miércoles, 18 de enero de 2017

¿DE DONDE VIENE EL VELAR A LOS MUERTOS?

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Vivir en la Edad Media era como vivir al límite, y nunca ser rico fue tan peligroso. Las casas más pudientes poseían platos y vajillas de estaño, un material que se oxida en contacto con ciertos alimentos, lo que provocaba envenenamientos. El contacto de algunas bebidas como el whisky o la cerveza con este elemento producía efectos narcolépticos que, en un primer momento, inducían a creer -con los conocimientos médicos de la época- que la persona había fallecido. Sin embargo, a veces algunas despertaban del letargo en medio de entierros y funerales y parecía un milagro, claro. U obra del diablo, según a quien le preguntásemos.

Para evitar estos sustos -porque, admitámoslo, debía de ser una experiencia que ni en los mejores cines- surgió la idea del velatorio. La de velar al muerto un tiempo antes de enterrarlo y que seguimos poniendo en práctica a día de hoy. Se ponía al difunto sobre la mesa de la cocina durante unos cuantos días antes de enterrarlo, por si las moscas. Con el tiempo, se pasó de las cocinas a otras estancias como las habitaciones o los salones.

Los pobres tenían menos posibilidades de sufrir algo así. La población más corriente no tenía platos, y los cubiertos no existían como tales. En la mayoría de las ocasiones las comidas -generalmente cocidos- se servían en cuencos y, a veces el pan hacía de plato; se colocaba la carne o la comida sobre el pan y se comía directamente.

Curiosidades de la historia con el Ministerio del Tiempo.

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