El estudio de los textos bíblicos ha permitido descubrir el significado
original de sus enseñanzas y analizar las distintas interpretaciones que
se han hecho de sus contenidos.
El rey David, capitel de la catedral de Jaca, Huesca.
El rey David, capitel de la catedral de Jaca, Huesca.
La
crítica textual bíblica se dedica a estudiar cómo se crearon los libros
bíblicos, analizando tanto el estilo literario como el contenido, y, en
segundo lugar, averiguando cómo subsistieron en el tiempo y si el
significado original de los documentos fue modificado al someterlos a
traducciones posteriores.
Gracias
a este análisis se ha llegado a la conclusión de que, por ejemplo, la
Torá no fue escrita por un solo autor, sino que tiene diferentes niveles
de redacción de fechas tan diferentes como el siglo X a.e.c. para las
partes más antiguas y el siglo V a.e.c. para las más recientes.
La
sociedad judía había cambiado mucho entre la época del rey David y la
del regreso del exilio en Babilonia, de manera que ciertas diferencias o
contradicciones que aparecen en algunos relatos se explicarían
sencillamente porque corresponden a épocas distintas.
Por
otra parte, el avance de las ciencias de la naturaleza desde hace más de
tres siglos ha ido poniendo en duda las explicaciones del mundo que
aparecen en la Biblia. Salvo para una minoría, ya no es un libro que
explique la verdad sobre el mundo. Libres de su carácter literal, los
relatos bíblicos, llenos de poesía y de mensajes religiosos, se
convierten en un importante patrimonio cultural que puede sumarse a
muchas obras creadas por otras culturas, tanto asiáticas como americanas
o africanas.
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