Importante escuela teológica de los s. XII y XIII.
Su origen se debe a Guillermo de Champeaux, profesor en la escuela catedralicia
de París, quien al abandonar en 1108 su cátedra, desilusionado por las polémicas
sostenidas con su discípulo Abelardo (v.), se retiró a la Abadía de S. V.,
situada en la orilla izquierda del Sena, en las proximidades de la montaña de S.
Genoveva y del claustro de Notre-Dame. Movido por las insistentes demandas de
sus antiguos alumnos, decidió después reemprender sus lecciones, fundando de
esta forma la célebre escuela de S. V. Guillermo fue Abad de S. V. y director de
la escuela por él fundada hasta 1113, fecha en que fue consagrado obispo de
Chálons-Sur-Marne, donde murió en 1121. Le sustituyó Gilduin como Abad de S. V.
y director de la escuela. En 1114 el papa Pascual II confirmó la Regla de la
nueva fundación. Luis VI escogió como confesor a Gilduin y dotó a la Abadía de
magnificencia real.
Los grandes hombres que en S. V. se formaron justifican el prestigio que tan rápidamente alcanzó la escuela entre los maestros de su época. La Abadía dio siete cardenales a la Iglesia, dos arzobispos, seis obispos, 54 abades y hombres que adquirieron justo renombre en todas las ramas de las ciencias cultivadas en aquella época. Su fama decae como consecuencia del esplendor que fue adquiriendo la naciente Universidad de París, que pasó a ser el centro intelectual de mayor atracción.
Programas y métodos de estudio. Hugo de San Víctor, uno de los más importantes doctores de esta escuela, nos ha proporcionado, a través de sus obras Didascalicon e Institutionem Novitiarum, valiosos datos para conocer las enseñanzas y métodos que se seguían. La Abadía de S. Víctor seguía la regla de S. Agustín. La ocupación fundamental de quienes la integraban era el estudio, que compartían con el trabajo manual y las prácticas religiosas propias de la comunidad. Los estudios se establecían según un plan que situaba a las artes liberales en la base, a la filosofía en el centro y a la teología en la cumbre. Las artes liberales se distribuían en los dos grupos clásicos (trivium y quadrivium), la filosofía se apoyaba sobre todo en las obras de Platón, S. Agustín, Escoto Eriúgena y el Pseudo-Dionisio; la teología, en la S. E. y en los Padres o Auctoritates.
Su método didáctico continúa el ya iniciado por las escuelas que le preceden, dando así un fuerte impulso a la forma propia de sistematizarse la ciencia escolástica (v.). Se basa en la lectio, o lectura de un texto clásico, que se va exponiendo frase por frase, explicando su sentido; la disputatio, o intercambio de opiniones entre maestro y alumno; la summa, o exposición ordenada y sistemática de toda la materia de una ciencia.
Representantes. Los personajes más representativos de esta escuela fueron los siguientes: Guillermo de Champeaux. N. en 1070 y m. en 1120 siendo obispo de Chálons-Sur-Marne. Había seguido las lecciones de Manegoldo de Lauténbach, cuya influencia pudo orientarle hacia la espiritualidad, y de Anselmo de Laón (v.). En 1103 ocupó una cátedra en la escuela catedralicia de París y combatió a Roscelino (v.), a quien había oído en Compiégne. Uno de sus discípulos, Abelardo (v.), le atacó duramente por su postura de realismo extremo frente al problema de los universales (v.), al punto de hacerle abandonar su cátedra en 1108. Guillermo enseñaba que la esencia de la especie era común a los individuos, communitas universalium, y que éstos sólo se distinguían entre sí por la variedad de los accidentes que los individualizan. Abelardo le objetó que si la esencia de hombre se halla toda entera en Platón, no puede encontrarse al mismo tiempo en Sócrates; entonces Guillermo se replegó a una segunda posición, la de la indiferencia de los universales, es decir, la universalidad consiste en la mera no distinción de las cosas singulares. Entre sus obras, hay que mencionar un libro de Sententiae, del que se han publicado extractos; tiene además De origine animae et de Eucharistia, De natura et origine placita, y escritos filosóficos de los cuales se conocen fragmentos.
Hugo de San Víctor. N. -según la opinión más común- en Hartingam (Sajonia), ca. 1096; fue educado en la Abadía de Hamersleben y después en el convento de los victorians donde ingresó en 1115. A partir de 1125 enseña en la escuela y en 1133 tomó su dirección, cargo en el que permaneció hasta su muerte en 1141. Es una personalidad completa de filósofo humanista, teólogo dogmático y místico, tres cualidades que une armónicamente y que hacen de él uno de los hombres más universales de su tiempo. Desde el punto de vista filosófico, su principal obra es el Didascalion, resumen del saber sagrado y profano del s. XII. En el campo teológico merecen destacarse el De Sacramentis legis naturalis et scriptae y en especial el De Sacramentis Christianae fidei, así como la Summa Sententiarum, cuya paternidad está muy discutida. Tiene además un comentario sobre la Jerarquía celeste del Pseudo-Dionisio y numerosas obras místicas.
Sus escritos de teología mística se ocupan de la fe en sus datos objetivos (fides quae creditur) y sobre todo en el sentimiento afectivo que ésta origina (affectus, fides qua creditur). Siguiendo a S. Agustín describe las etapas de la ascensión hacia Dios por medio del oculus contemplationis (el alma intuye a Dios) y por la contemplatio (el alma clava su mirada en el ser infinito de su creador). Pone la mística como coronamiento de una teología que apela a las posibilidades ordinarias de la inteligencia. Esta mística no consiste tanto en la atribución de experiencias o revelaciones excepcionales, como en buscar interpretaciones alegóricas de las cosas naturales y conducir el alma hacia la paz y el gozo interior por las vías del recogimiento. De gran importancia es también su teología sacramentaría. Empieza por establecer una definición elaborada de sacramento; acuña además una terminología nueva distinguiendo entre los sacramentos de la salud (sacramenta salutis) en los cuales consiste la salvación y por los cuales se recibe, y los sacramentos de administración y de ejercitación, bajo cuyos nombres incluye a los que luego se denominarían sacramentales (v.).
En la interpretación de la S. E., Hugo sigue la línea trazada por Casiano, S. Agustín y S. jerónimo, tomando del primero la distinción entre los cuatro sentidos que los libros sagrados tienen: el histórico, el tropológico, el alegórico y el anagógico.
Ricardo de San Víctor. Escocés de nacimiento, discípulo y sucesor de Hugo; muy joven ingresó en el convento victoriano de París, del cual fue Prior desde 1162 hasta su muerte en 1173. En los anales de la mística es casi tan conocido como su maestro. Describiendo los grados de la contemplación, opone el conocimiento de Dios que obtienen los filósofos mediante el discurso de la razón y el estudio del mundo sensible a los estados de conocimiento y amor que son superiores a las fuerzas de la razón. Desde el punto de vista filosófico sus obras más importantes son: Liber exercitionum (extracto del Didascalion), De preparatione animi ad contemplationem ó Benjamin minor y De gratia contemplationis ó Benjamin major. Su obra maestra es el De Trinitate, en la que no sólo trata de este dogma sino de toda la doctrina sobre Dios. Dedica gran importancia al tema de las pruebas de la existencia de Dios, partiendo de lo primero que el mundo sensible ofrece al pensamiento, la noción de una realidad cambiante marcada con una deficiencia ontológica; por oposición, la razón saca de ahí la noción de realidad inmutable y ontológicamente suficiente. Desarrolla esta idea desde diversas perspectivas; se ha podido decir que después de S. Anselmo y S. Tomás, las pruebas de Ricardo son las más filosóficas que la historia ha registrado.
Godofredo de San Víctor. Muere en 1194. Es autor de Fons philosophie, donde se encuentra una clasificación de las ciencias y una enumeración de las fuentes antiguas de donde se nutre la filosofía: Platón, Aristóteles, Boecio, M. Capela, Macrobio. En su De modernis philosophis et primum de nominalibus et realibus, brinda un catálogo de las diveras soluciones dadas al problema de los universales. En su obra De microcosmo Grabmann reconoce fundida la mentalidad platónica de Chartres (v.), el misticismo victorino y el espíritu dialéctico de Aristóteles.
Otros autores: Tomás Gallus, de Vercelli o Vercellensis, formado en la escuela de S. V. y que vivió luego en Italia, al fundar en Vercelli el monasterio de S. Andrés, del que fue abad (m. en 1246); Adán de S. V., conocido por su poesía mística, etc.
Los grandes hombres que en S. V. se formaron justifican el prestigio que tan rápidamente alcanzó la escuela entre los maestros de su época. La Abadía dio siete cardenales a la Iglesia, dos arzobispos, seis obispos, 54 abades y hombres que adquirieron justo renombre en todas las ramas de las ciencias cultivadas en aquella época. Su fama decae como consecuencia del esplendor que fue adquiriendo la naciente Universidad de París, que pasó a ser el centro intelectual de mayor atracción.
Programas y métodos de estudio. Hugo de San Víctor, uno de los más importantes doctores de esta escuela, nos ha proporcionado, a través de sus obras Didascalicon e Institutionem Novitiarum, valiosos datos para conocer las enseñanzas y métodos que se seguían. La Abadía de S. Víctor seguía la regla de S. Agustín. La ocupación fundamental de quienes la integraban era el estudio, que compartían con el trabajo manual y las prácticas religiosas propias de la comunidad. Los estudios se establecían según un plan que situaba a las artes liberales en la base, a la filosofía en el centro y a la teología en la cumbre. Las artes liberales se distribuían en los dos grupos clásicos (trivium y quadrivium), la filosofía se apoyaba sobre todo en las obras de Platón, S. Agustín, Escoto Eriúgena y el Pseudo-Dionisio; la teología, en la S. E. y en los Padres o Auctoritates.
Su método didáctico continúa el ya iniciado por las escuelas que le preceden, dando así un fuerte impulso a la forma propia de sistematizarse la ciencia escolástica (v.). Se basa en la lectio, o lectura de un texto clásico, que se va exponiendo frase por frase, explicando su sentido; la disputatio, o intercambio de opiniones entre maestro y alumno; la summa, o exposición ordenada y sistemática de toda la materia de una ciencia.
Representantes. Los personajes más representativos de esta escuela fueron los siguientes: Guillermo de Champeaux. N. en 1070 y m. en 1120 siendo obispo de Chálons-Sur-Marne. Había seguido las lecciones de Manegoldo de Lauténbach, cuya influencia pudo orientarle hacia la espiritualidad, y de Anselmo de Laón (v.). En 1103 ocupó una cátedra en la escuela catedralicia de París y combatió a Roscelino (v.), a quien había oído en Compiégne. Uno de sus discípulos, Abelardo (v.), le atacó duramente por su postura de realismo extremo frente al problema de los universales (v.), al punto de hacerle abandonar su cátedra en 1108. Guillermo enseñaba que la esencia de la especie era común a los individuos, communitas universalium, y que éstos sólo se distinguían entre sí por la variedad de los accidentes que los individualizan. Abelardo le objetó que si la esencia de hombre se halla toda entera en Platón, no puede encontrarse al mismo tiempo en Sócrates; entonces Guillermo se replegó a una segunda posición, la de la indiferencia de los universales, es decir, la universalidad consiste en la mera no distinción de las cosas singulares. Entre sus obras, hay que mencionar un libro de Sententiae, del que se han publicado extractos; tiene además De origine animae et de Eucharistia, De natura et origine placita, y escritos filosóficos de los cuales se conocen fragmentos.
Hugo de San Víctor. N. -según la opinión más común- en Hartingam (Sajonia), ca. 1096; fue educado en la Abadía de Hamersleben y después en el convento de los victorians donde ingresó en 1115. A partir de 1125 enseña en la escuela y en 1133 tomó su dirección, cargo en el que permaneció hasta su muerte en 1141. Es una personalidad completa de filósofo humanista, teólogo dogmático y místico, tres cualidades que une armónicamente y que hacen de él uno de los hombres más universales de su tiempo. Desde el punto de vista filosófico, su principal obra es el Didascalion, resumen del saber sagrado y profano del s. XII. En el campo teológico merecen destacarse el De Sacramentis legis naturalis et scriptae y en especial el De Sacramentis Christianae fidei, así como la Summa Sententiarum, cuya paternidad está muy discutida. Tiene además un comentario sobre la Jerarquía celeste del Pseudo-Dionisio y numerosas obras místicas.
Sus escritos de teología mística se ocupan de la fe en sus datos objetivos (fides quae creditur) y sobre todo en el sentimiento afectivo que ésta origina (affectus, fides qua creditur). Siguiendo a S. Agustín describe las etapas de la ascensión hacia Dios por medio del oculus contemplationis (el alma intuye a Dios) y por la contemplatio (el alma clava su mirada en el ser infinito de su creador). Pone la mística como coronamiento de una teología que apela a las posibilidades ordinarias de la inteligencia. Esta mística no consiste tanto en la atribución de experiencias o revelaciones excepcionales, como en buscar interpretaciones alegóricas de las cosas naturales y conducir el alma hacia la paz y el gozo interior por las vías del recogimiento. De gran importancia es también su teología sacramentaría. Empieza por establecer una definición elaborada de sacramento; acuña además una terminología nueva distinguiendo entre los sacramentos de la salud (sacramenta salutis) en los cuales consiste la salvación y por los cuales se recibe, y los sacramentos de administración y de ejercitación, bajo cuyos nombres incluye a los que luego se denominarían sacramentales (v.).
En la interpretación de la S. E., Hugo sigue la línea trazada por Casiano, S. Agustín y S. jerónimo, tomando del primero la distinción entre los cuatro sentidos que los libros sagrados tienen: el histórico, el tropológico, el alegórico y el anagógico.
Ricardo de San Víctor. Escocés de nacimiento, discípulo y sucesor de Hugo; muy joven ingresó en el convento victoriano de París, del cual fue Prior desde 1162 hasta su muerte en 1173. En los anales de la mística es casi tan conocido como su maestro. Describiendo los grados de la contemplación, opone el conocimiento de Dios que obtienen los filósofos mediante el discurso de la razón y el estudio del mundo sensible a los estados de conocimiento y amor que son superiores a las fuerzas de la razón. Desde el punto de vista filosófico sus obras más importantes son: Liber exercitionum (extracto del Didascalion), De preparatione animi ad contemplationem ó Benjamin minor y De gratia contemplationis ó Benjamin major. Su obra maestra es el De Trinitate, en la que no sólo trata de este dogma sino de toda la doctrina sobre Dios. Dedica gran importancia al tema de las pruebas de la existencia de Dios, partiendo de lo primero que el mundo sensible ofrece al pensamiento, la noción de una realidad cambiante marcada con una deficiencia ontológica; por oposición, la razón saca de ahí la noción de realidad inmutable y ontológicamente suficiente. Desarrolla esta idea desde diversas perspectivas; se ha podido decir que después de S. Anselmo y S. Tomás, las pruebas de Ricardo son las más filosóficas que la historia ha registrado.
Godofredo de San Víctor. Muere en 1194. Es autor de Fons philosophie, donde se encuentra una clasificación de las ciencias y una enumeración de las fuentes antiguas de donde se nutre la filosofía: Platón, Aristóteles, Boecio, M. Capela, Macrobio. En su De modernis philosophis et primum de nominalibus et realibus, brinda un catálogo de las diveras soluciones dadas al problema de los universales. En su obra De microcosmo Grabmann reconoce fundida la mentalidad platónica de Chartres (v.), el misticismo victorino y el espíritu dialéctico de Aristóteles.
Otros autores: Tomás Gallus, de Vercelli o Vercellensis, formado en la escuela de S. V. y que vivió luego en Italia, al fundar en Vercelli el monasterio de S. Andrés, del que fue abad (m. en 1246); Adán de S. V., conocido por su poesía mística, etc.
J. GUSTAVO RUIZ R.
BIBL.: Sobre la época en general: G. ROBERT, Les
Écbles et 1'enseignement de la théologie pendant la premiére moitié du XII-
siécle, París 1909; É. GILSON, La filosofía en la Edad Media, 2 ed. Madrid 1965;
M. DE WULF, Historia de la filosofía medieval, 3 vol. México 1945; M. GRABMANN,
Die Geschichte der scholastischen Methode, 2 vol. Friburgo Br. 1911, reed. Graz
1957; PH. DELHAYE, L'organisation scolaire au XII siécle, «Traditio» 5 (1947)
211-265; G. PARE, A. BRUNET, P. TREMBLAY, La renaissance du XII siécle, les
écoles et I'enseignement, París-Ottawa 1933; M. D. CHENU, La théologie au XII
siécle, París 1957; P. POURRAT, La spiritualité chrétienne, II, reed. París
1951; J. DE CHELLINCK, Le mouvement théologique au XII siécle, 2a ed. Brujas
1948, reimpresión, Bruselas 1969.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia
Rialp, 1991
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