
La enseñanza del Catecismo sobre la obligación de ayudar a la Iglesia, #2043:
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Contribución a la Iglesia
Jesús enseña con sus palabras y acciones el deber de contribuir a la Iglesia:
Cuando
entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el
didracma y le dijeron: «¿No paga vuestro Maestro el didracma?» Dice él:
«Sí.» Y cuando llegó a casa, se anticipó Jesús a decirle: «¿Qué te
parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o
tributo, de sus hijos o de los extraños?» Al contestar él: «De los
extraños», Jesús le dijo: «Por tanto, libres están los hijos. Sin
embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el
anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás
un estáter. Tómalo y dáselo por mí y por ti.» Mateo 17,24-27
Comentario: Jesús
enseña a cumplir con el requisito de tributo, sea para el Templo o sea
el impuesto del gobierno. Al mismo tiempo enseña un ideal para sus
discípulos. Los miembros de la Iglesia son hijos y no súbditos. A los
hijos no se les requiere una cuota porque son de la casa. Pero eso no
significa que los hijos no contribuyan nada, al contrario. En la casa
todos dan de corazón según la necesidad y las posibilidades de cada uno.
Es la medida de Jesús: el amor. El mismo se dio hasta morir en la cruz.
Los buenos
católicos dan a la Iglesia de corazón porque son miembros de la familia
de fe. Contribuyen según sus posibilidades y la grandeza de su amor. Por
eso en la Iglesia Católica no exige un pago específico. Todo el mundo
participa por igual en la Santa Misa. Dios juzgará la caridad de cada
cual.
Desde el principio, la
Iglesia ha enseñado a ser ciudadanos responsables y respetuosos de la
ley, aunque rechazando las costumbres que son incompatibles con la fe y
la moral (Cf. Romanos 13, 5)
Comentario de San Ambrosio sobre el tributo del Señor: (Evangelio de Lucas)Es
una gran lección, “que enseña a los cristianos la sumisión al poder
soberano, a fin de que nadie se permita desobedecer los edictos de un
rey de la tierra. Si el Hijo de Dios ha pagado el tributo, ¿crees que tú
eres mayor para dejar de pagarlo? Aun Él, que nada poseía, ha pagado el
tributo; y tú, que buscas los bienes de este mundo, ¿porqué no
reconoces las cargas del mismo?, ¿porqué te consideras por encima del
mundo?”
Apoyar materialmente a la IglesiaS.S. Benedicto XVI, 8 Marzo, 2007
al recibir al Círculo de San Pedro
al recibir al Círculo de San Pedro
Todo fiel está llamado a colaborar, también materialmente, con la obra de evangelización y de ayuda a los necesitados realizada por la Iglesia
En el tradicional encuentro anual, se le entregó al Papa el óbolo de san Pedro, es decir, las ofertas que se han recogido en las parroquias e instituciones de la diócesis de Roma durante este año y que serán destinadas a las obras de caridad del Santo Padre.
Esta cita, que normalmente se celebra poco después de la fiesta de la cátedra de San Pedro, el 22 de febrero, constituye un momento simbólico para subrayar los lazos íntimos que unen a la Santa Sede con esta institución, que surgió en Roma el 28 de abril de 1869.
«La antigua práctica del óbolo de san Pedro, en un cierto modo ya vigente entre las primeras comunidades cristianas, surge de la conciencia de que todo fiel está llamado a apoyar incluso materialmente la obra de la evangelización y, al mismo tiempo, a socorrer con generosidad a los pobres y a los necesitados», aclaró el obispo de Roma.
«También en nuestro tiempo la Iglesia sigue difundiendo el Evangelio y colaborando con la edificación de una humanidad más fraterna y solidaria. Y gracias también al óbolo de san Pedro es posible cumplir con esta misión de evangelización y de promoción humana», siguió diciendo.
El Círculo de San Pedro organiza comedores para pobres en Roma y desde hace seis años ha abierto una casa de acogida para ofrecer tratamientos paliativos que ayuden a afrontar el dolor de personas enfermas y de sus familiares.
El óbolo de san Pedro comprende la colecta efectuada en las diócesis de todo el mundo sobre todo con motivo de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, las contribuciones de congregaciones e instituciones religiosas, las aportaciones de fundaciones y las ofertas espontáneas de fieles de todo el mundo.
El dinero que se recoge con este motivo no entra en el presupuesto de la Santa Sede, pues se destina directamente a las obras de caridad.
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