Una conocida cadena de montañas en Palestina, habitualmente llamada
en la Biblia hebrea Hakkarmel (con el artículo determinado), "el jardín"
o "la tierra del jardín". En el hebreo posterior es conocida
simplemente como Karmel, y en árabe moderno como Kurmul, o más
comúnmente como Jebel Mar Elias (montaña de San Elías). En su
extremidad, junto al mar, el Monte Carmelo aparece como un escarpado
promontorio que casi choca con las olas del Mediterráneo. Esta punta
noroccidental del Carmelo está a unas seis millas de Acre, y a 32º 50'
de latitud Norte y 35º de longitud Este. Desde este punto, la sierra se
retira gradualmente de la costa y se extiende hacia el sudeste,
ascendiendo durante unas diez millas hasta su punto más alto y luego
descendiendo durante casi tres millas más. Su extremo sur, como el del
norte, se distingue por un escarpado peñasco sobre Wady-el Milh. Esta es
la cadena de montañas que habitualmente se designa con el nombre de
Monte Carmelo. El nombre también se aplica a veces a las colinas más
bajas que, durante doce o trece millas, constituyen una prolongación de
la cadena principal y se extienden hacia el sudeste hasta las
proximidades de Jenin. Estas colinas más bajas son, sin embargo, de una
constitución más blanda que la de la cadena principal del Carmelo, y
realmente lo separa del País de las Colinas, o sección longitudinal
central de Palestina occidental. De ahí que se considere más bien que
forman una cadena de cerros distinta del Carmelo, y se les llame
simplemente colinas de Samaria. Las tres cumbres más altas de la cadena
principal son muy inferiores en altura a las de las montañas tanto de
Galilea como de Judea. Su pico más alto, un poco al sur de la aldea
drusa de Esfiyeh, sólo tiene 552 metros. El siguiente en altura es la
cumbre sudoriental del Carmelo, junto a las ruinas llamadas El Mahraka, y
tiene unos 520 metros de alto; y finalmente, el promontorio
noroccidental o cabo del Carmelo, donde está el monasterio carmelita,
está situado a 170 metros sobre el mar. La forma general de la
cordillera es la de un triángulo, cuyo vértice está junto al
Mediterráneo, mientras que los lados, al este y al oeste, parecen muy
diferentes uno del otro. El lado occidental desciende poco a poco por
largas estribaciones y valles hasta esa parte de la costa que se conoce
como el llano de Saron. El lado oriental, es abrupto por encima de las
llanuras de Haifa y Esdrelon, y en muchos lugares desciende casi por
precipicios al río Cison, que fluye al pie de la montaña y es
generalmente paralelo a su eje. Su estructura geológica no es otra que
la de la sección longitudinal central de Palestina, al oeste del Jordán.
Está formada de la misma piedra caliza dura. En ella hay numerosas
cuevas, y abundan los pedernales, geodas y fósiles. Al nordeste, rocas
ígneas surgen de una formación basáltica que corre a través de la
llanura de Esdrelón y se extiende hasta el Mar de Galilea. Como casi
toda la cadena del Carmelo está cubierta con abundante y rica
vegetación, tiene aún mucho de esa apariencia que sin duda fue el origen
de su nombre: "el jardín" o "la tierra del jardín". La mayor parte de
la sierra está cubierta de matorrales y árboles de hoja perenne. Aparte
del pino, los árboles más comunes son la carrasca, el mirto, el
lentisco, el algarrobo y el olivo. El Carmelo es también notable por su
profusión de plantas aromáticas y flores silvestres. Sus alturas
boscosas están habitadas principalmente por el corzo, el leopardo y el
gato salvaje. En diversos lugares de la cordillera, se pueden señalar
aún antiguas prensas de vino; pero la parra está casi totalmente
extinguida excepto en las proximidades de Esfiyeh y de la colonia
alemana que se estableció en 1869 cerca de Haifa. De sus antiguamente
numerosas aldeas sólo unas pocas están actualmente habitadas, y sólo
algunos trozos de tierra alrededor de éstas y junto a la costa están
ahora cultivados. Aparte de Esfiyeh, las principales aldeas existentes
son Et Tireh, Daliet el Kurmul, y Um Ez Zeinat. La mayor parte de los
aldeanos son drusos y cristianos. En la actualidad, el Carmelo pertenece
al bajalato de Acre.
El Monte Carmelo no se menciona nunca en el Nuevo Testamento; pero se habla de él frecuentemente en el Antiguo. Su conquista se remonta al tiempo de Josué (12, 22), y su territorio se presenta como formando el límite sur de la tribu de Aser (19,26). Su lujuriante verdor, producido principalmente por la vecindad del Mar Mediterráneo y por el abundante rocío, era considerado como singularmente hermoso; de ahí la comparación poética "tu cabeza es como el Carmelo", que se encuentra en el Cantar de los Cantares (7, 5; versión hebrea, 7, 6), y la inequívoca referencia a la "belleza del Carmelo" en Isaías (35, 2). Como Nabucodonosor se elevaba orgullosamente sobre los reyes de la tierra, así el Carmelo era prominente sobre el mar (Jer., 46, 18) Su gran fertilidad lo hacía símbolo de un país favorecido por la bendición divina (Jer., 1, 19; Miq., 7, 14): y su devastación era conceptuada como el signo más seguro del severo castigo de Dios a su pueblo (Is., 33, 9; Jer., 4, 26; Amos, 1, 2; Nah., 1, 4). Sus cumbres boscosas y sus tortuosas cavernas constituían un escondite seguro para un fugitivo [Amos, 9, 3. Ver también III Reyes (I Reyes en la Versión autorizada), 18, 4, 13]. El carácter sagrado de su alturas era bien conocido en el antiguo Israel. Aparentemente mucho antes de la época de Elías - cuánto antes no puede determinarse ahora - se había erigido un altar en honor de Yahweh en el Monte Carmelo, y sus ruinas reparadas por ese profeta tan pronto como pudo hacerlo con seguridad (III Reyes, 18, 30). Fue la sierra del Carmelo la que el propio profeta Elías escogió para la asamblea del pueblo, teniendo lugar tales asambleas habitualmente en algún lugar sagrado (III Reyes, 18, 19 y s.). Nuevamente en IV Reyes, 4, 23, hay una alusión manifiesta a la costumbre de acudir al Carmelo para la celebración de la luna nueva y del sabbath. De diversos pasajes de las Sagrada Escritura se ha deducido que esta montaña sagrada era el lugar efectivo de residencia tanto de Elías como de Eliseo (Cf. IV Reyes, 2, 25; 4, 25,27, etc.); y, de hecho, la gruta de Elías y la caverna conocida como la Escuela de los Profetas aún son señaladas allí. Del mismo modo, hay alguna razón para creer que el incidente que se cuenta de Elías en IV Reyes, 1, 9-15, tuvo lugar en el monte Carmelo. En este pasaje la traducción inglesa habla en realidad del profeta como estando sentado en "una colina", cuando hizo descender fuego del cielo sobre las dos "cincuentenas" y sus respectivos capitanes que habían sido enviados por el rey Ocozías para detenerle. Pero la traducción de la palabra hebrea original por "una colina", que sugeriría naturalmente un lugar distinto de la cadena montañosa del Carmelo, es muy probable que sea defectuosa. La expresión hebrea más bien significa "la montaña" con una referencia implícita al Monte Carmelo, puesto que esa expresión, en relación con Elías, se usa sólo para esa cordillera, con la excepción del Sinaí al que, por supuesto, no se refiere IV Reyes, 1, 9-15.
De cualquier modo, hay otro incidente en la vida de Elías que la Sagrada Escritura sitúa claramente en la sierra del Carmelo, por el cual esa montaña ha sido, y será siempre, de particular renombre. El acontecimiento se narra con detalle en III Reyes, 18. Se trata de la disputa pública entre Elías, el gran campeón del culto de Yahweh y los profetas de Baal, la deidad fenicia cuyo culto había sido últimamente organizado por entero por el inicuo Acab en la nueva capital del Reino del Norte. Durante dos años una grave sequía, predicha por Elías, había reinado en Israel. Aun así, no había sido suficiente para convencer al pueblo de que Yahweh, y no Baal, era el verdadero Dios. Al tercer año, cuando la sequía estaba a punto de acabarse, Elías, según la orden del Señor, se reunió con el rey Acab, y obtuvo de él que reuniera a todo el pueblo junto con los profetas de Baal en el Monte Carmelo. Allí, en presencia de todos, él, el único profeta superviviente del Señor, propuso que el Dios que consumiera por el fuego un novillo colocado sobre leña y sin fuego bajo él fuera el único reconocido como Dios El reto fue aceptado. En vano los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal estuvieron suplicando a su dios-sol hasta el mediodía, ni siquiera hasta la hora del sacrificio de la tarde. Le tocó entonces a Elías. Habiendo reparado un antiguo altar de Yahweh por medio de doce piedras, el profeta dispuso la leña, colocó el novillo sobre ella, y llenó de agua la zanja que había excavado alrededor del altar. Su plegaria a Yahweh fue escuchada. El fuego del cielo lo consumió todo, hasta la misma agua en la zanja, y todo el pueblo viendo esto adoró, diciendo: "Yahweh es Dios, Yahweh es Dios" Luego siguieron en rápida sucesión, la matanza de todos los profetas de Baal que habían sido llevados al arroyo Cison; la plegaria de Elías en la cumbre del Carmelo pidiendo la lluvia y su repetida orden a su criado: "Levántate y mira hacia el mar"; el ascenso de una nube, precursora de una violenta tormenta; la rápida partida del rey para Jezrael, para no ser detenido por la lluvia; y finalmente, la rápida carrera de Elías para adelantar a Acab en la entrada a Jezrael. La escena señalada tanto por la tradición como por las características naturales como el lugar de esta gloriosa victoria de Yahweh y Elías sobre Baal y sus profetas es el extremo sudoriental del Monte Carmelo, la parte de la montaña más próxima y más accesible desde Jezrael. El lugar conocido ahora como El Marahka, "la hoguera" o "el sacrificio", es muy probablemente el punto en el que estaba el altar de Yahweh que Elías restauró. Está señalado por unas ruinas informes adónde los drusos de las aldeas vecinas vienen a realizar un sacrificio anual. Su situación en el extremo sudoriental de la cordillera, permitía fácilmente que los altares allí erigidos fueran vistos por Acab y los sacerdotes de Baal y la multitud que estaban en una amplia meseta que se extiende cerca debajo de él. No lejos de allí hay un pozo siempre provisto de agua incluso en las épocas más secas, del que Elías pudo sacar el agua con la que llenar la zanja alrededor de su altar. En los declives más bajos de las montañas hay un terraplén llamado Tell el Kassis, que significa "colina del sacerdote", o de "de los sacerdotes", que puede señalar el lugar donde los profetas de Baal fueron ejecutados. El arroyo Cison que corre al pie del Carmelo estaba sin duda absolutamente seco después de dos años de sequía, así que la multitud pudo fácilmente cruzar su lecho para testimoniar la victoria de Yahweh en el Monte Carmelo, y el rey Acab apresurarse a cruzarlo hacia Jezrael antes de que la amenazadora tormenta lo llenara de agua y lo hiciera impracticable. Los cadáveres de los asesinados profetas de Baal fueron arrojados al Cison, y cuando el arroyo se convirtió por la tormenta en un impetuoso torrente, fueron arrastrados rápidamente al Mar Mediterráneo. Después de la matanza a orillas del río, el profeta del Señor "subió" de nuevo a El Marahka, y allí rezó fervientemente por el final de la sequía. Allí también, naturalmente ordenó a su sirviente "subir y mirar hacia el mar", pues aunque desde el lugar donde oraba la visión del Mediterráneo está interceptada por una altura adyacente, la misma altura podía subirse en pocos minutos y se obtenía desde su cumbre una vista total del mar. Finalmente, bajando precipitadamente tanto Acab como Elías a la llanura, cruzaron con seguridad el Cison antes de que la lluvia pudiera impedírselo, porque en este punto el río está muy cerca del Monte Carmelo.
Así puede verse fácilmente que el lugar tradicional de la disputa pública entre Elías y los profetas de Baal cumple todas las condiciones requeridas por la narración sagrada. La última referencia de la Escritura al Carmelo se encuentra en el capítulo inicial del libro deutero-canónico de Judit. Allí encontramos que los habitantes del Carmelo fueron contados entre los pueblos de los distritos occidentales a quienes Nabucodonosor amenazó con la destrucción si se atrevían a negarle ayuda en su actual conflicto con poderosos enemigos (Judit, 1, 8, en la Vulgata y en los Setenta). También se dice allí que, a despecho de sus amenazas, todos, "unánimemente", rehusaron obedecer sus órdenes, después de lo cual el rey asirio juró vengarse de ellos (Judit, 1, 11,12). En tiempos antiguos el carácter sagrado del Carmelo parece haber sido conocido por otras naciones aparte de Israel. Así en la lista de lugares conquistados por el rey egipcio Tutmosis II, hay una probable referencia en el Nº 48 al "promontorio sagrado" del Carmelo (Ver también los Números 49 y 96, en "Registros del Pasado", nueva serie, V, 47, 50). En el Siglo IV antes de Cristo, el filósofo neoplatónico Jámblico, en su vida de Pitágoras, habla del Monte Carmelo como "sagrado por encima de todas las montañas y prohibido al vulgo". El gran historiador romano Tácito menciona un altar erigido allí sin templo ni imagen: "tantum ara et reverentia"; y Suetonio, en sus "Vidas de los Césares", narra que antes de emprender la guerra contra los judíos, Vespasiano fue al Carmelo y consultó el oráculo de su dios. Tras la destrucción de Jerusalén por Tito (año 70 después de Cristo), los judíos no dejaron de tener presente la montaña del Carmelo y su relación con Elías. En el Siglo XII de nuestra era el rabino Benjamín de Tudela escribe lo siguiente en la narración de su viaje a Palestina: "Bajo la montaña del Carmelo hay muchos sepulcros judíos, y cerca de la cumbre está la caverna de Elías, en la que él descansó...En la cumbre de la colina , se puede encontrar el lugar del altar que fue reconstruido por Elías, de bendita memoria, en tiempo del rey Acab, cuyas dimensiones son de aproximadamente tres metros y medio". Los rabinos de los Siglos XIII y siguientes hacen referencias similares a Elías en relación con el Monte Carmelo; y es bien conocido que en el Siglo XVIII los judíos solían unirse a los mahometanos y los cristianos para celebrar la fiesta de ese santo profeta en la montaña que lleva su nombre, "Jebel Mar Elias".Como hemos visto el lugar tradicional de la disputa de Elías es aún considerado sagrado por los drusos. Pero es la Cristiandad la que, a través de sus piadosos peregrinos y sus monjes carmelitas, ha contribuido principalmente a preservar los recuerdos sagrados del Monte Carmelo. La mejor posición desde la cual ver la extensa perspectiva la proporciona la azotea del monasterio carmelita en el extremo noroccidental de la montaña, y la plataforma de la capilla recientemente erigida por los carmelitas en su extremidad sudoriental.
WRIGHT, "Early Travels in Palestine" (Londres, 1848); ROBINSON, "Biblical Researches" (Boston, 1841), III; GUERIN, "Description de la Palestine, etc." (París, 1876), II; CONDER "Tent Work in Palestine" (Londres, 1889); THOMSON, "The Land and the Book" (Nueva York, 1882), II; SMITH, "Hist. Geogr. Of the Holy Land" (Nueva York, 1906).
FRANCIS E. GIGOT Transcrito por Larisa Vidmar Traducido por Francisco Vázquez
El Monte Carmelo no se menciona nunca en el Nuevo Testamento; pero se habla de él frecuentemente en el Antiguo. Su conquista se remonta al tiempo de Josué (12, 22), y su territorio se presenta como formando el límite sur de la tribu de Aser (19,26). Su lujuriante verdor, producido principalmente por la vecindad del Mar Mediterráneo y por el abundante rocío, era considerado como singularmente hermoso; de ahí la comparación poética "tu cabeza es como el Carmelo", que se encuentra en el Cantar de los Cantares (7, 5; versión hebrea, 7, 6), y la inequívoca referencia a la "belleza del Carmelo" en Isaías (35, 2). Como Nabucodonosor se elevaba orgullosamente sobre los reyes de la tierra, así el Carmelo era prominente sobre el mar (Jer., 46, 18) Su gran fertilidad lo hacía símbolo de un país favorecido por la bendición divina (Jer., 1, 19; Miq., 7, 14): y su devastación era conceptuada como el signo más seguro del severo castigo de Dios a su pueblo (Is., 33, 9; Jer., 4, 26; Amos, 1, 2; Nah., 1, 4). Sus cumbres boscosas y sus tortuosas cavernas constituían un escondite seguro para un fugitivo [Amos, 9, 3. Ver también III Reyes (I Reyes en la Versión autorizada), 18, 4, 13]. El carácter sagrado de su alturas era bien conocido en el antiguo Israel. Aparentemente mucho antes de la época de Elías - cuánto antes no puede determinarse ahora - se había erigido un altar en honor de Yahweh en el Monte Carmelo, y sus ruinas reparadas por ese profeta tan pronto como pudo hacerlo con seguridad (III Reyes, 18, 30). Fue la sierra del Carmelo la que el propio profeta Elías escogió para la asamblea del pueblo, teniendo lugar tales asambleas habitualmente en algún lugar sagrado (III Reyes, 18, 19 y s.). Nuevamente en IV Reyes, 4, 23, hay una alusión manifiesta a la costumbre de acudir al Carmelo para la celebración de la luna nueva y del sabbath. De diversos pasajes de las Sagrada Escritura se ha deducido que esta montaña sagrada era el lugar efectivo de residencia tanto de Elías como de Eliseo (Cf. IV Reyes, 2, 25; 4, 25,27, etc.); y, de hecho, la gruta de Elías y la caverna conocida como la Escuela de los Profetas aún son señaladas allí. Del mismo modo, hay alguna razón para creer que el incidente que se cuenta de Elías en IV Reyes, 1, 9-15, tuvo lugar en el monte Carmelo. En este pasaje la traducción inglesa habla en realidad del profeta como estando sentado en "una colina", cuando hizo descender fuego del cielo sobre las dos "cincuentenas" y sus respectivos capitanes que habían sido enviados por el rey Ocozías para detenerle. Pero la traducción de la palabra hebrea original por "una colina", que sugeriría naturalmente un lugar distinto de la cadena montañosa del Carmelo, es muy probable que sea defectuosa. La expresión hebrea más bien significa "la montaña" con una referencia implícita al Monte Carmelo, puesto que esa expresión, en relación con Elías, se usa sólo para esa cordillera, con la excepción del Sinaí al que, por supuesto, no se refiere IV Reyes, 1, 9-15.
De cualquier modo, hay otro incidente en la vida de Elías que la Sagrada Escritura sitúa claramente en la sierra del Carmelo, por el cual esa montaña ha sido, y será siempre, de particular renombre. El acontecimiento se narra con detalle en III Reyes, 18. Se trata de la disputa pública entre Elías, el gran campeón del culto de Yahweh y los profetas de Baal, la deidad fenicia cuyo culto había sido últimamente organizado por entero por el inicuo Acab en la nueva capital del Reino del Norte. Durante dos años una grave sequía, predicha por Elías, había reinado en Israel. Aun así, no había sido suficiente para convencer al pueblo de que Yahweh, y no Baal, era el verdadero Dios. Al tercer año, cuando la sequía estaba a punto de acabarse, Elías, según la orden del Señor, se reunió con el rey Acab, y obtuvo de él que reuniera a todo el pueblo junto con los profetas de Baal en el Monte Carmelo. Allí, en presencia de todos, él, el único profeta superviviente del Señor, propuso que el Dios que consumiera por el fuego un novillo colocado sobre leña y sin fuego bajo él fuera el único reconocido como Dios El reto fue aceptado. En vano los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal estuvieron suplicando a su dios-sol hasta el mediodía, ni siquiera hasta la hora del sacrificio de la tarde. Le tocó entonces a Elías. Habiendo reparado un antiguo altar de Yahweh por medio de doce piedras, el profeta dispuso la leña, colocó el novillo sobre ella, y llenó de agua la zanja que había excavado alrededor del altar. Su plegaria a Yahweh fue escuchada. El fuego del cielo lo consumió todo, hasta la misma agua en la zanja, y todo el pueblo viendo esto adoró, diciendo: "Yahweh es Dios, Yahweh es Dios" Luego siguieron en rápida sucesión, la matanza de todos los profetas de Baal que habían sido llevados al arroyo Cison; la plegaria de Elías en la cumbre del Carmelo pidiendo la lluvia y su repetida orden a su criado: "Levántate y mira hacia el mar"; el ascenso de una nube, precursora de una violenta tormenta; la rápida partida del rey para Jezrael, para no ser detenido por la lluvia; y finalmente, la rápida carrera de Elías para adelantar a Acab en la entrada a Jezrael. La escena señalada tanto por la tradición como por las características naturales como el lugar de esta gloriosa victoria de Yahweh y Elías sobre Baal y sus profetas es el extremo sudoriental del Monte Carmelo, la parte de la montaña más próxima y más accesible desde Jezrael. El lugar conocido ahora como El Marahka, "la hoguera" o "el sacrificio", es muy probablemente el punto en el que estaba el altar de Yahweh que Elías restauró. Está señalado por unas ruinas informes adónde los drusos de las aldeas vecinas vienen a realizar un sacrificio anual. Su situación en el extremo sudoriental de la cordillera, permitía fácilmente que los altares allí erigidos fueran vistos por Acab y los sacerdotes de Baal y la multitud que estaban en una amplia meseta que se extiende cerca debajo de él. No lejos de allí hay un pozo siempre provisto de agua incluso en las épocas más secas, del que Elías pudo sacar el agua con la que llenar la zanja alrededor de su altar. En los declives más bajos de las montañas hay un terraplén llamado Tell el Kassis, que significa "colina del sacerdote", o de "de los sacerdotes", que puede señalar el lugar donde los profetas de Baal fueron ejecutados. El arroyo Cison que corre al pie del Carmelo estaba sin duda absolutamente seco después de dos años de sequía, así que la multitud pudo fácilmente cruzar su lecho para testimoniar la victoria de Yahweh en el Monte Carmelo, y el rey Acab apresurarse a cruzarlo hacia Jezrael antes de que la amenazadora tormenta lo llenara de agua y lo hiciera impracticable. Los cadáveres de los asesinados profetas de Baal fueron arrojados al Cison, y cuando el arroyo se convirtió por la tormenta en un impetuoso torrente, fueron arrastrados rápidamente al Mar Mediterráneo. Después de la matanza a orillas del río, el profeta del Señor "subió" de nuevo a El Marahka, y allí rezó fervientemente por el final de la sequía. Allí también, naturalmente ordenó a su sirviente "subir y mirar hacia el mar", pues aunque desde el lugar donde oraba la visión del Mediterráneo está interceptada por una altura adyacente, la misma altura podía subirse en pocos minutos y se obtenía desde su cumbre una vista total del mar. Finalmente, bajando precipitadamente tanto Acab como Elías a la llanura, cruzaron con seguridad el Cison antes de que la lluvia pudiera impedírselo, porque en este punto el río está muy cerca del Monte Carmelo.
Así puede verse fácilmente que el lugar tradicional de la disputa pública entre Elías y los profetas de Baal cumple todas las condiciones requeridas por la narración sagrada. La última referencia de la Escritura al Carmelo se encuentra en el capítulo inicial del libro deutero-canónico de Judit. Allí encontramos que los habitantes del Carmelo fueron contados entre los pueblos de los distritos occidentales a quienes Nabucodonosor amenazó con la destrucción si se atrevían a negarle ayuda en su actual conflicto con poderosos enemigos (Judit, 1, 8, en la Vulgata y en los Setenta). También se dice allí que, a despecho de sus amenazas, todos, "unánimemente", rehusaron obedecer sus órdenes, después de lo cual el rey asirio juró vengarse de ellos (Judit, 1, 11,12). En tiempos antiguos el carácter sagrado del Carmelo parece haber sido conocido por otras naciones aparte de Israel. Así en la lista de lugares conquistados por el rey egipcio Tutmosis II, hay una probable referencia en el Nº 48 al "promontorio sagrado" del Carmelo (Ver también los Números 49 y 96, en "Registros del Pasado", nueva serie, V, 47, 50). En el Siglo IV antes de Cristo, el filósofo neoplatónico Jámblico, en su vida de Pitágoras, habla del Monte Carmelo como "sagrado por encima de todas las montañas y prohibido al vulgo". El gran historiador romano Tácito menciona un altar erigido allí sin templo ni imagen: "tantum ara et reverentia"; y Suetonio, en sus "Vidas de los Césares", narra que antes de emprender la guerra contra los judíos, Vespasiano fue al Carmelo y consultó el oráculo de su dios. Tras la destrucción de Jerusalén por Tito (año 70 después de Cristo), los judíos no dejaron de tener presente la montaña del Carmelo y su relación con Elías. En el Siglo XII de nuestra era el rabino Benjamín de Tudela escribe lo siguiente en la narración de su viaje a Palestina: "Bajo la montaña del Carmelo hay muchos sepulcros judíos, y cerca de la cumbre está la caverna de Elías, en la que él descansó...En la cumbre de la colina , se puede encontrar el lugar del altar que fue reconstruido por Elías, de bendita memoria, en tiempo del rey Acab, cuyas dimensiones son de aproximadamente tres metros y medio". Los rabinos de los Siglos XIII y siguientes hacen referencias similares a Elías en relación con el Monte Carmelo; y es bien conocido que en el Siglo XVIII los judíos solían unirse a los mahometanos y los cristianos para celebrar la fiesta de ese santo profeta en la montaña que lleva su nombre, "Jebel Mar Elias".Como hemos visto el lugar tradicional de la disputa de Elías es aún considerado sagrado por los drusos. Pero es la Cristiandad la que, a través de sus piadosos peregrinos y sus monjes carmelitas, ha contribuido principalmente a preservar los recuerdos sagrados del Monte Carmelo. La mejor posición desde la cual ver la extensa perspectiva la proporciona la azotea del monasterio carmelita en el extremo noroccidental de la montaña, y la plataforma de la capilla recientemente erigida por los carmelitas en su extremidad sudoriental.
WRIGHT, "Early Travels in Palestine" (Londres, 1848); ROBINSON, "Biblical Researches" (Boston, 1841), III; GUERIN, "Description de la Palestine, etc." (París, 1876), II; CONDER "Tent Work in Palestine" (Londres, 1889); THOMSON, "The Land and the Book" (Nueva York, 1882), II; SMITH, "Hist. Geogr. Of the Holy Land" (Nueva York, 1906).
FRANCIS E. GIGOT Transcrito por Larisa Vidmar Traducido por Francisco Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.