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El
libro de los Salmos está formado por ciento cincuenta oraciones. Algunas
son muy conocidas y muy utilizadas por los cristianos, por ejemplo, el
121 o el 122.
Los
salmos se utilizan actualmente durante la misa cristiana como oraciones,
pero se hace de ellos un uso intemporal; porque, aunque se escribieron
en unas circunstancias concretas, expresan distintas actitudes del
hombre ante Dios.
Los
dos salmos citados son de alabanza a Dios y de expresión de confianza en
sus promesas. En el primero, el 121, Dios aparece como guardián que
protege sin descanso a los que le siguen. En el salmo 122 se describe
cómo es la casa de Dios, un lugar donde impera la alegría, la armonía y
la paz.
SALMO 121
«Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que tropiece tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha: de día el sol no te hará daño ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu vida; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.»
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que tropiece tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha: de día el sol no te hará daño ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu vida; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.»
SALMO 122
«¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la Casa del Señor"!¡Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén!
Jerusalén está construida como ciudad bien trazada.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén: "Los que te quieren vivan tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad en tus palacios".
En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz; por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.»
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