En. en Guatemala, Centro América el 24 de octubre de 1814; m. el 14 de
abril de 1865)., uno de los más notables hombres que Centroamérica ha
producido. De raza mestiza, no tuvo acceso a educación, y aprendió a
firmar su nombre sólo tras alcanzar el poder. Los juicios sobre su
persona, generalmente son desfavorables. Se le ha descrito como un
sujeto cruel, sediento de sangre desde sus inicios, opuesto a la
libertad y el orden . Lo último ciertamente no es cierto, desde que fue
él mismo quien impuso orden al caos sangriento en el que facciones
políticas habían sumido a Guatemala por décadas. Dos corrientes se
oponían en Centroamérica en ése entonces: los conservadores, apegados al
sistema colonial español y los liberales, que buscaban una federación
de estados centroamericanos, a imitación de los Estados Unidos de
América. La lucha había sido amarga y sangrienta, desde 1824, y desde
ambos lados, terribles excesos había sido perpetrados. Los gobiernos
liberales habían instituido una política anticlerical, expulsando
órdenes religiosas, expropiando o clausurando monasterios y conventos,
imponiendo pesadas contribuciones a la iglesia y efectuando préstamos
forzosos, con el fin de saciar la rapacidad de funcionarios
inescrupulosos, bajo el pretexto de apoyar al gobierno. A ésta clase de
“libertad” se oponía Carrera. Su oposición fue intuitiva, no por
principios o razones. Como el indigenado, Carrera se adhirió a la
Iglesia por hábito y tradición.
En 1829 era un oscuro tamborilero en la banda musical de una de las columnas que peleaba y saqueaba para el partido conservador. Encabezando al ejército federal, el General Morazán ocupó la ciudad de Guatemala el mismo año, imponiendo un gobierno de corte liberal. Carrera abandonó por ése tiempo la ocupación militar y se dedicó a criar cerdos. Pero, en 1837, cuando la enfermedad del cólera hizo su aparición en Guatemala, el pueblo, atribuyendo a las autoridades liberales (gobierno de Mariano Gálvez, N. del T.) envenenamiento del agua, se levantó en armas.
El levantamiento fue sofocado por la fuerza, matizado por gran crueldad. La esposa de Carrera fue ultrajada por las tropas del gobierno. Carrera juró venganza, mayormente cuando su madre cayó enferma Integrando una banda de seguidores, inició una guerrilla de exterminio contra la facción liberal, que lo perseguía. Ninguna misericordia mostró contra quienes le causaron tanto daño. Contra el entrenado ejército de Morazán no pudo prevalecer, pero el incesante acoso terminó por agotar al general, quien tras tomar victoriosamente la capital de Guatemala por segunda vez, en 1839, Morazán se vio atrapado en la misma (tiempo después fue fusilado, N del T.). En 1840, Carrera era amo absoluto del país, quien luego de años de guerra, encaró la reconstrucción, para la cual no estaba preparado. Restableció los derechos del clero, la vida religiosa y llamó de regreso a los jesuitas. Probó más sabiduría que los conservadores opuestos a todo progreso y ser más práctico que los liberales, que rechazaban entender el desarrollo histórico del pueblo y sus actuales condiciones, tratando de imponer cambios a la fuerza, para los que el pueblo no estaba preparado o no comprendía.
En 1847, Carrera (en el mismo año fundó la República de Guatemala, N del T.) fue electo Presidente vitalicio y siete años más tarde se convirtió en Dictador, con derecho de designar su sucesor. (En 1851 derrotó a las tropas liberales de Honduras y el Salvador que pretendían invadir el país y derrocarlo, en la batalla de San José la Arada, N. del T.).
En 1862 atacó El Salvador y tomó su capital. Hacia el final de su vida enfrentó intentos de insurrección, pero ninguno prosperó. Carrera se hallaba firmemente en control de la situación y su influencia sobre el sector indígena (tres cuartas partes de la población) era muy poderosa.
AD. F. BANDELIER Transcribed by Gerald M. Knight Traducido por Carlos Posadas Ruíz.
En 1829 era un oscuro tamborilero en la banda musical de una de las columnas que peleaba y saqueaba para el partido conservador. Encabezando al ejército federal, el General Morazán ocupó la ciudad de Guatemala el mismo año, imponiendo un gobierno de corte liberal. Carrera abandonó por ése tiempo la ocupación militar y se dedicó a criar cerdos. Pero, en 1837, cuando la enfermedad del cólera hizo su aparición en Guatemala, el pueblo, atribuyendo a las autoridades liberales (gobierno de Mariano Gálvez, N. del T.) envenenamiento del agua, se levantó en armas.
El levantamiento fue sofocado por la fuerza, matizado por gran crueldad. La esposa de Carrera fue ultrajada por las tropas del gobierno. Carrera juró venganza, mayormente cuando su madre cayó enferma Integrando una banda de seguidores, inició una guerrilla de exterminio contra la facción liberal, que lo perseguía. Ninguna misericordia mostró contra quienes le causaron tanto daño. Contra el entrenado ejército de Morazán no pudo prevalecer, pero el incesante acoso terminó por agotar al general, quien tras tomar victoriosamente la capital de Guatemala por segunda vez, en 1839, Morazán se vio atrapado en la misma (tiempo después fue fusilado, N del T.). En 1840, Carrera era amo absoluto del país, quien luego de años de guerra, encaró la reconstrucción, para la cual no estaba preparado. Restableció los derechos del clero, la vida religiosa y llamó de regreso a los jesuitas. Probó más sabiduría que los conservadores opuestos a todo progreso y ser más práctico que los liberales, que rechazaban entender el desarrollo histórico del pueblo y sus actuales condiciones, tratando de imponer cambios a la fuerza, para los que el pueblo no estaba preparado o no comprendía.
En 1847, Carrera (en el mismo año fundó la República de Guatemala, N del T.) fue electo Presidente vitalicio y siete años más tarde se convirtió en Dictador, con derecho de designar su sucesor. (En 1851 derrotó a las tropas liberales de Honduras y el Salvador que pretendían invadir el país y derrocarlo, en la batalla de San José la Arada, N. del T.).
En 1862 atacó El Salvador y tomó su capital. Hacia el final de su vida enfrentó intentos de insurrección, pero ninguno prosperó. Carrera se hallaba firmemente en control de la situación y su influencia sobre el sector indígena (tres cuartas partes de la población) era muy poderosa.
AD. F. BANDELIER Transcribed by Gerald M. Knight Traducido por Carlos Posadas Ruíz.
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