Datos biográficos. Escritos. Nació en Berlín en 1869. Después de asistir al Gimnasio, estudió Economía política y Filosofía en Berlín y en la Univ. de Friburgo; estudió a Kant, Comte, Schopenhauer, Marx, Spencer, James, Bergson y Nietzsche. A los 24 años, se doctoró con su trabajo sobre la Estética de Kant; la obra moral del filósofo de Kónisberg influyó de modo decisivo en su producción posterior. F. es ante todo un partidario decisivo de la educación moral, de la formación del carácter, y en sus austeras publicaciones las realiza en la revista «CulSus primeras publicaciones las realiza en la revista «Cultura ética» y ofrecen también amplio material a la reflexión sobre la educación moralizante. Enseñó en Zurich; viajó por Inglaterra y América preocupándose de igual modo por la educación de la juventud. En 1913 regentó su cátedra de Viena y posteriormente lo hizo en Munich. Sus ideas políticas le hicieron andar errante por Francia y Suiza, en tiempo del hitlerismo; en sus primeros tiempos había pertenecido al partido socialista, por lo que fue también perseguido. Por último se refugió en América.
Sus principales publicaciones son: La instrucción de la juventud (Berlín 1923); Religión y formación del carácter (Berlín 1926); Ética y pedagogía sexual (Kempten 1907); Educación y autoeducación (Zurich 1917); La ciencia de la vida (Leipzig 1909); Autoridad y libertad (Berlín 1904); Cristo y la vida humana (Munich 1922); A las puertas de la mayoría de edad (Zurich 1939), aparte de alguna otra como Mi lucha contra la Alemania militarista y nacionalista.
Doctrina pedagógica y formación del carácter. F. es considerado como cl pedagogo del carácter, y posee una inspiración profundamente cristiana. Su fundamento es lo absoluto, la Filosofía trascendental alemana, y las grandes figuras del siglo de oro germánico, partiendo de Kant. Para F. el punto culminante de la educación lo constituye la formación del carácter, hasta el punto de que hace depender la actividad intelectual de una recta formación y uso de la voluntad: «El carácter... no sólo es la verdadera energía fundamental del hombre, la que decide de toda actividad de su vida, sino también, y al mismo tiempo, importantísimo factor de su bienestar físico» (La escuela y el carácter, Buenos Aires 1941, 1). Critica enérgicamente a los pedagogos americanos, por la superficialidad de los principios en que se fundan ya que orientan la disciplina escolar de modo completamente democrático. En todo caso, el fin principal de la escuela debe ser la formación del carácter. Como dijo Pestalozzi: «Puede muy bien un época haber hecho progresos gigantescos en el conocimiento de la verdad, y encontrarse, sin embargo, muy atrasada en la práctica del bien». El poder de la voluntad es extraordinario, y a ella supedita la inteligencia el mismo F., cuando dice: «Vale cien veces más la voluntad que el saber» (ib., 13).
El ataque más feroz en contra Rousseau y sus principios individualistas en educación: «Quien, como Rousseau, cree en la bondad de la naturaleza humana, no sólo no comprenderá esta necesidad de resistencia, sino que hasta verá en ella un principio hostil a la vida, pues ignora en absoluto que sólo con la lucha vigorosa del 'yo' espiritual contra el carnal, puede manifestarse la vida verdaderamente humana y conducir el hombre sus energías más íntimas a la victoria sobre el mundo exterior» (La escuela y el carácter, 105). Por el contrario, la educación clásica alemana, toda dogmatismo y rigidez, crea personalidades acostumbradas a la lucha ascética, que si bien parece en un principio algo fuera de lugar y desusado ya, es lo único capaz de crear caracteres: «Cuánto provecho no recabó Goethe del formalismo pedantesco de la educación que le dio su padre. Y cuán indispensable no es la forma fija frente a la desenfrenada subjetividad» (ib., 101).
En 1960 escribe F. su libro Temas capitales de la educación, en el que selecciona él mismo los asuntos que más ha tratado, siendo tema central el del carácter, y dedicando varios capítulos a temas tan interesantes como: Importancia del elemento femenino en la formación del carácter; la misión cultural de la mujer; la educación recíproca de los sexos; el elemento masculino en la formación del carácter; tratamiento pedagógico de la edad crítica; así como otros sugestivos capítulos. Se trata de una obra básica para el mejor conocimiento de la obra de F. El ideal de la educación para él, es la auténtica formación del carácter (v.), con lo que ésta supone de rectitud en el obrar y firmeza en las decisiones. Acude como ejemplos a las vidas de S. Ignacio de Loyola y otros muchos santos, que templaron fuertemente su carácter. Es preciso un alto ideal para que las decisiones de la voluntad sean estables. «La educación no consiste en dar al hombre tales o cuales hábitos, sino ante todo en enseñarle a dar la debida jerarquía a las finalidades de la vida, de modo que aprenda a dar la preferencia a lo trascendente y a resistir a tiempo a la presión importuna de los fines particulares y accidentales» (Temas capitales de la educación, Barcelona 1960, 120). Como medios para la consecución de este fin educativo señala F. la alegría, la síntesis de libertad y obediencia, el ejercicio de la actividad, y la educación para el realismo.
Sus principales publicaciones son: La instrucción de la juventud (Berlín 1923); Religión y formación del carácter (Berlín 1926); Ética y pedagogía sexual (Kempten 1907); Educación y autoeducación (Zurich 1917); La ciencia de la vida (Leipzig 1909); Autoridad y libertad (Berlín 1904); Cristo y la vida humana (Munich 1922); A las puertas de la mayoría de edad (Zurich 1939), aparte de alguna otra como Mi lucha contra la Alemania militarista y nacionalista.
Doctrina pedagógica y formación del carácter. F. es considerado como cl pedagogo del carácter, y posee una inspiración profundamente cristiana. Su fundamento es lo absoluto, la Filosofía trascendental alemana, y las grandes figuras del siglo de oro germánico, partiendo de Kant. Para F. el punto culminante de la educación lo constituye la formación del carácter, hasta el punto de que hace depender la actividad intelectual de una recta formación y uso de la voluntad: «El carácter... no sólo es la verdadera energía fundamental del hombre, la que decide de toda actividad de su vida, sino también, y al mismo tiempo, importantísimo factor de su bienestar físico» (La escuela y el carácter, Buenos Aires 1941, 1). Critica enérgicamente a los pedagogos americanos, por la superficialidad de los principios en que se fundan ya que orientan la disciplina escolar de modo completamente democrático. En todo caso, el fin principal de la escuela debe ser la formación del carácter. Como dijo Pestalozzi: «Puede muy bien un época haber hecho progresos gigantescos en el conocimiento de la verdad, y encontrarse, sin embargo, muy atrasada en la práctica del bien». El poder de la voluntad es extraordinario, y a ella supedita la inteligencia el mismo F., cuando dice: «Vale cien veces más la voluntad que el saber» (ib., 13).
El ataque más feroz en contra Rousseau y sus principios individualistas en educación: «Quien, como Rousseau, cree en la bondad de la naturaleza humana, no sólo no comprenderá esta necesidad de resistencia, sino que hasta verá en ella un principio hostil a la vida, pues ignora en absoluto que sólo con la lucha vigorosa del 'yo' espiritual contra el carnal, puede manifestarse la vida verdaderamente humana y conducir el hombre sus energías más íntimas a la victoria sobre el mundo exterior» (La escuela y el carácter, 105). Por el contrario, la educación clásica alemana, toda dogmatismo y rigidez, crea personalidades acostumbradas a la lucha ascética, que si bien parece en un principio algo fuera de lugar y desusado ya, es lo único capaz de crear caracteres: «Cuánto provecho no recabó Goethe del formalismo pedantesco de la educación que le dio su padre. Y cuán indispensable no es la forma fija frente a la desenfrenada subjetividad» (ib., 101).
En 1960 escribe F. su libro Temas capitales de la educación, en el que selecciona él mismo los asuntos que más ha tratado, siendo tema central el del carácter, y dedicando varios capítulos a temas tan interesantes como: Importancia del elemento femenino en la formación del carácter; la misión cultural de la mujer; la educación recíproca de los sexos; el elemento masculino en la formación del carácter; tratamiento pedagógico de la edad crítica; así como otros sugestivos capítulos. Se trata de una obra básica para el mejor conocimiento de la obra de F. El ideal de la educación para él, es la auténtica formación del carácter (v.), con lo que ésta supone de rectitud en el obrar y firmeza en las decisiones. Acude como ejemplos a las vidas de S. Ignacio de Loyola y otros muchos santos, que templaron fuertemente su carácter. Es preciso un alto ideal para que las decisiones de la voluntad sean estables. «La educación no consiste en dar al hombre tales o cuales hábitos, sino ante todo en enseñarle a dar la debida jerarquía a las finalidades de la vida, de modo que aprenda a dar la preferencia a lo trascendente y a resistir a tiempo a la presión importuna de los fines particulares y accidentales» (Temas capitales de la educación, Barcelona 1960, 120). Como medios para la consecución de este fin educativo señala F. la alegría, la síntesis de libertad y obediencia, el ejercicio de la actividad, y la educación para el realismo.
BIBL.: T. GREYERZ, Fórsters Yugendelehre, Berna 1908; A. 1. W. MULLER, Fórsters und die wirkliche Welt, Zurich 1928; F. DE HOVRE, Pensadores pedagógicos contemporáneos, Madrid 1951.
M TERESA VÁZQUEZ-PRADA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
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