Durante buena parte del siglo XV
Francia e Inglaterra estuvieron en guerra constante. Los primeros querían recuperar el territorio patrio y los segundos querían defender
sus posesiones en Francia y de paso, si era posible hacerse con el trono de este país. Esta
contienda venía de lejos, se la llamó la Guerra de los Cien Años, y es que casi durante un siglo
se sucedieron victorias y derrotas por ambos bandos sin llegar a una solución
definitiva. En honor a la verdad hay que decir que los ingleses llevaron
siempre la iniciativa y que los monarcas galos, al frente de ejércitos feudales,
difícilmente batieron a las mesnadas de arqueros e infantes que llegaban de más
allá del Canal de la Mancha.
Todo parecía perdido cuando llegó Juana
de Arco. Juana nació en 1412, de una familia campesina y humilde, en lo que hoy
se llama en su honor Domrémy-Ia-Pucelle. En aquella época gran parte de Francia
estaba bajo el poder de Enrique V, uno de los monarcas ingleses más victoriosos
y guerreros. Juana, desde muy niña, se dedicó al pastoreo. Era muy religiosa y cuando
apenas contaba 13 años comenzó a hablar de las visiones que tenía en el campo. En
ellas San Miguel y las Santas Margarita y Catalina la animaban a la liberación de Francia
del yugoinglés. Pero en aquellos tiempos
era peligroso hablar de materias como éstas, pues fácilmente podía ser acusada de brujería y acabar en la hoguera por lo que sus comentarios
se circunscribieron al ámbito familiar donde causaron la natural sorpresa.
A los 16 años, las voces
celestiales no cesaban y a pesar de los temores familiares Juana decidió llevar adelante su misión. Dejó su casa, a sus padres y hermanos, incluso
hay quien apunta que dejó también a un posible novio de nombre Raimundo, e intentó
entrevistarse con el heredero de la corona francesa, el futuro Carlos VII.
En los primeros intentos los clérigos
y nobles se mofaron de sus propuestas y fue objeto de todo tipo de burlas, pero,
no obstante, el heredero la recibió y escuchó su mensaje dictado por la Providencia. Carlos VII, era según algunos, un hombre aficionado al lujo
y al placer, indeciso y débil que en aquellos momentos sólo prestaba atención a
su amante, la hermosísima Inés Sorel. Para otros, sin embargo, se trataba de un
político astuto que supo aprovechar el fervor patriótico de la inocente Juana. Fuera
como fuera, y a pesar de la confianza del rey, Juana tuvo que hacer frente a la
Inquisición que no parecía muy segura de la inspiración divina de los planes
liberadores de la Doncella. Pero para pasmo de todos, se defendió
prodigiosamente bien y más si tenemos en cuenta que era una pastorcilla que no
sabía leer ni escribir.
El Delfín la armó caballero en Poitiers,
en 1429. Cortó sus cabellos y vistió ropas militares y con un estandarte blanco
sobre el que ondeaba la flor de lis, símbolo de la monarquía francesa, partió
hacia Orleans sitiada por los invasores ingleses. A pesar de la superioridad
numérica de éstos, Juana liberó la plaza venciendo en la batalla de Patay. Sólo
tenía 17 años y su actuación en medio del combate, blandiendo la espada y
sajando ingleses la asemejaban a un ángel exterminador. La sangre salpicaba su
coraza blanca ante la admiración de sus compatriotas enfervorizados por la
fuerza sobrenatural que parecía desplegar la muchachita. Las victorias
prosiguieron y los ingleses cayeron derrotados en Loira, en una lucha durísima,
con muchos muertos por ambas partes.
Por fin el 17 de junio de 1429 el
Delfín era coronado rey de Francia, con el nombre de Carlos VII, en la catedral
de Reims. Juana asistió a la ceremonia vestida de soldado y mientras dirigía la
vista a los cielos, tal vez agradeciendo la ayuda celestial, los nobles y los
religiosos entre los que tenía muchos adversarios, dirigían la vista a la tierra,
buscando cómo podían deshacerse de la Doncella que se había convertido en un
peligro. La envidia por sus éxitos, la adoración que el pueblo y sus soldados
sentían por ella, llegó a incomodar hasta al rey que le debía el trono.
La casa reinante, la de Orleans, tenía
como enemiga declarada a la de Borgoña, partidaria esta última de los ingleses.
Sus enfrentamientos no se solventarían hasta la Paz de Arrás, en 1435, y en
esta época Juana estaba considerada también por los Borgoña como su enemiga
personal.
En su nómina de enemistades no faltaban los señores feudales, ya que
la heroína era partidaria de que no existiesen intermediarios entre el rey y su
pueblo, con lo que la autoridad de los señores podía verse seriamente afectada.
El panorama no se presentaba muy alentador para la Doncella, máxime cuando
después de la coronación manifestó sus deseos de continuar con la liberación de
Francia. Pero sus deseos no fueron bien acogidos.
Juana de Arco fue apresada en la
defensa de Compiégne, una localidad cercana a París, por las tropas borgoñonas
cuando intentaba encontrar refugio en la fortaleza que le cerró las puertas. De
allí se la trasladó a Rouen de donde ya no saldría con vida.
La Inquisición tomó cartas en el
asunto y fue acusada de hereje, bruja, de cortar sus cabellos y vestir como un
hombre. Su mismo padre la acusó de hechicera y hasta se cuestionó su virginidad.
Abandonada por su rey, sola ante los interrogatorios que duraron cuatro meses, Juana resistió y contestó a las cuestiones inquisitoriales con extraordinaria
lucidez. En el juicio
hubo sus más y sus menos. Los dignatarios ingleses querían su condena a toda costa, mientras que algunos inquisidores, no muy seguros de si se encontraban ante un ángel o un demonio, deseaban encontrar una solución menos traumática. Le presentaron un documento en que Juana se retractaba de sus acciones anteriores y lo firmó con lo que se suspendió la condena de morir en la hoguera y se le impuso prisión perpetua. Pero cuando comprendió el alcance de dicho documento y que jamás volvería a estar con sus soldados cabalgando por las tierras de su patria, se retractó. Y entonces ya no hubo misericordia para ella.
hubo sus más y sus menos. Los dignatarios ingleses querían su condena a toda costa, mientras que algunos inquisidores, no muy seguros de si se encontraban ante un ángel o un demonio, deseaban encontrar una solución menos traumática. Le presentaron un documento en que Juana se retractaba de sus acciones anteriores y lo firmó con lo que se suspendió la condena de morir en la hoguera y se le impuso prisión perpetua. Pero cuando comprendió el alcance de dicho documento y que jamás volvería a estar con sus soldados cabalgando por las tierras de su patria, se retractó. Y entonces ya no hubo misericordia para ella.
El 30 de mayo de 1431 fue quemada viva
en la plaza de Rouen sin que Carlos VII moviera un dedo por salvarla del
horrible suplicio. Abrazada a una cruz, Juana no abjuró de su misión y sus últimas palabras fueron un simple: "Jesús" La multitud, que
tantas veces la había aclamado, acudió en masa a contemplar el horrible
espectáculo y tan sólo un soldado inglés se atrevió a gritar lleno de pavor: u ¿ Qué hemos hecho? Hemos quemado a
una santa".
Pasados algunos años, cuando Juana
ya no representaba ningún peligro para nadie, Carlos VII, que todo se lo debía
a ella, y tal vez acuciado por su mala conciencia, pidió al papa Calixto III que
designara una comisión que investigara el caso para rehabilitar la memoria de
la Doncella.
Pero tendríamos que llegar al siglo XX para que fuera declarada
beata, en 1909 y canonizada como santa por Benedicto XV en 1920.
Si en vida Juana de Arco ya estuvo
rodeada de leyendas su muerte trágica aumentó esa aureola mítica. Aun sin
pretenderlo, hoyes la heroína del Frente Nacional, el partido de ultraderecha
francés, que cada 1 de mayo, mientras gritan sus consignas en contra de la emigración
y de los extranjeros, depositan flores y desfilan ante el monumento que la
Doncella de Orleans tiene en París. Tampoco se libra la santa de ser la
abanderada de la causa feminista que la considera una triunfadora en un mundo
de hombres y valoran su independencia, valentía y arrojo.
¡Quién sabe lo que pensara Juana de
las nuevas atribuciones que se le están otorgando en los tiempos que corren!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.