LA
AUTORIDAD Y EL SERVICIO EN LAS COMUNIDADES
DEL NUEVO TESTAMENTO
Lic.
José Luis D'Amico
Edward
Schillebeeckx titula su prólogo al
libro El Ministerio Eclesial, “Ninguna
comunidad eclesial sin dirigentes”,
releyendo una afirmación de san Jerónimo
[1] . De esta
manera, plantea un tema central en
la eclesiología como es el rol y la
figura de los sacerdotes en la Iglesia.
Si bien el planteo de este prólogo
apunta al conflicto sobre la escasez
de sacerdotes, que exige una revisión
de la teología del ministerio, el
tema puede ampliarse para comenzar
cualquier reflexión sobre la estructura
eclesial y su organización.
En
definitiva, una organización social
no podría prescindir de la presencia
de alguna manera de dirigencia. Lo
que hoy podríamos plantear, entonces,
es el modo en que debe ejercerse ese
rol de dirigencia en el contexto actual.
El
acercamiento a las comunidades del
Nuevo Testamento pueden ayudarnos
o iluminarnos. No solo porque ellas
manifiestan la existencia de dirigentes
desde sus inicios, sino porque también
nos dan algunas pistas sobre cómo
pudieron ejercer ese rol o al menos
cómo esperaban que se ejerza.
De
todos modos, no podremos caer en “la
copia” del modelo de dirigente de
esas comunidades. La lectura del mundo
del Nuevo Testamento, sin la lectura
de la realidad y de los procesos históricos,
no es una lectura católica
[2] .
Para
poder comenzar a abordar el tema de
la Autoridad y el servicio en las
comunidades del Nuevo Testamento,
parecería procedente comenzar a reflexionar
sobre qué significa el servicio en
el ambiente de las comunidades primitivas
y su relación con la autoridad en
las comunidades.
El
Servicio en las comunidades del Nuevo
Testamento.
El
verbo diakoneo refiere siempre
a algún tipo de servicio: en las mesas
y/o banquetes, a personas, incluso
en actos cultuales
[3] .
En
el judaísmo, Filón conoce el término
relacionado con el servicio de las
mesas; y también Flavio Josefo, quien
además amplía el término al sentido
de prestar servicio sacerdotal [4] .
En
el mundo griego “diaconeo” (servir),
es “el servicio en cuanto dependencia
personal, que es algo indigno y deshonroso
para un hombre libre”
[5] . Pero, además,
el término se amplía en cuanto al
servicio al bien común o a una divinidad,
“se convierte en una tarea y en una
actividad dignas del hombre libre”
[6] .
Así,
poco a poco, este término va tomando
características de "dignidad":
el servicio al estado (polis) o a
la divinidad “hacen” a la perfección
del hombre
[7] .
En
los evangelios se resalta que la actividad
de Jesús es considerada un servicio
en cuanto que su servicio es
la entrega de su propia vida (Mc 10,45;
Rom 15,8) y los mismos discípulos
deben asumir esta continuidad del
servicio (Mt 23,11; Mc 9,35;
10,43; Lc 22,26; Jn 12,26; 13, 14-16).
En
la comunidad cristiana, la diaconía,
es el servicio de la caridad que los
cristianos se prestan recíprocamente
(1 Pe 4,10-11); el servicio que se
presta al apóstol (Hch 19,22; Film
13; 1 Tim 1,18); la colecta “para
los santos” de Jerusalén (2 Cor 8,19;
Rom 15,25 y quizás también Hb 6,10).
También la tarea de la predicación
es considerada diaconía: 2 Tim 4,11;
Hch 6,4; 20,24; 21,19; 2 Cor 11,8.
La diaconía, como servicio a la Iglesia,
deriva del mismo Cristo: 1 Cor 12,6;
Ef 4,12.
En
un sentido amplio, todo acto que un
cristiano dirige hacia la Iglesia
es diaconía; proviene de Cristo como
su inspirador, y conduce a la Gloria.
(cfr. 2 Cor 3,8s).
Pablo
se presenta a sí mismo como servidor:
aquél por quien creyeron los corintios
(1 Cor 3,5); servidor de la Nueva
Alianza (2 Cor 3,6); servidor de Cristo
(2 Cor 11,23) y de Dios (2 Cor 6,4) [8] .
Este
servicio es la predicación de la Palabra,
pero también está acompañado de un
servicio material como es el caso
de la colecta (2 Cor 8,4; 9,1.12)
También
los compañeros de misión de Pablo
son denominados diáconos: Tíquico
(Ef 6,21; Col 4,7); Epafras (Col 1,7);
Timoteo (1 Tim 4,6).
Para
el tiempo de las pastorales, el término
diakonos, que antes
se utilizaba como sinónimo de servicio,
se utilizó para designar a un determinado
ministerio, que tenia un lugar por
sí mismo, incluía tanto a hombres
como mujeres, y no era un grado de
ministerio “menor” como “paso” hacia
el presbiterado o episcopado. Por
eso, no cabe duda de que el texto
de 1 Tim 3,1-13 designa a esta altura
al diaconado como un ministerio.
De
esta primera reflexión podemos considerar
que el diaconado, o el servicio,
es la actitud tanto del discípulo
como del dirigente, en tanto que se
trata del servicio a la comunidad
para que ésta crezca y continúe en
la historia el mensaje de Jesús. Nadie,
entonces, está exento de ser diácono
en la comunidad cristiana.
Sin
embargo, es preciso reconocer que
el término se utiliza de modo particular
para designar la actitud y el modo
de ejercer la autoridad de los dirigentes
de la comunidad. Así, si Pablo, que
se considera autoridad de la comunidad
y apóstol (Rom 1,1; 1 Cor 1,1; 15,9;
2 Cor 12,12; Gal 1,1.19; 2,8) también
se considera servidor (diácono) no
designando un ministerio específico,
sino en cuanto que su apostolado es
un servicio (Rom 1,1; 1 Cor 3,5; Gal
1,10).
Ahora
bien, no quedan dudas que las primeras
comunidades cristianas han relacionado,
desde el principio, dirigencia y servicio.
Es por eso que sería interesante reflexionar
sobre algunos textos para observar
cómo se han vivido y transmitido en
dichas comunidades.
En
primer lugar veremos el texto de Mc
10,35-45. En este texto se contrasta
el modo de ejercer la autoridad en
la comunidad cristiana con el modo
de ejercerla fuera de ella. En segundo
lugar, analizaremos los ministerios
que nos ofrecen las cartas pastorales,
por ser éstas un testimonio de una
organización más avanzada.
Comentario
teológico pastoral a Mc 10,35-45
Con
algunas variantes esta escena se encuentra
también en Mt 20,20-28 y Lc 12,50;
22,24-27. Si asumimos que Marcos es
el evangelio más antiguo, debemos
concluir que los textos de Mt y Lc
se inspiraron en él. Por lo tanto,
para hacer un comentario del sentido
de la sentencia y de la escena, conviene
apoyarse en el texto más antiguo.
Es
muy probable que esta perícopa haya
tenido un origen “pre-marcano” ante
la muerte de Santiago (el obispo de
Jerusalén), lo que pudo haber generado
un sentimiento de ambición de poder
en algunos miembros de la comunidad,
al querer ocupar su lugar
[9] . Así, la sentencia
de Jesús, se presenta como una enseñanza
catequística y disciplinar sobre el
tema de la autoridad y la dirigencia.
Vamos
ahora a presentar, brevemente, algunas
consideraciones que surgen de la lectura
del texto.
El
análisis por versículos puede ayudarnos
a una lectura más detenida.
v.35:
Santiago y Juan son presentados en
el evangelio de Marcos también en
situaciones importantes de la vida
de Jesús. En 9,2 (la Transfiguración)
y en 14,32 (la agonía)
[10] .
Tanto
la Transfiguración, como el momento
de la agonía refieren al camino de
Jesús a la Gloria. En medio de ambos
relatos, se presenta éste, en el que
Jesús camino a Jerusalén anuncia
por tercera vez su pasión (10,32).
Existe,
sin embargo, una diferencia entre
estos tres relatos: mientras que Pedro
es nombrado en la Transfiguración
y en la agonía junto a estos dos hermanos,
aquí no aparece pidiendo los puestos
más importantes. De todos modos, si
en este texto se destaca la incomprensión
del mensaje de Jesús de parte de estos
discípulos, la incomprensión de Pedro
será un poco más adelante (14,66ss).
Así,
los tres “jerarcas” de la comunidad,
son presentados como seguidores de
Jesús, y el signo de la Transfiguración
les prepara su camino: “Si alguno
quiere venir detrás de mí, que se
niegue a sí mismo, tome su cruz y
me siga” (8,34).
“MAESTRO”:
los discípulos reconocen en Jesús
una autoridad, a modo de los rabinos
de Jerusalén. La pregunta de los discípulos
provoca en el lector una tensión,
una espera. Los discípulos saben que
Jesús puede darles algo y se
lo van a pedir.
v.
36: Jesús responde con una
pregunta. Sabe que lo van a pedir
algo, y aparece dominando la escena.
No les dice que les va a conceder
lo que pedirán, sino que les pide
que digan lo que quieren, luego vendrá
el juicio para evaluar si les dará
lo que piden.
v.37:
El deseo de ellos es sentarse
a la izquierda y derecha de la GLORIA
de Jesús. En el contexto de Mc. la
Gloria es la manifestación divina
del Hijo del hombre (8,38; 13,26).
La
Gloria (en gr. doxa, del hebreo kabod),
es una cualidad propia de Dios, no
pertenece a los hombres. En griego
profano designa opinión, aprecio,
fama.
El
Kabod es la Gloria de Dios que se
manifiesta en la creación, en las
grandes gestas de Dios y se la espera
al fin de los tiempos (Is 60,1). En
los LXX el concepto aparece conectado
con fama, honor, que se debe
sólo a Dios. Designa al poder de Dios,
y traduce el hebreo Kabod.
Para
el judaísmo tardío será todo
el conjunto de la realidad Celeste
(ángeles, trono de Dios, etc.).
En
el nuevo testamento se asume la línea
de los LXX y antiguo testamento hebreo.
Es, sobre todo, la majestad y el poder
de Dios. Esta Gloria designa tanto
el presente salvador, como la relación
del hombre con Dios: “Dar Gloria a
Dios”, el hombre también participa
de su Gloria y se amplía como realidad
soteriológica, escatológico – salvífica.
“La salvación consiste en que el hombre
y la creación participen de esa realidad”.
SENTARSE:
“que nos sentemos...a la derecha y
a la izquierda”, parece ser un semitismo.
La derecha corresponde al más anciano
y la izquierda al más joven (1 Re
2,19). Son puestos de honor (Sal 110,1).
Jesús, como Hijo del Hombre, tiene
poder para asignar esos puestos.
J.
Mateos sostiene que esta imagen reproduce
una imagen de la sociedad, la cual
comprendía dos clases: la dirigencia
y el pueblo. Por tanto, estos hijos
de Zebedeo, aspiraban a formar parte
de la dirigencia en la estructura
social del Reino del Mesías [11] , creyendo
que este Reino tendrá las mismas características
que la sociedad conocida por ellos.
Esta interpretación tiene sentido
en cuanto que puede conectarse con
los versículos 42-45.
v.38:
Jesús va a desterrar esta manera de
concebir el poder y la autoridad.
El Reino tendrá una estructura distinta.
modo de llegar al trono, a la Gloria,
cambiará porque ahora se llegará a
sentarse en el trono a través del
servicio.
Jesús
les contesta que “no saben lo que
piden”, porque no entienden cómo será
el camino de la autoridad en el Reino.
Jesús
presenta dos imágenes: la copa y el
bautismo. La pregunta de Jesús apunta
a la capacidad de los discípulos para
beber la copa y ser bautizados.
Beber
de la copa de Él y bautizarse en el
bautismo de El es una participación
en sus sufrimientos. Es común aceptar
que Jesús utilizar estas imágenes
para decir lo mismo (es otro semitismo),
haciendo referencia la juicio,
por lo tanto el tema de la copa hay
que situarlo en el antecedente de
Is 51,17-23; Jer 25,15-17(-38); Sal
75,9. Es la copa de la cólera de Dios,
de la ira de Yavé.
Esta
copa está destinada tanto a los impíos
de Israel como a los que han maltratado
al pueblo. Es el juicio de los culpables,
pertenezcan o no al pueblo de Israel,
destacando así la universalidad del
poder de Dios.
Jesús
pregunta si están dispuestos a beber
de esa copa y recibir su bautismo,
es un realidad una propuesta de seguimiento
al martirio.
Con
la copa Jesús acepta el designio divino
de ser juzgado “en lugar de los impíos”.
Se adelanta la concepción de la sustitución
vicaria en la redención del v.45.
En
cuanto al bautismo, es una imagen
que hay que asociar con la copa. En
los LXX, Qumrán y el judaísmo, tiene
idea de purificación, ser lavado de
los pecados para estar frente a Dios.
Jesús
estaría asumiendo la condición humana
“en nombre de todos”, en el mismo
contexto que la copa.
La
pregunta de Jesús hacia los discípulos
es con una doble intención: manifestar
su realidad soteriológica a través
de estas imágenes y preguntar si desean
participar de esta realidad. Pero
ellos no saben cómo será ni qué será
esto, “no saben lo que piden”.
v.
39: Ante la respuesta de los
discípulos de que pueden beber el
cáliz y ser bautizados, Jesús les
dice que eso sucederá.
Es
probable que esta afirmación sea un
vaticino ex - evento, que trae
a la memoria el martirio de Santiago.
v.
40: una vez que Jesús tiene
la respuesta de los discípulos, acerca
de su disponibilidad de participar
en su misión soteriológica, queda
en pie la cuestión de los puestos,
que es lo que dio lugar al diálogo.
Jesús
lo sigue manteniendo en incógnita.
No les da respuesta.
La
perícopa termina como comienza: sin
saber quién estará a la derecha y
a la izquierda del Hijo del Hombre.
Aunque Jesús, en el medio, les tomó
la palabra para que ellos participen
de su martirio.
Con
respecto a la afirmación de Jesús
de que no concederá lo que se pidió,
sino que le corresponde para quienes
está preparado, puede verse cierto
subordinacionismo, a la vez, que un
lenguaje apocalíptico, por el tema
de la predestinación.
En
total, el mensaje de esta perícopa,
parece ser que Cristo vino a traer
la salvación, a sentarse en el Trono
y a juzgar a las naciones y a Israel.
Como los encontrará culpables, beberán
la copa de la cólera de Dios. Pero
como su misión es salvífica beberá
esta copa "en nombre de los impíos".
Pero los puestos de honor no pueden
ser pretendidos por ellos. Su mentalidad
“clasista” los ha traicionado. Si
bien en el Reino habrá, según la misma
afirmación de Jesús, puestos de honor,
no dependerá ni de Jesús ni de la
conducta de los discípulos acceder
a ellos: eso queda en suspenso.
41-45
El
kai (en el texto griego), de esta
perícopa une esta escena con la anterior.
v.41:
no se dice el motivo de la
indignación ¿será porque les molestó
la actitud ambiciosa de Santiago y
Juan? ¿será porque ellos también ambicionaban
esos puestos y estos les ganaron de
mano?
Pesch
[12] cree ver aquí un
reflejo de lo que estaría pasando
la comunidad de Jerusalén después
del martirio de Santiago, por eso
Jesús se despacha con una “regla de
humildad”: ser el mayor es ser
siervo de todos..
v.42:
En el texto aparece un paralelismo
interno de sinónimo. Afirma una distinción
de clases. Algo que los discípulos
seguramente conocen y saben: “ustedes
saben..”.
Esto
se enmarca en la situación y la experiencia
de los pobres de Palestina, y sirve
para mostrar la contradicción con
la nueva sociedad del Reino que presentará
en 43-44.
Es
interesante la característica de la
sentencia: “los que aparentan ser...”.
Es un lenguaje irónico. Jesús no reconoce
la autoridad de estos jefes. Ellos
aparentan ser autoridad. Y como su
autoridad es ficticia, la consecuencia
es la opresión y la dominación. La
verdadera autoridad se da en el clima
del Reino. La autoridad de este mundo
es aparente.
La
referencia a los pueblos paganos es
una confirmación de esto, ya que en
el nuevo Israel esto no sucede.
v.
43-44: Es un paralelismo imposible
de dividir en versículos. Jesús retoma
el tema del v.36 mostrando un esquema
social opuesto al que se vive en “el
mundo”. Esto está dado por el presente
“no es así entre ustedes” [13] , que denota
una cierta experiencia de vida comunitaria
como para dejar sentada la diferencia
con la autoridad mundana.
El
contexto es similar a 9,35: es una
regla de humildad para la comunidad.
En sus características, esta regla
se asemeja mucho a las semíticas.
La
sentencia: “el que quiera...” denota
que se puede voluntad de aspirar a
los puestos de poder y dirigencia.
Ver también 9,35 y 1 Tim 3,1ss.
Aquí
la palabra “diákonos” no designa ministerios,
sino una actitud de disponibilidad
ante las necesidades de los miembros
de la comunidad.
La
actitud de servir se opone a la de
dominar, el que sirve está en relación
de dependencia.
Diakonía
se identifica con la fracción del
pan, el servicio a las meses, la atención
a los pobres, la predicación, la dirección.
Podemos decir que toda obra dentro
de la comunidad es llamada diakonía.
El cristiano es diákono de la comunidad.
La
oposición con el mundo circundante
se dará por el estilo de vida y el
modo de ejercer la autoridad. Ellos,
los Doce, que son la autoridad para
la comunidad, deberán ser servidores.
v.
45: La estructura de esta
sentencia es la de un paralelismo
semítico. El título Hijo del Hombre
puesto en tercera persona singular
y en boca de Jesús hace pensar en
que no se trata de una “ippsissima
verba” sino del resultado de una elaboración
redaccional, sin negar que haya sido
pronunciada, de alguna manera, por
el mismo Jesús.
El
sentido de “dar la vida como servicio”
une este versículo con lo anterior:
el mayor servicio es entregar la vida.
Y en esto uniría Jesús su misión con
el estilo de vida de los discípulos.
Seguirlo implicaría también asumir
el servicio como estilo de vida.
Esta
idea de dar la vida como rescate (lutrón),
tiene sin duda como trasfondo Is 53,10.
Es opinión común el sostener que se
trata de aplicar a Jesús la idea de
sustitución vicaria.
Si
bien en lo referente al martirio hay
varias opiniones y discusiones es
indudable que Jesús entendió su vida
como servicio y con esta idea hubo
de asumir su muerte.
La
idea de rescate (lutron), traída de
Is 53, es la concepción del rescate
que paga el esclavo (o se paga por
él), para su liberación. La Biblia
de los LXX traduce el término Go´el
con lutron.
“…en
lugar de muchos” reafirma esta
idea de vicariedad.
No
se dice en el texto a quien hay que
pagar este rescate, ni cuándo se dará
la liberación, si en el momento de
lo muerte o de un juicio fututo.
[14] Pollom
indica universalidad de este sacrificio,
es decir, muchos no excluye
todos. Este planteo estaría
confirmado por la tradición de la
Iglesia primitiva, especialmente la
teología paulina (1 Tim 2,6; Tit 2,14).
Si
bien la terminología utilizada en
esos casos difiere sensiblemente de
Mc 10,45 (en Tim dice hiper pantos
y en Tito hiper hemon) la idea
de muerte expiatoria parece ser que
fue asimilada por la reflexión teológica
(teniendo como origen la interpretación
de Is 53).
La
diferencia terminológica hace pensar
en una corriente de pensamiento común
de la iglesia primitiva, pero no en
la necesidad de la originalidad paulina.
CONCLUSIÓN:
De
lo visto, podemos derivar una serie
de conclusiones y a partir de allí
aplicaciones concretas para la vida
de la iglesia y de nuestras comunidades.
El
relato (10,35-45) se ubica en el viaje
de Jesús con sus discípulos hacia
Jerusalén. Después de haber anunciado
por tres veces su Pasión, se inserta
esta discusión por los primeros lugares
en la Gloria de Jesús.
Esto
podría reflejar una situación de la
comunidad de Jerusalén ante la muerte
de Santiago (sede vacante) y el deseo
de algún miembro de querer ejercer
la autoridad y asumir la dirigencia.
Pero
además, en el plano teológico, aparece
en un contexto de juicio: le piden
no solo la autoridad de los puestos
sino que la intención es participar
como jueces, en el trono, al lado
del Juez.
Jesús
les dice que no tienen idea de lo
que están pidiendo, que para llegar
a tener autoridad hay que hacer el
mismo camino que Él: beber la copa
y ser bautizado.
Esto
supone ya, en el contexto de juicio,
asumir la redención de los hombres.
Los discípulos, en el máximo de incomprensión,
aceptan el desafío.
Jesús,
al obtener la respuesta de ellos los
enfrenta con la verdad: ellos lo seguirán,
pero los puestos quedan para los que
están preparados. en una especie de
determinismo, clásico de la literatura
apocalíptico.
Los
discípulos quedan con la misma incertidumbre
que al hacer la petición con el agregado
de sentirse comprometidos por su aceptación
de beber la copa y de ser bautizados.
En
la segunda perícopa, se utiliza este
hecho (en realidad aislado y unido
artificialmente por el kai),
para dar una sentencia a modo de regla
para la comunidad.
Se
compara la estructura social del mundo,
dividido en dos clases: jefes / opresores
y pueblo / oprimidos. En el texto
esta división se relativiza en las
palabras de Jesús: “los que aparentan....”
en la estructura del nuevo modelo
social que es la comunidad cristiana,
quienes tienen autoridad no son opresores
sino servidores.
Con
esto Jesús ubica el deseo del poder.
No lo niega, ni lo recrimina, sino
que quiere orientar a aquellos que
tienen la autoridad o quieren tenerla
en la comunidad cristiana: esta no
es para llenar sus apetencias sino
para el bien de los hermanos.
El
fundamento de esta regla está dado
por el argumento de la misma vida
de Cristo: Él, que es la autoridad,
vino a servir. En ese sentido los
discípulos seguidores asumen no solo
el triunfo de Cristo, sino también
el camino hacia ese triunfo: dar la
vida.
Aquí
se da, además, un dato teológico importante
para la cristología: el servicio redentor
es una expiación, a modo de Is 53,
una sustitución vicaria. El muere
a favor de..., en lugar
de..., y por todos. Vino
a rescatar, es el GOEL, que paga por
ellos el precio de la liberación.
Y
ese modelo han de seguir los discípulos.
De
manera amplia e implícita, está el
tema del martirio, como punto máximo
de entregar la vida, pero no parece
que el interés de la perícopa esté
centrado en este punto.
La
organización de la comunidad en 1
Tim 3,1-13
El
texto comentado anteriormente, ubica
un momento primario de la Iglesia.
En cambio, el texto que comentaremos
ahora, se ubica al final del siglo
I. Ha pasado bastante tiempo entre
la redacción de Marcos y esta carta
(que pertenece al conjunto llamado
"cartas pastorales"
[15] ).
Estamos
en presencia de una comunidad mucho
más estructurada, y con ministerios
más elaborados y precisos que a mediados
de siglo.
El
texto 1 Tim 3,1-13 presenta, en su
conjunto, las condiciones de quienes
ocupan o desean ocupar ministros en
la comunidad.
En
primer lugar es presentado el Epíscopo.
Al presentarlo, se hace referencia
a la posibilidad de que alguien puede
desear ese ministerio. Este deseo,
al igual que el deseo de "el
primero" en la comunidad, como
vimos al comentar el texto de Mc 10,
no es rechazado en cuanto tal. Sin
embargo, se ponen condiciones.
La
terminología epíscopo (del
gr. "supervisor", "vigilante"),
puede derivar del mundo pagano. Se
designaba con este término a las divinidades
o a las personas notables. Sin embargo,
la función de dirigencia puede tener
sus antecedentes tanto en la organización
de los esenios como en la misma sinagoga.
En
el nuevo testamento el término epíscopon
aparece cinco veces: Hch 20,28;
1 Tim 3,1; Tit 1,5-9; Filp 1,1 y 1
Pe 2,25 (aplicado a Cristo).
No
es fácil determinar la función que
cumplía en la comunidad de las cartas
pastorales. Parece que, comparado
con el texto de Tit 1,5-9 y 1 Tim
5,17, había similitudes con la función
de los presbíteros. Esto llevó a pensar
que, el ministerio del epíscopo, podría
ser "intercambiable" con
la función del presbítero. Hay muchos
estudiosos que opinan que el epíscopo
es "principal entre los pares"
(los presbíteros) y no una dirigencia
"superior" a los presbíteros [16] .
El
texto no intenta definir ni los roles,
ni las funciones de los ministerios
que se señalan en él. Simplemente
los da como existentes, como si toda
la comunidad a la que va dirigida
la carta los conocieran. Lo que si
intenta resaltar el texto es el modo
de ejercer este ministerio.
Para
el epíscopo se señalan una
serie de virtudes. Lo que sorprende
es que estas virtudes no son específicamente
cristianas, sino destinadas a la vida
cotidiana. Para algunos comentaristas,
estas virtudes ya estaban presente
en otras listas helenistas
[17] .
Las
virtudes buscan resaltar las condiciones
morales de aquél que tiene a su cargo
una comunidad, o un rol diferenciado
de dirigencia. Frente a un mundo pagano,
la tentación de una vida "ligera"
era muy grande. Sobre todo si alguno
de ellos provenía de este mundo (por
eso se resalta que no debe ser "neófito",
sino que demuestre haber tenido un
caminar en la fe).
La
condición de demostrar que puede gobernar
su propia casa para poder cuidar la
Iglesia de Dios, demuestra que se
tiene un gran interés en considerar
a la iglesia como un lugar doméstico.
Es
importante este punto, ya que las
cartas pastorales son frecuentemente
consideradas como de interés "verticalista"
en la reflexión de la autoridad. Por
otro lado, mientras que la verdad
de la doctrina está en la misma autoridad
ministerial, se ha llegado a considerar
que estas cartas dejan de lado al
"pueblo común", para centrar
la atención en la dirigencia.
El
contexto de la carta es, entre otras
cosas, la lucha contra las herejías,
probablemente contra algunos brotes
gnósticos. La función de la autoridad,
al cuidar de la doctrina, es cuidar
la integridad de la fe de la comunidad.
Así,
la característica de cuidado y paternalidad
del epíscopo queda expresada en la
atención de la comunidad como si fueran
sus hijos, y en el cuidado de lo que
ella cree [18] .
La
existencia del epíscopo, como autoridad
en la comunidad, es un paso importante
en el modo de organización eclesial.
Este ministerio se ve como un servicio,
que debe ejercerse para el cuidado
de la comunidad.
Es
por eso que no cualquiera puede acceder
al ministerio, y el pastor debe tener
cuidado (1 Tim 5,22) en quien deposita
el ministerio.
En
los versículos siguientes (8-13) se
hace referencia a otro ministerio:
los diáconos.
En
la reflexión de arriba decíamos que
el diácono es todo cristiano que realiza
una acción en beneficio de la comunidad.
Aquí, sin embargo, el diácono ya es
considerado un ministerio aparte.
Al igual que con el epíscopo, tampoco
puede tenerse mucha claridad sobre
sus funciones. Lo que sí parece seguro
es que no se trata de un ministerio
que "dependa" del epíscopo.
La
lista de exigencias es similar a la
de los epíscopos, por lo que puede
verse una autonomía. También a ellos
se les pide que gobiernen bien sus
propias cosas, aunque no aparece el
segundo término, como en el caso de
los epíscopos, con que "cuiden
a la iglesia de Dios". O sea,
el ministerio es similar al anterior,
pero no es lo mismo, están diferenciados.
Por
estas indicaciones podríamos constatar
que al diácono no le corresponde un
lugar de presidencia, en cambio sí
la responsabilidad de cuidar de los
bienes materiales de la comunidad
(lo mismo que al epíscopo). Es muy
probable que una tarea de los diáconos
tuviera que ver con la caridad y la
asistencia a los pobres, y que esta
función luego haya evolucionado en
la estructura eclesial posterior
[19] .
El
versículo 11 presenta un tema discutido
aún hoy. El tema de las mujeres algunos
comentaristas lo ven como las mujeres
de los diáconos, sin embargo, en un
texto cuyo tema general son recomendaciones
para ejercer el ministerio, parece
evidente que se trate de mujeres que
ejercen el ministerio del diaconado
femenino. El antecedente de Rom 16,1
puede sostener esta afirmación.
Además,
la lista de exigencia para estas mujeres
sugiere que toda esta unidad presenta
exigencias para sus ministros.
Otro
ministerio presente en esta carta
es el de las viudas (1 Tim
5,3-16).
Hay
datos para afirmar que se trata de
un ministerio
[20] . La exigencia de estar
“casada una sola vez” (5,9), está
presente tanto para los epíscopos
(3,2), como para los diáconos (3,12)
y en la carta a Tito (1,6)
[21] . Además, la afirmación
que tienen que "figurar en el
catálogo" (5,9), sugiere que
estuvieran inscriptas en una lista
que la comunidad tiene en su poder
y las reconocen. Por último, las exigencias
de 5,9-10 nos recuerda a las exigencias
de 3,1-13.
Nuevamente,
de la misma manera que es difícil
poder definir las funciones del epíscopo
y de los diáconos (hombres y mujeres),
también lo es definir las funciones
de las viudas.
Inmediatamente
de las viudas se hace referencia a
los presbíteros. Ya
hemos dicho más arriba que los presbíteros
podrían tener funciones intercambiables
con el epíscopo. El texto de Tit 1,5-9
parece demostrarlo, al considerar
que se establezcan presbíteros
(nótese el plural) y luego se aclara
que ...porque el epíscopo (nótese
aquí el singular), como si tratase
de la misma persona.
En
el Nuevo Testamento los presbíteros
también actúan como colegio (comunidad
de Jerusalén, Hch 11,30; 15,2.4.6.22s;
16,4). Esta estructura ha sido tomada
probablemente del modelo sinagogal.
En
las cartas pastorales, los presbíteros
ya conforman una institución bastante
definida. Están encargados del gobierno,
la enseñanza y el cuidado de la comunidad
(si tenemos en cuenta estas citas:
1 Tim 5,17.22; Tit 1,5-9).
A
modo de ver de Beyer [22] , el presbiterado
es un cargo, un lugar que se ocupa
dentro de la comunidad y cuya función
es la conducción pastoral (en algunos
casos la enseñanza) y el cuidado de
la comunidad (organización, etc.).
A este cargo se llega por la imposición
de manos y la transmisión del carisma
(1 Tim 5,17-22) y el episcopado es
la función que ejerce uno de los presbíteros.
Así,
utilizando las mismas palabras de
Spicq
[23] : “todo obispo es presbítero,
no todo presbítero es obispo”. También
es de esta opinión R. Brown: “probably
not all presbyters were bishop”.
[24]
En
síntesis, los ministerios presentes
en estas cartas (epíscopos, presbíteros,
diáconos [hombres y mujeres] y viudas)
demuestran una comunidad activa, dinámica
y necesitada de agentes que la atiendan.
Se denota, también, una comunidad
que busca brindar un clima doméstico,
familiar, a sus miembros. Nadie queda
afuera de la responsabilidad, sus
ministros, deben ser capacitados convenientemente
y deben mostrar una conducta acorde
a la función. No se trata de "improvisar"
dirigentes, porque la responsabilidad
del pastor (en este caso, de Timoteo)
es muy grande.
Algunas
pistas de conclusión
En
ambos casos (en el comentario a Mc
10 y en el de 1 Tim 3,1), estamos
en presencia de una reflexión sobre
los ministerios. Esta reflexión no
nos dice qué deben hacer estos ministros,
sino cómo deben hacerlo.
Desde
la experiencia primitiva de Marcos,
hasta la elaboración más avanzada
de 1 Tim (y las otras cartas pastorales),
se puede ver una preocupación por
el ejercicio de la autoridad, y el
modo de practicarla, alertando sobre
abusos o su mala práctica, considerando
la importancia fundamental de la misma
sobre la comunidad.
La
dirigencia de la comunidad debe tener
especial cuidado en no reproducir
el modo de conducción opresor o autoritario
de las autoridades civiles. Asimismo,
deberá atender paternalmente al cuidado
de la iglesia como "casa de Dios",
generando la "iglesia doméstica"
y un clima de fraternidad y solidaridad
como ocurre en la vida familiar.
Pero
también se ha de tener especial cuidado
en la capacitación de quienes ejerzan
un ministerio a favor de la comunidad,
sin "apresurarse en imponer las
manos" como se recomienda al
pastor (1 Tim 5,21-23).
Por
otro lado, en la misma evolución puede
verse los cambios que ha asimilado
la comunidad cristiana en poco tiempo.
Esto
lleva a considerar la característica
dinámica de la iglesia. Ante la necesidad
de la comunidad surge un ministerio.
El ministerio es entonces, una respuesta
creativa de la comunidad a las necesidades
de la comunidad misma, poniéndose
al servicio de ella.
Al
pensar en la actualidad de nuestra
iglesia, basta ver la cantidad de
ministerios que también han surgido
en la pluralidad de las regiones y
culturas, y la necesidad de seguir
creando. Así, el ministerio, no parece
que tenga que "copiarse"
de modelos anteriores o de otras regiones,
sino inspirarse en su potencia creativa,
para generar formas concretas de servicios
a las comunidades.
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