos países
del Sur quedaron como petrificados en la producción y exportación de materias
primas (minerales, petróleo, frutas tropicales, insumos vegetales, etcétera),
con las que obtienen los productos industriales. Esta situación sigue hoy en día
siendo una realidad para muchos países. Aunque era ya un comercio entre países
soberanos, la asimetría del poder negociador ha sobrevivido a la dominación
colonial. Los vendedores del Sur, con la relativa excepción de la OPEP10
, tienen menos poder para fijar los precios de las materias primas que los
compradores del Norte. Y no digamos nada de los productores individuales de los
países del Sur, que a su vez tienen que vender los productos de exportación a
intermediarios y procesadores nacionales, que se llevan una parte substancial de
las ganancias. Si preguntamos a los cafetaleros de Centroamérica sobre el
comercio internacional, nos dirán que ha arruinado sus vidas11
.
3.5. La asimetría
en la apertura de los mercados
Casi todos los países del sur han diversificado su
estructura productiva, en un intento para superar la desventaja que suponía a su
comercio internacional el deterioro a largo plazo de los términos de intercambio
de los productos primarios con respeto a las manufacturas. En consecuencia,
además de diversificar sus cultivos (soja, algodón, arroz, especias, flores,
etc.), han desarrollado industrias básicas que producen textiles y vestimenta,
calzado, aparatos eléctricos, muebles, juguetes, plásticos, etc.
Ahora bien, cuando estos países tratan de vender sus
nuevos productos, naturales y manufacturados, en los grandes mercados de Estados
Unidos, Europa y Japón se encuentran todo tipo de barreras y cortapisas al
comercio. Mientras a los países del Sur se les ha pedido -se les ha impuesto- la
liberalización completa de su comercio, con el argumento de que eso contribuiría
a su desarrollo, los mercados grandes no se han liberalizado tanto y todavía
resultan en buena parte impenetrables. De esa forma el modelo de crecimiento
impulsado por las exportaciones no funciona y los países se encuentran con que
exportan menos productos primarios que antes, sin poder exportar más
manufacturas. Todas las alusiones al "comercio libre" les suenan a retórica
falsa y pura hipocresía. Permítanme citar el testimonio de Joseph Stiglitz, en
un artículo aparecido en El País, el 20 de septiembre de 2002:
"La comunidad internacional puede ayudar a Argentina
abriendo sus puertas a las mercancías de este país, tomándose la retórica del
libre comercio en serio y reconociendo que el comercio puede ser un instrumento
importante no sólo para el crecimiento a largo plazo, sino también para la
recuperación económica. Las exportaciones contribuirán a reactivar la economía
argentina, mientras que los consumidores de Europa y Estados Unidos se
beneficiarán de unos productos de buena calidad a precios bajos. Esta es una
forma de hacer que la globalización funcione en beneficio de los necesitados"12
3.6. El reparto de
las ganancias del comercio
También hay que mencionar que la desconfianza de los
ciudadanos del Sur hacia el comercio internacional se debe en parte, no a cómo
se realiza este comercio, sino a la manera como sus innegables ganancias
-incluso del comercio desigual- se reparten entre los ciudadanos. La
concentración de la riqueza y de los ingresos, normal en los países del Sur,
también afecta al reparto de las ganancias del comercio internacional. La
mayoría de la población no experimenta las ventajas de las épocas de
florecimiento del comercio internacional, sólo reducciones de salarios, cuando
el comercio se reduce. Pero eso no es en realidad problema del comercio, sino de
la estructura social del país. Porque, en una sociedad dual, incluso si el
comercio exterior fuera internacionalmente equitativo, se repartirían mal sus
ganancias.
3.7. Condiciones
para un comercio mutuamente beneficioso
Para que el comercio sea beneficioso a las dos
partes tiene que llevarse a cabo en determinadas circunstancias: justicia,
equidad, simetría, paridad en la negociación, solidaridad, etc. Si estas
condiciones nos se dan, se caerá en el intercambio desigual, en cualquiera de
sus formas, del que es muy difícil decir que sea un "juego de suma positiva", es
decir, una operación en la que las dos partes ganan. De eso queremos discutir en
este capítulo. La apertura total de los mercados de los países ricos es una
de las condiciones para que el comercio internacional sea efectivamente
beneficioso para los países del Sur, como lo es para los del Norte.
Esta apertura, sin embargo, no deja de tener
problemas. En la actual organización del comercio hay intereses que se verían
afectados inmediatamente por una mayor apertura de nuestros mercados, agrícolas
y manufactureros. La liberalización afecta a quienes producen bajo un régimen de
protección, sea por medio de precios sostenidos, subsidios, aranceles y cuotas.
La apertura de los mercados, aun siendo un acto de justicia, implica decisiones
políticas que afectan a millones de ciudadanos de los países ricos. Los países
del Sur deben también comprender que no resulta fácil a los gobernantes afectar
estos intereses de una manera masiva y rápida. Los conflictos redistributivos
siempre son malos para todos los gobiernos. Dirán que eso debieran haber pensado
cuando les obligaron a liberalizar los mercados del Sur. No se discute la
cuestión de justicia, sino la secuencia y el ritmo de una liberalización
necesaria, y la pedagogía que se requiere en los países ricos para que las
medidas liberalizadoras sean políticamente viables. Hay que tenerlo en cuenta.
En esta reflexión hemos querido ver en la medida de
lo posible todos estos puntos. Pretendemos preparar el terreno para llegar
pronto a una mayor apertura de los mercados de la UE, y de los demás países
ricos, a la vez que se tienen en cuenta las compensaciones que son necesarias,
para minimizar los daños en el Norte y maximizar los beneficios en el Sur. Sólo
la solidaridad puede hacer el milagro de que el comercio internacional sea
realmente un instrumento de progreso económico y humano para todos los países
del mundo.
Los aspectos ecológicos de que vamos a tratar en
este capítulo son los resultados de acciones de seres humanos individuales o
grupos organizados en estructuras formales (empresas, unidades políticas o
administrativas) o no organizados de esa manera (los de una determinada clase
social) Estos actos humanos nos interesan particularmente porque dañan -o pueden
dañar- el medio ambiente, el ecosistema, o por el contrario porque tienden a
conservarlo y respetarlo. Las estructuras que benefician o perjudican al medio
ambiente, son, aun en su forma institucionalizada, el reflejo y el resultado de
actos humanos que se definen, en un sentido u otro, con respecto al medio
ambiente. Son normalmente medidas administrativas o decisiones empresariales. El
estudio de las motivaciones, incentivos, costos y consecuencias de estas
acciones humanas con respecto al medio ambiente debiera interesar mucho a
quienes se preocupan por la preservación y mejora del medio ambiente (o el
eco-sistema, términos que aquí usamos indistintamente).
4.1. El cálculo
económico
Dañar o preservar el medio ambiente es una cuestión
básicamente económica. Nadie daña el medio ambiente por gusto, fuera de algunos
pirómanos, como dicen de Nerón que incendió Roma para disfrutar del espectáculo,
y los modernos nerones que queman nuestros bosques. Se daña el medio ambiente
para ganar dinero, y, más en general, porque la acción de quien lo daña resulta
para él más cómoda, fácil, barata, económica en definitiva, que la alternativa
que implica respetarlo. No sólo es el caso de la fábrica de curtidos que tira al
río los líquidos residuales de los tintes, en vez de trasportarlos y disponer de
ellos de otra manera más cara. Es el caso de quien economiza movimientos y
esfuerzo tirando al suelo el envoltorio del caramelo, que podría haberse tirado
en una papelera, o del que no quiere reciclar la basura de su casa por la
molestia que entraña el proceso. Por lo menos en el corto plazo, la acción anti-ecológica
suele resultar más fácil, práctica y barata que su contraria. Esto hay que
tenerlo en cuenta para analizar los problemas ecológicos y diseñar estrategias
conservacionistas.
Los daños ecológicos provienen generalmente de
consideraciones económicas, en su sentido amplio. Son normalmente el resultado
de una comparación explícita o implícita entre costos subjetivos, individuales y
actuales, con beneficios subjetivos, individuales e inmediatos. La acción
responde al esfuerzo, explicito o normalmente implícito, de saldar
favorablemente costo y beneficio. De la misma manera, conservar el medio
ambiente, aunque también puede salir de un amor romántico a la naturaleza, que
nada tiene que ver con la economía, sin embargo los esfuerzos más serios para la
conservación del ecosistema se basan en el cálculo económico de sus ventajas, o,
lo que es equivalente, al cálculo de los costes de oportunidad (el valor de la
alternativa perdida) de los daños. La perspectiva de la conservación, como su
nombre lo sugiere, es comunitaria y de largo plazo, en vez de ser individualista
e inmediata. Mira más bien a lo que hacen los seres humanos en su conjunto en
plazos largos de tiempo. Y finalmente considera un conflicto permanente entre el
individuo y la sociedad.
4.2. La falacia de
la composición
Una acción aquí y ahora de un individuo, tirar un
papel en la acera, por ejemplo, es un daño pequeño al ecosistema. Es tan pequeño
que no merece la pena el esfuerzo de ir a buscar una papelera. Pero si cada
persona que va por la calle lo repitiera con la misma lógica del individuo
aislado ("es un daño muy pequeño"), resultaría inmediatamente en un desastre,
unas calles llenas de papeles, sucias e insanas. Es lo que se llama en lógica la
"falacia de composición", que se puede enunciar sencillamente así: lo que es
bueno para un individuo de una colectividad en un momento dado, puede no serlo
para toda la colectividad al mismo tiempo. El clásico ejemplo es el de una
espantada de los espectadores del cine hacia la salida en caso de incendio. Lo
que es bueno para un espectador individual: salir corriendo con todas sus
fuerzas hacia la salida, no lo es, si todos los espectadores al mismo tiempo,
sin orden ni concierto, se precipitan hacia las puertas. Puede que muchos no
consigan salir y mueran quemados o atropellados por los demás. Este tipo de
cosas sucede por desgracia frecuentemente.
La aplicación de la "falacia de composición" a la
cuestión ecológica es evidente y clara. Que una familia haitiana (por tomar un
caso donde la deforestación alcanza proporciones catastróficas) use arbustos y
ramas de árboles como su principal medio de combustión no daña a los bosques, ni
perjudica a nadie, a la vez que beneficia a una familia muy pobre, que no puede
comprar otro combustible. Pero si todas las familias pobres de Haití -que son
fácilmente el 90 % de las familias-, proceden con la misma lógica que una sola
familia individual, y sostienen este comportamiento por mucho tiempo, como es
obvio que le mantengan si les resulta beneficioso, el daño ecológico es grande,
y el beneficio individual acaba siendo insostenible. Lo puede observar el
viajero al despegar en avión de Port-au-Prince, que sobrevuela las colinas
peladas de vegetación que rodean a la capital. Cómo combinar el bien individual
de cada familia pobre con el bien común es uno de los problemas básicos de la
gestión del ecosistema en Haití y en todo el mundo.
En resumen, que en cuestiones ecológicas y de
conservación del medio ambiente se debe tener siempre en cuenta este principio:
Lo que es bueno para un miembro de una colectividad, y para cada miembro
considerado individualmente, puede no ser bueno simultáneamente para todo el
conjunto. Un daño "inocente", repetido miles y millones de veces, se convierte
en un daño catastrófico. La perspectiva en la relación de los seres humanos con
el medio ambiente debe ser la de un colectivo de seres humanos que se relaciona
con una determinada parcela del ecosistema. De manera que, cuando una persona,
empresa u organización decide hacer un daño "inocente", "aislado",
"insignificante" al medio ambiente, debería pensar que si todos los miembros de
la colectividad hacen lo mismo el daño no será en absoluto inocente. Pero para
eso los seres humanos deben aprender a considerarse como elementos en un todo
con capacidad de actuar colectivamente.
4.3. Externalizar
costes
El vertido de desechos y materias contaminantes en
ríos, mares y otras propiedades públicas es una manera de "externalizar" costes
de una empresa, es decir, de quitárselos de encima y cargárselos a la sociedad,
que es la beneficiaria, y en cierto sentido la propietaria, del ecosistema. La
deposición de vertidos de las industrias (entre los que contamos humos y gases
resultantes de procesos de combustión) es una de las causas más importantes de
la contaminación de ríos, aguas litorales, bosques, del aire que respiramos y
del medio ambiente en general. La sociedad tiene que responder a estas
trasferencias indeseables de costes con medidas defensivas, que obliguen a las
empresas o grupos que dañan al medio ambiente a "internalizar" los costes. Es
decir, que si optan por tecnologías productivas que puedan dañar a la
naturaleza, les cueste a ellas también. Pero ¿cómo se puede obligar a las
empresas internalizar los costes? Se puede hacer "ex post", cuando se pone a la
empresa una multa equivalente o bien al dinero que se ahorra al dañar el medio
ambiente, o bien al valor presente descontado (estimado) del daño causado.
También se puede hacer "ex ante", como cuando se obliga a la empresa, a cambio
de la autorización administrativa para empezar a funcionar, a tomar medidas para
proteger el medio ambiente, lo que le representa un coste mayor que operar
tecnologías dañinas (que suponemos más baratas).
La internalización "ex ante" es mucho mejor que la
"ex post", porque aquella evita el daño al medio ambiente, mientras que con la
segunda el daño no se evita, aunque se haga pagar por ello. Las dos, sin
embargo, generan recursos para la conservación. En el primer caso, si las multas
recaudadas de las empresas anti-ecológicas se emplean directamente (y
únicamente) en medidas de conservación. En el segundo caso son las mismas
empresas las que aplican sus recursos propios a la protección del medio
ambiente. De donde podemos deducir que la internalización de los costos que
hemos analizado es una forma de conservación del medio ambiente, por medio de
estímulos económicos que ofrecen incentivos y desincentivos para ciertas
acciones. En un sistema de empresa privada es fundamental desarrollar el sistema
de incentivos y desincentivos para conservar el medio ambiente.
4.4. La
intervención de la sociedad
Esta internalización de los costes de la
conservación medioambiental sólo se llevará cabo en el caso en que la
externalización de los costes no sea aceptada y deseada como tal por la
sociedad. Porque nos podemos plantear el caso contrario, que se ha dado en
muchas partes, de que un gobierno acepte la externalización de los costes
medio-ambientales que producen ciertas empresas y procesos, es decir su traslado
a la sociedad, a cambio de los beneficios que la empresa, u otro agente hostil
al medio ambiente, puede traer a esa sociedad particular. Por ejemplo, una
industria sumamente sucia se establece en un país subdesarrollado, el cual, a
cambio de los puestos de trabajo que la industria crea y la tecnología que
trasfiere, así como por el prestigio de poseer en su suelo una tal industria,
está dispuesto a soportar la contaminación del medio ambiente, del aire, de los
bosques o de los ríos y del mar. La contaminación que la industria produce es el
costo de oportunidad de las ventajas que se otorgan.
El ejemplo plantea el problema político real de por
qué una sociedad, representada por su legítimo gobierno, va a intercambiar la
contaminación del medio por el desarrollo industrial. En estas situaciones lo
que suele suceder es que se prefiere la parte al todo, en la medida en que se
busca un beneficio local, limitado a una zona geográfica o a un sector
productivo, a cambio de un daño más general, extendido, y por lo tanto menos
visible (y políticamente más tolerable) También se sacrifica el futuro en aras
del presente, porque los daños futuros, causados durante, digamos, cincuenta
años, descontados al presente tendrían un valor, incluso monetario, mucho mayor
que las ventajas que se pueden conseguir en cinco o diez años de explotación
industrial contaminante. Las connotaciones éticas de este comportamiento son
fáciles de deducir.
Los vehículos que se mueven por la combustión de
gasolina y gasoil también trasfieren a la sociedad, la propietaria o gestora del
medio ambiente, los costos del uso de la moderna tecnología de la automoción.
Los usuarios de automóviles, camiones y trenes externalizan en la sociedad los
costos de la combustión. De esto no se suele hablar mucho. La sociedad lo
acepta, porque las ventajas, a corto y mediano plazo, que se obtienen del
transporte todavía son muy elevadas en comparación con los daños previsibles en
esos plazos. Pero puede que dejen de serlo, o bien porque entre en
funcionamiento la "falacia de la composición", o porque los costos crezcan
exponencialmente mientras los beneficios crezcan sólo linealmente. En efecto,
puede llegar un momento en que haya crecido tanto el número de vehículos
-pensemos por ejemplo en un completo desarrollo de la automoción en China, en
que las emisiones de CO2 a la atmósfera aumenten tanto, que el aire se haga
irrespirable, con la aparición y extensión de nuevas formas de alergias y
enfermedades respiratorias; que el efecto invernadero se manifieste con formas
nuevas y más virulentas (y convincentes); que las corrientes marinas cambien y
modifiquen los climas, además de arrastrar con ellas los bancos de peces a
lugares remotos, etcétera.
4.5. La economía de
la conservación
Quienes de hecho respetan y protegen el medio
ambiente también actúan "económicamente", porque optan por el mayor valor de la
integridad y sanidad del medio ambiente. Los elementos naturales que componen el
medio ambiente, tierra, agua, aire, en todas sus variedades y formas se pueden
considerar como "activos" que constituyen la riqueza básica de la sociedad. Son
verdaderos activos porque son la raíz y el origen de valores económicos de
cambio, como pueden ser los frutos de la tierra, los peces de las aguas, las
aves, la flora con toda sus propiedades medicinales, sin olvidar la salud de los
ciudadanos (cuyo cuidado cuesta mucho dinero a la sociedad).
Los conservacionistas -o conservadores del
eco-sistema- estiman altamente el valor de estos activos, y, por lo tanto, las
acciones que tienden a su conservación se prefieren a otras opciones "más
baratas" que los pueden destruir. Lo que muestra que los conservadores están
dispuestos a pagar un mayor "costo de oportunidad" (definido como el valor de la
oportunidad perdida) por la conservación. Así pues los conservacionistas actúan
con criterios económicos tanto como los contaminadores. La lógica de la
conservación es una lógica estrictamente económica, y debiera presentarse como
tal. A veces da la impresión de que los conservacionistas son unos soñadores o
unos ilusos, cuando en realidad les avala y les sostiene una sólida razón
económica: la preservación de unos valiosos activos de capital, con un inmenso
valor de uso sobre todo, aunque no siempre con un gran valor de cambio.
La diferencia entre unos y otros está en que el
contaminador considera los elementos del medio ambiente como bienes fungibles,
cuya única función en el sistema económico general es la de ser "inputs" o
insumos de las actividades productivas ordinarias, mientras que el conservador
los considera como unos activos o bienes de capital que tienen que ser
protegidos, aumentados y repuestos cuando se desgastan. Eso se entiende muy bien
cuando se compara los usos que diversos países hacen de los bosques. Para unos,
los bosques son materia prima para un sinnúmero de industrias y pueden ser
también combustibles. En ellos se prima la concepción de bienes fungibles. Los
responsables de los recursos no se preocuparán de la reforestación, mientras
haya reservas suficientes. Con esta política lo cierto es que al cabo de algún
tiempo los árboles se acabarán. Sociedades con horizontes temporales cortos (las
sociedades pobres) suelen llegar a estos extremos. Para los otros países, los
bosques son un patrimonio, una riqueza que desarrolla una serie de funciones (en
forma de flujos periódicos), una de las cuales es proveer un flujo de inputs a
diversas industrias, pero no es la única, ni siquiera la principal en términos
de valores de uso, aunque sea la más rentable en valores de cambio. El desgaste
del stock de riqueza básico, que proporciona el ecosistema, tiene que ser
compensado con la reforestación regular y sistemática, que tienda a mantener y
aumentar la riqueza de los bosques. Es una cuestión de perspectivas y
preferencias sobre las funciones que los elementos del medio ambiente tienen que
jugar en el sistema productivo total de la sociedad.
4.6. Las diferentes
perspectivas temporales
Las diferencias de comportamiento económico entre
los conservacionistas y los contaminadores se basan en las diferentes
valoraciones económicas del presente y del futuro, así como la ponderación
que se da al beneficio parcial, es decir, el que afecta a una parte de un
sistema, o la que se da al beneficio del sistema entero. Estas valoraciones no
son puras reflexiones filosóficas, sino que están condicionadas por intereses
concretos y por la manera de funcionar de las instituciones.
Las empresas trabajan por necesidad en horizontes más bien cortos. Si están en la bolsa de valores, como lo están todas las grandes empresas, tienen que dar cuenta a la asamblea general de accionistas, que son los propietarios de la empresa, una vez al año (en otros países tienen que informar de sus resultados cada seis meses) Este obligación de rendir cuentas cada año fija el plazo máximo para el que se toman muchas decisiones empresariales. Otro factor que determina los horizontes empresariales es la vida económica de los bienes de capital, la cual no se estima normalmente en más de cinco años. Al cabo de los cuales hay que renovarlos o reemplazarlos por otros mejores.
Las empresas trabajan por necesidad en horizontes más bien cortos. Si están en la bolsa de valores, como lo están todas las grandes empresas, tienen que dar cuenta a la asamblea general de accionistas, que son los propietarios de la empresa, una vez al año (en otros países tienen que informar de sus resultados cada seis meses) Este obligación de rendir cuentas cada año fija el plazo máximo para el que se toman muchas decisiones empresariales. Otro factor que determina los horizontes empresariales es la vida económica de los bienes de capital, la cual no se estima normalmente en más de cinco años. Al cabo de los cuales hay que renovarlos o reemplazarlos por otros mejores.
En cualquier caso el horizonte temporal en que se
mueven los directores de empresas para tomar sus decisiones rara vez pasa de los
cinco años y normalmente toman decisiones en un horizonte anual. Esto es fatal
para el medio ambiente, porque daños que sólo aparecen a la larga, como puede
ser la degradación de una tierra, de una mina, de un bosque, la calidad de la
atmósfera, etcétera, no entran en la consideración de los costes de la
operación. A corto plazo muchos de los daños que las empresas causan al medio
ambiente ni se contabilizan ni se reportan. La sociedad los encaja sin saber que
se han producido. Hasta que es demasiado tarde, desgraciadamente.
La conservación contempla horizontes temporales
largos. Aunque un vertido puntual a un río puede tener inmediatamente
consecuencias letales para los peces y que viven en él y para las personas que
utilicen el agua más bajo del curso, muchos de los daños a los ríos y los mares,
por ejemplo, se hacen por acumulación constante de vertidos. A la fauna marina
no se la destruye de la noche a la mañana, pero se la destruye por la
acumulación incontenible de vertidos y agresiones de todo tipo a los fondos
marinos; la sobrepesca, que acaba con determinadas especies no es cuestión de
días, sino de muchos años de inmisericorde explotación de los bancos de pesca.
Para conservar hay que tener un horizonte de largo plazo, porque muchos de los daños son lentos en producirse, aunque una vez producidos son irreparables. Desde la perspectiva estrictamente individual -y egoísta- de un sólo operador u agente, en un horizonte temporal corto, una acción, que sólo dañe al medio ambiente a la larga y por acumulación de agresiones individuales, siempre va a parecer muy pequeña con respecto al costo de una acción alternativa (trasportar los vertidos a lugares apropiados) que tenga en cuenta la conservación del medio. El análisis costo-beneficio subjetivo e individualista va a dar un costo pequeño contra un beneficio mayor. La acción por lo tanto se va a llevar a cabo. No tenemos aquí en cuenta la posibilidad de la "falacia de la composición", porque hablamos de sucesos que tienen lugar a lo largo de un período de tiempo. Aquí el problema es el de la acumulación de los efectos de acciones individuales sostenidas a lo largo del tiempo. Se produciría, aunque solo una persona arrojara desechos contaminantes a un río durante muchos años. Obviamente si se trata, al comenzar la cuenta del tiempo, de un daño masivo al medio ambiente, la acumulación será proporcionalmente mayor.
Para conservar hay que tener un horizonte de largo plazo, porque muchos de los daños son lentos en producirse, aunque una vez producidos son irreparables. Desde la perspectiva estrictamente individual -y egoísta- de un sólo operador u agente, en un horizonte temporal corto, una acción, que sólo dañe al medio ambiente a la larga y por acumulación de agresiones individuales, siempre va a parecer muy pequeña con respecto al costo de una acción alternativa (trasportar los vertidos a lugares apropiados) que tenga en cuenta la conservación del medio. El análisis costo-beneficio subjetivo e individualista va a dar un costo pequeño contra un beneficio mayor. La acción por lo tanto se va a llevar a cabo. No tenemos aquí en cuenta la posibilidad de la "falacia de la composición", porque hablamos de sucesos que tienen lugar a lo largo de un período de tiempo. Aquí el problema es el de la acumulación de los efectos de acciones individuales sostenidas a lo largo del tiempo. Se produciría, aunque solo una persona arrojara desechos contaminantes a un río durante muchos años. Obviamente si se trata, al comenzar la cuenta del tiempo, de un daño masivo al medio ambiente, la acumulación será proporcionalmente mayor.
4.7. Solidaridad y
daño sistémico
Es fácil ver que la acumulación a través del tiempo
de decisiones semejantes, que parecen individualmente racionales, lleva a hacer
un enorme daño al ecosistema. Si sólo un ciudadano tira un papel a la acera, la
ciudad no se mancha, pero si tira diez al día durante un año (y nadie lo recoge,
claro), la ciudad, o por lo menos su calle, pronto pareceré un basurero. La
manera de evitar este "daño sistémico" es que cada agente, empresa o grupo
responsable considere que sus acciones no son independientes unas de otras. Si
ayer alguien vertió un desecho contaminante al río, pensando que era poca cosa,
y si lo vuelve a tirar hoy, ya es una cosa mayor, y mañana será mayor y así por
acumulación temporal de acciones pequeñas e "inocentes" se llega a daños
grandes. Hay que pensar además que uno no es el único que trata de beneficiarse
de esa acción, que individualmente puede ser inocente, pero que hay miles o
millones de agentes, cuya lógica individual les pude llevar a hacer cosas
semejantes, que acaban siendo funestas para el conjunto.
La lógica de la conservación del medio ambiente da
una mayor ponderación a los beneficios para todo el sistema que a los beneficios
que afectan a una de sus partes. Y considera los derechos de todos los
ciudadanos del mundo a la vida y a las condiciones esenciales para mantenerla.
Por lo menos, en una medida razonablemente mínima, todos los seres humanos
tienen el derecho a beneficiarse de un medio ambiente rico, sano y durable.
Nadie tiene más derecho que otros sobre los beneficios de la naturaleza. No es
justo ni admisible que los ricos puedan respirar mejor aire que los pobres,
porque los primeros viven en zonas sanas y en contacto con la naturaleza, y los
pobres habitan barrios miserables, ecológicamente siniestros, que son un foco de
enfermedades infecciosas y en definitiva un foco de muerte. Lo que nos lleva a
la consideración de que los daños que se causan al medio ambiente no están
equitativamente repartidos. Los pobres siempre se llevan la peor parte de la
decadencia ecológica de las ciudades y los campos. Cuanto más degeneración
ecológica se produce más se carga la miseria de los más pobres.
Es una cuestión de solidaridad entre todos los miembros de la raza humana y entre generaciones sucesivas.
Es una cuestión de solidaridad entre todos los miembros de la raza humana y entre generaciones sucesivas.
4.8. Conclusiones
Las decisiones que afectan al medio ambiente tienen
claras implicaciones éticas. Afectan a los activos naturales de la sociedad,
activos de los que se benefician o se pueden beneficiar los seres humanos que
viven sobre la tierra. De ellos pueden respirar y vivir con salud, de ellos
sacan su alimento, y las materias primas para desarrollar sus capacidades, de
ellos reciben satisfacciones de todos los órdenes. Los atentados contra estos
activos naturales, los daños, la disminución que sufren son atentados y daños
contra los seres humanos. Así de sencillo. Y así como no es ético dañar las
posibilidades de vida de los seres humanos, no es ético dañar la naturaleza que
las provee generosamente.
En la comparación de costos entre el dañar y el
conservar el medio ambiente en casos concretos hay que considerar varias
dimensiones: la dimensión objetiva -subjetiva, la dimensión individual-
colectiva, la dimensión del corto y el largo plazo, la dimensión
intergeneracional, es decir el equilibrio entre las generaciones presentes y las
futuras, y la dimensión de equidad en el reparto de los daños al ecosistema y de
las cargas para conservarlo. La consideración de todas estas dimensiones y las
opciones que nos obligan a hacer tienen grandes implicaciones filosóficas y
éticas. Es fácil ver que una consideración objetiva, colectiva y de largo plazo,
que atiende a las generaciones futuras, y al reparto equitativo de los daños que
causa la polución es más solidaria y, por lo tanto, más ética, que su contraria,
como es el uso de los medios naturales subjetivo, individual, a corto plazo, que
premia a las generaciones actuales y a los más ricos. Son conductas todas ellas
que llevan a la exaltación del egoísmo y en definitiva al perjuicio de la
colectividad. Cosas todas ellas que desde una perspectiva cristiana, humanista o
"ilustrada" son deleznables y rechazables.
Entiendo globalización como el resultado, todavía
parcial y no predeterminado, de un proceso que tiende a unificar los mercados
nacionales de bienes y servicios (y por "servicios" se entienden muchas
actividades) en grandes mercados mundiales, a la vez que se introduce la lógica
del mercado (privatización) en más esferas y campos de acción de la vida social
de la humanidad. El proceso de globalización está siendo impulsado por tres
grandes fuerzas: la integración económica de las empresas y los mercados, las
innovaciones tecnológicas y una revolución política conservadora13
.
Este proceso ha generado muchos cambios en el mundo
de los negocios, pero también en el campo de la cultura, y en la manera como los
hombres y las sociedades humanas se relacionan entre sí. Con tantos cambios como
se han sucedido, podemos suponer que el proceso también incide en el medio
ambiente, en su realidad física, pero también en la percepción humana de su
valor y su importancia para la vida humana.
Por lo tanto, no es descabellada ni inoportuna una
reflexión sobre la relación de la globalización con el medio ambiente.
5.1. Cosas buenas y
cosas malas
El proceso de globalización, en general, ha
producido efectos positivos y negativos. Cuál sea el balance entre lo negativo y
lo positivo de la globalización depende de la posición de cada cual en el
proceso, y de cómo le ha ido en él. Así tenemos que, mientras algunos lo alaban
sin ambages, otros lo condenan como poco menos que un invento diabólico. La
verdad es que la mejor manera de hablar sensatamente de los efectos de la
globalización es analizar por separado las cosas buenas y las malas que la
globalización ha producido y produce. Nosotros trataremos de hacer eso aquí, en
la medida de lo posible.
- Crecimiento acelerado, tiene cosas buenas en sí,
pero malas para el medio ambiente
- La competencia aumenta la eficiencia de las
empresas, pero hace que éstas respeten peor las restricciones medioambientales
- La pobreza creciente es mala para los afectados,
lo mismo que para el medio ambiente
- La mayor información y conocimiento de las
condiciones de vida de los demás alientan una mayor conciencia sobre la
necesidad de preservar el entorno
- La conciencia de una mayor interdependencia lleva
también a una mayor conciencia de que sólo colectivamente se pueden resolver
ciertos problemas.
5.2. Crecimiento
acelerado y sus consecuencias
La globalización ha llevado a un crecimiento
acelerado en algunas grandes naciones del mundo, lo cual supone un progreso para
ellas. Sin embargo, un rápido crecimiento de la actividad económica en el mundo
supone también una aceleración en el uso de los recursos no renovables y, aunque
sólo sea por eso, tiene un impacto notable en el ecosistema y la habitabilidad
misma del planeta. El conjunto de las economías de los países ricos ha crecido a
una tasa media anual del 3,3 % en los 35 años que van desde 1965 a 1999 (ambos
inclusive)
14. Pero países más pobres también han crecido tanto o más.
China, por ejemplo, está creciendo a un promedio
anual de 8,1 % entre 1965 y1999. A una tasa entre el 7 y 8 % anual, en unos
nueve años su producto nacional se habrá doblado. Y en 17 años se habrá doblado
el PNB de India (que ya cuenta con 1.000 millones de personas), que creció
durante el mismo período a un promedio anual del 4, 6 %. El de Indonesia fue del
6,1 % en el mismo período y así sucesivamente
15.
El crecimiento de la economía mundial en 2000 fue
del 4,5 %. A este ritmo en 17 años y medio se habrá duplicado. Por su parte, el
comercio internacional creció al 12 % anual en 200016
. Las tasas buenas en años normales han sido de 4 ó 5 %. Ese año fue el doble de
lo normal. El comercio es un indicador aproximado del uso de productos
primarios, extraídos de la tierra y del mar, de los productos agrícolas, de los
bosques, de los ríos y lagos.
Aunque suena a discurso farisaico lamentarse por el
crecimiento "excesivo" de países que en otro tiempo no muy lejano fueron pobres
de solemnidad, con poblaciones que morían de hambre, la verdad es que debemos
plantearnos las consecuencias para el ecosistema de un crecimiento tan rápido y
tan extendido. Es dudoso que la tierra pueda soportar una situación en que la
mitad de la población mundial, 3.000 millones de personas, tengan un nivel de
consumo como el que ahora tienen los 900 millones de ciudadanos ricos del mundo.
No diga usted nada si los 6.000 millones llegaran a consumir como éstos. ¿Nos
podemos imaginar lo que harían al ecosistema las emisiones de gases de la
combustión de 3,000 millones de coches más sobre la superficie terrestre?
La conclusión, obviamente, no puede ser que se debe
mantener a la mayoría de la población mundial con un bajo consumo, para que la
parte rica pueda seguir consumiendo a tope. La conclusión es que todos, ricos y
pobres por igual, deben plantearse nuevos patrones de consumo que sean
compatibles con la conservación del aire, de las aguas, de los combustibles, de
las materias primas, de los bosques, etc. Esto es ahora pura utopía, pero es
seguro que llegará un tiempo en que la humanidad, cuando sea evidente que está
ante una catástrofe ecológica, tendrá que plantearse en serio la cuestión de los
patrones de consumo y de lo todo lo que esto implica para la producción de
bienes y servicios y la organización de la economía.
Los optimistas -y mira que hace falta optimismo para
no asustarse en esta cuestión!- dirán que la tecnología siempre viene en ayuda
de la ecología y que ya se encontrará la manera de crecer todos más sin que
sufran la atmósfera, las aguas, los bosques y el equilibrio ecológico. Se
adoptarán coches eléctricos, se usará más energía nuclear limpia y se encontrará
la forma de desactivar sus residuos, se sustituirán los gases que dañan la capa
de ozono y los residuos industriales. La cuestión de la presión de los seres
humanos sobre los recursos naturales, madera, pesca, minerales, no tiene fácil
respuesta.
De esta manera, la globalización, al contribuir
eficazmente al crecimiento de muchos países, está contribuyendo a aumentar la
presión de los seres humanos sobre los recursos naturales, los no renovables
tanto como los renovables, y los daños al ecosistema y el calentamiento global.
5.3. La necesidad
de competir
Una de los efectos evidentes de la globalización es
el aumento de la competencia entre empresas. La movilidad de las
multinacionales, su incesante búsqueda por emplazamientos que les acarreen
ventajas sobre sus competidores, es un factor que puede afectar al medio
ambiente, a través de su intento de evitar las regulaciones para defenderlo. La
necesidad de competir a corto plazo es un aliciente para "cortar esquinas" y no
respetar entre otras cosas, las regulaciones nacionales para la protección del
medio ambiente. Particularmente las industrias más reguladas en el mundo rico
tienen un constante aliciente para buscar en el mundo pobre unas circunstancias
propicias para rebajar los costos que este tipo de regulación les ocasiona.
Algunas multinacionales se aprovechan de la
debilidad de las regulaciones medio ambientales de países en desarrollo para
instalar allí sus fábricas. Estas fábricas tienen una tecnología más barata que
la que tendrían que adoptar en su país de origen para cumplir las regulaciones.
La tragedia de Bhopal en la India17
no hubiera pasado en la Union Carbide de Boston, simplemente porque no se
hubiera permitido a la fabrica funcionar con tan pocas salvaguardias como
funcionaba en la India. En declaraciones del abogado Stanford Lewis, autor de un
documentado informe sobre la industria química en el siglo XX18
:
"El desastre de Bhopal es sólo un ejemplo de un
patrón mayor de abusos contra los derechos humanos cometidos por la industria
química a lo largo del siglo XX".
El informe menciona el caso de la empresa japonesa
Chisso Corporation, que por décadas supo que sus residuos ricos en mercurio
causaban la enfermedad de Minamata, que ataca al sistema nervioso de los
humanos. Por lo menos 3.000 personas murieron y más de 10.000 supervivientes
tienen el sistema nervioso destrozado. La empresa siempre negó su
responsabilidad en los daños.
Ocho años antes de la catástrofe de Bhopal, India,
tuvimos una semejante, aunque de menor gravedad en Seveso, Italia (1976)
consistente en filtraciones de gas tóxico que formó una nube tóxico que afectó a
miles de personas. Ahora existe la "Directiva de Seveso", que rige el
almacenamiento y transporte de materiales peligrosos. Nada de este tipo existe
en el mundo pobre.
En vez de defenderse de este tipo de agresiones al
medio ambientes y de evitar peligros para sus ciudadanos, muchos gobiernos están
ansiosos de recibir en su suelo inversión extranjera y han rebajado sus
regulaciones medio ambientales para atraerlas. La tragedia de Bhopal ya está
olvidada incluso en India y sólo se piensa en las ventajas de la empresas
extranjeras que traen empleo cualificado, tecnología y "know how". Se produce
así en el mundo pobre una especie de competencia para atraer empresas a costa de
recortar las regulaciones medio ambientales, lo que se traduce en una "carrera
hacia el fondo" y resulta en una rebaja de la legislación medio ambiental en
grandes zonas del mundo. Al final las industrias peligrosas se concentran en
verdaderos "polígonos de la muerte", en los cuales una catástrofe puede tener
enormes consecuencias.
La intensa competencia entre empresas, fomentada por
la globalización, introduce en el proceso de toma de decisiones económicas una
tendencia a ver las cosas en un corto plazo, que es muy peligroso para el medio
ambiente. Los directores y gerentes de las grandes empresas están obsesionados
con el corto plazo. Porque sus actuaciones son juzgadas todos los días en el
mercado de valores por medio de las cotizaciones de sus acciones en la bolsa.
Cualquier acción en cualquier parte del mundo que tenga importancia para la
marcha de una empresa multinacional, cotizada en las grandes bolsas mundiales,
se traduce inmediatamente en movimientos del valor de las acciones. Eso hace que
su horizonte de decisión sea muy corto. No le hables al director de una gran
empresa de lo que puede pasar dentro de cinco o diez años en el mundo, de que el
calentamiento global puede causar miles de millones de pérdidas a todos los
países con costas bajas. Este tema sólo interesa, que sepamos, a las compañías
de seguros, que tienen que pensar en lo que puede ocurrir dentro de cinco o diez
años (por eso hacen tanta publicidad sobre el calentamiento global) Parece ser
que la negativa del gobierno de los Estados Unidos a ratificar la Convención de
Kyoto se debe al intenso lobby de las empresas petroleras con un presidente
tejano. Eso es pensar a corto plazo, porque si se intensifica el uso del
petróleo y se acelera el proceso de calentamiento global y otros daños que se
siguen de las emisiones, la raza humana antes se verá obligada a prescindir del
petróleo como combustible y carburante.
Normalmente las empresas sólo reaccionan ante daños
al medio ambiente cuando se les obliga a internalizar los costes por medio de
legislación o acciones judiciales "ad hoc". El choque del Exxon Valdez (24 de
Marzo de 1989) con un arrecife y la enorme mancha de petróleo que esparció por
el Mar de Alaska (257 000 barriles equivalentes a 125 piscinas olímpicas19
) le costó a la empresa 2.100 millones de dólares, una verdadera fortuna, en
limpiar las costas. Se le considera la peor catástrofe ecológica de la
actualidad. De ahí en adelante tiene buen cuidado que el daño no se repita, no
tanto por amor al mar, sino por amor a su bolsa.
5.4. Los efectos de
la pobreza
Uno de los efectos negativos de la globalización es
que sus beneficios están siendo muy mal repartidos. Porque mientras crecen las
fortunas de los más ricos, crece también la miseria de los más pobres, y una
buena parte de muchos países (Argentina. Venezuela, Indonesia, etc.) se está
hundiendo en la pobreza. El proceso de globalización no muestra ninguna
tendencia al acercamiento o nivelación de los niveles de beneficios. No es
verdad que la marea está subiendo a todas las barcas por igual. La metáfora no
vale, simplemente porque muchas barcas ni siquiera están flotando en el mar. En
un reciente artículo del economista Paul Krugman se da el siguiente dato:
"En 1981 esos capitanes de industria (los
directores) eran pagados en promedio 3.5 millones de dólares al año, lo que en
su día ya parecía mucho. Para 1988 el promedio había subido a 19,3 millones, lo
que parecía exagerado. Pero en 2000 el promedio anual pagado a los diez
principales directores de empresa fue 154 millones. Es verdad que los salarios
de los trabajadores ordinarios se doblaron durante ese período (1981-2000),
aunque buena parte de la ganancia se la comió la inflación. Pero las
remuneraciones de los mejores ejecutivos aumentó en 4.300 por ciento"
20.
Estos son claramente los ganadores de la
globalización. Los perdedores, las víctimas son todos los que han perdido el
empleo por la innovación tecnológica, las privatizaciones, las reducciones del
estado, el pago de la deuda externa, el cierre de pequeñas empresas familiares y
todos los que estaban y se han quedado al margen de lo que pasa en la economía
internacional. La globalización ha aliviado la pobreza de Asia, pero ha dejado
intacta la de África y parece que ha aumentado la de América Latina. El aumento
de la pobreza es una consecuencia de la globalización.
Pues bien, la pobreza no es buena para el medio
ambiente. El país más pobre que yo conozco que es Haití es también el sitio en
que más daños ecológicos he visto en mi vida.
La cultura de la pobreza, si es que esas pautas de
comportamiento se pueden llamar cultura, está ajena a la conservación y en
general al mediano y largo plazo.
NOTAS
1
Según este cálculo una familia de cinco miembros viviría con diez euros al día,
300 euros al mes. Aunque esta cantidad para España es miserable, para países
pobres representa un mayor poder de compra real.
2
Una familia de cinco ganaría 25 euros al día, 750 Euros al mes, lo que en muchos
países no calificarían a esa familia como pobre.
3
El GNI de Bengladesh en 2001 fue de 48.600 millones de dólares, según el Banco
Mundial
4
Es en realidad un vector de brechas o diferencias entre el valor para España y
los valores de todos los países que son origen de los emigrantes a España. No
conocemos el número de términos de este vector, pero podemos suponer que es el
de todos los países pobres del mundo
5
The World Bank. 2001. World Development Indicators. Washington D.C.
6
Este tipo de fallos del mercado lo he analizado en:
Luis de Sebastián.1999. El rey desnudo. Cuatro verdades sobre el mercado. Editorial Trotta. Madrid
Luis de Sebastián.1999. El rey desnudo. Cuatro verdades sobre el mercado. Editorial Trotta. Madrid
7
Razonable dada la cantidad de recursos que posee y de las necesidades que tiene
que cubrir.
8
El comercio internacional, según Adam Smith, era la manera de ampliar el mercado
nacional y así contrarrestar la limitación a la división del trabajo que supone
su estrechez.
9
Como esta sucediendo ahora mismo en América Latina con el ALCA
10
En 2004 los miembros de la OPEP, que ya sólo hacen el 30 % de la producción
mundial de petróleo, han perdido mucho del poder que tuvieron en los años
setenta.
11El
precio internacional del café está tan bajo, debido a un exceso de oferta, que
no cubre los costos de producción de muchos agricultores
12
Joseph Stiglitz, "La recuperación argentina", El País,
20 de septiembre de 2002, Opinión, p. 15
13
Sobre este tema he tratado extensamente en mi último libro:
Luis de Sebastián (2002) Un mundo por hacer. Claves para entender la globalización. Madrid. Editorial Trotta
Luis de Sebastián (2002) Un mundo por hacer. Claves para entender la globalización. Madrid. Editorial Trotta
14
No lo parece mucho, pero hay que considerar que una cantidad, que crezca al 3, 3
% anual, duplica su valor en algo más de 21 años.
15The
World Bank (2001) World Development Indicators. Washington D.C., Table 1.4. "Trends
in long- term economic development, pp. 24-26
16World
Trade Organization, Notas de prensa, Enero 2002
17
El 2 de Diciembre de 1984, una nube de gases tóxicos
desprendida de la factoría de la Union Carbide Inc. Costó la vida a 16.000
personas, según fuentes del gobierno indio, y afectó a la salud de unas 400.000
personas. La fuga se debió al mal estado de conservación de las tuberías, las
válvulas de seguridad y los equipos en general. Al cabo de 18 años el gobierno
indio ha cesado su acción judicial contra la empresas para conseguir
indemnizaciones a los afectados.
18 Stanford Lewis. "Beyond
the Chemical Century . Restoring Human Rights and Preserving the Fabric of Life
in the new Millennium" The Environmental Health Fund, 1999
19 Estos datos están tomados de una pagina web del Estado de Alaska con destino a las escuelas: www.oilspill.state.ak.us/facts/
19 Estos datos están tomados de una pagina web del Estado de Alaska con destino a las escuelas: www.oilspill.state.ak.us/facts/
20
Paul Krugman "Plutocracy and Politics" The New York Times
June 14, 2002
© Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria 13 -
08010 Barcelona
T: 93 317 23 38 - Fax: 93 317 10 94 - info@espinal.com - www.fespinal.com
Septiembre 2005.
T: 93 317 23 38 - Fax: 93 317 10 94 - info@espinal.com - www.fespinal.com
Septiembre 2005.
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