viernes, 24 de agosto de 2012

SELOFJAD.

Notable de la tribu de Manasés, hijo de Jéfer, que  murió dejando sólo hijas (Nm 26,33; 1Cró 7,15; Jos 17,3); la tradición ha conservado el nombre de éstas: Majlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá (Nm 26,33; 27,1; Jos 17,3). Ahora bien, para el reparto de la Tierra Prometida, sólo los hombres habían sido censados. Las huérfanas, que al casarse corrían el riesgo de ver desaparecer el nombre de su padre, apelaron públicamente a Moisés y al sacerdote Eleazar. Moisés consultó a Yahvé sobre el tema y promulgó una legislación sobre el derecho de las huérfanas: la propiedad de bienes raíces debía corresponder, según los casos, a las hijas del difunto si no tenía hijos, a sus hermanos si no había ninguna hija, y luego a sus tíos (y a los descendientes delas hijas comenzando por los varones), es decir a sus parientes más próximos (Nm 27,3-11). El asunto así  juzgado sentó jurisprudencia. Además Moisés, según la orden de Yahvé estipuló que las hijas de Selofjad debían casarse con un hombre de su propia tribu, a fin de que su herencia no pasara a otra (Nm 36,2-12). Cuando se efectuó la distribución del territorio, Josué les asignó las partes que así le correspondían legítimamente (Jos 17,4-6).

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