Sacerdote de Nápoles, profesor de teología dogmática de la Facultad Teológica de Nápoles. Primer relator de la reunión de la Iglesia italiana en Loreto (1985), de la Asamblea de las Iglesias europeas en Erfuhrt (1988), miembro de la Comisión Teológica Internacional y presidente de la comisión redactora del documento Memoria y reconciliación. La Iglesia y las culpas del pasado, publicado durante el año jubilar 2000. Es considerado el teólogo italiano más brillante y prolífico, que ya ha publicado una síntesis teológica en ocho volúmenes titulada Simbolica Ecclesiale.
Sobre eclesiología sobresalen cuatro libros: su tesis doctoral, La Chiesa nellEucaristia. Per un ecclesiologia eucaristica alla luce del Vaticano II, de 1975, que se ha convertido en un estudio clásico de la teología católica sobre este tema claramente abierto a la dimensión ecuménica. El segundo libro, y uno de los más divulgados, es La Iglesia, icono de la Trinidad. Breve eclesiología, de 1984, resumen de un curso ecuménico. El tercero son los diversos estudios recogidos en Laicado y laicidad de 1986, publicado antes del Sínodo sobre el laicado. Y finalmente, su síntesis eclesiológica, La Iglesia de la Trinidad. Ensayo sobre el misterio de la Iglesia comunión y misión, de 1995, articulado en torno a un triple y brillante eje, ya esbozado anteriormente: De Trinitate Ecclesia: el origen trinitario de la Iglesia; Sanctorum communio: la forma trinitaria de la Iglesia, y Ecclesia viatorum: el destino trinitario de la Iglesia.
La propuesta eclesiológica de Forte tiene una gran fuerza estética y pastoral y anima a conocer y amar a la Iglesia, en la fidelidad a la gran tradición católica, abierta ecuménicamente y al diálogo con las demás religiones. Quizás eclesiológicamente el tema que ha suscitado más polémica sea su concepción de la teología del laicado, que es negada como tal y en cambio afirmada como «laicidad» de toda la Iglesia. Con todo, todas las obras de Bruno Forte tienen la cualidad de colocar con gran destreza todos los datos de la tradición en una dinámica que parte de la Trinidad y vuelve a ella a través de la comunión y la misión. Es este enfoque el que le hace releer la Iglesia en el epílogo de su último texto, siguiendo a san Cirilo de Alejandría, que dice: «entonemos el canto de alabanza por la muerte de la Iglesia. Muerte que nos conduce de nuevo a la fuente de la vida santa en Cristo», afirmación que se complementa dialécticamente con su otra formulación del mismo san Cirilo: «¡No te separes de la Iglesia! Tu refugio es la Iglesia».
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