Las novedades fundamentales de Cluny (910), dependencia directa de Roma,
dominio sobre las abadías y casas filiales, organización feudal propia, de
ramificaciones internacionales, producen a lo largo de los s. XI y XII una
serie interminable de monasterios tendidos por toda Europa, organizados
por las características de la Orden: vida comunitaria, liturgia propia,
largos y lentos cánticos y procesiones de suntuosidad buscada,
«espectáculo edificante y magnífico, en el cual toma el cuerpo tan gran
parte como el espíritu» (Cabrol, Leclerq), imponiendo la construcción de
las dependencias en derredor del claustro procesional, lo más rico
posible, así como mayores dimensiones para sus templos.
Las excavaciones de Cluny (v. CLUNY, ABADÍA DE) han mostrado el crecimiento sucesivo de la iglesia (la mayor de la cristiandad) y del claustro entre los s. X al XII. Los trabajos del campo, de artesanía y oficios artísticos, se dejan en manos de donados y laicos, agrupados en torno e integrando poblados y aun ciudades, con las calles distribuidas por oficios. Por esto no crea escuela peculiar, ni siquiera tipo uniforme de monasterios como los cistercienses (v.), porque no lleva los artífices propios a las nuevas edificaciones, ni son monjes la mayoría de los maestros conocidos. Su estilo es el románico (v.), que acepta las variantes regionales y excita las genialidades de canteros y escultores hasta límites ahora inconcebibles por su tremenda crudeza y brutal mofa. Cierto es que para la clientela directa de los monasterios, integrada por refugiados (a causa del derecho de asilo), peregrinos y gentes de toda índole, iletrada en su casi totalidad y de costumbres duras, era necesario ese lenguaje imponente de portadas y gráfico de capiteles, reflejo por otra parte de los sermones a base de anécdotas (exempla) para la exposición de las verdades de la fe, vicios y virtudes, premios y castigos escatológicos. Y la enorme difusión de la Orden propagó, más que la arquitectura, la rica y expresiva escultura románica, tan varia de iconografía, prestándole vitalidad no alcanzada por ningún otro estilo. Por tanto, lo más característico son sus claustros y portadas, aunque no exclusivo, porque los repiten iguales otras congregaciones. Tampoco la bóveda de cañón apuntado, que nace de la tercera iglesia de Cluny, se extiende por Borgoña y la copian fuera de Francia, constituye rasgo característico, porque hay muchas casas posteriores de «monjes negros» que no la tienen.
Así, pues, más que hablar de un estilo propio es posible definir sus influjos y soplos animadores, con dos potentes medios en su mano: cambio de liturgia y Camino de Peregrinos de Santiago (v. CAMINO DE SANTIAGO). El primero, encomendado a ellos, impuso la reforma y renovación de templos y de libros sagrados, en Aragón, a partir de 1071; en Castilla-León, a partir de 1080, con el triunfo de la letra francesa y del nuevo culto, que llamaron tanto romano como francés; esto es, clunicense. El Camino de Peregrinos, tampoco creación c., como se dijo por muchos, y en competencia con los antiguos Canónigos Regulares de S. Agustín, los templarios y hospitalarios, lo van jalonando desde fines del s. XI de prioratos, hospitales y hospederías, hasta quedar a su cuidado largos tramos del Camino Francés. La organización c. repara senderos y puentes, aumenta privilegios y reliquias eXImias; todo pensado y medido, según el testimonio de la coetánea Guía, inserta en el Códice Calixtino, de Compostela; relación curiosa, más puntual de lo francés por las cuatro vías: en la de Provenza el cuerpo venerado de S. Trófimo, de Arlés (1170-80); el milagrero SaintGiles-du-Gard (1160-70), con su sarcófago de oro; SaintGuilhem-du-Desert, lugar de penitencia del portaestandarte de Carlomagno; en la monumental Toulouse, Saint Sernin (construida en 1096) y la famosísima Daurade (restos del claustro, 1120-30); la sede arzobispal de Auch; el hospital de Summo portu, la catedral de laca, S. Juan de la Peña y Leyre. Por la de Borgoña el Hospital junto a la Virgen Negra de Puy; Sainte-Foy, de Conques (ref. 1107) y su Majestad vetusta; el estupendo claustro de Saint-Pierre, de Moissac (1100) y su deslumbrante tímpano (1120), y, más allá, el propio Cluny. A la del E peor definida, corresponde La Madeleine de Vézelay (1125-30); el liberador de cautivos Saint-Leonard; SaintSever y su bello Beato (s. XI). Por último, en la de Orleáns, el cáliz de Saint-Euverte, reliquia de Jesús; Saint-Martin de Tours (rec. 1123, a semejanza de Santiago); el hospital y monumento de Saint-Jean-d'Argély, custodio de la cabeza de S. Juan Bautista; Saint-Eutrope de Saintes (cripta construida en 1096), alivio de los enfermos; la tumba de Roldán en Saint-Romain de Blaye, su trompa (Saint-Sernin de Burdeos), la tumba de sus guerreros (Belin) y la piedra rota por su espada (Roncesvalles); siguiendo por España; Estella, Irache (s. XII), Nájera (reconstruida en gótico), S. Colomba (Burgos, desaparecida), S. Zoil de Carrión (reconstruida en gótico) y Sahagún. Si añadimos Beaulieu (Correze, 1130), Souillac (Lot) y su tímpano del milagro de Teófilo (1140), así como Saulieu (Cóte-d'Or, 1120), tendremos lo fundamental c. de Francia y gran parte de lo español, completado con el grupo gallego (casi todo reconstruido en barroco), S. Domingo de Silos (claustro s. XI-XII) y los catalanes de Ripoll (1032, reconstruido claustro s. XII) y Galligans (1130), entre los más destacados.
Por otros países son típicos regionales los lombardos (v. ROMÁNICO); . IOS toscanos, de mármoles recortados (S. Antimo, S. Miniato al Monte, 1113) y los bizantinizantes del sur de Italia. En Inglaterra, S. Albano (1077), York (ap. 1090); en Suiza, Romainm6tier; en Alemania, Laak (1156), Paderborn (famoso por su claustro), más otras de Austria, Países Bajos, etc., hasta la increíble suma de 2.000 casas en tiempo de Odón el Grande (abad de 1048 a 1109).
V. t.: CLUNY, ABADÍA DE; ROMÁNICO; CAMINO DE SANTIAGO; BENEDICTINOS; CISTERCIENSE, ESTILO.
Las excavaciones de Cluny (v. CLUNY, ABADÍA DE) han mostrado el crecimiento sucesivo de la iglesia (la mayor de la cristiandad) y del claustro entre los s. X al XII. Los trabajos del campo, de artesanía y oficios artísticos, se dejan en manos de donados y laicos, agrupados en torno e integrando poblados y aun ciudades, con las calles distribuidas por oficios. Por esto no crea escuela peculiar, ni siquiera tipo uniforme de monasterios como los cistercienses (v.), porque no lleva los artífices propios a las nuevas edificaciones, ni son monjes la mayoría de los maestros conocidos. Su estilo es el románico (v.), que acepta las variantes regionales y excita las genialidades de canteros y escultores hasta límites ahora inconcebibles por su tremenda crudeza y brutal mofa. Cierto es que para la clientela directa de los monasterios, integrada por refugiados (a causa del derecho de asilo), peregrinos y gentes de toda índole, iletrada en su casi totalidad y de costumbres duras, era necesario ese lenguaje imponente de portadas y gráfico de capiteles, reflejo por otra parte de los sermones a base de anécdotas (exempla) para la exposición de las verdades de la fe, vicios y virtudes, premios y castigos escatológicos. Y la enorme difusión de la Orden propagó, más que la arquitectura, la rica y expresiva escultura románica, tan varia de iconografía, prestándole vitalidad no alcanzada por ningún otro estilo. Por tanto, lo más característico son sus claustros y portadas, aunque no exclusivo, porque los repiten iguales otras congregaciones. Tampoco la bóveda de cañón apuntado, que nace de la tercera iglesia de Cluny, se extiende por Borgoña y la copian fuera de Francia, constituye rasgo característico, porque hay muchas casas posteriores de «monjes negros» que no la tienen.
Así, pues, más que hablar de un estilo propio es posible definir sus influjos y soplos animadores, con dos potentes medios en su mano: cambio de liturgia y Camino de Peregrinos de Santiago (v. CAMINO DE SANTIAGO). El primero, encomendado a ellos, impuso la reforma y renovación de templos y de libros sagrados, en Aragón, a partir de 1071; en Castilla-León, a partir de 1080, con el triunfo de la letra francesa y del nuevo culto, que llamaron tanto romano como francés; esto es, clunicense. El Camino de Peregrinos, tampoco creación c., como se dijo por muchos, y en competencia con los antiguos Canónigos Regulares de S. Agustín, los templarios y hospitalarios, lo van jalonando desde fines del s. XI de prioratos, hospitales y hospederías, hasta quedar a su cuidado largos tramos del Camino Francés. La organización c. repara senderos y puentes, aumenta privilegios y reliquias eXImias; todo pensado y medido, según el testimonio de la coetánea Guía, inserta en el Códice Calixtino, de Compostela; relación curiosa, más puntual de lo francés por las cuatro vías: en la de Provenza el cuerpo venerado de S. Trófimo, de Arlés (1170-80); el milagrero SaintGiles-du-Gard (1160-70), con su sarcófago de oro; SaintGuilhem-du-Desert, lugar de penitencia del portaestandarte de Carlomagno; en la monumental Toulouse, Saint Sernin (construida en 1096) y la famosísima Daurade (restos del claustro, 1120-30); la sede arzobispal de Auch; el hospital de Summo portu, la catedral de laca, S. Juan de la Peña y Leyre. Por la de Borgoña el Hospital junto a la Virgen Negra de Puy; Sainte-Foy, de Conques (ref. 1107) y su Majestad vetusta; el estupendo claustro de Saint-Pierre, de Moissac (1100) y su deslumbrante tímpano (1120), y, más allá, el propio Cluny. A la del E peor definida, corresponde La Madeleine de Vézelay (1125-30); el liberador de cautivos Saint-Leonard; SaintSever y su bello Beato (s. XI). Por último, en la de Orleáns, el cáliz de Saint-Euverte, reliquia de Jesús; Saint-Martin de Tours (rec. 1123, a semejanza de Santiago); el hospital y monumento de Saint-Jean-d'Argély, custodio de la cabeza de S. Juan Bautista; Saint-Eutrope de Saintes (cripta construida en 1096), alivio de los enfermos; la tumba de Roldán en Saint-Romain de Blaye, su trompa (Saint-Sernin de Burdeos), la tumba de sus guerreros (Belin) y la piedra rota por su espada (Roncesvalles); siguiendo por España; Estella, Irache (s. XII), Nájera (reconstruida en gótico), S. Colomba (Burgos, desaparecida), S. Zoil de Carrión (reconstruida en gótico) y Sahagún. Si añadimos Beaulieu (Correze, 1130), Souillac (Lot) y su tímpano del milagro de Teófilo (1140), así como Saulieu (Cóte-d'Or, 1120), tendremos lo fundamental c. de Francia y gran parte de lo español, completado con el grupo gallego (casi todo reconstruido en barroco), S. Domingo de Silos (claustro s. XI-XII) y los catalanes de Ripoll (1032, reconstruido claustro s. XII) y Galligans (1130), entre los más destacados.
Por otros países son típicos regionales los lombardos (v. ROMÁNICO); . IOS toscanos, de mármoles recortados (S. Antimo, S. Miniato al Monte, 1113) y los bizantinizantes del sur de Italia. En Inglaterra, S. Albano (1077), York (ap. 1090); en Suiza, Romainm6tier; en Alemania, Laak (1156), Paderborn (famoso por su claustro), más otras de Austria, Países Bajos, etc., hasta la increíble suma de 2.000 casas en tiempo de Odón el Grande (abad de 1048 a 1109).
V. t.: CLUNY, ABADÍA DE; ROMÁNICO; CAMINO DE SANTIAGO; BENEDICTINOS; CISTERCIENSE, ESTILO.
BIBL.: K. J. KONANT, The third
Church at Cluny, Memorial Studies in memory of K. Porter, Cambridge (Mass.)
1939; fD, Memorial Academy-Excavations at Cluny.-VII, Final Stage oí the
Projet, «Speculum», XXII (1954) 15-31; J. GUDIOL y 1. A. GAYA NUÑO,
Arquitectura y escultura románicas, en Ars, V, Madrid 1948 (abundante bibl.);
W. WEISBACH, Reforma religiosa y arte medieval. La influencia de Cluny en
el románico occidental, Madrid 1949; J. EVANS, The Romanesque Architecture
of the Order of Cluny, Cambridge 1938.
F. IÑIGUEz ALMECH.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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