Si las experiencias del viaje reportaron un indudable prestigio a su autor, sirvieron también para cambiar radicalmente su vida. Exteriormente el actual F. estaba muy lejos de parecerse al frívolo y desordenado teniente de húsares de los primeros tiempos. Por otra parte, el contacto directo con la naturaleza, la soledad y el silencio de los vastos espacios desérticos, tan propicios para la diaria meditación, su encuentro constante con musulmanes y hebreos practicantes fervorosos de sus respectivas creencias y, finalmente, la vida austera, cuajada de privaciones, a que le obligaron las propias circunstancias del viaje, fueron factores esenciales para una sensible evolución en los sentimientos del hasta entonces escéptico viajero. Por aquel tiempo y por mediación de su prima, Madame de Bondy, conoció a un prestigioso sacerdote: el abate Huvelin. Esta amistad, en momento tan oportuno, fue elemento crucial para que las inquietudes espirituales de F. se encauzaran definitiva y fervorosamente hacia Dios. Impulsivo siempre, deslumbrado por las perspectivas acuciantes que le ofrecía la fe, nueva experiencia para él, marchó a Palestina, ansioso de conocer y vivir plenamente el país de Jesús. A su regreso, en marzo de 1889, y tras un periodo de sucesivos retiros espirituales, decidió hacerse trapense. Ingresó en el monasterio francés de Nuestra Señora de las Nieves el 16 en. 1890 y, pocos meses más tarde, a petición propia, fue trasladado a la Trapa de Akbés, en Siria. Permaneció allí siete años. Abandonó entonces la vida monástica para convertirse en simple jardinero de las clarisas de Nazareth, buscando siempre experimentar al máximo la humildad, pobreza y penitencia en su deseo de entregarse a Dios plenamente. Tras cuatro nuevos viajes a Jerusalén regresó a Francia, donde el 9 jun. 1901 fue ordenado sacerdote en el Seminario de Viviers. Dio comienzo con dicha circunstancia una nueva etapa en la vida del que habría de llamarse en religión hermano Carlos de Jesús.
Surgió en él la vocación misionera, a la que no fue ajena la atracción por la tierra africana, mantenida siempre en su espíritu, y la esperanza de un trabajo oculto y silencioso en las grandes soledades. Con este propósito, solicitó y obtuvo de las jerarquías eclesiásticas permiso para desarrollar su apostolado en África. Al no pertenecer a ninguna Orden fue autorizado para residir y ejercer como sacerdote libre en el vicariato apostólico del Sahara argelino, confiado a los Padres Blancos (v.). El 28 oct. 1901 llegó F. a Beni-Abbés, oasis situado en pleno Sahara, al S de Orán y muy próximo a los confines con Marruecos. Construyó allí una modesta ermita, una capilla y una nave donde acoger a los indígenas. Su vida de anacoreta transcurrió desde entonces compartiendo la oración y la penitencia con la práctica de la caridad, cuidando y consolando a los indigentes que a él acudían, a los que proporcionaba alimento. En su mente germinaba de antiguo la creación de una familia religiosa que llevase a cabo sus anhelos misioneros: los «Hermanos Menores del Sagrado Corazón de Jesús». Basaba su idea en fundar lo que él llamaba «Hermandades», en forma de escalones entre Beni-Abbés y los oasis del S, extendiendo así la evangelización de los nativos a la par que se atendían espiritualmente los puestos avanzados de Francia en el Sahara. Con este fin realizó diversas gestiones así como algunos viajes hacia el S, aprovechando la vieja amistad que le unía con el comandante Laperrine, jefe militar del territorio. En 1905 se estableció definitivamente en Tamanrasset, en pleno corazón del Hoggar, a 700 Km. del puesto militar de In-Salah. En su nueva ermita dedicó todos sus anhelos evangelizadores a los nómadas habitantes del territorio. Estudió a fondo la lengua «tuareg», componiendo una gramática y el Dictionnaire touareg-f ranpais (Argel 1918-21). Su conducta abnegada y los cuidados que prodigó entre las tribus lograron que éstas le veneraran como a un morabito. En plena guerra europea la tranquilidad del Sahara se vio turbada por la influencia de las potencias combatientes. Las tribus «senusis» de la Tripolitania realizaban frecuentes incursiones en el territorio colonial francés. El viernes 1 dic. 1916 una banda de salteadores de este género llegó hasta Tamanrasset, saqueó todas las dependencias de la ermita y asesinó a F., arrojando su cadáver a un foso. El proceso de beatificación comenzó a instruirse en 1926.
BIBL.: Además de las obras mencionadas en el texto, se deben a F.: Écrits spirituels, ed. por R. BAZIN, París 1923; Contemplación. Textos inéditos, Salamanca 1969.-Estudios: R. BAZIN, Charles de Foucauld, explorateur du Maroc, ermite au Sahara, París 1921 (trad. castellana, Madrid 1925); A. BERNARD, Un saint franpais, le Pére de Foucauld, París 1917; G. GORRE, Au service du Maroc, Charles de Foucauld, París 1939; ÍD, Les amitiés sahariennes du Pére de Foucauld, Rabat 1940; R. HERISSON, Avec le Pére de Foucauld et le Géneral Laperrine. Carnet d'un saharien, París 1937; P. LESOURD, Le Pére de Foucauld, París 1933; C. PICHON, Charles de Foucauld, París 1946; C. M. ROBERT, L'ermite du Hoggar. La vie au dessert de Charles de Foucauld, Argel 1938.
GUILLERMO GUASTAVINO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
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