Cardenal, nació en 1455, en Plasencia (Extremadura [España]); murió
en Roma el 16 de dic. de 1523. Fue sobrino del famoso cardenal Juan
Carvajal, y debido a la estima universal que se tenía por este último,
avanzó rápido en la carrera eclesiástica en Roma, adónde llegó durante
el pontificado de Sixto IV (1471-1484). En el pontificado de Inocencio
VIII ocupó sucesivamente las sedes españolas de Astorga (1488), Badajoz
(1489) y Cartagena; en esta última calidad fue enviado como nuncio a
España, y luego regresado por sus Majestades católicas como embajador
español a Alejandro VI, quien lo hizo cardenal de la iglesia de los
Santos Pedro y Marcelino en 1493, título que intercambió en 1495 por el
de cardenal de la iglesia de Santa Croce en Gerusalemme. En los años
posteriores fue enviado dos veces como legado a la corte imperial de
Alemania, así como de Nápoles, y sirvió como gobernador de Campagna. En
1503 fue hecho obispo de Sigüenza en Italia, y administrador de
Avellino; de 1507 a 1509 fue cardenal-obispo de Albano, Frascati,
Palestrina y Santa Sabina. Pese a este rápido ascenso y sus numerosos
beneficios, se le recuerda mejor por ser el espíritu principal detrás
del Concilio cismático de Pisa (1511), que organizó con la ayuda de
otros cuatro cardenales (Briçonnet, Francesco Borgia, Sanseverino y René
de Prie); esta actitud rebelde de Carvajal se originó en su descontento
con el trato que le daba Julio II y el servilismo que tenía hacia el
excomulgado rey francés, Luis XII. Moroni (Diz., X, 134) dice que fue
tan lejos que aceptó el cargo de antipapa (Martín VI) en Milán, hacia
donde se transfirió pronto el concilio. Von Reumont dice (gesch. D.
Stadt. Rom. III, ii 78-79) que en Pisa era conocido por los rapazuelos
de la calle como Papa Bernardino. Por tanto, parecería que la ambición
fue la causa principal de su caída; no obstante todo ello, fue
considerado un buen teólogo y amigo de las artes y las letras, virtuoso,
elocuente y habilidoso en los negocios de la curia. Tanto Carvajal y
sus colegas fueron excomulgados por Julio II, y depuestos de sus cargos,
acto papal confirmado por el quinto Concilio de Letrán (1512). En la
séptima sesión (1513) de este concilio, los cardenales italianos,
Carvajal y Sanseverino, se separaron de sus dos colegas franceses,
renunciaron formalmente al cisma, y sus cargos fueron restaurados por
orden de León X. (Pastor, Gesch. D. Päpste, Friburgo, 1906, IV (1),
31-40). Carvajal fue hecho luego cardenal-obispo de Ostia y decano del
Sacro Colegio, con el antiguo título de su tío de San Marcello, y como
tal dio la bienvenida a Roma a Adriano VI (op. cit. IV (2) 47-48), a
quien sobrevivió, y a Clemente VII. Allí vivió sirviendo a ocho papas, y
fue enterrado en su iglesia titular de Santa Croce, donde un espléndido
monumento sepulcral perpetúa su memoria. Los nobles pero modernizados
frescos (escuela Pinturicchio) en la tribuna del ábside, que representan
el descubrimiento de la Santa Cruz, se deben a su generosidad. Sus
dones naturales, su prestigio heredado, los numerosos beneficios, los
altos cargos, el amor al esplendor y las grandes riquezas le atrajeron
más de una vez la atención favorable de varios cónclaves; mas en un
período crítico de su carrera se obstaculizó él mismo engendrando un
horrible y arriesgado cisma en la misma víspera de la Reforma
Protestante.
THOMAS J. SHAHAN Transcrito por Gerald M. Knight Traducción de Manuel Rodríguez Rmz.
THOMAS J. SHAHAN Transcrito por Gerald M. Knight Traducción de Manuel Rodríguez Rmz.
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