Hermana de S. Benito de Nursia (v.), abad de Montecassino (v.). Las únicas
noticias fidedignas que poseemos sobre su vida son las referidas por S.
Gregorio Magno (v.) en el II libro de los Diálogos. De acuerdo con esta
fuente, y relatando lo que en ella se nos dice, E. fue consagrada a Dios
desde la infancia; nada más se sabe de ella sino que aparece en los
últimos años junto a su hermano en las cercanías de Cassino. Cada año
solía reunirse con él no lejos del monasterio, dedicando largos ratos a
charlas espirituales. El episodio que se atribuye a su último encuentro es
célebre en la hagiografía: habiéndose prolongado el coloquio hasta tarde,
pidió ella a su hermano que se quedase por la noche para conversar sobre
temas divinos; recibida una negativa, E. recurrió a la oración,
desencadenándose al instante tal tromba de agua que el santo hubo de
continuar allí. Después de pasar la noche en elevada conversación
espiritual, los hermanos se separaron; pero pasados tres días Benito vio
prodigiosamente el alma de E. subir al Cielo en forma de paloma y,
deduciendo de ello su muerte, comprobó que ésta había ern efecto tenido
lugar. Entonces hizo transportar su cadáver a Montecassino, enterrándola
en el oratorio en la cumbre del monte, donde todavía reposan sus restos
junto a los de su hermano con el que durante siglos ha compartido los
honores de un sepulcro decorado con arte y riqueza en el altar mayor de la
basílica cassinense y venerado por los fieles de todo el mundo. El
reconocimiento canónico y científico de sus huesos, junto con los de su
hermano, hecho en 1950, confirmó la autenticidad de la tradición, que
afirmaba la continuidad de su existencia en la tumba primitiva. A los pies
de Montecassino perdura todavía el recuerdo de la presencia de E. en un
lugar llamado «il Colloquio», que fue probablemente el de su encuentro con
Benito, estando, según se cree, en Aquino, en la comarca de Plumbariola (Piumarola),
la celda de su residencia. Además de en Montecassino y alrededores, el
culto de E. se difundió ya antiguamente por todos los lugares por donde se
esparcieron los monasterios benedictinos; por eso, también en el arte,
especialmente en la pintura y en la miniatura, E. tuvo siempre un lugar
preferente al lado de su hermano.
Su culto recibió después especial propagación e intensidad en el vasto ambiente monástico femenino. También ahora en la liturgia romana se celebra su memoria el 10 de febrero, y la devoción popular la invoca para obtener la lluvia y alejar los rayos. Su figura ha sido celebrada asimismo desde antiguo con homilías (de Bertario, Alberico, etc.) y con himnos (entre ellos la bella secuencia Emicat meridies).
V. t.: BENITO DE NURSIA, SAN.
Su culto recibió después especial propagación e intensidad en el vasto ambiente monástico femenino. También ahora en la liturgia romana se celebra su memoria el 10 de febrero, y la devoción popular la invoca para obtener la lluvia y alejar los rayos. Su figura ha sido celebrada asimismo desde antiguo con homilías (de Bertario, Alberico, etc.) y con himnos (entre ellos la bella secuencia Emicat meridies).
V. t.: BENITO DE NURSIA, SAN.
BIBL.: S. GREGORIO MAGNO,
Diálogos II,33-34; Acta Sanct. Febrero I1,392 ss.; J. MABILLON, Acta
Sanctorum Ordinis Sancti Benedicti, 1,32 ss.; Il sepolcro di S. Benedetto,
«Miscellanea Cassinese» 27,99 ss.; A. LENTINI, Scolastica, en Bibl. Sanct.
11,742-749.
ANSELMO LENTINI
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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